Capitulo 3.

Ada miró al hombre en la cama por un momento, permaneciendo a su lado, lo que hizo que su loba comenzara a recuperar fuerzas poco a poco. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que, cuando su compañero despertara, lo poco que había encontrado de fruta no sería suficiente para ayudarlo a recuperar fuerzas. Así que Ada se levantó, tomó su viejo y desgastado abrigo y se preparó para ir a cazar en el bosque en secreto.

El Alpha siempre le había prohibido hacer esto, pues creía que Ada no tenía la capacidad de protegerse en el bosque, pero hoy la diosa de la suerte parecía estar de su lado. No le costó mucho esfuerzo atrapar un pequeño conejo. Emocionada, lo mordió por la pata y abrió la puerta de su casa, pero al hacerlo, chocó de frente con una figura alta.

Él era, de hecho, bastante grande, y sus ojos azul oscuro la observaban fijamente. Mientras ella ponía al "conejito" sobre la mesa, se quitaba el abrigo y sacudía la nieve de su cabello, su mirada nunca se apartaba de ella, y de vez en cuando olía el aire, como si estuviera captando algún olor en particular.

—Eres mi pareja. Dijo en voz baja, con un tono firme y decidido.

—Sí, me llamo Ada. Respondió casi en un susurro, sin atreverse a mirarlo a los ojos. Su expresión parecía algo decepcionada, después de todo, nadie querría una pareja tan delgada y pequeña, y de aspecto común. Pero luego pensó que él tampoco era tan impresionante; solo era un vagabundo.

—Está bien, Ada. Suspiró, su voz revelaba una especie de autoridad y arrogancia que parecía pertenecer a alguien de rango superior. —Te agradezco por salvarme. Si no hubieras estado, probablemente ya estaría muerto de frío en la nieve. Tal vez no me conozcas, pero soy Lukyan, el rey de las manadas del norte. Estoy comprometido con una mujer hermosa, su padre me hizo muchos favores, no puedo fallarle, así que lamentablemente tendré que rechazarte. Pero recibirás una recompensa por tu bondad. Cuando mis subordinados me encuentren, te daré una caja de oro y podrás pedir cualquier cosa, excepto convertirme en tu esposo. Cualquier otra cosa te la concederé.

No solo era un vagabundo, sino que además parecía estar algo desequilibrado. Pensó con algo de lástima que tal vez aún no había expelido toda la plata de su sangre, lo que le había provocado esta ilusión.

—No te preocupes, no quiero nada de ti. Te salvé porque nadie dejaría a su pareja en el campo sin más. Planeaba tranquilizarlo, siguiendo su conversación. —Y en cuanto a rechazarme, mejor lo hablamos cuando tu cuerpo se haya recuperado. Sé lo que se siente al ser rechazado. Eso solo te debilita más.

—¿Quién te ha rechazado? Lukyan frunció el ceño, visiblemente molesto. Su mirada brillaba, como si estuviera tanto enfadado como apenado.

¿Por qué se estaba enojando? Fue él quien propuso rechazarla. ¿Acaso le importaba que ella lo aceptara tan fácilmente?

Ada tuvo que contarle sobre Jhon. El primer día en que descubrió que Ada era su compañera, él la rechazó aterrorizado y, en cambio, se dio la vuelta para confesar su amor a su hermanastra.

Tal vez por una lastimosa necesidad de mantener la apariencia de dignidad frente a su pareja, no quería admitir que era la esclava de su madrastra y hermanastra. Sin embargo, no importaba, porque en cuanto él se recuperara, probablemente la rechazaría y se iría. Así que no importaba si lo sabía o no.

Unos minutos después, arrojó algunos troncos al fuego y comenzó a preparar la carne del conejo. La puso a asar a fuego lento, y pronto el aroma de la carne cocinándose llenó la habitación. Hacía mucho tiempo que no comía carne, y estaba tan hambrienta que se le hacía la boca agua.

Solo tenía un conjunto de utensilios y una silla en casa, después de todo, nadie quería venir a visitarla. Así que tomó la mitad de la carne asada y se la ofreció en el único conjunto de utensilios que tenía. Ella se sentó en el suelo y comenzo a comer con las manos el resto de la carne, preparándose para disfrutar de una comida que hacía mucho que no tenía. El olor de la carne asada era suficiente para hacerle olvidar el entorno hostil en el que vivía, y le dejaba escapar de la amarga realidad en la que nadie la amaba ni la respetaba.

Pero justo cuando estaba por retirar su mano, que aún sostenía los utensilios para entregárselos, Lukyan la agarró firmemente, su mano fuerte presionó directamente sobre la herida en su brazo. Señaló las cicatrices viejas y curadas en su muñeca.

—¿Qué hiciste para tener una herida tan grave? Preguntó, mirando su brazo, mientras le apretaba la muñeca con fuerza.

Miró distraídamente la cicatriz. Era la herida que le causó Andrea el año pasado cuando rompió uno de sus zapatos favoritos mientras ordenaba su habitación. Ella le pisó la mano con su zapato de tacón hasta que su grito llamó la atención de su padre. La herida ya estaba curada, aunque aún le dolía de vez en cuando, cuando llovía o el tiempo iba a cambiar.

Le explico brevemente a Lukyan cómo se formó la herida, esperando que dejara de presionar su brazo para que pudiera disfrutar de su tan esperada comida. Sin embargo, su rostro se oscureció conforme le explicaba, y apretó su brazo con más fuerza, haciendo que la otra herida comenzara a sangrar nuevamente. Soltó un pequeño gemido de dolor, y fue entonces cuando finalmente se dio cuenta de lo que estaba haciendo.

—¿Y esta herida, cómo se hizo? Su voz sonaba llena de ira y dolor, como si la herida fuera suya.

Suspiró y comprendió que si no le contaba la verdad sobre todas las marcas de su cuerpo, no comería esa comida. Así que decidió ser honesta con él.

—Esta es de cuando fui a buscar medicina para ti hoy. Uno de los guardias me empujó y no pude mantenerme en pie, me caí. No es una herida grave. Tengo muchas otras heridas más graves en mi cuerpo porque soy esclava de la familia Alpha, así que disfrutan lastimándome para desquitarse. Pero mi cuerpo está bien. Las heridas solo cicatrizan lentamente por los rechazos que he recibido. Eso es todo. ¿Estás satisfecho? ¿Puedo comer ahora? Tengo mucha hambre.

Finalmente, Lukyan le soltó el brazo, y ella tomó rápidamente la carne, disfrutando de su sabor antes de que se enfriara. Pero Lukyan no comió. En lugar de eso, se levantó, sus ojos se abrieron de par en par, sus puños se apretaron con fuerza, y las venas en su piel expuesta se marcaron. Parecía estar a punto de estallar de ira y sorpresa.

—Mi pareja es una esclava... ¿cómo se atreven a hacerte esto? ¿Por qué te hicieron esto? Caminaba de un lado a otro en la pequeña habitación. —No, no lo permitiré, harán que paguen por esto.

Se asustó por la intensidad de su mirada, temerosa de que fuera a hacer algo impulsivo. Aunque realmente odiaba a Ursula y Andrea, ella solo imaginaba que algún día su padre descubriera su verdadera naturaleza y las echara. Pero Lukyan parecía tan furioso que sentía como si quisiera matarlas.

—Lukyan, no soy tu pareja. ¿No lo recuerdas? Tienes una prometida.

El silencio se hizo, a ella nunca le han gustado ese tipo de silencios llenos de dudas. Lukyan parecía ir calmándose poco a poco.

—Sí, tengo una prometida. Cuando regrese, nos casaremos. —Dijo en voz baja, como para sí mismo.

Desvío la mirada, sintiendo una punzada amarga. Ya no podía saborear la carne que tenía en sus manos. Después de haber sido rechazada por sus dos parejas, ya estaba insensibilizada al dolor. Solo sentía culpa hacia la diosa lunar, que le había dado una segunda oportunidad, pero ella no era suficiente. Nadie quería amarla.

—¡No! Te llevaré conmigo. Lukyan la miró con firmeza. —Quedarte aquí solo te llevará a la muerte lentamente. Ven conmigo, te daré un trabajo como asistente en el castillo, podrás ayudarme a organizar los documentos. Te pagaré un salario, y tendrás un techo por el que no se filtrará el aire.

Era una oferta tentadora, lo admitía. Si realmente fuera el rey de algún lugar, podría considerarlo. Pero su vida nunca había sido tan afortunada. Tal vez Lukyan tuviera una prometida, pero no importa qué tan grande fuera su título, nunca sería un rey. La sabia diosa lunar nunca permitiría que un rey tuviera como pareja a una esclava.

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