El sonido de la puerta abriéndose le advirtió que Yoshi había llegado
—Mmmm…¡Qué rico huele! —exclamó Yoshi exagerando su emoción mientras se aflojaba la corbata y tiraba su traje en el sofá
—¡Tengo el trabajo! —Katsumi dio un grito y aceleró sus pasos hacia Yoshi
—¡Te lo dije! ¡Sabía que lo impresionarías! —Yoshi abrazó a Katsumi y le dio un beso tierno en los labios, ella puso su mano en la nuca de Yoshi impidiéndole que se alejara, lo besó con pasión.
—Me he dejado el uniforme, por si te apetecía jugar a la enfermera —le susurró al oído
Yoshi alejó sus labios de los de Katsumi y empezó a besarle el cuello, deslizó sus manos por debajo de la tela blanca y le apretó el culo.
Katsumi gimió excitada por el suave tacto de la piel de su esposo. Recorrió la espalda de Yoshi con sus manos. El era de complexión delgada, pero su cuerpo era torneado y bien definido.
—¡Oh por Dios! ¡Al menos podrían avisar que estarán haciendo guarradas en plena sala! —se quejó Akari al ver la escena
Katsumi se alejó de Yoshi de un brinco y se alisó el uniforme con las palmas de las manos, sus mejillas se enrojecieron.
—Ni si quiera sabíamos que estabas aquí, se supone que pasarías el día en casa de Sophia, no regresarías hasta mañana.
—Olivia —aclaró Akari mientras les pasaba por el lado a Katsumi y Yoshi en dirección a la cocina. Katsumi puso los ojos en blanco
—Sophia, Olivia, la reina de Inglaterra, da igual; se supone que no estarías —Katsumi siguió a Akari, y Yoshi las siguió a ambas.
—Olivia me ha llamado para decirme que hoy no podía —explicó Akari mientras se sentaba a la mesa que Katsumi había preparado con esmero para dos
—Ni siquiera noté que estabas en casa
—Me he quedado dormida todo el día
—Hum…¡Qué raro!
—¡Mmmm! Mochi, Takoyaki, Okonomiyakisi, ¡has preparado todo un banquete! ¿A qué hora llegan los invitados? —Yoshi interrumpió con atino lo que sin duda, estaba por convertirse en una discusión, se llevó a la boca un mochi.
Katsume le lanzó una reprimenda con la mirada. Él se alejó de la mesa y se lavó las manos en la pila. Katsumi colocó otro plato y los tres cenaron en silencio
Katsumi y Yoshi tenían mucho en común, ambos provenían de familias de inmigrantes japoneses. De niños habían tenido que comportarse de una forma en casa y de otra muy diferente cuando salían. Hablar un idioma con su familia y otro con sus amigos, comer con palillos o con tenedor, saludar con reverencia o agitando la mano. Para Katsumi, era como llevar una doble vida. Vivía dos vidas y en ninguna podía ser ella por completo. La única persona con quien podía ser autentica era Yoshi, cuando se conocieron, ambos tenías seis años e iban a la escuela primaria. Se hicieron inseparables.
Crecieron juntos y al llegar la pubertad la sólida amistad se convirtió en algo más, pasó lo que todos ya habían pronosticado; se enamoraron.
Yoshi no solo fue ese lugar donde Katsumi podía ser ella misma, también fue ese compañero con el que experimentó nuevas etapas, que la hizo descubrir en su cuerpo sensaciones desconocidas. Para Katsumi, Yoshi fue inocencia, juegos y risas. También fue curiosidad, impulso y deseo. Yoshi fue su mundo y lo seguía siendo.
Katsumi se fue a la cama. Jugar a la enfermera y el paciente con su marido ya no le parecía buena idea; el departamento contaba con una sola habitación que había sido remodelada hacía un par de meses, cuando la hermana menor de Yoshi; Akari, tuvo que irse a vivir con ellos. El mínimo ruido se transfería de un lado al otro de la pieza, el sexo había pasado a ser un acto austero, salvo en las ocasiones que en que Akari pasaba la noche fuera, en casa de alguna amiga.
Al cerrar los ojos, Katsumi pensó en lo que se pondría al día siguiente para ir a trabajar, seguía preguntándose que tenía de malo su uniforme. La voz de Akari cantando a todo pulmón la perturbaba, le dio un par de golpes a la pared.
—Es tarde Akari, ya duérmete —Gritó.
Yoshi se movió debido al tropel y sus ronquidos se detuvieron, pero no despertó. Akari obedeció; dejó de cantar. Katsumi obtuvo el silencio que necesitaba y aun así le costó conciliar el sueño. Solía ser muy insegura, la idea de un nuevo trabajo le agitaba los nervios. Pero lo que le preocupaba, era su nuevo jefe y como la hacía sentir. El señor Mykolaiv la alteraba de una forma extraña. Era grosero y arrogante, y a pesar de ello a Katsumi no le parecía desagradable, al contrario, sentía ansiedad por el próximo encuentro.
Katsumi solo descansó un par de horas. Cuando despertó, Yoshi aún dormía. Preparó el desayuno: tostadas con mermelada y café; lo más rápido que podía hacer. Tenía que concentrase en ella. Tomó una ducha caliente y duró una hora frente al espejo. Se puso labial rosa, el único que tenía, no solía usar maquillaje, salvo para ocasiones especiales.
Se quitó el labial con el dorso la mano. Se cambió de ropa unas cuatro veces y terminó poniéndose la primera muda que se había probado. Recogió su cabello en un moño y recordó las palabras del señor Mykolaiv: Póngase lo que usa para ir a cualquier otro sitio, no acostumbraba a recoger su cabello, pero siempre llevaba un accesorio, de modo que se soltó el moño y se puso un cintillo adornado con pequeñas bolitas blancas nacarada que salpicaban una tela azul. Se miró al espejo y volvió a ponerse labial.
—¡Apúrate! llegaremos tarde. ¡No puedo llegar tarde! —Katsumi regañaba a Yoshi mientras este se vestía.
Cuando al fin estuvieron listos para salir, Katsumi sentía que llevaba horas esperando por Yoshi, estaba irritada y durante todo el viaje en auto no hizo más que quejarse. Yoshi la escuchaba en silencio, la miró de reojo y en sus labios se dibujó una sonrisa boba.
—Te ves hermosa…
—Cuando te enojas —Katsumi completó la frase de Yoshi —lo sé, siempre lo dices.
Yoshi aprovechó un alto de semáforo para contemplar a su esposa y Katsumi se sintió mejor con la mirada dulce de su compañero posada sobre ella.
Yoshi era tremendamente guapo; tenía un rostro pequeño, su tez blanca y facciones delicadas le daban un aura tierna. El rasgo de Yoshi más adorado por Katsumi eran sus ojos que, aunque un poco rasgados eran grandes, y de un tono negro muy oscuro. Eran fascinantes.
Llegaron a la mansión Mykolaiv, Y Katsumi sintió que el aire le faltaba. Mientras esperaban a que el portón eléctrico se abriera ante ellos, Yoshi se enfundó unos guantes blancos que eran parte de su uniforme de chofer. Katsumi respiró profundo al verse parada por segunda vez frente a la imponente edificación. Era una casa con la que no podía ni soñar; una enorme mansión con tejado de estilo pizarra y balcones grandes. Miró atrás y se despidió de Yoshi agitando la mano, él le devolvió el gesto. Katsumi se había bajado del auto con tanta prisa, que no se habían despedido como se debía. Contó ocho escalones hasta la puerta de madera que se abrió antes de que pudiera atinarle un golpe. —Adelante señora Kimura. Mi nombre es Fedora y le daré algunas indicaciones —se trataba de la misma mujer de pelo encanecido que ya ha
Katsumi se alejó de inmediato y empezó a recoger lo que estaba tirado en el piso. Limpió y ordenó todo el lugar mientras el señor Mykolaiv reposaba con los ojos cerrados.—Estaré en el despacho estudiando su historial médico—¿y eso debería importarme porque..?Katsumi achicó la mirada, no comprendía como podía ser tan grosero después de lo amable que ella había sido con él. Cerró los ojos un momento, como si tratara de recuperar la compostura antes de hablar—Solo se lo decía por si necesitaba algo —dijo con voz trémula y salió de la habitación.A Katsumi le hervía la sangre, estaba enojada y a la vez, frustrada, quería que el señor Mykolaiv la tratara diferente. Su trabajo era una maravilla, excepto por la insolencia de su jefe. Cogió el m&oacu
—Está bien. Pero solo lo hago por ella. Quería pasar unos días contigo y ya sabes que no me gusta cómo se pone.—¿Necesitas unos días libres?—¡Maldición Adrick! ¿La he traído y me atacas?—Sí, estoy seguro de que la traes sin ningún interés—La traigo porque ella ha querido venir a verte. Pero la verdad aprovecharé para viajar unos días —Adrick Mykolaiv puso los ojos en blanco.— Después de tanto tiempo rogándote para que me dejaras ver a mi hija apareces así, de la nada, diciéndome que la traes porque no soportas verla triste; por supuesto que necesitas que la cuide mientras tú te das una escapada.—Por qué la he traído, no debería importarte Adrick. La he traído y ya está —el teléfono de Carlot
—Por supuesto que irá Yoshi —dijo Mykolaiv con naturalidad— si no ¿Quién conduciría? —Me refería a que… —Sí, entiendo Katsumi —Mykolaiv le interrumpió—Entonces será el domingo, no se hable más Mykolaiv puso unos cuantos billetes sobre la mesa sin molestarse en pedir la cuenta. Luego tomo su teléfono y lo manipuló por unos segundos. En pocos minutos Yoshi apareció, se acercó a la silla del señor Mykolaiv y los llevó hacia el auto. Anya se levantó enseguida y siguió a Yoshi dejando sobre la mesa la mitad de su comida. Katsumi no había alcanzado a darle más de dos mordiscos a su hamburguesa y no pensaba dejarla ahí tirada; la envolvió en servilletas y la guardó en su bolso. El trayecto de regreso se le hizo eterno. —Yoshi, lleve a la señora Kimura a su casa —ordenó Mykolaiv mientras Yoshi lo bajaba del auto. —Adiós Katsumi —gritó Anya alejándose del auto. Katsumi le dispensó una sonrisa forzada. —¿Y q
La pregunta del señor Mykolaiv tomó a Katsumi por sorpresa. Abrió la boca para responder, pero su cerebro no le enviaba la respuesta. Solo podía pensar en el por qué de esa pregunta. ¿Por qué se interesaba Adrick Mykolaiv en su vida personal? No había hablado durante toda la terapia, incluso la había mirado feo durante todo el proceso. Y de repente, le lanzaba esa pregunta.—Once años señor—¿¡Qué!? —espetó Mykolaiv con un gesto de desagrado que le desfiguró cada facción del rostro.—Es decir, nos casamos hace cinco años, pero estamos juntos desde los doce así qué, llevamos once años juntosKatsumi lo dijo con orgullo, estar con Yoshi era algo que la hacía sentirse orgullosa, no todo el mundo corría la suerte de vivir un amor tan especial como el de ella y Yoshi, y qui
“Cuando miro atrás, cuando veo todo lo que ha sucedido, solo puedo pensar en lo egoísta que fui. No solo por la forma en que la empujé a pagar por mis errores, antes de eso, ya había traicionado su confianza. Ahora sé que no la merezco más que él” YOSHI KIMURA miró el reloj en su muñeca; era hora de pasar por Madisson para llevarla a almorzar. El día había estado tranquilo.El día había estado tranquilo; pasar por Madison, llevarla a P&M, recoger algún paquete, llevar una valija a casa de algún ejecutivo. Yoshi solía ser el chofer personal de Adrick Mykolaiv, pero después del accidente, pasó a ser una especie de mensajero-asistente que tenía que ir y venir al ritmo de las necesidades de la empresa de Mykolaiv, pero el sustancioso aumento de sueldo le hacía justicia a todo el trabajo extra. Aparcó en el sitio reservado para el señor Mykolaiv y al ver al Madison a lo lejos, hizo sona
—Lo siento, tengo que contestar— Yoshi se alejó un poco de Chihiro— Hola cariño —dijo al teléfono mientras se alejaba unos pasos más. Pero al otro lado, Katsumi no dijo una palabra, solo se escuchaba su llanto— ¿Qué ocurre amor? ¿Dónde estás?—No es nada, lo siento, es solo que no sé si pueda hacerlo Yoshi, es el señor Mykolaiv, es…—Cariño, claro que puedes hacerlo, sé que es un poco insoportable, pero cambiará, solo está irritado porque tiene muchas cuestiones que atender, ya sabes, con la compañía…—No es solo insoportable Yoshi…él… —Katsumi respiró profundo y no pudo seguir hablando— ¿Dónde estás? Iré por ti—Voy camino a casa—Está bien, te veré allá &m
—¡Llama a emergencias! ¡Ahora!A Yoshi le volvió el alma al cuerpo, si Katsumi lo mandaba a llamar a emergencias, tenía que ser porque Akari estaba viva. Rebuscó en su bolsillo y al encontrar su teléfono, apenas logró marcar el nueve once con los dedos temblorosos.*****—¿Cómo te sientes? —Yoshi se acercó a la cama de Akari, el color no había vuelto del todo a la piel de su hermana, se sintió consternado de verla así y sus ojos empezaron a tornarse vidriosos.—Estoy bien —la voz de Akari apenas se escuchó. No ha sido nada Yoshi, solo me he sentido mareada, perdí el equilibrio y caí, debí haberme golpeado la cabeza.—¿Es la primera vez que te pasa esto? —preguntó Katsumi desde un rincón de la habitación—¡Joder!