La pequeña esclava de Rey Alfa del Norte
La pequeña esclava de Rey Alfa del Norte
Por: Odunkun
Capitulo 1.

Los primeros rayos del sol acababan de aparecer en el firmamento con mucho esfuerzo se levantó. Ada se fijó en lo vieja y deteriorada que se encontraba su pequeña cabaña. Pero se recordó a sí misma que al menos tenía un techo sobre la cabeza. El viento se filtraba por las pequeñas grietas de las paredes, la pequeña brisa que se filtraba era fría, esa era la primera señal de que la nieve no tardaría en llegar.

Miró con preocupación la fina manta que cubría la cama y suspiró, preguntándose si su padre estaría de buen humor hoy y tendría la bondad de darle alguna de las prendas de ropa vieja de las que ya se quisieran deshacer. Necesitaba abrigarse más si no lo más probable es que enfermará.

No tardó demasiado en encontrarse parada justo enfrente de la lujosa residencia del Alfa de la Manada Black Mountain, lista para comenzar con las tareas de limpieza del día.

En esta casa vive su padre, Henry el Alfa de la manada; su madrastra, Luna Ursula; y su hermanastra Andrea, la princesa consentida de todos, cuyo estatus es completamente opuesto al suyo. Ella es una esclava, porque es "la hija de una traidora". Su madre biológica se fue con un Alfa de otra manada cuando ella tenía cinco años, o al menos eso es lo que su madrastra siempre les ha dicho a todos. Pero nunca ha creído en sus palabras, porque es una mujer malvada, experta en difamar y manipular a las personas.

Desde el día en que se casó con su padre, su vida se convirtió en una pesadilla. Constantemente le recordaba a su padre los supuestos errores de su madre, logrando que poco a poco él la despreciara. Al mismo tiempo, instruyó a todos los sirvientes de la casa para que le asignaran todas las tareas más pesadas, argumentando que era para "enseñarle a no convertirse en alguien como su madre".

Y si ya no había tenido bastantes dosis de dolor, aún faltaba la puntilla.

En su dieciocho cumpleaños conoció a su mate, Jhon, cuando lo vio pensó que su vida llena de penurias se había acabado y una nueva estaba por comenzar.

Pero no, esto no es un cuento de hadas y la vida real es a menudo mucho más cruel.

Él la rechazó, desde ese día su loba apenas ha hecho acto de presencia. Piensa que deberían haber muerto con el rechazo pero por alguna extraña razón no lo hicieron.

Ahora, tres años después Jhon y Andrea se han convertido en pareja. Andrea no solo le ha quitado a su padre y a su compañero. Sino que también se ha encargado de que todos los miembros de la manada la desprecien, la insulten y hasta la golpeen.

Antes no podía dejar de pensar cual había debido de ser su afrenta para que su hermanastra la odiara tanto. Por más que pensó y pensó nunca encontró una razón.

Ella simplemente tiene un corazón oscuro.

Acaba de llenar un cubo con agua y con cuidado, comienza a limpiar las escaleras que llevan hasta la habitación de Andrea. Ya tiene asumido que por muy limpias que queden ella siempre encontrará una excusa para criticarla y humillarla. Pero hoy no dispone de fuerzas para preocuparse por eso. Su última comida fue ayer y tan solo comió un pedazo de pan que su cuñado le tiró al suelo, que cruel resultaba decir cuñado cuando debería decir compañero.

Al intentar ponerse de pie para alejarse de la puerta de Andrea, un mareo le obligó a apoyarme contra la pared. Y sin poder evitarlo, empujó la puerta de la habitación, esta no estaba bien cerrada por lo que terminó cayendo dentro.

El ruido ocasionado por su caída consiguió despertar a Andrea, quien frunció el ceño y, con ira, cogió un vaso de agua de la mesita y se lo lanzó. El vaso impactó contra su frente, rompiéndola, pero estaba tan débil que no sintió dolor. Noto como la sangre bajaba por su rostro y con un último esfuerzo, se levantó del suelo y se disculpó, solo para ver cómo Jhon se incorporaba en la cama para tratar de calmar a Andrea.

La escena, llena de ternura entre ellos, era como una daga atravesando su corazón. ¿Qué podía ser más desgarrador que ver a su pareja despertar en la cama de la persona que más odias?

Ella sabía por qué él la defendía, y a veces le lanzaba o le dejaba comida tirada. Siempre a su alcance para que ella consiguiera verla. Él la había rechazado, pero el vínculo no se había roto totalmente. A veces aún podía escuchar los sollozos tristes de su lobo.

Andrea lo sabía y la odiaba más si eso era posible. Nunca podría tener el corazón de John completamente.

Andrea se levantó de la cama hecha una fiera con la mano el alto, ella sabía lo que venía después pero el golpe no llegó. John le sujetó la mano y le dijo que no valía la pena, le dedicó dulces palabras que endulzaron sus oídos y mientras la abrazaba le hizo señas para que abandonara la habitación.

Bajo rápidamente a la cocina y gracias a la diosa encontró algunas sobras que aún no habían sido desechadas. Después de comérmelas recuperó un poco de energía, limpio la sangre de su rostro y se miró en un espejo. Otra nueva cicatriz para su cuerpo. Aunque por sus venas corría sangre de hombre lobo, la suya estaba demasiado debilitada y ella no sanaba como los demás.

Solo había podido salir al exterior un par de veces después se lo prohibieron y más tarde llegó el rechazo de John consiguiendo que apenas la pudiese sentir ya en su interior.

Continuó con las tareas de la casa, haciéndolo todo con especial dedicación, no necesitaba meterse en más problemas pero sobre todo necesitaba ropa de abrigo o alguna manta. A estas alturas ya le daba igual cualquier cosa le podía valer. El frío invierno estaba apunto de llegar y si no conseguía ropa de abrigo no creía que fuese a ser capaz de superarlo.

Cuando su padre y su madrastra llegaron al comedor para desayunar, se apresuró a servirles la comida con una sonrisa en el rostro.

Miró las canas en la barba de su padre y recordó la sensación de cuando él rozaba su mejilla con la suya durante su infancia: un poco dolorosa, pero cálida y tierna. Esos recuerdos parecían tan lejanos que a veces dudaba si no eran tan solo sueños.

Después de servir la comida, no se retiró como de costumbre, a pesar de las órdenes de su madrastra. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, su padre habló primero:

—Me han dicho que esta mañana entraste sin permiso a la habitación de tu hermana y perturbaste su descanso.—

Su sonrisa se congeló en ese mismo instante. En ese justo momento, supo que probablemente no tendría nada para soportar el frío invierno.

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