Capítulo 3

Supongo que sentirme estúpida después de mi metida de patas es poco para lo que he tenido que aguantar del señor odioso Junot. Después de ese incidente y a lo largo de toda la semana he tratado de buscar el momento adecuado para hacerle ojitos y disculparme, pero no ha sido posible, siempre tiene cara de póker y anda apurado con una reunión tras otra. Me da la impresión de que no quiere verme ni en pintura, y para su mala suerte estoy allí como una estampa en el mostrador de la entrada.

Lo pienso así porque cada que entra pasa por delante y ni siquiera se digna a mirarme, como si eso que dijo que ya había visto suficiente de mí fuera cierto.

¡Qué le pasa!

En un principio le había disculpado su pésima actitud porque fue mi error no informarme bien y corroborar que lleva el mismo nombre de su padre, pero tampoco era suficiente para que me tratara como si fuese invisible. Me pregunto si con Emma era así.

¡Qué estupidez!

Seguro que no, la buena de Emma le cae bien a todo el mundo; pero no le perdono que no me haya dicho la verdad acerca de quién era su jefe. Siempre diciendo que hiciera lo posible por caerle bien y yo creyendo que era un vejestorio. Clara fue quien me sacó de la duda y me aclaró la situación del porqué la ficha de la empresa sigue mostrando al señor Junot senior como representante de la firma financiera y no su hijo.

Ella me ha dicho que solo hasta hace unos meses se dejó todo el control en sus manos y aun los datos no han sido actualizados. También que el Reginald es bastante reservado con el asunto. No es que Clara me haya dado todas esas respuestas como si fuéramos las mejores amigas, apenas y me tolera. Fue porque tenía que actualizar la información y por eso ella misma me la dio.

Habría agradecido que lo hubiera hecho antes de cometer la tontería de decir lo que no debía frente al hombre con el que podría haber empezado a soñar despierta. Sin embargo, sí tengo que despertar, pero a mi realidad.

Por fin es viernes y ya puedo salir, afortunadamente mañana no tengo que trabajar, aunque después de cómo ha ido la primera semana con gusto renunciaría, pero quien se aguanta a Emma y a mamá después. He evitado hablar con ella porque de seguro quiere saber cómo me va en el puesto y lo último que quiero es contarle que el jefe ni siquiera me determina por más que haga lo imposible porque me note. Cuando pasa por delante del mostrador parece que hiciera magia y me desapareciera de su entorno porque ni me mira. La verdad, hoy quiero salir y olvidarme de todo y sus desplantes. Kia me ha dicho que hoy irán otra vez al King Cross y lo cierto es que tengo más ganas de divertirme que de ir a clases.

Las puertas del ascensor se abren en el momento que termino de recoger mis cosas y como si le hubiera llamado con el pensamiento, Junot aparece por ellas. Ni me inmuto por mirarle su cara de puño arrogante, sin embargo, me obligo a hacerlo al mirar que no viene solo y una chica rubia que se me hace conocida camina muy oronda a su lado. Ella sí me mira y no es mi imaginación, pero lo hace con algo de hostilidad, como si me detestara cuando apenas le veo, mientras en mi cabeza sigo tratando de recordar donde le he visto antes.

No obstante, parece que él se ha dado cuenta y mira en mi dirección. Ella afianza el agarre de su brazo como si quisiera demostrar que fueran algo más íntimos y yo estoy tratando de entender la situación.

―¿No es su hora de marcharse? ―él me pregunta por primera vez y debería agradecérselo a esa mujer; sin embargo, habría esperado que se dirigiera a mí antes, ahora ya no tengo ni pizca de ganas de disculparme.

Tomo mi bolso y me pongo en pie.

―Por supuesto, señor Junot ―digo algo irritada, coloco el bolso en mi hombro y me dispongo a salir de allí.

No dice más nada y da la vuelta con la mujer para ir a su oficina, pero ella le dice algo y se vuelve hacia dónde estoy de camino al ascensor.

―Espera allí ―llama con algo de altanería.

Le miro arrugando el ceño.

―¿Disculpe?

―Seguro que no estás sorda, ¿verdad? ―advierte y no me gusta mucho su tono arrogante.

Le miro, pero sigo sin recordar quién es, o donde la he visto.

―¿Qué quiere? ―pregunto y ella lanza un bufido.

―Seguro que eres igual de mustia y trepadora como tu hermana.

―¿Qué?

―Pero que se puede esperar de una familia venida a menos ―prosigue y sus palabras me hacen enojar―, no se te ocurra poner tus ojos en Reginald ―añade y ahora quiero explotar.

¿¡De que va!?

Pero no alcanzo a decir nada por qué ella se va cuando le llama, y no sin antes sacudir su sedosa melena platinada que no dudo que sea teñida.

¡Al cuerno! La mía es natural.

Sin embargo, no quiero quedarme con la duda y voy hasta la oficina de Clara. Ella está como siempre enfrascada en la pantalla de su computadora mientras teclea como una máquina sin siquiera mirar el movimiento de sus dedos. No digo nada, pero ella me nota como si tuviera sensores de movimientos y se reafirma la montura dirigiendo su mirada hacia mí.

―¿Necesita algo? ―pregunta.

―Ah, no, solo venía a avisar que ya me iba.

―¿Se acordó de despedirse?

Golpe bajo el de esta mujer, porque cada que llega mi hora de salida solo salgo pitando y ya.

―Es que el señor Junot acaba de llegar y…

―Puedes irte, no hay problema. Yo estoy al pendiente de lo que se le ofrezca a él y la señorita Callum ―responde.

―¿Callum?

―Señorita Brianna Callum ―aclara como si necesitara corregir la información, pero con eso ni siquiera despejo mi duda de quién es y por qué me hace esa advertencia.

Aunque a estas alturas sobraría que me lo dijera. Es cierto que Junot no está nada mal, pero me resulta un odioso rencoroso.

―Vale, ya lo entendí ―digo y me voy de allí antes de que me tropiece nuevamente con alguno de los dos.

Ya en el auto busco mi bolso y voy hasta el baño del primer piso donde siempre me cambio. Me quito ese odioso uniforme y me pongo ropa más cool para ir a estudiar. Pero justo ahora ya no tengo ganas de ir a clases y me tomo en serio lo de ir al King Cross. Escribo a Kia y le pido que me envíe la dirección y sin pensarlo mucho me dirijo hacia allá. Esta noche no quiero saber nada de nadie, solo quiero olvidarme de todo y de mis vanos intentos por caerle bien a Junot.

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