Capitulo 103. El fuego crepitaba en aquella vieja chimenea, lanzando pequeñas ascuas al aire. La pequeña Halley dormía, por fin, en una cuna improvisada hecha con mantas y cojines. Neriah se sentó en el suelo, de espaldas al fuego, con las piernas cruzadas y los ojos perdidos en las llamas. No había conseguido dormir nada en todo el día gracias a aquella dichosa mocosa. Liam, de pie junto a una ventana, vigilaba el bosque. hacía horas que no se habían dirigido la palabra pero tampoco lo veía necesario. —No deberíamos quedarnos aquí por más tiempo —dijo Neriah al fin, su voz ronca, apenas un susurro. —Si Lukyan ya encontró el rastro de su hija, no tardará en llegar. Así que lo mejor es irnos a otro lugar antes de que él llegue. —Que venga —gruñó Liam —Quiero que venga. Neriah giró la cabeza para mirarlo, como si quisiera saber lo que pasaba dentro de su cabeza. —Estás preparado para morir por esto, ¿verdad? O es que algo no funciona muy bien en tu cabeza Liam. Liam no respondió.
Capítulo 104. La noticia del secuestro de Halley no tardó en explotar como dinamita entres todos los habitantes de los reinos del Norte y el Sur y aunque el Norte y el Sur eran enemigos jurados, ahora se encontraban en paz gracias al tratado que habían firmado Ada y Lukyan. Está vez no se trataba de la disputa por los territorios sino que dejaban de lado sus diferencias y se unían por algo más grande. Aquella pequeña portaba la sangre de sus reyes y ahora todo eso cambiaba. Sergey se encontraba revisando varios documentos en el despacho de Lukyan, cuando su teléfono sonó. Lo cogió entre sus manos y pudo ver que la llamada procedía de Lukyan. Y antes de descolgar ya supo que algo malo pasaba. La conversación fue corta pero precisa, Ada y Lukyan habían tenido una hija y alguien se la había arrebatado. Dejo los papeles sobre la mesa y salió del despacho a toda prisa. Ya habían pasado dos meses desde la partida de Lukyan pero su conexión era la misma que si estuvieran juntos. Habí
Capítulo 105. El aire en el bosque se sentía espeso, cargado era como estar respirando en una ciudad rodeada por la contaminación, además todo el bosque se encontraba en silencio, ese tipo de silencio que precede a una tormenta inminente. Todavía no había amanecido y ya llevaban varias horas de camino. Habían decidido ir a pie hasta allí y no llevar soldados con ellos . Lukyan avanzaba a grandes zancadas entre la maleza, su cuerpo se encontraba lleno de tensión, sus sentidos estaban afilados como cuchillas. Sergey caminaba a su lado, tan alerta como él. Talía cerraba la retaguardia, sus ojos vigilantes como los de una fiera salvaje. Y justo detrás, Ada. Aunque Lukyan se lo había prohibido al principio, ella no se quedó atrás. Nadie la iba a detener. La que estaba en peligro era su hija. Su propia sangre. Además qué ejemplo iba a dar ella como reina si se quedaba en casa simplemente esperando. —No hagas ruido —le susurró Sergey a Ada, mientras se agachaban cerca de una formación r
Capítulo 106. Ada nunca pensó que podía correr tan rápido. Ni que sus piernas, temblorosas, cansadas, llenas de moretones y raspones, pudieran moverse como lo hicieron en ese momento. Pero lo hicieron y vaya si lo hicieron. Porque escuchó algo que la sacudió por dentro. Que le partió el alma en mil pedazos y la volvió a juntar en un solo rugido. Ese llanto, el de su hija, "su bebé" Halley. Y no fue solo un llanto cualquiera. No. Fue ese sonido agudo, desesperado, que solo una madre reconoce. Fue como si la vida se le fuera en cada segundo que pasaba sin tenerla entre brazos. Como si el mundo se detuviera… o peor, como si estuviera a punto de explotar. La sintió antes de verla. Su cuerpo entero se tensó, su corazón se apretó como si algo se lo estrujara por dentro. Como si el alma le gritara: “¡Corre! ¡Ahora!”. Y eso hizo. Se lanzó contra la puerta rota de la cabaña como una loba sin control, sin importarle si había trampas, enemigos o consecuencias. Nada importaba. Solo Halley.
Capítulo 107. Habían pasado solo cinco días desde el rescate, pero para Ada se sentía como si hubiera vivido cinco vidas distintas. Cada una con sus propias heridas, sus propios silencios, sus propias decisiones imposibles. Ada se encontraba sentada en el pequeño porche de madera de la cabaña del bosque donde se habían refugiado temporalmente. Halley dormía adentro, en una de las camas improvisadas, abrazada a un oso de peluche que Talía le había comprado en una tienda del pueblo más cercano. Talía había conseguido impregnar el aroma de su madre en él y con ese osito junto a ella, conseguía tranquilizarse y dormir tranquila. Lukyan estaba en la cocina, preparándose un café que probablemente no tomaría. mientras Ada perdía su mirada en el horizonte. Buscaba una señal señal mágica del universo. Una señal que le indicara si había algún peligro, si Liam volvería a atacar pero no encontró nada. —¿Puedo sentarme? —preguntó Lukyan desde la puerta de la cabaña. Ella no respondió. Solo
Los primeros rayos del sol acababan de aparecer en el firmamento con mucho esfuerzo se levantó. Ada se fijó en lo vieja y deteriorada que se encontraba su pequeña cabaña. Pero se recordó a sí misma que al menos tenía un techo sobre la cabeza. El viento se filtraba por las pequeñas grietas de las paredes, la pequeña brisa que se filtraba era fría, esa era la primera señal de que la nieve no tardaría en llegar. Miró con preocupación la fina manta que cubría la cama y suspiró, preguntándose si su padre estaría de buen humor hoy y tendría la bondad de darle alguna de las prendas de ropa vieja de las que ya se quisieran deshacer. Necesitaba abrigarse más si no lo más probable es que enfermará. No tardó demasiado en encontrarse parada justo enfrente de la lujosa residencia del Alfa de la Manada Black Mountain, lista para comenzar con las tareas de limpieza del día. En esta casa vive su padre, Henry el Alfa de la manada; su madrastra, Luna Ursula; y su hermanastra Andrea, la princes
— Lo siento, fue un accidente. Estaba tan cansada que me desmayé.—Esas son las únicas palabras que se atrevió a decir, llevaba tanto tiempo pidiendo perdón que esas se habían convertido en las únicas palabras que pronunciaba al cabo del día.La mirada de su padre pareció suavizarse, mostrando una expresión de preocupación, pero en cambio la de Luna Úrsula seguía llena de ira. La interrumpió:—¿De verdad es así? ¿O planeas hacer lo mismo que la última vez y robar las joyas de tu hermana?—¡Yo nunca le he robado nada! —le respondió inmediatamente, furiosa. Ella y su Andrea siempre se aliaban para acusarla de robar dinero de la casa, e incluso escondían dinero en su habitación como "prueba".—No te molestes en negarlo. Encontramos en tu habitación el dinero que obtuviste vendiendo esas joyas —dijo con desprecio—. Con una madre como la tuya, no es sorprendente que seas capaz de cualquier cosa.— Qué haces ahí parada, no tienes suficiente trabajo por hacer o quizás debería darte más tarea
Ada miró al hombre en la cama por un momento, permaneciendo a su lado, lo que hizo que su loba comenzara a recuperar fuerzas poco a poco. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que, cuando su compañero despertara, lo poco que había encontrado de fruta no sería suficiente para ayudarlo a recuperar fuerzas. Así que Ada se levantó, tomó su viejo y desgastado abrigo y se preparó para ir a cazar en el bosque en secreto. El Alpha siempre le había prohibido hacer esto, pues creía que Ada no tenía la capacidad de protegerse en el bosque, pero hoy la diosa de la suerte parecía estar de su lado. No le costó mucho esfuerzo atrapar un pequeño conejo. Emocionada, lo mordió por la pata y abrió la puerta de su casa, pero al hacerlo, chocó de frente con una figura alta. Él era, de hecho, bastante grande, y sus ojos azul oscuro la observaban fijamente. Mientras ella ponía al "conejito" sobre la mesa, se quitaba el abrigo y sacudía la nieve de su cabello, su mirada nunca se apartaba de ella, y de vez