RÓLOGO
Sé que desaparecí sin decir nada y eso no estuvo bien, pero ustedes me llevaron a hacerlo, me pusieron en las peores situaciones en que una mujer o cualquier persona puede estar, por mi paz y salud mental, tuve que alejarme. Pero no te escribo para justificar mis actos, deberías ser tú el que tratara de justificar los suyos, solo quería decirte que que hace un tiempo que llegaron los resultados. Tengo el sobre asido en mi pecho mientras escribo estas líneas; no había tenido la fortaleza para abrirlo, pero creo que ya es momento. Lo único que necesito escuchar de ti, de ambos, es que, dejarán a un lado sus malditos egos y pensarán en el bienestar de todos.
Katsumi
CAPÍTULO 1
“En la vida conocerás todo tipo de personas; dulces, amables, algunas muy agradables, otras…no tanto, pero solo unas cuantas tendrán el poder de cambiar tu rumbo por completo. Cuando lo vi, cuando escuché su voz por primera vez, supe de inmediato que él lo cambiaría todo, desde los latidos de mi corazón hasta mis pensamientos más profundos, aunque me resistiera con todas las fuerzas de la razón, él lo alteraría todo de forma irremediable ”
Katsumi esperaba en un gran salón decorado de una forma que ella consideraba extravagante. Una señora de unos cincuenta y tantos años, de cabello gris y voz maternal, le había abierto la puerta y la había invitado a entrar y tomar asiento. Ella prefirió quedarse de pie, no quería que el señor Mykolaiv la encontrara cómodamente sentada y se llevara una mala primera impresión.
Katsumi se arregló los mechones de cabello detrás de las orejas y pensó que debió haberlo recogido. Escudriñó su pequeño bolso en busca de una liga. Solo podía pensar en su largo cabello negro alborotándose con el trajinar, eso le daría una apariencia poco profesional, sus piernas empezaron a temblar y consideró la idea de marcharse. Se dio media vuelta en dirección a la puerta.
—Señora Kimura ¿Ya se iba? —Una voz grave y profunda interrumpió la huida de Katsumi, ella se dio media vuelta.
—Señor Mykolaiv. Buenos días —respondió Katsumi con la voz temblorosa
—Buenas tardes —le aclaró Adrick Mykolaiv mirando el reloj dorado en su muñeca.
—bu… bue.. buenas tardes —apenas logró articular —Soy Katsumi he venido por…
—Ahórrese las presentaciones señora Kimura, ambos sabemos que viene recomendada, no tiene que tratar de impresionarme hablándome de sus estudios y su experiencia. Y tiene usted mucha suerte, considerando que hablar no se le da muy bien.
Katsumi tragó saliva como si tragara clavos. El aspecto del señor Mykolaiv no era para nada lo que ella esperaba. Creía que el ruso adinerado que necesitaba los cuidados de una enfermera, era un anciano moribundo. Pero Adrick Mykolaiv, aparentaba tener la misma edad de Katsumi, tal vez un par de años más, su piel era blanca y sus ojos azules brillaban debajo de un par de cejas pobladas y ligeramente arqueadas. Su cara alargada concluía en una mandíbula bien definida. Cuando fruncía el ceño, sus cejas y mirada profunda proyectaban una seriedad intimidante. Aun sentado, Katsumi le calculaba una altura de al menos, metro ochenta.
—Los siento, yo…
—Sígame —Adrick Mykolaiv le interrumpió por segunda vez.
La empleada doméstica que había atendido a Katsumi al llegar a la mansión, empujó la silla de ruedas del señor Mykolaiv y lo condujo hacia un pasillo. Katsumi había quedado pasmada y por unos segundos vio cómo se alejaban, cuando reaccionó se apresuró a seguirlos.
Entraron a un pequeño despacho. Una vez ubicada la silla del señor Mykolaiv detrás del escritorio, la empleada que lo llevó hasta allí, se retiró.
Katsumi pensó que era el momento de desenvolverse con confianza, pero la mirada de Adrick Mykolaiv la descomponía.
—Tome asiento señora Kimura —le ordenó el señor Mykolaiv señalando la silla con la mano. La iluminación de la habitación era tenue y el mobiliario en ella, escaso; un escritorio, dos silla y una biblioteca que abarcaba una pared entera.
—Por favor, llámeme Katsumi —le respondió con naturalidad y se sentó cruzando las piernas. El uniforme de enfermera que le llegaba a las rodillas estando de pié, se frunció entonces hasta cubrirle poco más de la mitad del muslo. Al notarlo, Katsumi se sintió incomoda.
—Katsumi, dígame ¿en cuánto tiempo hará que vuelva a caminar?
—¿Caminar? No lo sé.
—¿No se supone que es su trabajo saberlo?
—Mi trabajo es apoyar en su recuperación, señor. Pero para establecer un lapso correcto tendrá que proporcionarme su historia médica, necesito todos los estudios que le han realizado a su pierna, el diagnóstico que ha recibido y el tratamiento que le han recetado. También necesitaré estar en contacto con su médico tratante, será él quien me recomendará la terapia a seguir y yo me encargaré de aplicarla. No le mentiré, este tipo de lesiones tarda en sanar, no será un proceso rápido, pero juntos lo haremos posible.
Katsumi se sintió bien consigo misma al haber sido capaz de dar una respuesta tan adecuada, se escuchó como toda una profesional y mientras hablaba notó que el semblante del señor Mykolaiv se iluminó al menos por un instante; pero este pronto volvió a fruncir el ceño y a verla con desdén. Katsumi no sabía cómo sentirse al respecto.
Adrick Mykolaiv puso sobre la mesa un par de hojas
—Es su contrato laboral. Fírmelo y comenzará mañana.
Katsumi le echó una mirada a vuelo de pájaro, pero puso atención cuando vio la cifra que sería su sueldo. Sus ojos se abrieron grandes como melones; su pago era ilógico. Ganaría cinco veces más que su esposo y trabajaría menos horas que él. Katsumi pensó en preguntarle al señor Mykolaiv si se trataba de un error, pero dedujo que él no era el tipo de hombre que comete errores y menos cuando se trata de dinero.
Los sacrificios que tuvo que hacer Katsumi para estudiar empezaban a rendir frutos, ganaría un sueldo acorde a su preparación y eso la hacía sentir orgullosa de sí misma de una forma en la que no se había sentido antes.
—Por favor, ya no venga más con ese uniforme, hace que me sienta en un hospital —dijo el señor Mykolaiv mientras Katsumi le devolvía el contrato firmado.
—Pero… —Katsumi inclinó su rostro hasta hundir la barbilla en su pecho, trasteó con la mirada su propio cuerpo. Se preguntó que tenía de malo su uniforme, a ella le encantaba—es mi ropa de trabajo señor Mykolaiv —refutó sin seguridad en su tono
—No, no vuelva a ponérselo para venir, por favor —Arrugó la cara.
Para ser una petición, el tono del señor Mykolaiv era más bien imperativo
—¿Y qué me pondré? —Katsumi lamentó que esa pregunta saliera de su boca, ese no era problema de su jefe.
—Póngase lo que usa para ir a cualquier otro sitio, no lo sé, jeans, camiseta, tenis —dijo el señor Mikolaiv extendiendo hacia Katsumi una hoja —esta copia es suya. Hasta mañana.
Katsumi asintió con la cabeza y se quedó inmóvil en su silla. Mykolaiv la miró, arqueó una ceja y le señaló la puerta. Katsumi no respondió a la seña de su jefe.
—Puede retirarse ya Katsumi —dijo Mykolaiv con un tono de fastidio en su voz
—Hasta mañana señor Mykolaiv —respondió Katsumi poniéndose de pie.
Al cerrar la puerta tras de sí Katsumi suspiró profundo asió el contrato a su pecho con ambas manos y sonrió. «Al fin, un trabajo» pensó y se encaminó hacia a la puerta sintiendo que flotaba.
Esa noche Katsumi esperó a Yoshi con ansias, le preparó su cena favorita. De camino a casa había comprado un vino que se salía por mucho del presupuesto de gastos para el mes, pero «¡Qué demonios!» pensó, «Podré comprar uno de estos cuando quiera» se dijo así misma mientras levantaba la botella delante de ella para poder admirarla. El sonido de la puerta abriéndose le advirtió que Yoshi había llegado —Mmmm…¡Qué rico huele! —exclamó Yoshi exagerando su emoción mientras se aflojaba la corbata y tiraba su traje en el sofá —¡Tengo el trabajo! —Katsumi dio un grito y aceleró sus pasos hacia Yoshi —¡Te lo dije! ¡Sabía que lo impresionarías! —Yoshi abrazó a Katsumi y le dio un beso tierno en los labios, ella puso su mano en la nuca de Yoshi impidiéndole que se alejara, lo besó con pasión. —Me he dejado el uniforme, por
Llegaron a la mansión Mykolaiv, Y Katsumi sintió que el aire le faltaba. Mientras esperaban a que el portón eléctrico se abriera ante ellos, Yoshi se enfundó unos guantes blancos que eran parte de su uniforme de chofer. Katsumi respiró profundo al verse parada por segunda vez frente a la imponente edificación. Era una casa con la que no podía ni soñar; una enorme mansión con tejado de estilo pizarra y balcones grandes. Miró atrás y se despidió de Yoshi agitando la mano, él le devolvió el gesto. Katsumi se había bajado del auto con tanta prisa, que no se habían despedido como se debía. Contó ocho escalones hasta la puerta de madera que se abrió antes de que pudiera atinarle un golpe. —Adelante señora Kimura. Mi nombre es Fedora y le daré algunas indicaciones —se trataba de la misma mujer de pelo encanecido que ya ha
Katsumi se alejó de inmediato y empezó a recoger lo que estaba tirado en el piso. Limpió y ordenó todo el lugar mientras el señor Mykolaiv reposaba con los ojos cerrados.—Estaré en el despacho estudiando su historial médico—¿y eso debería importarme porque..?Katsumi achicó la mirada, no comprendía como podía ser tan grosero después de lo amable que ella había sido con él. Cerró los ojos un momento, como si tratara de recuperar la compostura antes de hablar—Solo se lo decía por si necesitaba algo —dijo con voz trémula y salió de la habitación.A Katsumi le hervía la sangre, estaba enojada y a la vez, frustrada, quería que el señor Mykolaiv la tratara diferente. Su trabajo era una maravilla, excepto por la insolencia de su jefe. Cogió el m&oacu
—Está bien. Pero solo lo hago por ella. Quería pasar unos días contigo y ya sabes que no me gusta cómo se pone.—¿Necesitas unos días libres?—¡Maldición Adrick! ¿La he traído y me atacas?—Sí, estoy seguro de que la traes sin ningún interés—La traigo porque ella ha querido venir a verte. Pero la verdad aprovecharé para viajar unos días —Adrick Mykolaiv puso los ojos en blanco.— Después de tanto tiempo rogándote para que me dejaras ver a mi hija apareces así, de la nada, diciéndome que la traes porque no soportas verla triste; por supuesto que necesitas que la cuide mientras tú te das una escapada.—Por qué la he traído, no debería importarte Adrick. La he traído y ya está —el teléfono de Carlot
—Por supuesto que irá Yoshi —dijo Mykolaiv con naturalidad— si no ¿Quién conduciría? —Me refería a que… —Sí, entiendo Katsumi —Mykolaiv le interrumpió—Entonces será el domingo, no se hable más Mykolaiv puso unos cuantos billetes sobre la mesa sin molestarse en pedir la cuenta. Luego tomo su teléfono y lo manipuló por unos segundos. En pocos minutos Yoshi apareció, se acercó a la silla del señor Mykolaiv y los llevó hacia el auto. Anya se levantó enseguida y siguió a Yoshi dejando sobre la mesa la mitad de su comida. Katsumi no había alcanzado a darle más de dos mordiscos a su hamburguesa y no pensaba dejarla ahí tirada; la envolvió en servilletas y la guardó en su bolso. El trayecto de regreso se le hizo eterno. —Yoshi, lleve a la señora Kimura a su casa —ordenó Mykolaiv mientras Yoshi lo bajaba del auto. —Adiós Katsumi —gritó Anya alejándose del auto. Katsumi le dispensó una sonrisa forzada. —¿Y q
La pregunta del señor Mykolaiv tomó a Katsumi por sorpresa. Abrió la boca para responder, pero su cerebro no le enviaba la respuesta. Solo podía pensar en el por qué de esa pregunta. ¿Por qué se interesaba Adrick Mykolaiv en su vida personal? No había hablado durante toda la terapia, incluso la había mirado feo durante todo el proceso. Y de repente, le lanzaba esa pregunta.—Once años señor—¿¡Qué!? —espetó Mykolaiv con un gesto de desagrado que le desfiguró cada facción del rostro.—Es decir, nos casamos hace cinco años, pero estamos juntos desde los doce así qué, llevamos once años juntosKatsumi lo dijo con orgullo, estar con Yoshi era algo que la hacía sentirse orgullosa, no todo el mundo corría la suerte de vivir un amor tan especial como el de ella y Yoshi, y qui
“Cuando miro atrás, cuando veo todo lo que ha sucedido, solo puedo pensar en lo egoísta que fui. No solo por la forma en que la empujé a pagar por mis errores, antes de eso, ya había traicionado su confianza. Ahora sé que no la merezco más que él” YOSHI KIMURA miró el reloj en su muñeca; era hora de pasar por Madisson para llevarla a almorzar. El día había estado tranquilo.El día había estado tranquilo; pasar por Madison, llevarla a P&M, recoger algún paquete, llevar una valija a casa de algún ejecutivo. Yoshi solía ser el chofer personal de Adrick Mykolaiv, pero después del accidente, pasó a ser una especie de mensajero-asistente que tenía que ir y venir al ritmo de las necesidades de la empresa de Mykolaiv, pero el sustancioso aumento de sueldo le hacía justicia a todo el trabajo extra. Aparcó en el sitio reservado para el señor Mykolaiv y al ver al Madison a lo lejos, hizo sona
—Lo siento, tengo que contestar— Yoshi se alejó un poco de Chihiro— Hola cariño —dijo al teléfono mientras se alejaba unos pasos más. Pero al otro lado, Katsumi no dijo una palabra, solo se escuchaba su llanto— ¿Qué ocurre amor? ¿Dónde estás?—No es nada, lo siento, es solo que no sé si pueda hacerlo Yoshi, es el señor Mykolaiv, es…—Cariño, claro que puedes hacerlo, sé que es un poco insoportable, pero cambiará, solo está irritado porque tiene muchas cuestiones que atender, ya sabes, con la compañía…—No es solo insoportable Yoshi…él… —Katsumi respiró profundo y no pudo seguir hablando— ¿Dónde estás? Iré por ti—Voy camino a casa—Está bien, te veré allá &m