—Está bien. Pero solo lo hago por ella. Quería pasar unos días contigo y ya sabes que no me gusta cómo se pone.
—¿Necesitas unos días libres?
—¡Maldición Adrick! ¿La he traído y me atacas?
—Sí, estoy seguro de que la traes sin ningún interés
—La traigo porque ella ha querido venir a verte. Pero la verdad aprovecharé para viajar unos días —Adrick Mykolaiv puso los ojos en blanco.
— Después de tanto tiempo rogándote para que me dejaras ver a mi hija apareces así, de la nada, diciéndome que la traes porque no soportas verla triste; por supuesto que necesitas que la cuide mientras tú te das una escapada.
—Por qué la he traído, no debería importarte Adrick. La he traído y ya está —el teléfono de Carlotta sonó, ella vio la pantalla, pero ignoró la llamada— Está abajo, yo debo irme ya.
Carlotta salió de la habitación con la mirada hundida en la pantalla de su móvil.
—Rápido. Ayúdeme a cambiarme —ordenó el señor Mykolaiv a Katsumi. Ella se apresuró hacia la cómoda —No. Ahí no, en el armario; traiga una camisa y unos vaqueros.
Después de ayudar a su jefe a cambiarse de ropa, Katsumi empujó la silla de ruedas y en cuanto se asomaron en el salón, una niña corrió a los brazos del señor Mykolaiv.
—¡Papachka! —gritó la pequeña con emoción. Abrazó al señor Mykolaiv y le dio un beso en la mejilla.
Era difícil para Katsumi calcular la edad de la niña, no tenía idea de cuál era la estatura promedio que debía tener un infante según su edad. Para ella, no era común interactuar con niños y no era solo que no había tenido oportunidad de hacerlo, lo evadía; no le agradaban los niños. Le horrorizaba la posibilidad de embarazarse y siempre lo había evitado a toda costa, muy a pesar de los ruegos de Yoshi, que cada que veía a un bebé la miraba con súplica en los ojos. Ella lo ignoraba.
—¡Mi Catherinushka! —Respondió Adrick Mykolaaiv a la muestra de afecto de su hija. Su voz era irreconocible para Katsumi, no había rastro de burla, sarcasmo o arrogancia. No había vestigio del Adrick Mykolaiv que ella había tenido la oportunidad de conocer hasta ese momento.
La hija del señor Mykolaiv no tardó en reparar en Katsumi
—Buenas tardes señorita. Me encanta su falda —Mykolaiv soltó una risotada
—¡Claro que te gusta! La ha comprado en el departamento de ropa para niñas —Katsumi sonrió.
—Gracias, pequeña
—Me llamo Anya y tú ¿cómo te llamas? ¿Eres una de las novias de mi padre? —A katsumi le dio un ataque de tos
—¡Anya! ¿Qué cosas dices? —En vez de un regaño la expresión de Adrick Mykolaiv era juguetona —Ella es Katsumi y no, lamentablemente no es mi novia, es mi enfermera, ella me ayudará a recuperarme.
‹‹Lamentablemente no es mi novia›› Esas palabras hicieron que Katsumi se sonrojara. Le pareció que su corazón dio un salto para intentar escaparse por su garganta. Katsumi sabía que la emoción que estas palabras despertaron en ella era incorrecta. Pensó en Yoshi y se sintió avergonzada de los sentimientos que empezaban a aflorar en ella.
—¡Oh! ¿Harás que papá vuelva a correr?
—Sí, eso haré —Katsumi se inclinó para hablarle a Anya
—¡wow! Miren la hora —dijo el señor Mykolaiv— Las invito a comer.
—¿¡Hamburguesas!? —preguntó Anya e hizo un puchero de tristeza sacando el labio inferior de forma exagerada
—¡Sí! ¡Hamburguesas! —respondió el señor Mykolaiv, hablaba como un animador de fiestas o un maestro de jardín de infancia. No era el mismo hombre.
—¡Siiiiiii! —gritó Anya alzando el puño en gesto de triunfo.
—Lleva tus cosas a tu habitación —Mykolaiv señaló al sofá donde Anya había dejado un oso de peluche y dos libros— la maleta la llevará Yoshi después.
—Señor Mykolaiv. Yo he traído mi comida, no es necesario que vaya con ustedes.
—¿Podrías llamarme Adrick? Al menos delante de Anya —Katsumi no entendió por qué su jefe le pedía que lo tuteara delante de su hija, pero hizo caso
—Preferiría esperarlos aquí, si no le molesta
—¡Vamos Katsumi! Mi recuperación anímica también está dentro de tus obligaciones laborales. Salir me hará bien y tú debes encargarte de mí. No te lo estoy pidiendo. Es una orden. Ve a buscar algún extraño abrigo que haga juego con… eso —Adrick señaló la ropa de Katsumi—y acompáñanos a comer hamburguesas.
Katsumi se sentía incómoda con la idea de salir a comer con su jefe. ‹‹¿Qué pensará Yoshi al respecto?›› Se preguntaba mientras se arreglaba para salir.
Adrick, Anya y Katsumi salieron de la mansión. Un auto los esperaba afuera. Yoshi bajó de este, no era el Mercedes Benz negro que solía manejar y con el que llegaba todas las noches a casa después de trabajar. Era una camioneta roja. Yoshi se acercó
—Buenos días señor Mykolaiv. Señora Kimura, señorita Anya —Les extendió a todos una gran sonrisa. Empujó la silla de ruedas de Adrick por la rampa para minusválidos al costado de las escaleras hasta acercarla a la camioneta roja, de esta, desplegó una rampa, ubicó al señor Mykolaiv en la silla justo sobre esta y un mecanismo la introdujo al interior como por arte de magia.
Después de todos esos malabares, Anya y Katsumi pudieron abordar el auto.
—¿A dónde, señor Mykolaiv? —Preguntó Yoshi maniobrando el retrovisor para poder verle.
El señor Mykolaiv le dio indicaciones y a Yoshi no pareció importarle que Katsumi saliera a comer con su jefe. Pero Katsumi no sabía si solo mantenía su cara de cortesía debido al señor Mykolaiv. Yoshi no era para nada celoso, pero ella nunca le había dado motivos para sentir celos. Desde que estaban juntos el mundo de Katsumi había girado en torno a él, a ser la esposa perfecta.
Ni siquiera estando en la universidad, Katsumi se había atrevido a entablar una amistad con un compañero de clases, se mantenía alejada incluso de sus compañeras, pues eran chicas solteras que llevaban un estilo de vida muy diferente al de ella. Nunca le dio a Yoshi motivo alguno para sentirse amenazado, para ella eso era inconcebible. No había tenido la oportunidad de ver a Yoshi en su faceta de hombre celoso y no sabía si esa faceta existía.
—¡Vamos papá! ¡Por favor, por favor, por favor! ¿¡siiii? —Anya le rogaba a Mykolaiv con las manos juntas en ademán de rezo.
—Cariño, sabes que no puedo llevarte estando así —Mykolaiv señaló a sus piernas con ambas manos.
Katsumi se llevó su hamburguesa a la boca.
—Katsumi podría acompañarnos, ella subirá conmigo a los juegos ¿Qué dices Katsumi? —Anya le suplicó a Katsumi con ojitos de cachorro huérfano, Katsumi miró a Adrick, esperando que él le indicara que decir, tomó un trago de su refresco para poder pasar el trozo de hamburguesa que acababa de engullir.
—No lo sé Anya, yo…
—Por favor, di que sí. Iremos los tres tu subirás conmigo a los juegos y papa nos observarás desde su silla
—¡Guao! Eso suena divertido —Exclamó Mykolaiv con sarcasmo —Dí que sí Katsumi. Podríamos ir el domingo, no es un día laborable, sería más como…una cita.
Katsumi seguía masticando y no podía hacer que la bola viscosa de comida que se había formado en su boca bajara por su garganta. Pidió tiempo con la mano, volvió a tomar un sorbo de refresco, Anya y Mykolaiv la miraban expectantes y eso le crispaba los nervios.
Si salir a comer con su jefe y la hija de su jefe en horario de trabajo le parecía algo indebido, salir a pasear con ellos un fin de semana, era inconcebible. Además, Mykolaiv había dicho que sería más como una cita. Katsumi estaba irritada con la actitud de Mykolaiv, sabía que ella era la esposa de su chofer ¿por qué se mostraba interesado en ella de esa forma? ¿Acaso se trataba de un juego? seguro estaba acostumbrado a jugar de esa forma con las mujeres, siendo estas solteras o casadas. Seguro que siempre se salía con la suya. Su jefe no tenía límites y eso la enfurecía.
—Está bien —dijo al fín— pero iré con Yoshi, si no les importa.
—Siiiii —el grito triunfal de Anya disipó la tensión que la respuesta de Katsumi había causado en Mykolaiv. La inconformidad en su rostro era evidente. Clavó los ojos en Katsumi achicando la mirada.
—Por supuesto que irá Yoshi —dijo Mykolaiv con naturalidad— si no ¿Quién conduciría? —Me refería a que… —Sí, entiendo Katsumi —Mykolaiv le interrumpió—Entonces será el domingo, no se hable más Mykolaiv puso unos cuantos billetes sobre la mesa sin molestarse en pedir la cuenta. Luego tomo su teléfono y lo manipuló por unos segundos. En pocos minutos Yoshi apareció, se acercó a la silla del señor Mykolaiv y los llevó hacia el auto. Anya se levantó enseguida y siguió a Yoshi dejando sobre la mesa la mitad de su comida. Katsumi no había alcanzado a darle más de dos mordiscos a su hamburguesa y no pensaba dejarla ahí tirada; la envolvió en servilletas y la guardó en su bolso. El trayecto de regreso se le hizo eterno. —Yoshi, lleve a la señora Kimura a su casa —ordenó Mykolaiv mientras Yoshi lo bajaba del auto. —Adiós Katsumi —gritó Anya alejándose del auto. Katsumi le dispensó una sonrisa forzada. —¿Y q
La pregunta del señor Mykolaiv tomó a Katsumi por sorpresa. Abrió la boca para responder, pero su cerebro no le enviaba la respuesta. Solo podía pensar en el por qué de esa pregunta. ¿Por qué se interesaba Adrick Mykolaiv en su vida personal? No había hablado durante toda la terapia, incluso la había mirado feo durante todo el proceso. Y de repente, le lanzaba esa pregunta.—Once años señor—¿¡Qué!? —espetó Mykolaiv con un gesto de desagrado que le desfiguró cada facción del rostro.—Es decir, nos casamos hace cinco años, pero estamos juntos desde los doce así qué, llevamos once años juntosKatsumi lo dijo con orgullo, estar con Yoshi era algo que la hacía sentirse orgullosa, no todo el mundo corría la suerte de vivir un amor tan especial como el de ella y Yoshi, y qui
“Cuando miro atrás, cuando veo todo lo que ha sucedido, solo puedo pensar en lo egoísta que fui. No solo por la forma en que la empujé a pagar por mis errores, antes de eso, ya había traicionado su confianza. Ahora sé que no la merezco más que él” YOSHI KIMURA miró el reloj en su muñeca; era hora de pasar por Madisson para llevarla a almorzar. El día había estado tranquilo.El día había estado tranquilo; pasar por Madison, llevarla a P&M, recoger algún paquete, llevar una valija a casa de algún ejecutivo. Yoshi solía ser el chofer personal de Adrick Mykolaiv, pero después del accidente, pasó a ser una especie de mensajero-asistente que tenía que ir y venir al ritmo de las necesidades de la empresa de Mykolaiv, pero el sustancioso aumento de sueldo le hacía justicia a todo el trabajo extra. Aparcó en el sitio reservado para el señor Mykolaiv y al ver al Madison a lo lejos, hizo sona
—Lo siento, tengo que contestar— Yoshi se alejó un poco de Chihiro— Hola cariño —dijo al teléfono mientras se alejaba unos pasos más. Pero al otro lado, Katsumi no dijo una palabra, solo se escuchaba su llanto— ¿Qué ocurre amor? ¿Dónde estás?—No es nada, lo siento, es solo que no sé si pueda hacerlo Yoshi, es el señor Mykolaiv, es…—Cariño, claro que puedes hacerlo, sé que es un poco insoportable, pero cambiará, solo está irritado porque tiene muchas cuestiones que atender, ya sabes, con la compañía…—No es solo insoportable Yoshi…él… —Katsumi respiró profundo y no pudo seguir hablando— ¿Dónde estás? Iré por ti—Voy camino a casa—Está bien, te veré allá &m
—¡Llama a emergencias! ¡Ahora!A Yoshi le volvió el alma al cuerpo, si Katsumi lo mandaba a llamar a emergencias, tenía que ser porque Akari estaba viva. Rebuscó en su bolsillo y al encontrar su teléfono, apenas logró marcar el nueve once con los dedos temblorosos.*****—¿Cómo te sientes? —Yoshi se acercó a la cama de Akari, el color no había vuelto del todo a la piel de su hermana, se sintió consternado de verla así y sus ojos empezaron a tornarse vidriosos.—Estoy bien —la voz de Akari apenas se escuchó. No ha sido nada Yoshi, solo me he sentido mareada, perdí el equilibrio y caí, debí haberme golpeado la cabeza.—¿Es la primera vez que te pasa esto? —preguntó Katsumi desde un rincón de la habitación—¡Joder!
—¿Cuánto necesitas? —Yoshi sacó un fajo de billetes de su bolsillo —¿Con esto es suficiente? —preguntó antes de que Katsumi pudiera contestarle.—¿De dónde has sacado el dinero, Yoshi?—Eso no importa ahora. Toma el dinero y paga todo lo que haga falta. Dile al doctor que no escatimaremos en gastos para el tratamiento.—Yoshi ¿de dónde has sacado el dinero?—Le he pedido un préstamo a MykolaivAmbos susurraban, Akari estaba a unos pocos metros con la mirada hundida en la pantalla de su móvil, llevaba los audífonos puestos, pero aun así, Katsumi y Yoshi susurraban.—¿Y te ha prestado tanto dinero?—Sí. Ten —le entregó una bolsa de papel— guárdalo bien, llevaré el resto a casa —Los ojos de Katsumi se abrieron, se pusieron
—Cariño, espera afuera, por favor —Yoshi miró los ojos de su esposa con preocupación, no quería que estuviera ahí cuando Mykolaiv estallara.—No iré a ninguna parte —le respondió Katsumi con la voz temblorosa —Señor Mykolaiv, Yoshi le explicará lo que ha pasado en otro momento, cuando se sienta bien, por favor déjenos a so…—Creo que deberías obedecer a tu esposo, Katsumi. No te preocupes, no le haré daño, para eso están mis abogados —Katsumi salió de la habitación— Muy bien Yoshi, ¿qué has hecho con mi dinero?—Se lo pagaré todo señor Mykolaiv—Por supuesto que me lo pagarás —había un tono de satisfacción en el gesto de Mykolaiv, como si estuviera esperando sacar provecho de las circunstancia. Como si, en
Entrar a la mansión Mykolaiv se había vuelto un remolino de emociones de todo tipo; ansiedad, por tan esperada entrevista de trabajo, cólera al ser tratada de forma tan humillante, exasperación por la actitud infantil de un hombre adulto y, para qué negarlo; deseo, un inexplicable y ardiente apetito por él.Pero ese día, mientras subía a rastras su maleta por la rampa de minusválidos, Katsumi estaba inundada de decepción, tristeza, miedo. Aquella, no era para nada una experiencia nueva, estaba lejos de serlo. Sentía que parte de su pasado se desenterraba ante ella, en un espiral de acontecimientos que se repetían. Sin duda, unDejavu. No era la primera vez que se encontraba en esa situación, ya la habían usada antes como moneda de pago.Llamó a la puerta y esta se abrió de inmediato. Ver el rostro cálido de Fedora alivió un poco la