Katsumi se alejó de inmediato y empezó a recoger lo que estaba tirado en el piso. Limpió y ordenó todo el lugar mientras el señor Mykolaiv reposaba con los ojos cerrados.
—Estaré en el despacho estudiando su historial médico
—¿y eso debería importarme porque..?
Katsumi achicó la mirada, no comprendía como podía ser tan grosero después de lo amable que ella había sido con él. Cerró los ojos un momento, como si tratara de recuperar la compostura antes de hablar
—Solo se lo decía por si necesitaba algo —dijo con voz trémula y salió de la habitación.
A Katsumi le hervía la sangre, estaba enojada y a la vez, frustrada, quería que el señor Mykolaiv la tratara diferente. Su trabajo era una maravilla, excepto por la insolencia de su jefe. Cogió el móvil y le escribió a Yoshi.
KATSUMI_9:30 AM
¿Siempre es así de cretino?
YOSHI_9:34 AM
¿Quién?
KATSUMI_9:34 AM
¿Quién más? Tú jefe
YOSHI_9:39 AM
Es un tanto especial. Pero te acostumbrarás
KATSUMI_9:34 AM
No quiero acostumbrarme a que me trata mal. Quisiera que dejara de tratarme mal.
YOSHI_9:39 AM
Lo siento amor, tengo que conducir. ¿Hablamos en el almuerzo?
KATSUMI_9:34 AM
OK.
Katsumi dejó su móvil a un lado y leyó todo el historial médico del señor Myjkolaiv. La lesión que lo aquejaba era una simpleza, ni siquiera era necesaria esa silla, con unas muletas estaría más que bien. No comprendía como algo así podía desestabilizarlo tanto. Aunque le parecía un cretino no podía evitar sentirse preocupada por él. Después de escribir una muy breve lista de lo que necesitaría para la terapia del día siguiente, Katsuni se dirigió a la habitación del señor Mykolaiv. Llamó a la puerta, no recibió respuesta, pero igual entró.
El señor Mykolaiv seguía en el mismo sitio donde lo había dejado, se había quedado dormido, o al menos eso parecía.
—Señor Mykolaiv ¿necesita que lo ayude a recostarse en la cama?
—Se supone que te llamaría si necesitaba algo
—Si—respondió Katsumi sin comprender su sarcasmo
— ¿Acaso te he llamado? —Katsumi respiró profundo
—Imaginé que no me llamaría aunque me necesitara. Así que…aquí estoy
—Está bien, por favor llévame a la cama —Katsumi sintió doble sentido en sus palabras, pero lo ignoró.
—Hace frío, lo vestiré—dijo Katsumi una vez que hubo acostado al señor Mykolaiv.
Por unos segundos admiró el cuerpo de su jefe tendido sobre las sábanas grises. Era un hombre fornido, su abdomen estaba perfectamente torneado y la minúscula prenda que tenía puesta apenas le cubría. Sintió un calor abrumador entre sus piernas y se dio media vuelta muy rápido consiente de que debía alejar la mirada de aquel hombre que le empezaba a parecer tan deseable
Rebuscó en una cómoda y encontró y unas pantalonetas largas y una camiseta de algodón.
—Le dije que viniera vestida como si fuera a cualquier otro sitio
—Sí, eso hice —Mykolaiv soltó una carcajada
—¿Así se viste a diario?
Katsumi repuso en su ropa: Una falda de estampado floral que le cubría poco más arriba de las rodillas, medias marrones y un jesey verde limón, manga corta, con una textura de pelitos. Debajo de este llevaba una blusa blanca cuyo cuello estilo Peter pan sobresalía. Al igual que con el uniforme de enfermera, no comprendía que tenía de malo su ropa, a ella le encantaba.
—Sí, así me visto a diario —contestó Katsumi con sequedad y le calzó la camiseta con movimientos bruscos.
—¿Sabía que me puedo poner la camiseta yo solo?
Cada palabra y gesto de Adrick Mykolaiv hacían sentir a Katsumi incomoda y avergonzada. Le tendió el pantalón para que el mismo se lo pusiera
»Con esa parte si necesitaré de su ayuda.
Las mejillas de Katsumi se enrojecieron mientras le calzaba el pantalón al señor Mykolaiv. Cuando hizo sus prácticas había tenido que bañar y vestir a muchos pacientes, pero ninguno había tenido en ella el efecto que tenía Adrick Mykolaiv. Su corazón latía con demasiada fuerza, esperaba que la revolución que ocurría en su cuerpo no fuera evidente más que para ella. Mientras subía la prenda de algodón por las piernas de Mykolaiv, reparó en el bulto que se marcaba en sus calzoncillos, sus mejillas se enrojecieron mucho más, apartó la mirada de inmediato. En ese momento escuchó hablar a una mujer al mismo tiempo que la puerta de la habitación se abría de par en par.
—¡Maldición, Adrick! ¡Podrías haberme avisado que estarías con una de tus amiguitas! ¿Así pretendes que traiga a Anya?
Adrick Mykolaiv enarcó una ceja y miró con evidente desprecio a la mujer que entró a la habitación. Se masajeó el tabique con los dedos índice y pulgar.
—¡Carlotta! Es un gusto, como siempre. Te presento a Katsumi; mi enfermera.
La mujer no se molestó en ver a Katsumi, su mirada estaba clavada de una forma amenazante en el señor Mykolaiv. Kasumi terminó de ponerle el pantalón a su jefe y se puso de pie.
—Con permiso —dijo con esa timidez que la caracterizaba.
Posó su vista sobre la iracunda mujer y notó que parecía una modelo de revista, su piel era tersa, del color de la canela, sin desiguales en el tono, sin imperfecciones. Sus ojos eran grandes con una sensual forma almendrada y de un color pardo que resaltaba aún más, gracias a sus tupidas pestañas. Una melena de cobre brillante enmarcaba su rostro ovalado. Era más alta que Katsumi por unos cuantos centímetros. Su cuerpo tenía unas proporciones que eran imposibles en una mujer real. Iba vestida de negro, no era un estilo que ha Katsumi le encantara, pero le daba un aire de elegancia que le pareció hermoso. Llevaba accesorios dorados en el cuello y las muñecas.
Para Katsumi era imposible estar en la misma habitación que esta mujer sin sentirse opacada. Sintió su autoestima y confianza escurrirse por el suelo y evaporarse en un instante.
—¡No! ¡Quédate! —dijo el señor Mykolaiv y Katsumi reparó enseguida en el tono de sus palabras, no fue una orden, fue una súplica.
—¿Enserio? ¿Ahora hablaremos de nuestros asuntos privados delante de la servidumbre?
—Katsumi no es servidumbre Carlotta. De hecho, la licenciada Katsumi es una reconocida profesional. Tú desearía haber tenido la inteligencia suficiente para terminar una carrera. Pero tus capacidades solo alcanzaron para operarte el trasero y cazar a un hombre adinerado que cayera en tus encantos y poder sacarle el maldito dinero —él señor Mykolaiv empezó hablando en un tono calmado y terminó gritando como loco. Katsumi abrió los ojos como platos.
—¡Vete a la m****a Adrick! Si así quieres que sean las cosas, así serán. Me iré con Anya ahora mismo y no nos volverás a ver.
—¿Anya está aquí? —El rostro del señor Mykolaiv se iluminó al instante —lo siento Carlotta, no quise hablarte así —Katsumi no podía creer que el señor Mykolaiv fuera capaz de pedir disculpas. Hacía tan solo un instante había humillado a esa mujer llamada Carlotta y ahora daba la impresión de estar a punto de arrodillarse ante ella.
—Está bien. Pero solo lo hago por ella. Quería pasar unos días contigo y ya sabes que no me gusta cómo se pone.—¿Necesitas unos días libres?—¡Maldición Adrick! ¿La he traído y me atacas?—Sí, estoy seguro de que la traes sin ningún interés—La traigo porque ella ha querido venir a verte. Pero la verdad aprovecharé para viajar unos días —Adrick Mykolaiv puso los ojos en blanco.— Después de tanto tiempo rogándote para que me dejaras ver a mi hija apareces así, de la nada, diciéndome que la traes porque no soportas verla triste; por supuesto que necesitas que la cuide mientras tú te das una escapada.—Por qué la he traído, no debería importarte Adrick. La he traído y ya está —el teléfono de Carlot
—Por supuesto que irá Yoshi —dijo Mykolaiv con naturalidad— si no ¿Quién conduciría? —Me refería a que… —Sí, entiendo Katsumi —Mykolaiv le interrumpió—Entonces será el domingo, no se hable más Mykolaiv puso unos cuantos billetes sobre la mesa sin molestarse en pedir la cuenta. Luego tomo su teléfono y lo manipuló por unos segundos. En pocos minutos Yoshi apareció, se acercó a la silla del señor Mykolaiv y los llevó hacia el auto. Anya se levantó enseguida y siguió a Yoshi dejando sobre la mesa la mitad de su comida. Katsumi no había alcanzado a darle más de dos mordiscos a su hamburguesa y no pensaba dejarla ahí tirada; la envolvió en servilletas y la guardó en su bolso. El trayecto de regreso se le hizo eterno. —Yoshi, lleve a la señora Kimura a su casa —ordenó Mykolaiv mientras Yoshi lo bajaba del auto. —Adiós Katsumi —gritó Anya alejándose del auto. Katsumi le dispensó una sonrisa forzada. —¿Y q
La pregunta del señor Mykolaiv tomó a Katsumi por sorpresa. Abrió la boca para responder, pero su cerebro no le enviaba la respuesta. Solo podía pensar en el por qué de esa pregunta. ¿Por qué se interesaba Adrick Mykolaiv en su vida personal? No había hablado durante toda la terapia, incluso la había mirado feo durante todo el proceso. Y de repente, le lanzaba esa pregunta.—Once años señor—¿¡Qué!? —espetó Mykolaiv con un gesto de desagrado que le desfiguró cada facción del rostro.—Es decir, nos casamos hace cinco años, pero estamos juntos desde los doce así qué, llevamos once años juntosKatsumi lo dijo con orgullo, estar con Yoshi era algo que la hacía sentirse orgullosa, no todo el mundo corría la suerte de vivir un amor tan especial como el de ella y Yoshi, y qui
“Cuando miro atrás, cuando veo todo lo que ha sucedido, solo puedo pensar en lo egoísta que fui. No solo por la forma en que la empujé a pagar por mis errores, antes de eso, ya había traicionado su confianza. Ahora sé que no la merezco más que él” YOSHI KIMURA miró el reloj en su muñeca; era hora de pasar por Madisson para llevarla a almorzar. El día había estado tranquilo.El día había estado tranquilo; pasar por Madison, llevarla a P&M, recoger algún paquete, llevar una valija a casa de algún ejecutivo. Yoshi solía ser el chofer personal de Adrick Mykolaiv, pero después del accidente, pasó a ser una especie de mensajero-asistente que tenía que ir y venir al ritmo de las necesidades de la empresa de Mykolaiv, pero el sustancioso aumento de sueldo le hacía justicia a todo el trabajo extra. Aparcó en el sitio reservado para el señor Mykolaiv y al ver al Madison a lo lejos, hizo sona
—Lo siento, tengo que contestar— Yoshi se alejó un poco de Chihiro— Hola cariño —dijo al teléfono mientras se alejaba unos pasos más. Pero al otro lado, Katsumi no dijo una palabra, solo se escuchaba su llanto— ¿Qué ocurre amor? ¿Dónde estás?—No es nada, lo siento, es solo que no sé si pueda hacerlo Yoshi, es el señor Mykolaiv, es…—Cariño, claro que puedes hacerlo, sé que es un poco insoportable, pero cambiará, solo está irritado porque tiene muchas cuestiones que atender, ya sabes, con la compañía…—No es solo insoportable Yoshi…él… —Katsumi respiró profundo y no pudo seguir hablando— ¿Dónde estás? Iré por ti—Voy camino a casa—Está bien, te veré allá &m
—¡Llama a emergencias! ¡Ahora!A Yoshi le volvió el alma al cuerpo, si Katsumi lo mandaba a llamar a emergencias, tenía que ser porque Akari estaba viva. Rebuscó en su bolsillo y al encontrar su teléfono, apenas logró marcar el nueve once con los dedos temblorosos.*****—¿Cómo te sientes? —Yoshi se acercó a la cama de Akari, el color no había vuelto del todo a la piel de su hermana, se sintió consternado de verla así y sus ojos empezaron a tornarse vidriosos.—Estoy bien —la voz de Akari apenas se escuchó. No ha sido nada Yoshi, solo me he sentido mareada, perdí el equilibrio y caí, debí haberme golpeado la cabeza.—¿Es la primera vez que te pasa esto? —preguntó Katsumi desde un rincón de la habitación—¡Joder!
—¿Cuánto necesitas? —Yoshi sacó un fajo de billetes de su bolsillo —¿Con esto es suficiente? —preguntó antes de que Katsumi pudiera contestarle.—¿De dónde has sacado el dinero, Yoshi?—Eso no importa ahora. Toma el dinero y paga todo lo que haga falta. Dile al doctor que no escatimaremos en gastos para el tratamiento.—Yoshi ¿de dónde has sacado el dinero?—Le he pedido un préstamo a MykolaivAmbos susurraban, Akari estaba a unos pocos metros con la mirada hundida en la pantalla de su móvil, llevaba los audífonos puestos, pero aun así, Katsumi y Yoshi susurraban.—¿Y te ha prestado tanto dinero?—Sí. Ten —le entregó una bolsa de papel— guárdalo bien, llevaré el resto a casa —Los ojos de Katsumi se abrieron, se pusieron
—Cariño, espera afuera, por favor —Yoshi miró los ojos de su esposa con preocupación, no quería que estuviera ahí cuando Mykolaiv estallara.—No iré a ninguna parte —le respondió Katsumi con la voz temblorosa —Señor Mykolaiv, Yoshi le explicará lo que ha pasado en otro momento, cuando se sienta bien, por favor déjenos a so…—Creo que deberías obedecer a tu esposo, Katsumi. No te preocupes, no le haré daño, para eso están mis abogados —Katsumi salió de la habitación— Muy bien Yoshi, ¿qué has hecho con mi dinero?—Se lo pagaré todo señor Mykolaiv—Por supuesto que me lo pagarás —había un tono de satisfacción en el gesto de Mykolaiv, como si estuviera esperando sacar provecho de las circunstancia. Como si, en