Anna
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Mi intención era zafar las dos clases, pero no pude y me tocó asistir a la primera, por lo que tuve que soportarla. La segunda para mi buena suerte fue cancelada. La profesora tuvo un percance de última hora y aunque debería sentir rabia como mis otros compañeros porque no envió un remplazo, es todo lo contrario y deseo que se tome su buen tiempo en recuperarse. Con mis cosas en mano y a punto de dirigirme a mi auto para ir al club, me tropiezo con uno de mis nuevos compañeros.
Es así, porque anteriormente tomaba las clases durante el día y por el trabajo y mis pocas ganas de volver a retomarlas, lo estoy haciendo en las noches, por ende, no conozco a nadie. Es más, sé que lo es porque se sienta a mi lado en varias de las materias que tomamos juntos.
―¡Hola! ―dice con los ánimos algo excitados.
―Que hay ―respondo cortante porque no me interesa ser social con nadie.
―Estamos recogiendo firmas para enviarlas a la decanatura.
―¿Por qué? ―pregunto fingiendo un interés que no tengo.
Él alza sus cejas perdiendo toda la excitación y mirándome con mucho asombro. Me hace poner los ojos en blanco.
¡Qué le pasa!
―Bueno, tenemos que levantar la queja por la falta de la profesora y necesitamos que todos la firmen.
―¿En serio?
―Claro ―contesta y el asombro le crece.
Entonces siento que estoy perdiendo el tiempo y tengo que irme ya.
―Sabes, esas cosas pasan ―expongo.
―Sí, pero hay que tener un poco de responsabilidad ―insiste y siento que estoy hablando con un ñoño que no le gusta perder clases. Suerte que no soy así―, ¿firmas o no? ―prosigue mostrándome la planilla que lleva en la mano y la pluma.
Le miro aburrida.
―No, y ya me tengo que ir a cuidar a mi madre enferma ―digo y me voy pitando de allí.
Corro hacia mi auto, tiro todo dentro del puesto de acompañante y me subo. La verdad es que no tengo que ir a cuidarla, pero qué más da, tampoco me interesa firmar esas cosas y ojalá siempre pasara lo mismo. Además, como estoy repitiendo algunas materias no me va mal y supongo que me alcanzará para graduarme y terminar este suplico universitario. Al llegar a casa mamá se asombra sobremanera al verme llegar tan pronto.
―Cancelaron la clase, ¿bien? ―digo y aunque sé que no es suficiente respuesta para ella por la forma en que me mira, me da igual porque seguro no me cree―, cielos, ya deja esa cara, la profesora de la última clase sobre gestión financiera tuvo un repentino accidente y no le dio tiempo a enviar un remplazo y por eso la cancelaron ―explico y ella sigue sin creerme.
―¿Es viernes?
―¿Y?
―No me extrañaría que inventaras excusas para volarte las clases.
―¡Ay, mamá!
―Anna, sabes que estoy en lo cierto.
―Quizás sí, pero no es así. No te miento.
―Bien, te creo, pero supongo que vas a salir.
―¿Está mal que lo haga? ―increpo y ella tuerce sus labios en un gesto de duda.
―No, pero…
―Perfecto, además me lo merezco, he tenido una ardua semana y necesito despejarme.
―¿Yéndote de fiesta?
―¿No te parece buena idea?
―Podríamos salir juntas y hacer otra cosa.
―¿Quieres ir a un club conmigo?
―¡Anna! ―gruñe mi nombre.
―Ma, ya no es como antes, estoy haciendo lo que quieren, ahora déjenme respirar un poco ―expongo y sigo cargando mis cosas, dejándole allí y directo a mi habitación. Cierro la puerta y luego de hacerlo escucho que toca―, ¿Qué es mamá? ―pregunto un poco de malagana.
―¿Vas a cenar antes de salir? ―pregunta haciendo que suspire hondo.
―Vale, sí, tomo una ducha y ya bajo ―respondo y luego de eso le escucho alejarse.
Tiro todo sobre la cama y me desvisto, me apresuro en tomar una ducha y prepararme para salir. Busco un vestido pequeño y sensual que ponerme y después de arreglada bajo al comedor de la cocina donde mamá ya tiene servido mi plato. Lo que sirve está como para engordarme.
―No creo que me coma todo eso ―digo sentándome a la mesa y empezando a picar un poco la carne salteada con vegetales que preparó.
―Debes comer bien ―expone.
―Seguro, pero creo que eres tú quien si debe hacerlo.
―Yo como muy bien.
―Más te vale, mamá ―advierto―. Y Emma, ¿has hablado con ella?
―Hablamos en la tarde ―responde.
―¿De mí?, supongo.
―No, no hablamos solamente de ti.
―Me alegra oír eso.
―Pero, sabes que no deja de preocuparse.
―¿Cree que la voy a dejar mal frente al señor Junot? Y a propósito de él, no es tan viejo como me hizo creer.
―Nunca te dijo que fuera viejo.
―Bien, aún no me echa, así que puede estar tranquila.
―Por qué no le has hablado.
―Si no lo hiciera para vigilarme, podríamos ser buenas amigas.
―Son hermanas ―repone, me alzo de hombros mientras ella niega con la cabeza.
Como un poco más y doy por terminada mi cena. Me levanto de la mesa, boto lo que no me comí, lavo el plato y los cubiertos y le doy una sonrisa. Ella vuelve a negar.
―No llegaré tan tarde, bien.
―¿Llevarás el auto?
―No, pediré un taxi.
―¿Y a dónde irás?
―Ma, no es un mal lugar, ¿bien? Mis amigas siempre escogen buenos sitios para divertirse ―digo y me muevo de allí antes de que siga dándome más charla y advirtiéndome que no puedo ir a lugares adultos ni andar bebiendo, y se me haga tarde.
A las diez debo verme con Kia en la entrada del club, porque es ella quien me ayudará a entrar. Así que me apuro en tomar un saco, mi cartera, y a echarme un último vistazo al espejo. Con el pensamiento de que estoy increíble y mínimo me levanto a alguno para pasar un buen rato, salgo de la habitación luego de pedir el taxi y aguardar a que llegue. Ya en el taxi, miro qué mamá no se despega de la ventana. Le hago señas y le pido al conductor que me lleve a la zona rosa por Maese Street. Y solo es llegar y ver la zona iluminada y festiva para sentir que todo el cansancio se me va, y ya me quiero tomar un buen trago.
Sé que legalmente no tengo edad para beber, pero siempre me consigo uno que otro, tampoco me gusta embriagarme, solo quiero pasarla bien y no olvidarme que soy una chica a la que le encanta divertirse para tener algo bueno que recordar y de que reírme cuando me haga vieja. El taxi estaciona y bajo luego de pagar la tarifa. De pie en el andén, miro emocionada hacia la entrada del lugar. Me aprieto el cinturón y sostengo bien mi cartera observando por si encuentro a Kia, pero no le veo por ningún lado. Busco mi teléfono para llamarle y en eso estoy cuando alguien me tropieza a la espalda impidiéndomelo. Me vuelvo algo molesta para mirar quién es, y aunque debería mostrarme enojada, no lo hago. No está nada mal y me da la impresión de que lo ha hecho a propósito.
―¿Entras? ―pregunta, aunque primero debió disculparse.
―Y qué hay de, ¿discúlpame, señorita? ―digo y me muestra su sonrisa.
Se le ve maduro, calculo unos treinta o menos, y luce genial, sin corbata y los primeros botones de la camisa abierta.
―Lo he hecho a propósito y mi objetivo es que me acompañes.
¡Bingo!
―Espero a alguien.
―Espero que no sea un chico ―dice y a leguas noto el deje de flirteo en su tono.
No me extraña, siempre he tenido imán para eso.
―No, a una chica ―continúo y su boca dibuja una sensual sonrisa.
―¿Tu pareja?
―¡No! ―bufo sonriendo.
―Entonces por qué no la esperamos dentro y mientras nos seguimos conociendo.
―¿Crees que me has conseguido?
―No, pero tiento a mi suerte.
Vaya, este tipo me agrada.
―Trevor Austin, ¿y tú? ―dice extendiéndome su mano con un seductor y confianzudo saludo.
No sé si es real o no, porque algunos hombres hacen eso de mentir con sus nombres y las razones son muchas. Entonces me lo pienso si darle el mío real, aparte que lo tengo de experiencia.
―¡Anna, por aquí! ―Escucho la voz de Kia que grita bastante inoportuna cuando me estoy debatiendo por ello. Me volteo y le diviso batiendo sus manos para que le vea.
Me vuelvo nuevamente hacia el tipo y este ríe como si se hubiera ganado una apuesta. Me alzo de hombros sin confirmar o negar si es o no mi nombre.
―Te veo dentro, Trevor ―le digo poniendo algo de picardía en mi mirada, y me alejo de allí en dirección de Kia, quien apenas me ve, me abraza como si no nos hubiéramos visto en años.
Me toma del brazo y me arrastra hacia la entrada vip donde están las demás, Cora y Bethany esperando. Una vez allí no pasa por alto al tipo que vio conversando conmigo y todas chillan cuando le digo que lo veremos dentro. Y yo más porque he empezado con el pie derecho. Sin embargo, cuando vuelvo a mirar donde le he dejado me quedo algo pasmada por la persona que se le acerca y que no luce nada contento. Mi nuevo jefe, Reginald Junot, pero ¿qué hace aquí?
Reginald════⁂════Al final he venido, pero es obvio para mí que me arrepiento. Trevor tiene una sonrisa amplia y divertida en su boca que querría borrarle de un puñetazo, aunque dudo que sea solo porque le he cumplido el capricho de acompañarle. Su felicidad se extrema cuando me estrecha la mano y me da un apretón como si no nos hubiéramos visto en años.¡Qué imbécil!―Sabía que al final te ibas a animar ―festeja mientras yo arrugo la cara.―Dale las gracias a mi madre ―ladro, porque al final me dejé convencer solo por no verla triste.Ya tiene suficiente con lo de papá.―Bendita sea esa mujer, y todas, ahora entremos, me he encontrado un diamante esta noche y quiero probar que tan fino es ―comenta y yo solo puedo refunfuñar.―Seguro que ese diamante te sale falso ―expreso―Tú siempre como Olaf el amargado, pero no pierdo nada con probarlo. Ándale, vamos, que adentro están los chicos y yo tengo que hacer un poco de cacería.―¿Es en serio? Creí que ya no eras un adolescente caliente.
Ella me mira algo incómoda y bajando su rostro. No me impresiona mucho verle allí, pero creo que sí lo está de verme a mí en el mismo lugar. Trevor no solo viene con ella, sino con tres chicas más, que juntando a la que me abordó y ahora está a mi lado son cinco, las cuales se acomodan todas felices y sonrientes. De inmediato toman asiento y Trevor la pone a mi lado para él ponerse al de ella y así intercalarnos a todos. No me mira y yo sí a sus piernas que sobresalen del vestido corto y bastante descubierto que lleva puesto.La situación es algo insólita y diría que algo cómica; sin embargo, no puedo evitar sentir algo de molestia por la forma en la que finge estar feliz y complaciente con Trevor. Me hace refunfuñar y sentirme malhumorado, porque si mal no recuerdo solo tiene diecinueve años y debería estar en sus clases. Fue algo que me pidió su hermana con respecto a su horario. Las bebidas llegan y esta vez por triplicado y no puedo evitar advertir que todas esas chicas,
Anna════⁂════Quisiera pensar que el señor Junot está enojado o algo, pero me vale. No estamos en su oficina, y aquí no es mi jefe, además que no me interesa lidiar con su mal humor que ya voy descubriendo que lo tiene. No es un anciano, como le traté sin querer, pero parece que le hace falta divertirse un poco. No entiendo por qué no le agrada mucho verme aquí, y si es así, voy a hacer que se sienta tan incómodo que quiera largarse. La verdad no tenía idea de que él y ese hombre coqueto que me abordó en la entrada tuvieran alguna amistad, y vine de buena gana cuando nos encontró a mí y a mis amigas y nos propuso que fuéramos con él a su mesa para acompañarle con sus amigos.Había albergado la esperanza de que no estuviera por allí, porque es obvio hasta para un ciego que no es de frecuentar lugares de este tipo, bastante alegres, y esta noche dije que iba a divertirme y lo voy a hacer. Mis amigas no mintieron cuando mencionaro
Me le quedo mirando mientras se aleja y no hago más que enfurecerme. Odio cuando creen que pueden decirme lo que tengo hacer. Resoplo fuerte antes de dar la vuelta y volver con Trevor. Este está conversando alegremente con la mujer que apenas me ve llegar, me observa minuciosa. Ambos se ponen en pie.―¿Y él dónde está? ―pregunta obvio por Junot.―Se ha ido, dijo que tenía algo más importante que hacer ―hablo hacia Trevor.―No me extraña, Regi es algo anticuado, pero en el fondo es un hombre agradable.―Bueno, creo que debo irme también, ha sido un gusto charlar contigo Trevor ―la mujer dice.No dudo que sea una excusa para salir en su busca y supongo que era a ella a quien se refería cuando mencionó eso de no tener orgullo ante el rechazo. Me sobresalto al sentir unos brazos que rodean mi cintura.―Y a ti, ¿no te gustaría ir a otro lado más privado? ―pregunta cerca de mi oído, haciendo que se me erice la nuca y me tensione un poco cuando mue
―¡Anna a levantarse!La voz de mamá al otro lado y golpeando la puerta bastante ruidosa hacen que me despierte sin más remedio. Me incorporo rascando mi cabeza que es un enredado desastre, es sábado y por lo menos debería dejar que descanse cuanto quiero―. ¡Anna!Vuelvo a escucharla en lo que bostezo una maldición. A fuerza, bajo de la cama arrastrando la sabana y voy hasta la puerta.―¿¡Qué!? ―exclamo volviendo a bostezar.Ella me mira arrugando el ceño.―Deberías mirar tu reloj.―Y yo creo que tú deberías mirar el tuyo.―¡Anna! ―espeta cuando voy a darme la vuelta. Me vuelvo nuevamente hacia ella―, son las diez, y creo que ya has dormido suficiente.―¿En serio, mamá? ―pregunto poniendo cara de aburrida y ella frunce su boca refunfuñando.―Anda, toma un baño para que te despiertes que vamos a salir.―¿Salir?No me gusta esa idea, prefiero seguir durmiendo.―Sí, salir, haremos las compras para la des
Reginald════⁂════Debí haber pensado que era lógico que me la encontraría aquí. No lo auguraba, pero lo era al ser precisamente la hermana de Emma. Confieso que era otra de esas cosas que no quería hacer, pero al ser Rothschild un nuevo aliado en el mercado fue difícil negarme. Al principio ella parecía sorprendida de verme, pero luego es como si se hubiera transformado, inclusive me mira con malicia y me da la impresión de que se ríe de algo como una diablilla.Dos noches, dos coincidencias. Quizás es un mal presagio porque cuando más quieres ignorarla parece que el destino se empeña en que le tenga presente. Sin embargo, ella no es como su hermana, quien a pesar de mostrarse intimidada la primera vez que llegó a mi oficina, al final descubrí que no era fácil de amedrentar y podría afirmar que tenía algo de buen carácter.En cambio, esta chica es todo lo contrario y del tipo al que debes mantener muy lejos de ti si no q
Anna════⁂════Estoy enojada conmigo misma, ¿por qué debería contarle cosas a Junot que mínimo ni le interesan?Es la premisa con la que me he quedado todo el fin de semana, luego de esos dobles encuentros y de sacar mi propia conclusión y que no me parece muy errada. Emma le gusta y no lo negó, por lo menos no de forma tan convincente como debería. Tal vez eso fue lo que me enojó y terminé diciendo estupideces que vuelvo y me repito, no le interesan. Tampoco debería estresarme por eso y, por el contrario, debería burlarme por su desfase porque tristemente para él se ha fijado en la persona equivocada.Hoy de nuevo empiezo la semana, he llegado temprano y estoy aquí como la muñeca vigilante del mostrador. Él no ha llegado, pero Clara sí, e incluso con mucho más tiempo que yo. Es real que admiro la devoción de esa mujer con el trabajo. Si fuera más joven pensaría que solo intenta impresionar al jefe, pero es vieja y está c
Resoplo con fuerza antes de preguntar, porque, aunque debería alegrarme que me contacte luego de lo que pasó, por alguna razón me no es que me impacte tanto. Sin embargo, no me desagrada del todo.―¿Qué cosa? ―pregunto.―Que reconozcas mi número ―responde.Me contengo de bufar y retengo la risa que me da por lo que ha dicho. No porque me sorprenda, sino porque me resulta extrañamente lindo, que siendo como se ve de coqueto eso diga esas cosas tan cursis.Aunque en realidad no me lo he aprendido porque esté interesada, solo tengo buena memoria para los números.―Vale ―prosigo sin saber que más decir.―¿Sigues en el trabajo?―No, ya voy de salida ―respondo yendo directo a mi auto.―¿Sigue siendo un trabajo muy aburrido?―Era un decir ―repongo poniendo los ojos en blanco.―¿Me dirás donde trabajas?―No creo releva