Una semana después.
Aaron.
–En esta audiencia militar se determinará si el mayor Aaron Sotavento deberá ser revocado de su cargo o si puede seguir en su puesto como mayor aun cuando no cumple con los parámetros establecidos por la ley militar – dice el ministro, que está delante de los presentes.
Yo miro hacia abajo, cambio el peso de mi cuerpo de un pie a otro y entonces trago saliva al tiempo en que arreglo las solapas de mi uniforme. Jamás pensé que estaría en esta posición, nunca pensé que tendría que enfrentarme a este momento, se suponía que para eso iba a casarme con Eva, para terminar de cumplir con los malditos requisitos y entonces continuar siendo el mayor de este ejército, pero muchas cosas han sucedido desde que tracé aquel plan que ahora resulta tan lejano.
–Para tomar la decisió
Zoé. Soy débil cuando se trata de él, soy estúpida y a pesar de todo lo que ha pasado necesito saber que va a suceder, quiero asegurarme de que este bien, conozco a Aaron Sotavento, sé cómo es, creo que he tenido la posibilidad de conocerlo de formas en que nadie mas ha hecho, ni siquiera la misma Eva, ese hombre supo abrirse completamente a mí, me conto sus secretos, me conto de sus miedos y la forma en que sentia que a veces la vida se le escurría de las manos. Yo tomo aire profundo y me bajo de mi auto, no me atrevo a entrar en el tribunal militar porque mi padre es quien está dirigiendo la cesión y no quiero que me haga preguntas, jamás me atrevería a confesarle que tuve un amorío con Sotavento, eso le rompería el corazón a mi padre y yo no me lo perdonaría.Después de todo lo sucedido con las águilas negras, de
6 meses después. Eva. –¡Gigi! – digo en cuanto ella me responde.–¿Eva? ¿Qué haces llamándome? Pensé que seguías enojada conmigo – dice con la voz triste.–Gigi, no me interesa que no hayamos hablado en seis meses, necesito que vengas a casa – le aviso, al tiempo en que reviso en mi entrepierna.–¿Por qué? ¿Qué pasa?–Tengo contracciones, creo que rompí fuente hace unas horas – veo la cama mojada. –¡¿Que?! ¡pero si todavía no es hora! – escucho que algo se cae al otro lado del teléfono, pero siento demasiado dolor como para preguntarle de que se trata.–¡Ya sé que falta un maldito mes, pero ya romí fuente, te necesito! – grito y me muerdo la boca para amortiguar
Eros. Ayudo a meter las maletas de Zoé en el auto, cuando hemos dejado todo su equipaje en el maletero, yo tengo que enfrentarme a una despedida que jamás pensé que sucedería, por lo menos no después de todo lo que pasó hace seis meses.–¿Estás segura de que esto es lo correcto y lo que quieres hacer? – le pregunto, a pesar de que ya lo he hecho como diez veces solo en esta noche.–Si, estoy segura – suspira – creo que es momento de respirar aire fresco, de volver a comenzar en un sitio que no este manchado de tanto pasado, como este – señala a nuestro alrededor – a pesar de que ella se ve muy segura de si misma alcanzo a notar un atisbo de nostalgia en sus ojos, sé que una parte de ella no quiere irse, pero tambien estoy seguro de que esto es lo mejor para ella.–¿Vas a volver?–No lo sé &ndash
Eros. –Señorita, necesito que me de información de la paciente Eva Larsson, debe estar teniendo a su bebé ahora mismo – le digo de forma acelerada a la chica que esta en la recepción.Me limpio el sudor de la frente mientras ella teclea algo en su computadora, corrí desde el estacionamiento hasta el cuarto piso en el que se encuentra la sala de maternidad y eso sumado a los nervios que siento dentro del pecho me tienen completamente acalorado.–La señora Eva Larsson se encuentra efectivamente en sala de parto en este momento, por el momento no puede verla o entrar en la habitación, el trabajo de parto ya ha comenzado – ella me sonríe, yo por el contrario le doy un golpe al escritorio de madera.–¡Joder! – gruño.–No se preocupe, puede esperarla en nuestra sala de espera – la mujer sigue sonriendo como si fuera
Eva. Eros estuvo conmigo toda la noche, me acompañó, se encargó de que yo estuviera bien y de que tuviera todo lo que necesitara, incluso aunque no necesito mucho teniéndolo a él a mi lado, literalmente está a mi lado, hubo un momento de la noche en donde decidió que el sofá era demasiado incomodo y entonces se acostó junto a mí en la cama de hospital, eso sí, lo suficientemente lejos para no incomodarme, o eso cree él, porque la verdad es que su cuerpo grande no me ha dado espacio para moverme ni un milímetro sobre el colchón.–Eva, ¡la bebé quiere que vayas a…!
Aaron. –¡Maldita sea! – grito cuando regreso al batallón nuevamente. Acabo de ver como el jodido amor de mi vida me da la espalda para largarse sin decir adiós, sin importarle como estoy, como me siento y sin detenerse a pensar en lo jodida que está mi situación justo ahora – ¡La odio! – le grito, aunque ella no pueda escucharme. Pero debo sacar ese sentimiento de dentro de mi pecho, porque si no, va a terminar matándome. Yo voy a mi habitación porque en este punto de la historia no tengo ni siquiera una puta oficina, después de mi degradación de puesto, me han dejado sin nada, ya ni siquiera estoy seguro de que todos esos malditos me quieran aquí adentro. Una vez que llego a mi cuarto, agarro una de las muchas botellas de licor tiradas en el piso, es una que todavía tiene contenido, por el contrario, al resto, me la empino enseguida y dejo
Eva. Recibo una llamada, es una enfermera del hospital que me dice que Aaron está internado aquí mismo en un ala contigua a la mía. Me han llamado porque en mi expediente anterior decía que era mi prometido, y él estaba tan inconsciente que no fue capaz de decir nada. –No estarás pensando en ir, ¿Cierto? – Eros salta de la cama y me mira con los ojos bien abiertos.–¡Por supuesto que voy a ir! No voy a dejarlo tirado a su suerte – le explico, pero él se lleva la mano a la nuca, claramente exasperado – ¿Qué es lo que tanto te molesta? – pregunto con el ceño fruncido al tiempo en que comienzo a ponerme los pantalones. –Ese hombre no me agrada, Eva, no estoy diciendo que se merece lo que acaba de pasar, pero no tienes porque ir allá.A veces siento que Eros puede llegar a ser realmente c&ia
Dos años después. Eva. –¡No puedo creer que esté sucediendo de verdad! – Gigi se agita la mano enfrente de la cara, parece que está a punto de llorar y no quiere arruinar el maquillaje que tanto tiempo ha costado.–¿Vas a llorar otra vez? ¡Pero si es mi boda, no la tuya! – chillo yo mientras la molesto.–¡Ay lo siento! – ella se limpia la lagrima – solo me emociona demasiado saber que vas a casarte, cariño, estuviste comprometida con Aaron como mil años – yo ruedo los ojos ante lo exagerada que ella es – y ahora mírate, estás a punto de casarte con un hombre completamente diferente, uno que no tuvo que esperar demasiado para realmente casarse – ella sorbe por la nariz – eso me emociona demasiado.–¿Segura que no tiene nada que ver con que estás emba