Eva.
–¿Quién tiene un problema de disfunción eréctil? – me grita al oído.
Siento que todos los vellos se me ponen de punta, escuchó lo que estábamos diciendo.
–¿Disfunción eréctil o ganas? – me pregunta.
Me quedo en silencio, no hay nadie burlándose, pero sé que si Eros no estuviera aquí ya tendría el sonido de todas las carcajadas de las personas presentes. Trago saliva y miro al frente, donde Aaron nos ve con el ceño fruncido.
–¡Le hice una pregunta, capitán!
–No me refería a nadie en específico, coronel – respondo con voz militar y me limpio las palmas de las manos con el uniforme, estoy sudando, ¡Joder! Parezco un cerdo.
–¡Identifíquese, capitán! – su voz hace que me revienten los tímpanos o se remuevan las tripas por dentro, no estoy muy segura.
Eros me rodea y me golpea el hombro al pasar, se para delante de mí y me mira fijamente con sus ojos de hielo, yo me siento diminuta frente a él, como una hormiga insignificante.
–Eva Larsson, capitán de la compañía 18 de la FAEA.
Él se pasa la lengua por la boca.
–Capitán Larsson, ¿De quién estaba hablando? – me grita de frente.
–Ya le dije que no se trata de nadie en particular, señor.
–¿Entonces porque parece ser más importante que el pene de un hombre no le funcione que lo que estoy diciendo? ¿Lo que está sucediendo en nuestro país no es importante para usted? ¿Si no se trata de un marica entonces no es digno de su atención?
Trágame tierra y escúpeme en Japón.
–Es importante para mí lo que está pasando en nuestro país. Pido una disculpa, no volverá a haber una interrupción como esta.
–No, no la habrá, quiero que vaya al campo de artillería y le de 50 vueltas
Tiene que estarme jodiendo, 50 vueltas al campo de artillería es como un suicidio asistido, es inmenso, no creo llegar ni siquiera a las treinta, son las seis de la mañana y yo lo único que tengo en el estómago es un café.
–¡Campbell! La capitán Larsson ya se disculpó, no es necesario un castigo – interviene Aaron. Presiento que aquí se va a armar la tercera guerra mundial.
–Para mí no son suficientes sus disculpas, la capitán tiene que aprender a acatar órdenes, se les pidió estar en fila y eso incluye el silencio, ella desobedeció, debe ser castigada por eso.
–No es necesario – gruñe Aaron – ¿Tengo que recordarle mi cargo como mayor de este batallón?
Ay Diosito lindo, ¿Por qué me metí en esto?
–Creo que yo tampoco tengo que recordarle que soy el encargado directo de esta compañía, ¿O sí?
Aaron se acerca a Eros, se miran frente a frente, ambos parecen un par de leones hambrientos dispuestos a matar a cualquiera que se atraviese en su camino.
–Ella está bajo mi mando, debe obedecer mis órdenes – dice entre dientes Eros.
–Tú y yo sabemos que esto no se trata de ella, asi que déjala afuera de esta m****a.
–Capitán Larsson – me grita Eros.
–Señor.
–¿Interrumpió o no mi discurso? – pregunta mirando a Aaron.
–Si, señor.
–¿Infringió el código de conducta durante la formación?
–Si, señor – cada vez me siento más estúpida.
–¿Merece ser castigada o no?
–Señor, yo…
–La pregunta fue clara – grita – quiero una respuesta igual de clara.
–Si, señor.
–Ella misma lo ha dicho – murmura para Aaron – la capitana deberá aceptar su castigo.
–¡Eres un jodido…! – Aaron se le encima a Eros. Va a darle un puño, se destrozarán el uno al otro.
Cuando veo que la cosa se va a poner más fea de lo que ya está, salgo de la fila y me meto en el medio de los dos, pongo mis manos en el pecho de Aaron y lo alejo de Eros.
–Aceptaré mi castigo y tu vas a irte, tienes cosas más importantes que hacer y yo no quiero tener problemas desde ya – digo bajito.
Aaron me mira con ganas de matarme, pero al final da media vuelta y se va. Yo hago lo mismo y me choco con el pecho de Eros.
–Quiero verla cumpliendo su castigo, capitán Larsson.
Eva. Refunfuño y continúo corriendo, no siento las piernas, me queman las pantorrillas y el talón de la bota me está masacrando el pie, seguramente quedaré destruida después de esto. El sol está calentando fuerte sobre mi cabeza, si no fuera por la gorra militar ya estaría completamente derretida.–¿Cuántas vueltas le faltan, capitán? – grita Eros vigilándome desde la sombra. ¡Maldito sea el momento en que decidí que contarle a Gigi que Aaron no queria sexo en medio de la formación fue una buena idea!–Ocho, señor – respondo con fuerza, pero la verdad es que por dentro siento que ya no puedo ni con mi alma.A veces olvido porque demonios fue que decidí meterme en la milicia, es decir lo amo, pero cuando me encuentro con personas como Eros no quisiera hacer más que renunciar, o darle una pata
Eros. –Eres preciosa, Eva – susurro mientras veo cómo su pecho sube y baja al ritmo de su respiración, desabrocho el primer botón de su uniforme militar, dejando ligeramente al descubierto su piel. Eva es blanca como la nieve, su piel se ve tersa, suave y yo quisiera tocarla.Me relamo la boca, es igual a como la recuerdo de hace tres años, solo que ahora es una mujer mayor y más madura, entonces ella era solo una chiquilla, ahora se ha convertido en una pantera, es hermosa, pero tengo la impresión de que se convertirá en un problema para mí. Quiero quitar mis ojos de encima de ella, pero no puedo, y tampoco deseo luchar contra mis instintos más salvajes, así que hago todo lo contrario a apartarme.Alargo la mano y con el dedo índice marco un recorrido de caricias desde el cuello hasta su pecho, donde se resaltan unas tetas pequeñ
Eva.–¡Joder Eva! Necesito que reacciones – Aaron me zarandea y no se molesta en dejarme sobre un colchón, como lo hizo Eros. Aaron simplemente me deja en tierra firme nuevamente, al principio me toca sostenerme de la mesita de noche porque me siento jodidamente débil.–No me siento muy bien – suspiro, esperando que eso sea suficiente como para que mi prometido deje la histeria – voy a dormir un poco más, discúlpame con el coronel, volveré a …–¡Yo no te voy a disculpar con nadie! – grita – mucho menos con la porqueria tienes de coronel – sus fosas nasales se hinchan al llenar sus pulmones de aire – ¿Qué demonios fue lo que pasó? ¿Porque diablos estabas en su habitación? – él se acerca a mí, me agarra de los hombros y me inspecciona.–Yo no estaba en su habitaci&oacu
Eva.Es tarde, hora del almuerzo y no he hecho nada más que pelear con el nuevo coronel y con mi prometido ¡Agh! Esta será una semana difícil, pienso mientras salgo de las torres de habitaciones.–¿Dónde estabas metida? – Zoé sale de no sé dónde y camina a mi lado.–Estaba con el coronel – la molesta Gigi.–Estaba con Aaron en mi habitación - corrijo.–Si, peleando por el coronel – termina Gigi.–¿Tu como sabes? – frunzo el ceño.–Todos han estado hablando de eso, de cómo te desmayaste en el campo de artillería, pero sobre todo, de cómo Eros te llevó en sus brazos hasta su habitación.–Solo lo hizo porque no encontró otro sitio a donde ir.–¡Aja! – Gigi se burla y le doy un codazo para que se
Eva.–¿El coronel Campbell está? – le pregunto a Tania, su secretaria.Se supone que debo entregarle un informe con todos los atentados de las águilas negras, el grupo terrorista más peligroso del mundo en este momento, el mismo al que nosotros debemos vencer.–No, tendrás que volver después, linda.–¿Sabes si tardará mucho? – no quiero que nada retrase mi noche con Aaron, hace unos minutos que confirmé que estaría libre, y eso ya es todo un acontecimiento.–Es posible que sí, está en una reunión importante con los coroneles de otras dos centrales, ¿Necesitas que le deje algún mensaje o que le entregue algo? – ella mira el portafolio en mi mano.–No, está bien – sonrío – volveré después.Doy media vuelta y vuelvo a mi oficina, dejo la carp
Eva.No puedo explicar lo que siento dentro del cuerpo, solo sé que estoy experimentando una mezcla de emociones muy confusas, quiero hacerlo, ¡joder! He estado pensando en este momento más de lo que me gustaría aceptarme incluso a mi misma.–Eros, no – intento razonar y pensar con cabeza fría, a pesar de que me cuesta demasiado, Eros es el hombre más excitante del mundo, no sé porque diablos no está casado o porque no tiene una novia.¡Ah! Es cierto, no tiene novia porque es un maldito don Juan de verdad que no tiene una sino muchas mujeres.–Deja de pensar, Eva – él besa mi cuello, me deja pequeños mordisquitos que me encienden más de lo que ya estoy.Su mano derecha se posa en mi cintura y me aprieta a él, el deseo se intensifica cuando siento su miembro duro como una roca chocar con mi cuerpo, ¡Si así es
Eva.–¿Puedes desatarme ahora? - le pregunto.Él sale de mi dejando el escritorio lleno de flujos y desata mis manos, yo las veo y me doy cuenta de que tengo marcas rojas y mis palmas han comenzado a ponerse moradas.–¿Dónde diablos aprendiste a hacer nudos tan fuertes? – me froto las zonas rojas.–Soy un coronel, sé hacer eso y mucho más – suelta con arrogancia mientras busca su ropa para vestirse – ya puedes irte, Eva.–¿Qué? – trago saliva.–Ya puedes irte, no hay ninguna otra razón por la que debas estar aquí más tiempo.Me bajo del escritorio que ha quedado hecho un desastre y me pongo el vestido, lo miro confundida, ¿De verdad piensa echarme asi como asi?–Te equivocas. Todavía tenemos que discutir lo concerniente a las águilas negras.Él me mira, chasq
Eva.Sus labios me hacen olvidar de absolutamente todo, del mundo a nuestro alrededor. Se supone que no volveríamos a hacer esto, y aun así aquí estoy, apretando contra su polla mientras siento la presión en mi entrepierna, Eros me muerde el labio inferior y yo gimo al tiempo en que mis bragas se mojan.Tal vez no vamos a poder coexistir en el batallón, pero si dentro de su oficina, algo me dice que este se convertirá en mi lugar favorito.Él me acaricia el pecho sobre el vestido y aprieta su pierna contra mi centro, causándome placer y dolor al mismo tiempo, necesito que me toque y me libere de la presión que siento por dentro.–¡Eros! – gritan desde afuera, es la voz de una chica que también está tocando a la puerta de forma insistente.Ambos nos quedamos quietos, el corazón me comienza a latir muy rápido, esta vez no por la excitaci&oacut