Capítulo 32: El anhelo

Alaric

La distancia me estaba matando. La veía a ella a lo lejos, entrenando con Eva, en la cocina, sus manos entre frutas y especias, y yo la anhelaba. Cuando estaba en el jardín y la veía oliendo las flores, lucía tan... feliz y perfecta.

Sin mí, sin extrañarme. El vínculo de mates era una maldición, de eso estaba seguro. Y no había un ser más maldito que el lobo con una mate humana, pues ella no sentía esto: la locura, la pasión, la ansiedad de tenerla.

—Debemos darle espacio —me había dicho Roy, y yo le hice caso. Entendíamos, si es que sabíamos algo de ella, que Celeste necesitaba encontrar su lugar. Su misión en la vida, su posición en este castillo. Que no lo viera como su prisión, sino como su hogar. Que no me viera a mí como un enemigo, un monstruo, el villano de esta historia, sino como... su rey. Su mate. Las dudas existían, pero el vínculo empezaba a forjarse como una espada de acero, con fuego, agua y tesón.

Estaba acabado, lo sabía.

Comía las galletas que me dejaba tod
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