Aaron.
–¡Maldita sea! – grito cuando regreso al batallón nuevamente. Acabo de ver como el jodido amor de mi vida me da la espalda para largarse sin decir adiós, sin importarle como estoy, como me siento y sin detenerse a pensar en lo jodida que está mi situación justo ahora – ¡La odio! – le grito, aunque ella no pueda escucharme. Pero debo sacar ese sentimiento de dentro de mi pecho, porque si no, va a terminar matándome.
Yo voy a mi habitación porque en este punto de la historia no tengo ni siquiera una puta oficina, después de mi degradación de puesto, me han dejado sin nada, ya ni siquiera estoy seguro de que todos esos malditos me quieran aquí adentro. Una vez que llego a mi cuarto, agarro una de las muchas botellas de licor tiradas en el piso, es una que todavía tiene contenido, por el contrario, al resto, me la empino enseguida y dejo
Eva. Recibo una llamada, es una enfermera del hospital que me dice que Aaron está internado aquí mismo en un ala contigua a la mía. Me han llamado porque en mi expediente anterior decía que era mi prometido, y él estaba tan inconsciente que no fue capaz de decir nada. –No estarás pensando en ir, ¿Cierto? – Eros salta de la cama y me mira con los ojos bien abiertos.–¡Por supuesto que voy a ir! No voy a dejarlo tirado a su suerte – le explico, pero él se lleva la mano a la nuca, claramente exasperado – ¿Qué es lo que tanto te molesta? – pregunto con el ceño fruncido al tiempo en que comienzo a ponerme los pantalones. –Ese hombre no me agrada, Eva, no estoy diciendo que se merece lo que acaba de pasar, pero no tienes porque ir allá.A veces siento que Eros puede llegar a ser realmente c&ia
Dos años después. Eva. –¡No puedo creer que esté sucediendo de verdad! – Gigi se agita la mano enfrente de la cara, parece que está a punto de llorar y no quiere arruinar el maquillaje que tanto tiempo ha costado.–¿Vas a llorar otra vez? ¡Pero si es mi boda, no la tuya! – chillo yo mientras la molesto.–¡Ay lo siento! – ella se limpia la lagrima – solo me emociona demasiado saber que vas a casarte, cariño, estuviste comprometida con Aaron como mil años – yo ruedo los ojos ante lo exagerada que ella es – y ahora mírate, estás a punto de casarte con un hombre completamente diferente, uno que no tuvo que esperar demasiado para realmente casarse – ella sorbe por la nariz – eso me emociona demasiado.–¿Segura que no tiene nada que ver con que estás emba
Eva.Dos horas de ejercicio en el campo de artillería me han dejado muerta.Meto mi uniforme sucio en el casillero, me suelto el cabello que está acomodado en un moño bajo redondo y apretado, agarro la toalla y voy hasta las duchas con Zoé–Esta noche regresa Eros – me grita al tiempo en que abre la llave del agua caliente.El cuarto se llena de humo inmediatamente y el vaho hace desaparecer la cara de Zoé. Yo prefiero el agua fría, así que apreto los dientes, cuento hasta tres y me meto bajo el chorro.–Espero que el imbécil de Eros tenga paciencia con nosotras, es decir, eres su hermana y yo soy tu mejor amiga, eso debe contar para algo, ¿No?–No Eva, Eros no tiene compasión de nadie, es un jodido amargado.–Sigue siendo igual, ¿Eh? – creo que la última vez que vi a Eros Campbell fue hace tres a&nt
Eva. – ¡No puedo creer que ya estés aquí!Mis ojos se iluminan cuando abro la puerta de mi habitación en el cuarto piso y veo al hombre que está frente a mí.–¡Cariño! – chillo y corro hacia él, me cuelgo encima de su cuerpo, rodeo su cintura con mis piernas y lo abrazo por el cuello.–Hola Eva, te eché mucho de menos – susurra en mi oído al tiempo en que sus manos grandes y ásperas se aferran a mi cintura.–¿Cuándo volviste? ¿Por qué no me avisaste?–Quería darte una sorpresa – dice con su voz profunda mientras me deja sobre suelo firme nuevamente.–Es la mejor sorpresa del mundo – vuelvo a abrazarlo.Me siento como volando en una nube, ¡Dios! Lo extrañé demasiado.–Eva – él s
Eva.–¿Quién tiene un problema de disfunción eréctil? – me grita al oído.Siento que todos los vellos se me ponen de punta, escuchó lo que estábamos diciendo.–¿Disfunción eréctil o ganas? – me pregunta.Me quedo en silencio, no hay nadie burlándose, pero sé que si Eros no estuviera aquí ya tendría el sonido de todas las carcajadas de las personas presentes. Trago saliva y miro al frente, donde Aaron nos ve con el ceño fruncido.–¡Le hice una pregunta, capitán!–No me refería a nadie en específico, coronel – respondo con voz militar y me limpio las palmas de las manos con el uniforme, estoy sudando, ¡Joder! Parezco un cerdo.–¡Identifíquese, capitán! – su voz hace que me revienten los t&iac
Eva. Refunfuño y continúo corriendo, no siento las piernas, me queman las pantorrillas y el talón de la bota me está masacrando el pie, seguramente quedaré destruida después de esto. El sol está calentando fuerte sobre mi cabeza, si no fuera por la gorra militar ya estaría completamente derretida.–¿Cuántas vueltas le faltan, capitán? – grita Eros vigilándome desde la sombra. ¡Maldito sea el momento en que decidí que contarle a Gigi que Aaron no queria sexo en medio de la formación fue una buena idea!–Ocho, señor – respondo con fuerza, pero la verdad es que por dentro siento que ya no puedo ni con mi alma.A veces olvido porque demonios fue que decidí meterme en la milicia, es decir lo amo, pero cuando me encuentro con personas como Eros no quisiera hacer más que renunciar, o darle una pata
Eros. –Eres preciosa, Eva – susurro mientras veo cómo su pecho sube y baja al ritmo de su respiración, desabrocho el primer botón de su uniforme militar, dejando ligeramente al descubierto su piel. Eva es blanca como la nieve, su piel se ve tersa, suave y yo quisiera tocarla.Me relamo la boca, es igual a como la recuerdo de hace tres años, solo que ahora es una mujer mayor y más madura, entonces ella era solo una chiquilla, ahora se ha convertido en una pantera, es hermosa, pero tengo la impresión de que se convertirá en un problema para mí. Quiero quitar mis ojos de encima de ella, pero no puedo, y tampoco deseo luchar contra mis instintos más salvajes, así que hago todo lo contrario a apartarme.Alargo la mano y con el dedo índice marco un recorrido de caricias desde el cuello hasta su pecho, donde se resaltan unas tetas pequeñ
Eva.–¡Joder Eva! Necesito que reacciones – Aaron me zarandea y no se molesta en dejarme sobre un colchón, como lo hizo Eros. Aaron simplemente me deja en tierra firme nuevamente, al principio me toca sostenerme de la mesita de noche porque me siento jodidamente débil.–No me siento muy bien – suspiro, esperando que eso sea suficiente como para que mi prometido deje la histeria – voy a dormir un poco más, discúlpame con el coronel, volveré a …–¡Yo no te voy a disculpar con nadie! – grita – mucho menos con la porqueria tienes de coronel – sus fosas nasales se hinchan al llenar sus pulmones de aire – ¿Qué demonios fue lo que pasó? ¿Porque diablos estabas en su habitación? – él se acerca a mí, me agarra de los hombros y me inspecciona.–Yo no estaba en su habitaci&oacu