Me despierto por unos toques desesperados en mi puerta, son leves hasta que se vuelven cada vez más insoportables, yo opto por ignorarlos colocando la almohada sobre mi cabeza como si esta fuera un pequeño caparazón que me cubre del ruido, sin embargo, el molesto sonido sigue así que me levanto de la cama y abro la puerta encontrándome de frente a Andrea. Con ojos aun adormitados noto lo simpática que se ve en sus jeans ajustados, su camisa corta, su cabello recogido en una coleta alta, un maquillaje muy bonito y unos tennis.
—Creí haberte dicho anoche que hoy es tu primer día de escuela y que estuvieras lista las siete. Son las siete con quince, creo que vamos a llegar tarde.
—Y yo creí haberte dicho que no estudiarás más en esa escuela —le contesto en medio de un bostezo. Ella arque la ceja.
—Ver para creer, señorita, ver para creer, ahora mueve tu bonito culo al baño y hazlo ya, porque llegaremos tarde.
Sonrío ligeramente cuando la veo alejarse puesto que, aunque pensé totalmente lo contrario, creo que me llevaré bien con ella. Cierro la puerta cuando se ha ido, tomo mis cosas de baño, desconecto mi celular y corro con él hacia el baño.
Cinco minutos después ya esto corriendo de nuevo por mi habitación, me coloco mi ropa interior, tomo de la maleta mis jeans anchos descaderados, me coloco mi pequeña blusa corta, la que es lo suficiente para que se pueda ver el aro del ombligo, me calzo unos tennis, tomo mi bolso de mano, me hago la misma coleta que Andrea y salgo de la habitación con los lentes de mi madre.
—Te voy a matar porque no me dio tiempo de maquillarme —le digo a Andrea al encontrarme con ella bajando las escaleras.
—Vamos, tu madre me dejará conducir su auto —contesta ignorando totalmente lo que le dije anteriormente.
—¡Vaya! Eso sí que es nuevo, yo ni siquiera puedo respirar al lado de ese auto.
—Ella es buena conductora, lo noté cuándo vine de visita hace un tiempo y van muy tarde, así que sí, puede conducirlo —mi madre aparece desde la cocina tratando de justificarse, como siempre.
—Como sea, vámonos… —comienzo a caminar hacia la puerta, bajo el porche, y llego hasta el auto estacionado.
—¡Por cierto, se dice buenos días! —escucho que Amber grita desde adentro.
—En serio, tu relación con tu madre es muy rara… ni parece que hace solo unas horas le dijiste que le encanta chupar penes por veinte dólares —comenta mi acompañante mientras abre el auto.
—Solo conduce, Toretto —ella ríe.
Llevamos en camino algunas cuadras cuando ella rompe el silencio.
—Probablemente no quieres contestar esto, pero ¿siempre ha estado tan jodida a relación con tu madre.
Carajo… sabía lo que saldría de su boca en cuanto dijo probablemente, y como siempre, no me equivoqué. Es más que una relación jodida, está quebrada, le he hecho y me ha hecho demasiadas cosas como para que las cosas estén bien, por eso, lo único que quiero es irme de su lado, pero no irme a otra caja gris, quiero realmente estar en la cima donde todo es dorado y luminoso; yo sé que es allí donde pertenezco, porque he soportado mucha m****a como para quererla aún más en mi vida.
—Tienes razón, no quiero contestar,
—Es que… no lo sé, solo ella no me parece tan mala, me refiero a que es amable, gentil, comprensiva y quiere a mi padre, lo noto, así para mí es extraño que siendo tu madre no puedas ver eso.
—Mira, Andrea, que te hay logrado engañar con su papel de niña buena, es muy tu problema, pero no intentes que me cruce al team Amber, porque entre esa zorra y yo no hay nada… ni una pizca de cariño. No te metas o de lo que contrario vas a joder la bonita opinión que comienzo a tener de ti.
—Okey, lo siento, tienes razón, yo no tengo por qué meterme, discúlpame.
Decido no contestarle nada y solo mantenerme en silencio todo el camino, un par de minutos más tarde, nos detenemos en la escuela. Un edificio normal, como todos a los que he ido se alza ante mí en cuanto bajamos del auto en el desolado estacionamiento.
—Tendremos que pasar por detención, ¡carajo!
—¿No podemos entrar y ya está?
—Cierran las puertas justo a las siete y media; no quieren que lleguemos tarde.
—¿Disculpa? Y si hay un maldito incendio, ¿por dónde carajos vamos a salir?
—Las puertas se abren por dentro con un simple botón, relájate. Llamaré a alguien, pero lo odiarás.
—Déjame adivinar, a Aaron —le contesto a lo que ella sonríe—, llámalo, que al menos nos ayude en algo productivo.
Ella saca su IPhone, teclea algunas cosas y lo vuelve a guardar en su bolsillo trasero. Nos quedamos mirando el suelo hasta que, del otro lado de la puerta, aparece Aaron, con su linda y probablemente sudada, pero que lo hace lucir condenadamente bien, gorra hacia atrás.
—Me gusta esto de salvarles el trasero, así me deben algo y me encanta cuando chicas lindas me deben algo —es lo primero que dice luego de abrir la puerta.
Andrea no le contesta, simplemente entra, yo hago lo mismo justo detrás de ella solo que yo sí abro la boca para contestarle.
—¿Y cómo pretendes que te paguemos el “inmenso” favor que es abrir una puerta? —él ríe ante mi evidente sarcasmo.
—El hecho no es abrir la puerta, el hecho es que les estoy evitando pasar por la puta detención. Aaron uno, Victoria cero
—No sabía que estábamos jugando —le contesto, él vuelve a poner su estúpida sonrisa frente a mí acercándose como un animal hacia su presa, solo que por nada del mundo me muestro intimidada.
—Ahora lo sabes, muñeca.
—Okey, idiotas, ya basta; Victoria al fondo a la derecha está la dirección, entra inventa algo, estoy segura de que puedes hacerlo. Aaron y yo corremos a clase, te llevaría, pero… —le contesto a Andrea, interrumpiéndola.
—Estaré bien, no te preocupes, no es la primera vez que soy la nueva —le guiño el ojo y me dirijo hacia el final del pasillo, y efectivamente al doblar a la derecha puedo observar la dirección.
Toco la puerta dos veces levemente hasta que una voz masculina me pide que entre.
—Hola…
—Tú debes ser Victoria Miller, es un placer, tú… bueno, Andrew me habló de ti. Soy el subdirector Brown.
—Sí, es un placer, lo siento mucho, yo… sé que es muy tarde y literalmente es mi primer día, pero estaba, bueno estoy muy nerviosa y yo...
—Tranquila, no estás en problemas. Yo te esperé para enseñarte la escuela.
—Gracias, Andrew o profesor Andrew, yo...
—Llámame profesor —me contesta.
Mirando cómo se creyeron mi teatro de chica tímida, incluso Andrew que me escuchó decirle zorra a mi madre en muchos idiomas, me doy cuenta cómo me fascina fingir emociones y cómo me llena de orgullo hacer que me las crean. Literalmente yo puedo ser quién quiera ser y no sé por qué siento que esta vez será diferente, que esta vez yo será la ganadora.
—Así es Victoria, él te enseñará la escuela, yo en cambio te doy la más gratas de las bienvenidas a nuestras instalaciones, espero que te sientas a gusto; este de aquí es tu horario —el subdirector me tiende un papel—, y no olvides decirle a tu madre que debe venir a firmar unos papeles.
—Está bien —sonrío—, gracias.
Me levanto de la silla al tiempo que Andrew abre la puerta para mí, le doy una última sonrisa al hombre con traje de cincuenta dólares y salgo de la oficina gris.
—Andrea llegó tarde también, supongo —es lo primero que me dice cuando estamos lo suficientemente lejos de la oficina.
—Fue mi culpa, en serio, yo no estaba muy emocionada por venir.
—No te preocupes, no estoy enojado —me contesta tomando la hoja que reposa en mis manos—. Bueno, tienes inglés, es en el tercer piso, la maestra es…
—De hecho… —lo interrumpo de repente—, esperaba que me dejaras robarme un par de minutos más, necesito hablar contigo.
—¿No puede ser en la casa?
—No, es a solas, es algo que mi madre no aceptaría.
—Victoria, no quiero tener problemas con tu madre, ¿de acuerdo? La discusión de ayer estuvo muy fuerte y no quiero estar en medio de todo esto.
—No es sobre eso, ni es nada descabellado, solo es… una idea. No creo que mi madre se enoje porque escuches a su hija dos segundos —él resopla y me lleva hacia las bancas del pasillo continuo.
—Te escucho…
—Okey, sé que eres profesor, y es un pueblo chico así que yo intuyo que conoces al o la directora de la preparatoria del norte…
—No, no, no, ya sé a dónde va esto… tu madre no puede pagar la mensualidad de esa escuela, yo menos.
—Lo sé y por eso te necesito, Andrew, yo… —resoplo—, sé que te acabo de conocer, pero necesito que sepas que estoy cansada, no sé cosas de trigonometría o física que debería saber a mi edad porque nunca he podido terminar un año en una escuela, siempre estamos mudándonos y siempre estamos estancadas. Yo necesito de una buena escuela para que me acepten en una buena universidad y ser alguien.
—¡Ya tú eres alguien!
—Alguien con carencias, Andrew, el estudio es lo único que me ayudará a salir adelante.
Quiero que quede claro que el estudio me importa un carajo; yo necesito ir a esa escuela porque me relacionaré con las personas que me sacarán de esta miseria, solo necesito estar allí dos minutos y mi plan inicia, solo eso necesito; dos minutos, pero Andrew no sabe eso, no necesita saberlo.
—¿Y cómo puedo ayudarte yo?
—No solo a mí, a tu hija Andrew, a Andy, ella también merece de una buena educación, por lo que me di cuenta les enseña a muchos aquí. Puedes conseguirnos una beca completa o una parcial, sé que no hacen eso en esos lugares, pero podemos hacer mucho con las notas de Andy. Las mías no son tan buenas, pero tampoco tan malas.
—Acabas de entrar aquí, Victoria, hice mucho para que te aceptaran con el año iniciado.
—Pero, puedes hacer más… ¡por favor, Andrew, por favor! —él se queda pensativo hasta que resopla, resignado.
—Está bien, iré después de clases a hablar con el director.
¿director? Muchísimo mejor.
—¡Dios mío, gracias! Déjame ir contigo.
—No, un favor como este… es mejor que lo haga solo.
—Si le muestro ganas de estar allí, eso ablanda el corazón de cualquiera.
—Está bien. En el estacionamiento después de clases, ahora ve, aún no sabemos si entrarás. Espero que tu madre esté de acuerdo con todo esto —finaliza.
—Tal vez no lo esté, no nos llevamos bien cómo te diste cuenta —bajo la cabeza fingiendo tristeza—, pero sé qué tú lo harías entrar en razón.
—Por supuesto, también eres mi hija ahora.
Estuve todo el día en clases aburridas, con personas insípidas y muy distintas a mí, hasta que por fin la campana suena y es la señal, es mi señal para ir a hablar con ese director riquillo. Andy se fue hace unos minutos en el auto de mi madre y yo estoy esperando a Andrew en el estacionamiento como me dijo, el cual está un poco solo porque la mayoría ya se han ido.
La puerta se abre y me doy la vuelta pensando que es Andrew, sin embargo, son dos chicas que corren hacia el otro lado de la calle. Noto que están nerviosas y se “intentaron” vestir de la mejor manera. Al parecer son de primer año.
Están esperando a alguien, hasta que ese alguien llega, o más bien ese algo; una camioneta extremadamente lujosa y que se me hace ligeramente familiar da la vuelta en la esquina y se detiene justo frente a ellas.
El conductor se baja del auto y me quedo perpleja al ver quien es; el hombre de la tienda, ¿pero qué carajos hace él en el lado de la caca? Le da un par de besos a las chicas en las mejillas y estas ríen a carcajadas. Una de ellas se muestra más confiada, mientras la otra está mucho más nerviosa. La primera luego de reír saca algo de su bolso y se lo tiende; un sobre, la otra chica me ve desde el otro lado y le da un codazo a su amiga, a lo que los tres me miran de inmediato. Yo, desvío la mirada y me doy la vuelta, abro mi bolso y saco un cigarrillo, me recuesto en el coche de Andrew y por el retrovisor observo cómo el hombre me sigue viendo mientras vuelve a su auto, arranca y se va velozmente.
Enciendo el cigarro mientras veo cómo las chicas vuelven hacia acá. La más audaz es la que me habla cuando se acercan.
—¿No es muy temprano para fumar? —yo no contesto y dejo salir el humo de mi boca—, ¿acaso eres sorda?
—¿Qué quieres? —contesto.
—Nada, solo quiero comentarte que la curiosidad mató al gato —yo me río.
—Cálmate, chica super poderosa, ni siquiera sé quién eres así que nada ni nadie me va a matar porque no soy un maldito gato y porque me importa lo que tú y tu amiga hagan, así que ves a acusar a alguien más de perra chismosa.
—Vámonos Maddy, no importa —su amiga la jala del brazo y ella cede aun viéndome con “desprecio” hasta que ambas se van.
Con que Maddy de primero año ¿eh? De hecho, sí que me puede ayudar saber que lo que haces señorita.
Andrew y yo vamos camino hacia el norte del pueblo y mientras el auto sigue su curso no puedo evitar sentirme aún más cautivada que la primera vez de todo este paraíso. Las casas son como de otro mundo, un mundo que no conozco, pero del que ansío pertenecer y este es mi primer paso para hacerlo, para poder cumplir lo que siempre he querido; ser alguien respetado y temido.Porque sí, es mejor ser temido que amado, y ese poder solo te lo da una cosa; el dinero.Seguimos avanzando hasta llegar por poco a las afueras de la ciudad, donde el auto se detiene frente a una casa de dos plantas, muy hogareña de un bonito color azul, con un césped elegante y bien podado, cuatro ventanales grandes justo al frente, una chimenea y un imponente y sofisticado balcón.—Hemos llegado, Victoria —comienza a hablar Andrew luego de apagar el auto—, quiero que sepas que trataré de hacer todo lo que esté a mi alcance, pero no puedo prometerte nada, ¿estás bien con eso?—No te preocupes, Andrew, el hecho de qu
La relación madre e hija siempre ha sido complicada, eso lo sé, de hecho, lo sé muy bien, porque desde que nací y tuve consciencia supe que fui un puto error. Mi madre no es la peor madre del mundo, no me dejaba llorar por horas, me tenía en desnutrición o barbaridades como esas, de hecho, hizo muchas cosas que no quería por mí, pero he aprendido con los años que ser madre no es solo dar a luz y poner un plato lleno de comida sobre tu mesa, o llevar la compota en el avioncito hasta tu boca, es definitivamente mucho más que eso, es ponerte a ti sobre cualquier cosa, apoyarte, educarte y amarte, porque poner un plato sobre la mesa, lo puede hacer cualquiera, pero estar para ti, eso si es trabajo duro, que solo una madre, una verdadera podría hacer.Y Amber no fue eso para mí. Nuestras peleas y enfrentamientos no empezaron ayer, es desde hace mucho tiempo y el hecho de que ella se refleje en mí y vea lo que he hecho y no hizo, lo que podré lograr y no logró, eso la carcome y hace que me
Subo las escaleras un poco asustada. Al llegar a mi habitación y abrir la puerta me encuentro a mí madre sentada en mi cama, fumando un cigarrillo de mi caja.—¡Vaya! Cuando el gato sale los ratones hacen fiesta —exclamo entrando y arrebatándole los cigarros de la mano—. Sabes que odio que toquen mis cosas.—No enloquezcas, vendo en son de paz —yo arqueo una ceja mientras me deshago de mis zapatos.—¿En son de paz? Esa última palabra no pertenece a nuestra relación "madre e hija" —le contesto haciendo comillas al aire.—¿Quieres saber por qué te llamas así?—No, mamá, no quiero saber por qué elegiste mi nombre y menos si seguramente lo hiciste estando ebria —ella parece no importarle lo que acabo de decir y comienza su historia.—Cuando supe que estaba embarazada no fue precisamente una noticia placentera, lo admito; sabes que tu padre es un hombre complicado y que en ese entonces yo era la chica con la que tenía sexo casual de vez en cuando teniendo novia, así que obviamente un bebé
Se llegó el día del examen, sí, el examen del que depende todos mis planes, del que dependo yo. El que es y jamás volverá a ser, el que me ayudará a cumplir lo que me he propuesto, el único… esta oportunidad no se volverá a presentar jamás en mi vida y sería caótico y estúpido que una hoja de papel me quite mis alternativas.Vamos en el auto camino a la escuela de ricos, camino a mi próxima escuela. Mi madre y Andrew van al frente y justo a mi lado en la parte de atrás del auto, Andy con sus ojos cerrados escucha música con sus audífonos. Me pongo inquieta al verla tan relajada así que le toco el hombro frenéticamente hasta que ella abre los ojos de par en par bastante sorprendida. Se deshace de un audífono antes de hablar.—¿Qué carajos, Victoria? En serio, necesito estar tranquila para ese examen.—¡No puedo verte así, Andy! Me pone nerviosa —le contesto.—¡¿Y crees que yo no lo estoy?! —responde casi gritando.—¡Okey, chicas, calma! —interviene Andrew—, sé que ambas están muy nervi
Estuve pensando toda la noche lo que me dijo Andrea y por mucho que esto les suene realmente sorprendente, ella tiene razón. Toda mi vida he conseguido que los hombres hagan cosas por mí, ya que ellos, son como la especie más coloquial y primitiva que he conocido en toda mi vida, sí, exacto, lo que quiero decir es que son una especie diferente a nosotras las mujeres, de eso estoy segura.Los hombres para mí siempre han sido tarea fácil, son como un bocadillo, ellos van y vienen, son reemplazables y siempre será así, porque no tienen lo que nosotras sí, a pesar de pertenecer a una especia que se diferencia de los animales por poder razonar. Las mujeres siempre hemos sabido pensar antes de actuar mientras que ellos se dejan llevar por sus instintos más primitivos y por muy estudiados que sean, por muchos ceros que haya en sus cuentas, por mucho que sean exitosos, en lo único que piensan, lo único que realmente les importa es saciar esa sed carnal que una mujer les puede dar porque para
Llego a mi casa cansada y asustada, pero sobre todo asustada, muy asustada. Realmente no conozco al hombre que desea tenerme en su cama, no conozco de lo que es capaz, no conozco nada de él, pero esto no es lo único que me pone en desventaja, en realidad son todas sus armas, sus hombres, su rabia, su ego, porque como el varón que es, debe tener más ego que peneNo estoy asustada, más bien estoy aterrada porque Andy tiene razón, por más buena que esté, yo no podré lidiar con esto, con él, así que me bajo corriendo del auto y entro a la casa, la cual se siente bastante sola. Corro hacia las escaleras, y llego hasta la habitación de Andy y entro sin siquiera tocar, de lo que me arrepiento al segundo ya que al abrir la puerta me encuentro con la escena más jodida que mis ojos han visto desde que estoy en este puto pueblo. Andy está a punto de coger con alguien y ese alguien es Aaron.—¡Carajo! Lo siento —chillo en cuanto abro la puerta, a lo que ellos se detienen y solo se intentan cubrir
Aún no he recibido respuesta de la prueba, no he hablado con Max, ni con nadie que pueda darme algún tipo de información, lo que me hace sentir estancada, sumado a ello, la situación con Dominico, su zorra y su jefe me tiene realmente preocupada, por lo tanto, decidí atarme bien los pantalones, poner los ovarios sobre la mesa y comenzar a actuar.La casa de Mandy parece la casa típica de barrio pobre que intenta verse muy por encima de las demás, que utiliza todos los recursos, incluso los que no puede pagar para sentirse de la alta sociedad, lo que realmente me causa gracia. Me quedo de brazos cruzados en cuanto llego a su césped mal podado, mientras noto cómo me ve desde la ventana de su habitación, a lo que le sonrío falsamente y la saludo con la mano.Me cerco a su puerta y toco el timbre varias veces, frenéticamente hasta que ella abre fuertemente, echando humo hasta por las ojeras.—¿Qué carajos haces aquí? —pregunta entre dientes y de forma baja. Como si no quisiera que alguien
Mi madre nunca me había hecho cuestionarme lo que soy, lo que tengo, lo que seré o lo que tendré, considerando que me ha dicho, más bien, nos hemos dichos cosas realmente feas, pero ayer, anoche, fue diferente, no dormí mucho, de hecho. Intenté pensar en otra cosa, no darle importancia, después de todo, fue una pelea como cualquier otra, pero no pude, no pude siquiera sacarme sus palabras de mi cabeza por medio segundo. Me hizo sentir estúpida y vulnerable y no me siento, así como desde los cinco años, si cuando, era una niña y alguna mocosa estúpida se burlaba de mi ropa vieja y mis bolsos con agujeros. Malditas perras, es lo único que pensé cuando cumplí doce.El caso es que no pude, misteriosamente no pude no darle importancia, se me quedó tatuado en la mente, fijo, tan fuerte que no se quita, carajo, no se quita y es justo en lo que pienso ahora, en el momento en que se quite porque no soportaría que siguiera en mi mente por un tiempo prolongado, como lo que resta de mi vida, por