Celeste Cuando me levanté de nuevo estaba sola, y ahora me preguntaba si el rey dormía del todo. Suspiré y, al percibir su aroma, me detuve a oler las sábanas. Nunca fui muy buena percibiendo el aroma de los lobos, pero podría jurar que con él era diferente; su perfume era fantástico. ¡Qué tontería Celeste! Me reí. Y cuando me levanté, noté que había una cajita con un mensaje para mí.Eva dijo que había avances en tus entrenamientos. Debes estar preparada. Conseguí esto para ti. Nos vemos donde nos encontramos esa vez. Tú tienes preguntas y yo te prometí respuestas.Cuando abrí la caja, encontré una hermosa daga de plata, sencilla, en cuya hoja tenía una inscripción con una pequeña Luna.Mi cieloSuspiré, encantada. Tenía una especie de empaque para guardarla y colocarla en el cinturón. Y cuando me puse la ropa, me maravillaba una vez más de que me quedara perfecta. ¿Acaso el rey tendría un grupo de personas encargadas solo de tener todo preparado para él? ¿Ropas, fastuosos vestidos
Fabrizio—Es un retrato hermoso. Y ella luce fantástica —dice Celeste.—Así que lo es.—Sí, sí, muy linda la damita, pero no me gusta eso de que persiga vampiros —comenta Eva con mala cara.—No sé si recuerdas esas épocas, Eva, pero eran terribles para los humanos. No la juzgo; más bien, la admiro. En aquella época, una mujer se suponía que debía quedarse quieta y callada, y ella se atrevió a luchar, a ir contra las normas —digo emocionado.—Pues espero que haya cambiado. No todos los vampiros somos malos —contesta la vampira refunfuñando.—Y sin duda debe ser de clase alta. Mira sus manos, cuidadas aunque manchadas de tinta. Debía escribir mucho —dice Celeste, y yo me maravillo con sus observaciones.—Tienes razón.—Y también parece ser un cerebrito, como ustedes dos, puesto que tiene una cantidad exagerada de libros detrás —indica Eva, quien tenía una especial aversión por los libros.Me quedé impactado. No podía ser que estaba tan embobado viéndola a ella, a su imagen tan preciosa,
Objetos que hablan.Susurros que nadie escucha. Hechicería a la distancia. Llevaba días buscando información que me confirmara que lo que había escuchado cerca de ese puñal, no era solo mi imaginación. Pero mi investigación no rendía frutos. Buscar sobre “humanos que escuchan voces” solo empeoró la situación. Lo mismo que buscar información sobre humanos con ciertos poderes. Fuera lo que fuera que me estaba pasando, no parecía algo normal y, por lo tanto, seguramente no era algo bueno.Me debatía entre hablar con alguien, pero, honestamente, tenía miedo, ya que no me quedaba duda de que realmente nadie más oía lo mismo que yo. Como prueba, me acerqué a otras armas y no escuché nada, igual que cuando revisité aquellas que escuché por primera vez en el ataque al castillo. Todo esto parecía ser extremadamente selectivo y, por ende, difícil de creer.Así que aquí estaba, inmersa en libros de hechicería. Su Majestad los había mandado retirar de la biblioteca, pero por mi pedido, volvie
CelesteÉl duda por un momento antes de quitarse el guante de cuero. Me quedo impresionada: su mano está oscura, con partes rojizas que contrastan terriblemente con su piel pálida. Él parece avergonzado. Era algo muy extraño, jamás vi una herida así, aunque tenía una teoría.—¿Hechicería, o me equivoco?—Dudo que te equivoques alguna vez pequeña prisionera—indica, me hace sonrojar.—¿Culpa de La Eterna? —pregunto.—Sí y no. Tuve un encuentro con alguien muy poderoso, alguien a quien enseñaba a usar su poder. Necesitaba control y me interpuse, no me importó, al final todo valió la pena. Sin embargo, luego, Valerius usó ese poder concentrado, energizando aún más a La Eterna. Fue un combo casi fatal. Casi perdimos la guerra, me dejó fuera de combate —menciona él. Lei algo de la guerra y le había preguntado a Fabrizio. Sé que Alaric estuvo herido y casi pensaron que había muerto. La sola idea me duele.Toco su palma y juego con sus dedos; él suspira de placer, como si no hubiera sido toca
Eva—¡Vamos, Eva! —grita el rey mientras avanzo para atacarlo.Para los guerreros, el combate era vida misma, como el sol para las plantas o el agua para vivir. Todos disfrutaban de una buena pelea, ¿y qué mejor combate que uno contra el ser más fuerte que había visto, incluso más que un vampiro? El rey era imponente y, sin distraerse, se defendía de mis ataques.—Vamos, sé que quieres hacerlo. Sé que deseas vengarte después de lo que sabes, te pediré—susurra él, y yo suspiro.Me molestaba, pero supongo que era parte del proceso para obtener su perdón. El Rey de Todos los Lobos no hacía nada sin razón; no acogía a nadie bajo su ala protectora por buena voluntad.Él mismo lo había dicho: todos teníamos un deber que cumplir, incluso él. Así que avancé, atacándolo con fuerza. Él se defendía como podía, pero su sonrisa me hacía sentir que su poder estaba despertando.—Está funcionando —dice Amelia, observando cómo cada vez más personas nos miran pelear.El público suspira al ver cómo paso
Fabrizio Caminaba por la galería y, casi sin ver. Se suponía que estaba allí para admirar obras de arte. En este tipo de espacios sentía que el tiempo transcurría de forma distinta, menos rápido, menos violenta. Sin embargo, descubrí algo interesante: yo había cambiado. Era normal que las cosas y los seres en el mundo cambiaran continuamente, pero, lamentablemente, ese no era mi caso. Los vampiros dejamos de evolucionar con el tiempo. Y ahora, rodeado de tanta belleza de creación humana, sentía que ya no tenía nada que admirar. Quizá se debía a que había pasado tanto tiempo observando el retrato de mi amada, que incluso el concepto de arte había cambiado para mí. Juro que la veía en cada pintura, en cada escultura. Sentía que ella me llamaba, que me pedía que la buscara y no la dejara. Donde estuviera, yo iría. Movería cielo y tierra. —Imaginé que aquí te iba a encontrar —dijo Amelia, apareciendo a mi lado.—Me conoce bien, mi señora.—Gracias por acompañarme. Sé que andas con tu
Alaric—Eso quiere decir que Valerius está buscando aliados poderosos, y no solo vampiros roñosos ni lobos inservibles —resoplé.—Sabemos que es un vampiro con muchos recursos y que le gusta estar un paso adelante de todos. Quizás, por primera vez, podamos adelantarnos —dice Amelia con esperanza.—Tiene lógica, Su Majestad. A diferencia de su hermano Lucio, Valerius realmente no tiene poderes. Es un vampiro antiguo, sí, pero el hecho de que solo el puñal pueda matarlo, según él, al menos, quiere decir que está protegido por hechicería. Y, por lo tanto, está asociado con hechiceras —indica Fabrizio.—No podemos creer en lo que dice ese desgraciado, sino en sus acciones: se reúne con hechiceras, Tobías está buscando algo con ellas en Ciudad Ónix. Tiene a los vampiros del clan de Amelia, quizás a algunos, al menos. Hay que tomar todo esto en cuenta —indica Rachel, y yo asiento.—Tienes razón. Necesitamos más información —suspiré, sentado en mi oficina mientras ellos estaban frente a mí.
AlaricEl vínculo era peor que un imán. Quizás el río podía cambiar su curso, las montañas caen; incluso la luna podía tapar al sol. Cada ciclo de la naturaleza, cada ley, cada fuerza natural podía lucharse, esquivarse, pelearse.Pero juro que yo ya no podía. No podía negarme a ella. Este vínculo existía, ella y yo existíamos como una sola cosa, no importaba lo que yo pensara, sintiera o creyera. Era inevitable caer ante ella, doblegarme, ceder, y ahora lo hacía voluntariamente, con todo lo que tenía. Por la diosa, quería esto más que nada en el mundo, como nunca quise a nada ni a nadie en mi larga y tediosa vida.Roy aullaba de alegría cuando la atraje hacia mí, la pegué a mi cuerpo y besé con toda la pasión que había guardado durante siglos, para ella. Mi lobo era el gran vencedor; había vuelto a mí en la guerra, en tiempos de necesidad, quizás sabiendo que ella estaba en el horizonte. Pero yo no me podía considerar un perdedor tampoco, menos cuando ella devolvía el beso, acariciaba