Cuando el sol volvió a salir, Ada se preparó para salir a trabajar.
Anoche, ella respondió de manera superficial a su propuesta y le rogó que durante su estadía no saliera de aquí. Si ya se había enojado por las cicatrices en las manos, no se atrevó a imaginar qué pasaría si llegara a ver cómo es un día normal en su vida. Aunque Lukyan aceptó con buenas palabras, no tenía intención de seguir sus instrucciones. Necesitaba ir al bosque para investigar la verdad sobre los atacantes que lo habían agredido, y también para ver si podía encontrar rastros de su Beta. Justo antes del ataque, había estado con su Beta y algunos de sus soldados en una reunión entre manadas de lobos, y si seguían con vida, necesitaba contactarlos lo antes posible. Ada estaba en la sala de la casa de los Alpha, sosteniendo un trapeador lista para comenzar a limpiar, cuando de repente la puerta se abrió y Jhon entró. Se acercó a ella y le saludó amistosamente, pero luego frunció el ceño y preguntó qué era ese olor en su ropa. —Esta ropa me la dio Luna Ursula, la sacó de un montón de basura, por eso tiene el olor de otros lobos —explicó Ada rápidamente, temiendo que Jhon descubriera algo sobre Lukyan. —Ya veo... pero esta ropa está demasiado vieja —dijo Jhon, con algo de compasión en su mirada. Luego, preocupado, preguntó—: ¿Tienes suficiente comida últimamente? Esta noche, cuando termines, espera en el borde del bosque. Te traeré algo de comida. Ada observó en silencio los ojos sinceros de Jhon y, de repente, le preguntó: —¿Por qué esperar en el borde del bosque? ¿No podemos encontrarnos justo en la puerta de la casa de los Alpha? —Sabes que no puedo ser visto contigo... —respondió Jhon, con una expresión incómoda. Al ver la incomodidad en su rostro, Ada sintió una punzada en su corazón. Pensó que si él fuera una persona cruel y despiadada, si la rechazara, la insultara o la despreciara, tal vez no le dolería tanto. Pero lo que realmente le dolía era que él, mientras perseguía a otra persona, seguía ayudándola en secreto. Eso le hacía sentir como si fuera una mancha en la vida de Jhon, un lastre del que no podía deshacerse. —Lo entiendo —dijo Ada después de unos segundos de silencio—. Si mi presencia te hace sentir incómodo, tal vez no deba seguir viéndote. Sin tu ayuda, también puedo seguir adelante con mi vida. Jhon, al ver la expresión fría y decepcionada en el rostro de Ada, le tomó el brazo para explicarse, pero justo en ese momento, Andrea apareció en la cima de las escaleras. Jhon, visiblemente alarmado, soltó su brazo inmediatamente. —¡Ada! ¿Qué estás haciendo? ¡Eres igual que tu madre, qué descarada! ¡Estás seduciendo al prometido de tu hermana! —gritó Andrea, furiosa. Ada cerró los ojos en desesperación. ¿Por qué siempre tenía que ser ella la que recibía los reproches? No lo entendía, pero lo que no sabía era que Andrea siempre la estaba observando desde las sombras. Ada miró a Jhon, pero él evitó su mirada, sin querer explicarse. “Qué cobarde,” Ada se rió con desdén, murmurando para sí misma. — Andrea no es lo que piensas. — ni siquiera pudo continuar con su defensa, cuando noto la mejilla ardiendo. Andrea, le había propinado una bofetada para interrumpirla. — ¿Has olvidado cómo debes referirte a mi? — No, ella no lo había olvidado, cómo olvidarlo si la “señorita” o “futura Luna” se lo recordaba todos los días. Quiso responder, estaba tan molesta, tan cansada de las acusaciones que una vez más trató de defenderse, pero de nuevo la suerte no estuvo de su lado. — Sígueme hoy tienes trabajo extra — dijo Andrea agarrando fuertemente su brazo y llevándola casi arrastras escaleras arriba. Andrea abrió la puerta de su dormitorio, se acercó hasta su armario y tiró toda la ropa al suelo. Unos segundos después hizo lo mismo en su baño privado. — ¡Ya ponte a trabajar! O acaso quieres que le cuente a nuestro padre y madre lo que acabo de presenciar — Si las palabras de Andrea habían tratado de sonar a amenaza, de seguro lo habían conseguido. Ada ya no trató de responder se agachó y comenzó a limpiar todo aquel desastre. Ada, sin querer defraudar más a su padre, aguantó la sensación amarga en su pecho y las lágrimas que amenazaban con caer, y se limpió lágrimas de manera que Andrea no pudiese darse cuenta y siguió con su trabajo. Esperaba quedarse sola y se permitió echar una mirada al espejo, su rostro estaba rojo y mostraba tres laceraciones, Andrea siempre llevaba las uñas largas y está vez la bofetada había venido acompañada de un gran arañazo. Estaba totalmente segura de que su intención siempre había sido desfigurarla. Al menos los arañazos no eran profundos por lo que estos sanarían en pocos días. Mientras guardaba los vestidos de Andrea en el armario no pudo evitar sobreponer un vestido blanco salpicado de pequeños cristales sobre su cuerpo. Se imaginó a ella con ese vestido recibiendo a los invitados junto a su padre en la cena de Navidad. Ella esbozó una pequeña sonrisa imaginando un escenario que jamás tendría lugar. El sonido de unos tacones sobre el suelo de madera la sacaron de su ensoñación, rápidamente colgó el vestido en el armario y comenzó a doblar más ropa. Después de una larga y difícil jornada, Ada estaba agotada, aunque había terminado todas sus tareas y había evitado encontrarse con nadie en todo el día. No conseguía encontrar la tranquilidad que tanto necesitaba. Y de nuevo recordó algo necesitaba coger algo de comida sobrante de la cocina para llevar a casa. Sabía que podía aguantar un par de días sin comer, pero Lukyan acababa de despertar del coma y necesitaba comida para recuperar fuerzas. Con las frutas que le había dejado no sería suficiente. Metió un trozo de pan en su abrigo y salió por la puerta, su sensación de inquietud creció en su interior. El ambiente estaba demasiado silencioso. Al salir de la casa, Andrea apareció de repente de un rincón, la agarró y comenzó a gritar: ¡Todos vengan a ver! ¡Ada volvió a robar cosas de la casa!” Ada se quedó sin palabras, está vez habría un castigo desproporcionado y por qué, solo por haber tomado un trozo de pan que iba a ser tirado a la basura. Cerró los ojos deseando que todo esto fuese un sueño. Pero las uñas de Andrea atravesando la piel de su muñeca la devolvieron a la realidad. Una cruda y poco reconfortante realidad.Todos los que vivían en la casa de los Alfa y los vecinos cercanos se reunieron rápidamente para ver qué estaba pasando. Cuando vieron a Andrea sujetando a Ada, con la cara llena de tristeza mientras la acusaba de robar, el murmullo de desprecio comenzó a llenar la multitud. “Sabía que ella no era buena, como su madre.” “Sí, si no fuera porque nuestro Alfa aún recuerda que es su hija, ya la habrían echado. ¿Cómo puede ser tan desagradecida?” Al escuchar los murmullos, Andrea miró a Ada con una sonrisa de triunfo, luego adoptó una expresión de decepción y dolor en su rostro y dijo: —Cuando Ada robó por primera vez mi collar y lo vendió, padre pidió que la echáramos, pero mamá y yo pensamos que solo había sido un error y que bastaba con que ayudara un poco en las tareas del hogar como castigo. Sin embargo, Ada nunca mostró arrepentimiento, y yo y mamá seguimos intercediendo por ella, pero ella seguía robando. Mamá ya está tan enferma de coraje que no puede levantarse de la cama hoy…—
Ada despertó nuevamente, ya había regresado a su pequeña cabaña desvencijada, que estaba llena de corrientes de aire. Se esforzó en mirar a su alrededor y vio a Lukyan, que estaba de espaldas a ella, torpemente ocupado frente a la estufa. Su ropa estaba llena de agujeros y manchas de sangre. Ada finalmente recordó lo que había sucedido antes de perder el conocimiento. Ayer, él había tenido que usar su espalda para protegerla de los latigazos y ataques. En ese momento, ella saltó de la cama.—¿No te dije que te quedaras aquí y no salieras? —gritó ella—. Ahora, el Alpha y la Luna Ursula te habrán descubierto, seguro que te echarán.—No tienes que agradecerme —respondió Lukyan, levantando una ceja—. No fue porque quisiera salvarte, aún somos pareja, y salvarte es solo una reacción instintiva.—Gracias por lo de ayer —Ada, ante las palabras burlonas de Lukyan, lo miró sinceramente—. Nunca nadie se había puesto de mi lado, nunca nadie había defendido mi inocencia sin dudar. Gracias, de ver
Capítulo 7 Lukyan logró quedarse en el clan de las Montañas Negras como había deseado. Le asignaron un trabajo de limpieza en el establo de caballos, pero el orgulloso rey del norte nunca había hecho este tipo de trabajo servil. Trabajó todo el día, pero no consiguió limpiar nada. —Déjame que te ayude. No es difícil si sabes cómo hacerlo. Dijo Ada cogiendo el rastrillo de las manos de Lukyan. —No necesito tu ayuda, acaso no tienes ya suficiente trabajo. Las palabras de Lukyan aunque duras no molestaron a Ada. — Son hermosos, ¿verdad? Lo único que les falta es ser libres. Susurró Ada con la mirada fija en aquellos hermosos animales. Lukyan vio cómo ella no podía apartar la vista de los caballos, mostrando mucho cariño por ellos, y se mostró desdeñoso hacia ella. En su castillo, ¿qué tipo de caballos no había? —Cuando regrese contigo, te regalaré un caballo mucho mejor. Lukyan dijo de manera arrogante. Ada sonrió y no le dio mucha importancia a sus palabras. En ese momento, Urs
Capítulo 8 Andrea observaba a Ada, que estaba limpiando en la sala, mientras la ira crecía en su interior. Ayer, Jhon se atrevió a declararle su amor públicamente.¿Cómo se atrevía?¿Por qué todos los hombres se preocupaban por Ada? Ella no era más que una pequeña y fea esclava. Jhon, Lukyan… aunque no quería admitirlo, Lukyan realmente era guapo y fuerte. Desde el día que apareció de la nada y defendió a Ada, ella había grabado en su memoria cada parte de su cuerpo, no podía sacarse esa mirada tan poderosa y penetrante. Andrea había enviado a alguien a informarle a Lukyan que Ada estaba en peligro, para que este fuera a un lugar alejado. Mientras arrastraba a Ada a su habitación. La ató a una silla y la amordazó para que nadie en toda la casa pudiera escuchar sus gritos de dolor, y menos el Alfa, aunque él lo negara sentía cierta debilidad por su hija y por nada del mundo quería ser interrumpida. Cerro la puerta con llave y camino hacia Ada con la actitud de un cazador cuando acech
Capítulo 9 Lukyan llevó a Ada de regreso a casa como le había prometido, sintiendo que Ada era tonta por haber sido tan fácilmente herida, no entendía porqué no había luchado con Andrea. Su lobo Sacha a menudo le recordaba que aceptará a Ada y completarse el vínculo. Pero Lukyan no lo escuchaba. Sacha había amenazado a Lukyan con dejarle de hablar si se atrevía a irse de allí sin su compañera, pero Lukyan no creía que Sacha fuese capaz de hacerlo y si dejaba de hablarle en cuanto volvieran a la normalidad del palacio seguro que olvidaría a Ada. O esas eran al menos las excusas que Lukyan se decía a sí mismo para no sentir remordimiento por sus decisiones. Ada pasó al interior de la casa y se dispuso a encender la pequeña estufa, Lukyan mientras tanto salió a cazar algo para la cena. Necesitaba dejar libre a Sacha y que este cazara algo para la cena. No tardó mucho en volver con un par de conejos entre sus manos. Los dejó en la mesa y observó como Ada se miraba en un trozo de esp
Capítulo 10 Al día siguiente, cuando el sol acaba de aparecer en el firmamento Lukyan ya se había levantado, echaba de menos el café en el desayuno. Pero Ada no tenía nada más que agua, la fruta se había acabado y su estómago rugía desesperado. Odiaba a Henry con todas sus fuerzas, Ada se mataba a trabajar todos los días y para que? Para recibir las sobras y no todos los días. No esperó a Ada y se adentró solo en el bosque en busca de pistas sobre sus subordinados. Por suerte no había encontrado ningún cuerpo por lo que suponía que debían de haber huido en busca de ayuda o por el contrario estarían presos en la cárcel de la Manada. No podía concebir una traición en sus hombres, estaba seguro de que lo habían buscado y al no encontrarlo habían vuelto a las montañas del norte en buca de ayuda. Cuando volvía a casa de Ada pudo ver un pedazo de tela enganchado en una de las ramas, lo cogió con cuidado y se lo acerco a la nariz. Estaba claro, el aroma de ese trozo de tela perte
Capítulo 11 Lukyan no volvió esa noche a casa de Ada, y los siguientes días no fueron diferentes. Habían transcurrido varios días desde que Lukyan había dejado la casa de Ada y se había adentrado en el bosque en busca de pistas de sus subordinados, sentía la necesidad de alejarse de la pequeña rubia que lo estaba volviendo loco y a menudo le hacía entrar en conflicto con su lobo Sasha. Para Ada esos días se habían vuelto lúgubres, no comprendía porqué Lukyan se había marchado sin decirle nada y en su corazón comenzó a formarse cierto resentimiento por su desaparición. Volvió a aquellos días solitarios, en los que se sentía vacía, la alegría de encontrarse con Lukyan en la noche y compartir el espacio con alguien que no la tratará mal se había esfumado. Una mañana en el mercado Ada escuchó como dos mujeres hablaban sobre Jhon y despotricaban contra ella, algo a lo que ya estaba acostumbrada por mucho que lo intentara nadie la quería en la Manada. No le sorprendieron los insultos
Capítulo 12 Después de su contacto cercano, Lukyan comenzó a dudar de su insistencia anterior. La conexión con su compañera predestinada lo embriagaba, pero al mismo tiempo, las promesas hechas a su difunto benefactor torturaban su mente. En su castillo, tenía una prometida, cuya familia lo había ayudado a obtener el trono en la guerra con su hermano, y su padre había muerto protegiéndolo de una herida mortal. Antes de su muerte, su única solicitud fue que cuidara de su hija, quien había soñado con ser su reina. La lucha entre el instinto y la razón lo hizo ralentizar su búsqueda de sus subordinados. Los días pasaban y no se sentía con fuerzas para abandonar a la pequeña rubia que conseguía que su corazón se acelerase con una sola de sus miradas. En unos días sería el cumpleaños de Ada, y tal vez podría al menos pasar ese día con ella. Después tendría que volver a su realidad, volver a casa y casarse con Helena su prometida. Cómo una mala jugada del destino no solo Ada celebraba