La relación madre e hija siempre ha sido complicada, eso lo sé, de hecho, lo sé muy bien, porque desde que nací y tuve consciencia supe que fui un puto error. Mi madre no es la peor madre del mundo, no me dejaba llorar por horas, me tenía en desnutrición o barbaridades como esas, de hecho, hizo muchas cosas que no quería por mí, pero he aprendido con los años que ser madre no es solo dar a luz y poner un plato lleno de comida sobre tu mesa, o llevar la compota en el avioncito hasta tu boca, es definitivamente mucho más que eso, es ponerte a ti sobre cualquier cosa, apoyarte, educarte y amarte, porque poner un plato sobre la mesa, lo puede hacer cualquiera, pero estar para ti, eso si es trabajo duro, que solo una madre, una verdadera podría hacer.
Y Amber no fue eso para mí. Nuestras peleas y enfrentamientos no empezaron ayer, es desde hace mucho tiempo y el hecho de que ella se refleje en mí y vea lo que he hecho y no hizo, lo que podré lograr y no logró, eso la carcome y hace que me odie, bueno, tal vez no me odia, pero preferiría no verse reflejada en mí.
En cambio, yo busco ser lo opuesto a ella, yo busco una vida que sí me merezco, una vida acomodada, una vida donde pueda tener las cosas en el momento que quiera, como las quiera y luego dejarlas ir porque me dejaron de importar. Son tantas las ganas que tengo por obtenerlas que cuando las tengo se le quita la magia, lo especial se deshace y se vuelven viles y vanas para mí. Tal vez tenga mucho que ver el hecho de que sea capricornio.
Incluso, aunque suene mal, aunque suene muy mal, las personas también son eso para mí, sobre todo los hombres; desde el inicio de los tiempos ellos nos utilizan para satisfacer sus necesidades carnales, deseaban algo, sí algo, donde meter su feo y a veces mal oliente aparato reproductor y con el paso de los años y la llegada de las nuevas generaciones aquello empeoró y ahora quieren que ese algo, además sea bello y bien parecido, para tener de qué alardear porque el ego de esos hijos de puta es lo único que les importa, por eso, siempre he pensado que el quiera celeste, que le cueste. Si quieres estar con una mujer bella como yo, te va a costar y mucho porque no me merezco menos, porque nací para triunfar, porque estoy destinada a la grandeza y porque como lo he dicho varias veces, yo siempre consigo lo que me propongo.
Así que aquí mirándome al espejo como usualmente algo cuando tengo monólogos y pensamientos motivacionales en mi mente sonrío porque entrar a esa escuela de ricos es mi primer peldaño, el primero de muchos, el primero que me llevará a mi cima.
Me retoco el maquillaje antes de tomar mi bolso y salir de mi habitación hacia la de Andy pues debemos seguir yendo a la escuela, hasta que logremos entrar a la otra. Me acerco a la puerta entreabierta y toco, ella susurra un pase, y yo la abro completamente encontrándome una habitación bastante ordenada, con las sábanas tendidas, las cortinas abiertas, una mesa de estudio limpia y un aroma espectacular, mientras Andy está bañada y vestida con un libro de francés en la mano.
—¿Qué haces? —le pregunto.
—Bueno, alguien debe ganar ese examen —contesta sin despegar la vista de la pagina que lee. Yo corro entusiasmada dentro, cerrando la puerta tras de mí.
—¡No me jodas! ¿en serio? ¿vas a hacer esto por mí?
—Por las dos, Victoria, sé que por qué lo haces tú y no te juzgo, pero yo sí quiero estar en una buena universidad, ser doctora.
—Lo serás, te lo juro —le contesto.
—Bueno, ahora debemos pensar cómo copiarás mi examen.
—No te preocupes, no es la primera vez que lo hago.
—Es la primera vez que lo hago en una escuela tan prestigiada —yo río.
—Créeme, esos malditos ricos también van a copiar —Andy sonríe cerrando su libro y metiéndolo a su bolso.
—Está bien, vámonos, no quiero llegar tarde.
Al llegar a la escuela a la hora adecuada me doy cuenta la clase de estudiantes que hay aquí y es literalmente como cualquier otra; grupos bien formados, los populares, las porristas, los deelers, los nerds, Andy que es una mezcla de todos y yo que no pertenezco aquí. Ambas bajamos del auto de Andrew quien se despide con la mano mientras se aleja, a lo que su hija y yo nos quedamos recostadas en el auto mientras tocan la campana.
De pronto, vemos que llega una camioneta casi nueva, en perfecto estado, de donde se baja Aaron y algunos chicos, Andy frunce el ceño y le pide que se acerque. Él lo hace.
—¿Desde cuándo llegas temprano? —le pregunta.
—Desde que no te debo explicaciones, muñeca.
—¡Que idiota! —musito y él claramente escucha.
—A ti te puedo dar todas las que quieras —me contesta, pero no le contesto porque sus amigos con chaqueta del equipo se acercan.
—¿Quién es la nueva? —le preguntan a Aaron.
—Es la hermanastra de Andy, se llama Victoria.
—Yo puedo presentarme —digo a lo que todos sonríen.
—Que lindo cuando quieren mostrar sus garras en la primera impresión —comenta uno de ellos mirándome de pie a cabeza.
—Que lindo cuando me muestran que perderé mi tiempo en la primera impresión —él solo me guiña un ojo sonriente.
—Soy Travis, es un gusto Victoria —se presenta y se aleja cuando tocan la campana.
Aaron está a punto de hacer lo mismo cuando noto que vienen entrando la chica Maddy y su amiga, así que lo tomo del hombro y hago que se detenga.
—¿Quiénes son ellas? —Andy ríe.
—¿Las narco barbies? —pregunta Andrea.
—¿Las qué?
—Les decimos así porque andan vendiendo drogas para un hombre peligroso, pero solo están jugando con ellas. Nadie dice nada, pero van a aparecer muertas en cualquier momento —me contesta Aaron.
—¿Hablas del hombre de la camioneta fina?
—¿Y tú cómo sabes eso? Llegaste hace literalmente hace como tres días —exclama Andy con su ceño fruncido.
—Soy buena observando…
—Pues no lo hagas, no es bueno.
—Es cierto, muñeca, de hecho, intentaron contactarse conmigo porque tengo más clientes, pero lo dejé pasar. Yo no me meto con esas mierdas.
—¿Cómo…?
—Cocaína, aderall, fentanilo, carajo, yo solo vendo hierba —exclama el chico.
—¿Y ese hombre de dónde es? —pregunto.
—Nadie sabe, puede ser de un pueblo vecino, no creo que tenga casa en el norte y definitivamente no tiene una casa aquí en el sur —comenta Andy.
Las chicas pasan por nuestro lado sin vernos y luego de un tiempo también entramos a la escuela.
Y estando en nuestra clase de inglés donde me comienzo a quedar dormida y la que comparto con Aaron, decido que, para evitar caer en un profundo sueño, lo repararé mucho más de cerca; es realmente un chico muy guapo, alto, delgado, pero no es de esos chicos que parecen un pequeño y escurridizo fideo, no, él tiene los músculos necesarios para su cuerpo, tiene las medidas exactas que, en lo personal, me gustan. Su cabello es castaño y sedoso, sus ojos son color miel y cuando el sol le pega justo en el rostro, es lo más bello que puedes ver, su nariz es ligeramente fileña y tiene facciones muy marcadas, pero lo que realmente es perfecto, en lo que te puedes perder, es su sonrisa, su m*****a sonrisa.
De pronto noto que se ha dado cuenta de mi momento de acosadora, así que solo le arqueo una ceja, a lo que él me muestra mi debilidad. No le quito la mirada luego de un rato, hasta que por fin pierde nuestra pequeña guerra. Pasan los minutos y la clase sigue su curso, hasta que yo no puedo más del aburrimiento y del sueño y pido permiso para ir al baño.
Salgo del salón un poco perdida, recorro los pasillos solitarios, hasta que por fin encuentro lo que busco. Al entrar noto que están ligeramente limpios, lo que no me sorprende o asquea porque he visto mucho peores, hago un poco de mi primera necesidad, me lavo las manos y me retoco las ondas de mi cabello con la yema de los dedos, busco la salida, pero me topo de frente con Aaron.
—Creo que te equivocaste de baño —le digo.
—Creo que entré al correcto —sonrío.
—¿Qué quieres Aaron?
—Yo sé que no tengo que pronunciarlo. Sé que sabes lo que quiero y sé que no pondrás problema en ello. No te parecerá inapropiado o loco…
—¿Por qué? ¿Por qué según tú soy una puta? —ríe.
—No he dicho eso, no pongas palabras en mi boca que jamás han salido de allí —contesta acercándose un poco más.
—Es porque quisieras tener otra cosa en tu boca.
—¿Cómo qué?
—Mi boca, mis tetas… o algo mucho más abajo.
—Siguen sin acertar, de hecho, creo que sí entré al baño equivocado —yo acorto aún más la distancia entre ambos y deslizo mi mano desde su pecho hasta sus pantalones, donde se presenta un abultado pene erecto.
—No te preocupes, no necesito que tú quieras irte, sino que él quiera quedarse —susurro.
En cuestión de segundos me toma fuertemente del cabello que está justo bajo mi coronilla y ambos nos adentramos en un cubículo, me da la vuelta, dejando mi trasero expuesto y comienza a tocarlo con anhelo. Me giro para verlo a los ojos, y abrirle los pantalones a lo que él hace el maldito movimiento de tratar de empujar mi cabeza, sin embargo, no cedo y con todas mis fuerzas, colocando mis manos en sus hombros hago que se hinque frente a mí.
—Quién va a recibir una mamada soy yo, cariño —él sonríe, me abre los jeans, los baja junto a mi ropa interior y comienza a chupar y lamer con todas sus fuerzas.
Mi primera reacción es enredar mis dedos en su sedoso cabello mientras disfruto de la sensación. Comienzo por sentirme cada vez más jodidamente excitada así que hago que se levante, y me giro, dándole todo mi trasero a sus ojos.
—¡Dios, estás jodidamente buena! —susurra con voz ronca.
Coloca su mano en la parte baja de mi espalda, haciendo que me incline para introducir uno de sus dedos en mi vagina, comienza lentamente hasta que poco a poco la intensidad va moviendo y logra meter un dedo más.
—¡Carajo, me encanta lo mojada que te pones!
Saca los dedos, me vuelve a tomar del cabello y con la otra mano saca su miembro, me giro sobre el hombro para verlo y noto que tiene un tamaño bastante promedio, pero no me desagrada. Hace varios trucos con sus manos, abre el condón, se lo coloca y me penetra lentamente,
—Dios… —gime y no hay cosa que me prenda más que un chico que no le da miedo a gemir, mostrar lo que está sintiendo.
Sus embestidas comienzan a ser más fuerte a tal punto que nuestros cuerpos chocan haciendo un sonido en todo el baño, intento mantenerme callada, pero no puedo evitarlo cuando él con un poco de dificultad por el espacio y la posición, comienza a estimular mi clítoris con sus dedos, así que simplemente me dejo llevar y dejo que mis gemidos salgan con naturalidad. El agarre en mi cabello aumenta, lo que personalmente me encanta y me comienzo a sentir muy, muy bien cogida.
Deja de mover sus dedos en mi clítoris cuando estaba a punto de correrme, por lo que lo sigo haciendo yo, haciendo que segundos después logre mi cometido.
—¡Carajo, que rico te corres!
Aaron continúa moviéndose como un maldito caballo hasta un par de minutos más, se corre. Se asegura de salir con cuidado de mí y sacar el condón.
Me subo los pantalones y salgo del cubículo pues el calor es infernal. Me lavo las manos, me arreglo el cabello y le guiño el ojo por el espejo.
—No estuvo nada mal, para ser un flaquito sin ganas —lo molesto.
—Cierra la boca, utilízala para otra cosa.
—Será en otra ocasión —le contesto mientras salgo del baño.
Las clases acabaron, y en vista de que me tardé un poco llevándole la puta firma de mi madre al director, dejé que Andy se fuera sin mí para que llegara a la biblioteca por los libros de mandarín, por lo que casi a rastras, me tocó caminar a casa.
De hecho, este lado del pueblo a pie es mucho más tétrico que en auto y más cuando eres una chica, caminando sola y al dar la vuelta, casi para llegar, te das cuenta de que una camioneta lujosa te está siguiendo. Sí, la camioneta que vi por primera vez a las afueras del pueblo, probablemente conducida por el mismo hombre.
Está siguiéndome, o al menos eso es lo que parece por lo que yo solo camino un poco más rápido, pero al mismo tiempo no quiero que sepa donde vivo.
Comienzo por acercarme a mi calle, y ella comienza a acercarse a mí, mis piernas comienzan a temblar, mi corazón a latir frenéticamente hasta que, al llegar justo en la esquina, la camioneta da la vuelta y se aleja por la calle del costado. En cuanto estoy fuera de su campo de visión corro, corro hacia la casa, entro y cierro la puerta fuertemente.
¡Mierda! ¿ahora qué quiere ese hombre de mí
Subo las escaleras un poco asustada. Al llegar a mi habitación y abrir la puerta me encuentro a mí madre sentada en mi cama, fumando un cigarrillo de mi caja.—¡Vaya! Cuando el gato sale los ratones hacen fiesta —exclamo entrando y arrebatándole los cigarros de la mano—. Sabes que odio que toquen mis cosas.—No enloquezcas, vendo en son de paz —yo arqueo una ceja mientras me deshago de mis zapatos.—¿En son de paz? Esa última palabra no pertenece a nuestra relación "madre e hija" —le contesto haciendo comillas al aire.—¿Quieres saber por qué te llamas así?—No, mamá, no quiero saber por qué elegiste mi nombre y menos si seguramente lo hiciste estando ebria —ella parece no importarle lo que acabo de decir y comienza su historia.—Cuando supe que estaba embarazada no fue precisamente una noticia placentera, lo admito; sabes que tu padre es un hombre complicado y que en ese entonces yo era la chica con la que tenía sexo casual de vez en cuando teniendo novia, así que obviamente un bebé
Se llegó el día del examen, sí, el examen del que depende todos mis planes, del que dependo yo. El que es y jamás volverá a ser, el que me ayudará a cumplir lo que me he propuesto, el único… esta oportunidad no se volverá a presentar jamás en mi vida y sería caótico y estúpido que una hoja de papel me quite mis alternativas.Vamos en el auto camino a la escuela de ricos, camino a mi próxima escuela. Mi madre y Andrew van al frente y justo a mi lado en la parte de atrás del auto, Andy con sus ojos cerrados escucha música con sus audífonos. Me pongo inquieta al verla tan relajada así que le toco el hombro frenéticamente hasta que ella abre los ojos de par en par bastante sorprendida. Se deshace de un audífono antes de hablar.—¿Qué carajos, Victoria? En serio, necesito estar tranquila para ese examen.—¡No puedo verte así, Andy! Me pone nerviosa —le contesto.—¡¿Y crees que yo no lo estoy?! —responde casi gritando.—¡Okey, chicas, calma! —interviene Andrew—, sé que ambas están muy nervi
Estuve pensando toda la noche lo que me dijo Andrea y por mucho que esto les suene realmente sorprendente, ella tiene razón. Toda mi vida he conseguido que los hombres hagan cosas por mí, ya que ellos, son como la especie más coloquial y primitiva que he conocido en toda mi vida, sí, exacto, lo que quiero decir es que son una especie diferente a nosotras las mujeres, de eso estoy segura.Los hombres para mí siempre han sido tarea fácil, son como un bocadillo, ellos van y vienen, son reemplazables y siempre será así, porque no tienen lo que nosotras sí, a pesar de pertenecer a una especia que se diferencia de los animales por poder razonar. Las mujeres siempre hemos sabido pensar antes de actuar mientras que ellos se dejan llevar por sus instintos más primitivos y por muy estudiados que sean, por muchos ceros que haya en sus cuentas, por mucho que sean exitosos, en lo único que piensan, lo único que realmente les importa es saciar esa sed carnal que una mujer les puede dar porque para
Llego a mi casa cansada y asustada, pero sobre todo asustada, muy asustada. Realmente no conozco al hombre que desea tenerme en su cama, no conozco de lo que es capaz, no conozco nada de él, pero esto no es lo único que me pone en desventaja, en realidad son todas sus armas, sus hombres, su rabia, su ego, porque como el varón que es, debe tener más ego que peneNo estoy asustada, más bien estoy aterrada porque Andy tiene razón, por más buena que esté, yo no podré lidiar con esto, con él, así que me bajo corriendo del auto y entro a la casa, la cual se siente bastante sola. Corro hacia las escaleras, y llego hasta la habitación de Andy y entro sin siquiera tocar, de lo que me arrepiento al segundo ya que al abrir la puerta me encuentro con la escena más jodida que mis ojos han visto desde que estoy en este puto pueblo. Andy está a punto de coger con alguien y ese alguien es Aaron.—¡Carajo! Lo siento —chillo en cuanto abro la puerta, a lo que ellos se detienen y solo se intentan cubrir
Aún no he recibido respuesta de la prueba, no he hablado con Max, ni con nadie que pueda darme algún tipo de información, lo que me hace sentir estancada, sumado a ello, la situación con Dominico, su zorra y su jefe me tiene realmente preocupada, por lo tanto, decidí atarme bien los pantalones, poner los ovarios sobre la mesa y comenzar a actuar.La casa de Mandy parece la casa típica de barrio pobre que intenta verse muy por encima de las demás, que utiliza todos los recursos, incluso los que no puede pagar para sentirse de la alta sociedad, lo que realmente me causa gracia. Me quedo de brazos cruzados en cuanto llego a su césped mal podado, mientras noto cómo me ve desde la ventana de su habitación, a lo que le sonrío falsamente y la saludo con la mano.Me cerco a su puerta y toco el timbre varias veces, frenéticamente hasta que ella abre fuertemente, echando humo hasta por las ojeras.—¿Qué carajos haces aquí? —pregunta entre dientes y de forma baja. Como si no quisiera que alguien
Mi madre nunca me había hecho cuestionarme lo que soy, lo que tengo, lo que seré o lo que tendré, considerando que me ha dicho, más bien, nos hemos dichos cosas realmente feas, pero ayer, anoche, fue diferente, no dormí mucho, de hecho. Intenté pensar en otra cosa, no darle importancia, después de todo, fue una pelea como cualquier otra, pero no pude, no pude siquiera sacarme sus palabras de mi cabeza por medio segundo. Me hizo sentir estúpida y vulnerable y no me siento, así como desde los cinco años, si cuando, era una niña y alguna mocosa estúpida se burlaba de mi ropa vieja y mis bolsos con agujeros. Malditas perras, es lo único que pensé cuando cumplí doce.El caso es que no pude, misteriosamente no pude no darle importancia, se me quedó tatuado en la mente, fijo, tan fuerte que no se quita, carajo, no se quita y es justo en lo que pienso ahora, en el momento en que se quite porque no soportaría que siguiera en mi mente por un tiempo prolongado, como lo que resta de mi vida, por
Siempre he sido fiel creyente del pasaje que dice “la curiosidad mató al gato” porque lo he vivido en experiencias propias, puedo dar testimonio de él, pero a veces es bueno que el gato muera sabiendo algunas cosas, que no muera en la ignorancia, o que simplemente no muera.Como dije, siempre he sido muy curiosa, creo que para la vida que quiero vivir, que quiero construir, la curiosidad se necesita, bueno más bien, la valentía de afrontar riesgos y no pensar en las consecuencias, pero siempre tener planes por si esas consecuencias son realmente jodidas, así que mentiría si dijera que las palabras de Mandy no me removieron la boca del estomago y no hablo del dinero, no, hablo de lo que dijo respecto al hombre, que no lo estoy viendo con claridad, que me he inventado una imagen de él, una que no es real, una que me ha brindado las películas tal vez, por eso por mucho miedo que tenía, estoy aquí, sí, en la casa del hombre sin nombre, no adentro, claro está, al frente de ella, faltando q
Unos gritos detrás de la puerta me despiertan abruptamente. Intento seguir durmiendo, pero Andy, que es la que sigue gritando como loca, continúa haciéndolo al mismo tiempo que golpea la puerta una y o través. Decido levantarme o de lo contrario no va a parar, abro la puerta y me encuentro con ella saltando como loca mientras sostiene una caja sobre sus manos.—¿Qué es eso? —le pregunto mientras se la arrebato de las manos.—Lo que hemos estado esperando hace días —contesta—¿Sola enviaron una? —ella niega mientras se agacha y levanta otra caja del suelo que no había visto; justo como la que me acaba de entregar.Ambas nos adentramos a la habitación, cerrando la puerta con seguro, y colocamos ambas cajas, una al lado de la otra sobre la cama. Noto que ambas dicen exactamente lo mismo, dejándonos a la expectativa de su contenido, la única diferencia es que la suya está a su nombre y la mía pues, la mía dice Victoria.Andrea y yo nos miramos y asentimos dándonos a entender que es moment