Supongo que sentirme estúpida después de mi metida de patas es poco para lo que he tenido que aguantar del señor odioso Junot. Después de ese incidente y a lo largo de toda la semana he tratado de buscar el momento adecuado para hacerle ojitos y disculparme, pero no ha sido posible, siempre tiene cara de póker y anda apurado con una reunión tras otra. Me da la impresión de que no quiere verme ni en pintura, y para su mala suerte estoy allí como una estampa en el mostrador de la entrada.
Lo pienso así porque cada que entra pasa por delante y ni siquiera se digna a mirarme, como si eso que dijo que ya había visto suficiente de mí fuera cierto.
¡Qué le pasa!
En un principio le había disculpado su pésima actitud porque fue mi error no informarme bien y corroborar que lleva el mismo nombre de su padre, pero tampoco era suficiente para que me tratara como si fuese invisible. Me pregunto si con Emma era así.
¡Qué estupidez!
Seguro que no, la buena de Emma le cae bien a todo el mundo; pero no le perdono que no me haya dicho la verdad acerca de quién era su jefe. Siempre diciendo que hiciera lo posible por caerle bien y yo creyendo que era un vejestorio. Clara fue quien me sacó de la duda y me aclaró la situación del porqué la ficha de la empresa sigue mostrando al señor Junot senior como representante de la firma financiera y no su hijo.
Ella me ha dicho que solo hasta hace unos meses se dejó todo el control en sus manos y aun los datos no han sido actualizados. También que el Reginald es bastante reservado con el asunto. No es que Clara me haya dado todas esas respuestas como si fuéramos las mejores amigas, apenas y me tolera. Fue porque tenía que actualizar la información y por eso ella misma me la dio.
Habría agradecido que lo hubiera hecho antes de cometer la tontería de decir lo que no debía frente al hombre con el que podría haber empezado a soñar despierta. Sin embargo, sí tengo que despertar, pero a mi realidad.
Por fin es viernes y ya puedo salir, afortunadamente mañana no tengo que trabajar, aunque después de cómo ha ido la primera semana con gusto renunciaría, pero quien se aguanta a Emma y a mamá después. He evitado hablar con ella porque de seguro quiere saber cómo me va en el puesto y lo último que quiero es contarle que el jefe ni siquiera me determina por más que haga lo imposible porque me note. Cuando pasa por delante del mostrador parece que hiciera magia y me desapareciera de su entorno porque ni me mira. La verdad, hoy quiero salir y olvidarme de todo y sus desplantes. Kia me ha dicho que hoy irán otra vez al King Cross y lo cierto es que tengo más ganas de divertirme que de ir a clases.
Las puertas del ascensor se abren en el momento que termino de recoger mis cosas y como si le hubiera llamado con el pensamiento, Junot aparece por ellas. Ni me inmuto por mirarle su cara de puño arrogante, sin embargo, me obligo a hacerlo al mirar que no viene solo y una chica rubia que se me hace conocida camina muy oronda a su lado. Ella sí me mira y no es mi imaginación, pero lo hace con algo de hostilidad, como si me detestara cuando apenas le veo, mientras en mi cabeza sigo tratando de recordar donde le he visto antes.
No obstante, parece que él se ha dado cuenta y mira en mi dirección. Ella afianza el agarre de su brazo como si quisiera demostrar que fueran algo más íntimos y yo estoy tratando de entender la situación.
―¿No es su hora de marcharse? ―él me pregunta por primera vez y debería agradecérselo a esa mujer; sin embargo, habría esperado que se dirigiera a mí antes, ahora ya no tengo ni pizca de ganas de disculparme.
Tomo mi bolso y me pongo en pie.
―Por supuesto, señor Junot ―digo algo irritada, coloco el bolso en mi hombro y me dispongo a salir de allí.
No dice más nada y da la vuelta con la mujer para ir a su oficina, pero ella le dice algo y se vuelve hacia dónde estoy de camino al ascensor.
―Espera allí ―llama con algo de altanería.
Le miro arrugando el ceño.
―¿Disculpe?
―Seguro que no estás sorda, ¿verdad? ―advierte y no me gusta mucho su tono arrogante.
Le miro, pero sigo sin recordar quién es, o donde la he visto.
―¿Qué quiere? ―pregunto y ella lanza un bufido.
―Seguro que eres igual de mustia y trepadora como tu hermana.
―¿Qué?
―Pero que se puede esperar de una familia venida a menos ―prosigue y sus palabras me hacen enojar―, no se te ocurra poner tus ojos en Reginald ―añade y ahora quiero explotar.
¿¡De que va!?
Pero no alcanzo a decir nada por qué ella se va cuando le llama, y no sin antes sacudir su sedosa melena platinada que no dudo que sea teñida.
¡Al cuerno! La mía es natural.
Sin embargo, no quiero quedarme con la duda y voy hasta la oficina de Clara. Ella está como siempre enfrascada en la pantalla de su computadora mientras teclea como una máquina sin siquiera mirar el movimiento de sus dedos. No digo nada, pero ella me nota como si tuviera sensores de movimientos y se reafirma la montura dirigiendo su mirada hacia mí.
―¿Necesita algo? ―pregunta.
―Ah, no, solo venía a avisar que ya me iba.
―¿Se acordó de despedirse?
Golpe bajo el de esta mujer, porque cada que llega mi hora de salida solo salgo pitando y ya.
―Es que el señor Junot acaba de llegar y…
―Puedes irte, no hay problema. Yo estoy al pendiente de lo que se le ofrezca a él y la señorita Callum ―responde.
―¿Callum?
―Señorita Brianna Callum ―aclara como si necesitara corregir la información, pero con eso ni siquiera despejo mi duda de quién es y por qué me hace esa advertencia.
Aunque a estas alturas sobraría que me lo dijera. Es cierto que Junot no está nada mal, pero me resulta un odioso rencoroso.
―Vale, ya lo entendí ―digo y me voy de allí antes de que me tropiece nuevamente con alguno de los dos.
Ya en el auto busco mi bolso y voy hasta el baño del primer piso donde siempre me cambio. Me quito ese odioso uniforme y me pongo ropa más cool para ir a estudiar. Pero justo ahora ya no tengo ganas de ir a clases y me tomo en serio lo de ir al King Cross. Escribo a Kia y le pido que me envíe la dirección y sin pensarlo mucho me dirijo hacia allá. Esta noche no quiero saber nada de nadie, solo quiero olvidarme de todo y de mis vanos intentos por caerle bien a Junot.
Reginald════⁂════―Debería evitar hacer esos espectáculos ―menciono cuando la señorita Callum por fin entra en la oficina.Ella me mira, y su sonrisa nerviosa luce igual de espantada que su cara. Quisiera decir que estoy a gusto con esta mujer, pero hay algo en ella que me repelen y son sus ganas urgentes de encontrar marido. Lo tengo claro.―¿Disculpa? ―protesta con una voz tan fina como petulante.―Tomarme del brazo sin mi consentimiento, a ese espectáculo me refiero.―Ah, no lo hice a propósito.―Si lo hizo ―la acuso―, como también dirigirse al puesto de la señorita Hasburg sin motivos.―¡No hice tal cosa!―Odio la gente mentirosa, y sé que lo ha hecho. Debe denigrarle un poco saber que es la hermana de la persona que se ha quedado con su exnovio ―expongo y ella prácticamente se queda sin habla.―Vaya,
Anna════⁂════Mi intención era zafar las dos clases, pero no pude y me tocó asistir a la primera, por lo que tuve que soportarla. La segunda para mi buena suerte fue cancelada. La profesora tuvo un percance de última hora y aunque debería sentir rabia como mis otros compañeros porque no envió un remplazo, es todo lo contrario y deseo que se tome su buen tiempo en recuperarse. Con mis cosas en mano y a punto de dirigirme a mi auto para ir al club, me tropiezo con uno de mis nuevos compañeros.Es así, porque anteriormente tomaba las clases durante el día y por el trabajo y mis pocas ganas de volver a retomarlas, lo estoy haciendo en las noches, por ende, no conozco a nadie. Es más, sé que lo es porque se sienta a mi lado en varias de las materias que tomamos juntos.―¡Hola! ―dice con los ánimos algo excitados.―Que hay ―respondo cortante porque no me interesa ser social con nadie.―Estamos recogiendo firmas p
Reginald════⁂════Al final he venido, pero es obvio para mí que me arrepiento. Trevor tiene una sonrisa amplia y divertida en su boca que querría borrarle de un puñetazo, aunque dudo que sea solo porque le he cumplido el capricho de acompañarle. Su felicidad se extrema cuando me estrecha la mano y me da un apretón como si no nos hubiéramos visto en años.¡Qué imbécil!―Sabía que al final te ibas a animar ―festeja mientras yo arrugo la cara.―Dale las gracias a mi madre ―ladro, porque al final me dejé convencer solo por no verla triste.Ya tiene suficiente con lo de papá.―Bendita sea esa mujer, y todas, ahora entremos, me he encontrado un diamante esta noche y quiero probar que tan fino es ―comenta y yo solo puedo refunfuñar.―Seguro que ese diamante te sale falso ―expreso―Tú siempre como Olaf el amargado, pero no pierdo nada con probarlo. Ándale, vamos, que adentro están los chicos y yo tengo que hacer un poco de cacería.―¿Es en serio? Creí que ya no eras un adolescente caliente.
Ella me mira algo incómoda y bajando su rostro. No me impresiona mucho verle allí, pero creo que sí lo está de verme a mí en el mismo lugar. Trevor no solo viene con ella, sino con tres chicas más, que juntando a la que me abordó y ahora está a mi lado son cinco, las cuales se acomodan todas felices y sonrientes. De inmediato toman asiento y Trevor la pone a mi lado para él ponerse al de ella y así intercalarnos a todos. No me mira y yo sí a sus piernas que sobresalen del vestido corto y bastante descubierto que lleva puesto.La situación es algo insólita y diría que algo cómica; sin embargo, no puedo evitar sentir algo de molestia por la forma en la que finge estar feliz y complaciente con Trevor. Me hace refunfuñar y sentirme malhumorado, porque si mal no recuerdo solo tiene diecinueve años y debería estar en sus clases. Fue algo que me pidió su hermana con respecto a su horario. Las bebidas llegan y esta vez por triplicado y no puedo evitar advertir que todas esas chicas,
Anna════⁂════Quisiera pensar que el señor Junot está enojado o algo, pero me vale. No estamos en su oficina, y aquí no es mi jefe, además que no me interesa lidiar con su mal humor que ya voy descubriendo que lo tiene. No es un anciano, como le traté sin querer, pero parece que le hace falta divertirse un poco. No entiendo por qué no le agrada mucho verme aquí, y si es así, voy a hacer que se sienta tan incómodo que quiera largarse. La verdad no tenía idea de que él y ese hombre coqueto que me abordó en la entrada tuvieran alguna amistad, y vine de buena gana cuando nos encontró a mí y a mis amigas y nos propuso que fuéramos con él a su mesa para acompañarle con sus amigos.Había albergado la esperanza de que no estuviera por allí, porque es obvio hasta para un ciego que no es de frecuentar lugares de este tipo, bastante alegres, y esta noche dije que iba a divertirme y lo voy a hacer. Mis amigas no mintieron cuando mencionaro
Me le quedo mirando mientras se aleja y no hago más que enfurecerme. Odio cuando creen que pueden decirme lo que tengo hacer. Resoplo fuerte antes de dar la vuelta y volver con Trevor. Este está conversando alegremente con la mujer que apenas me ve llegar, me observa minuciosa. Ambos se ponen en pie.―¿Y él dónde está? ―pregunta obvio por Junot.―Se ha ido, dijo que tenía algo más importante que hacer ―hablo hacia Trevor.―No me extraña, Regi es algo anticuado, pero en el fondo es un hombre agradable.―Bueno, creo que debo irme también, ha sido un gusto charlar contigo Trevor ―la mujer dice.No dudo que sea una excusa para salir en su busca y supongo que era a ella a quien se refería cuando mencionó eso de no tener orgullo ante el rechazo. Me sobresalto al sentir unos brazos que rodean mi cintura.―Y a ti, ¿no te gustaría ir a otro lado más privado? ―pregunta cerca de mi oído, haciendo que se me erice la nuca y me tensione un poco cuando mue
―¡Anna a levantarse!La voz de mamá al otro lado y golpeando la puerta bastante ruidosa hacen que me despierte sin más remedio. Me incorporo rascando mi cabeza que es un enredado desastre, es sábado y por lo menos debería dejar que descanse cuanto quiero―. ¡Anna!Vuelvo a escucharla en lo que bostezo una maldición. A fuerza, bajo de la cama arrastrando la sabana y voy hasta la puerta.―¿¡Qué!? ―exclamo volviendo a bostezar.Ella me mira arrugando el ceño.―Deberías mirar tu reloj.―Y yo creo que tú deberías mirar el tuyo.―¡Anna! ―espeta cuando voy a darme la vuelta. Me vuelvo nuevamente hacia ella―, son las diez, y creo que ya has dormido suficiente.―¿En serio, mamá? ―pregunto poniendo cara de aburrida y ella frunce su boca refunfuñando.―Anda, toma un baño para que te despiertes que vamos a salir.―¿Salir?No me gusta esa idea, prefiero seguir durmiendo.―Sí, salir, haremos las compras para la des
Reginald════⁂════Debí haber pensado que era lógico que me la encontraría aquí. No lo auguraba, pero lo era al ser precisamente la hermana de Emma. Confieso que era otra de esas cosas que no quería hacer, pero al ser Rothschild un nuevo aliado en el mercado fue difícil negarme. Al principio ella parecía sorprendida de verme, pero luego es como si se hubiera transformado, inclusive me mira con malicia y me da la impresión de que se ríe de algo como una diablilla.Dos noches, dos coincidencias. Quizás es un mal presagio porque cuando más quieres ignorarla parece que el destino se empeña en que le tenga presente. Sin embargo, ella no es como su hermana, quien a pesar de mostrarse intimidada la primera vez que llegó a mi oficina, al final descubrí que no era fácil de amedrentar y podría afirmar que tenía algo de buen carácter.En cambio, esta chica es todo lo contrario y del tipo al que debes mantener muy lejos de ti si no q