Capítulo 4.

Andrew y yo vamos camino hacia el norte del pueblo y mientras el auto sigue su curso no puedo evitar sentirme aún más cautivada que la primera vez de todo este paraíso. Las casas son como de otro mundo, un mundo que no conozco, pero del que ansío pertenecer y este es mi primer paso para hacerlo, para poder cumplir lo que siempre he querido; ser alguien respetado y temido.

Porque sí, es mejor ser temido que amado, y ese poder solo te lo da una cosa; el dinero.

Seguimos avanzando hasta llegar por poco a las afueras de la ciudad, donde el auto se detiene frente a una casa de dos plantas, muy hogareña de un bonito color azul, con un césped elegante y bien podado, cuatro ventanales grandes justo al frente, una chimenea y un imponente y sofisticado balcón.

—Hemos llegado, Victoria —comienza a hablar Andrew luego de apagar el auto—, quiero que sepas que trataré de hacer todo lo que esté a mi alcance, pero no puedo prometerte nada, ¿estás bien con eso?

—No te preocupes, Andrew, el hecho de que estés aquí significa mucho para mí —él sonríe y ambos nos bajamos del auto.

Nos acercamos a la puerta, él toca el timbre y a los segundos una mujer del servicio abre la puerta.

—Buenas tardes, busco al señor Maximiliano Botton.

—Veré si está en casa —contesta la mujer.

—Dígale que lo está buscando Andrew Williams —ella nos da una última mirada fría y se retira cerrando la puerta.

Comienzan a pasar los minutos y nosotros empezamos a impacientarnos hasta que la puerta se abre de nuevo y una mujer elegante aparece. Tiene el cabello castaño, y los ojos cafés claro, lleva puesto un bonito vestido ajustado que llega hasta las rodillas, color blanco acompañado de prendas jodidamente brillantes como cada m*****a pieza de esta casa. A mí es a quién mira primero de pies a cabeza haciendo un gesto grosero que finjo no haber visto… ¡estúpida zorra!

—Buenas tardes, ¿a quién necesita? —se dirige a Andrew.

—Busco a Max, bueno Maximiliano, quisiera hablar con él.

—¿Ustedes se conocen de dónde? —pregunta con evidente asombro y una pizca de desprecio.

—Bueno, ambos pertenecemos al ámbito estudiantil, Solo necesito unos minutos con él si no está ocupado.

—Bueno, pasen y espérenlo en sala de invitados. Le preguntaré si lo puede atender.

La mujer abre la puerta para nosotros al tiempo que yo aprieto mis nudillos para no parecer muy emocionada por todo lo hermoso que mis ojos están viendo. Es una casa extremadamente perfecta y limpia, sin embargo, no puedo evitar pensar que la quiero para mí, será mucho más grande.

Nos guía hasta la sala de invitados, como ella la llamó y nos pide que nos sentemos en el sillón.

—Pueden esperar aquí. Le diré a Ana que les traiga un poco de café.

—No es necesario.

Noto que la mujer no sube las escaleras por lo que puedo pensar que ese tal Max no está en su habitación sino en el jardín trasero o en su despacho que es donde todos los hombres ricos pasan todo el tiempo masturbándose o pensando en qué momento hacerlo. De no ser así, puede que el despacho se encuentre en la segunda planta.

La tal Ana nos trae los cafés y antes de que se vaya abro mi boca por primera vez desde que llegué aquí.

—Serías tan amable de mostrarme el baño de invitados.

—Eh… si claro, por aquí.

Me levanto del sillón y la sigo por el pasillo justo por donde se alejó la mujer. Llegamos al baño frente a una puerta doble en madera de donde provienen dos voces, una de ellas, la de la mujer.

—Gracias, puedes irte —la mujer frunce ligeramente el ceño y se retira.

Yo entro al baño rápidamente y rebusco en mi bolso, un poco de polvo, algo de rubor para mis mejillas y un poco de lápiz labial, me suelto el cabello quedando con mis ondas naturales y abro ligeramente la puerta para ver cuando la mujer salga. La misma sale segundos después sin su marido, perfecto…

Segundos después noto movimiento en la puerta así que salgo justo al mismo tiempo que él, fingiendo sorpresa cuando ambos nos tropezamos. Él me observa primero sorprendido, pero luego su expresión cambia drásticamente cuando me repara de pies a cabeza justo como su m*****a esposa, pero para mí suerte él lo hace con morbo.

—Disculpa… ¿eres tú quién me busca? Mi esposa mencionó a un hombre.

—No, lo siento, Max quien te busca es mi padrastro. Lo está esperando en la sala de invitados. Perdón, señor Max.

—Llámame Max, nunca he sido fan de tantas formalidades.

—Yo soy Victoria, es un verdadero placer conocerte, Max —le tiendo la mano con una sonrisa, que él obviamente corresponde.

 —El placer es mío, Victoria.

—¡Oh, aquí estás! Que rápida eres, niña —nos sorprendemos por la voz de la mujer que intenta hacer una “broma”

—Estaba en el baño —contesto mientras suelto la mano de Max.

—Cariño, el señor Andrew te espera

¡Vaya! Ahora sí es señor Andrew, no cerdo despreciable, como muy probablemente lo estaba llamando en su cabeza, aunque en realidad quiera llamarme zorra oportunista, bueno, eso último no sé si pueda discutirlo.

Ella nos guía de nuevo hacia el salón de invitados donde Andrew se ve un poco apenado y nervioso, sin embargo, eso no lo detiene para levantarse y tenderle la mano a Max de forma educada.

—Es un placer volver a verlo —le dice.

—El placer es mío, pero por favor, recuérdame de dónde nos conocemos.

—Bueno, estuvimos platicando en la convención de ferias donde se reunieron los alumnados de ambas de instituciones de Port West, ya sabe, para explorar sus oportunidades en las universidades.

—¡Oh claro! Estuvimos charlando, sobre la oportunidad de becas en buenas universidades para tus muchachos, claro, por supuesto, tomen asiento por favor.

En general Max parece buen tipo, pero he aprendido que nadie es buen tipo, así que no es algo que dejaré como hecho, no al menos, después de que ha disimulado dos veces no verme el trasero y el vientre en mi bonito outfit del día de hoy.

Ambos nos sentamos donde antes lo hacíamos, mientras él lo hace al frente de nosotros. Su esposa se posiciona detrás de él tomándole la mano por encima del sillón, luciendo como una m*****a foto para una tarjeta de navidad.

—Y bueno, ¿qué te trae por aquí?

—Bueno, primero quiero presentarle a mi hijastra Victoria, es nueva en la ciudad y una chica brillante. He logrado inscribirla en nuestra preparatoria, sin embargo, considero que tanto mi hija como ella tal vez se vería mucho más beneficiadas en cuanto a universidades si terminaran sus estudios en un buen bachillerato.

—Entonces sugieres ¿becas estudiantiles en mi escuela? —noto que la esposa ladea una media sonrisa, ¿acaso no merecemos, no merezco estar allí? —. Vaya, es una posibilidad que hemos estado viendo, pero definitivamente es muy apresurado para decir que sería este año, es un papeleo demasiado grande, patrocinadores, adecuaciones, comité escolar y de padres, es realmente complicado.

—Disculpen, ¿puedo dar mi opinión respecto a todo esto?

—¡Por supuesto! —me contesta Max.

—Soy una chica muy competitiva y justa, del mismo modo, siento que ambas van de la mano, por eso me parece arbitrario que notas como las de mi hermana Andy y yo sean desmeritadas y desperdiciadas en una escuela, que, a pesar de ser muy buena, no posee con todas las capacidades evaluativas, comunicativas y educativas que tiene la suya. Estuve revisando su página y noté que anualmente realizan un examen de aptitud para sustentar las credibilidad y acreditación de su escuela. Me parecería una excelente idea que abrieran cinco cupos más para personas del sur que queramos presentar ese examen, si lo ganamos comprometernos a pagar la mita o un cuarto de la colegiatura y lo otro sustentarlo con nuestras buenas calificaciones en el examen estatal donde si no mal recuerdo, la institución con mejores resultados tiene un cheque de ocho mil dólares. 

—Creo que es un poco…

—Cariño —Max interrumpe a su esposa—, ¿nos traerías ese rico postre que preparaste para mí en la media mañana? Quisiera que mi amigo y su hija lo prueben —la observo detenidamente y ella mí, pero soy yo quien le regala una sonrisa de superioridad esta vez.

—¡Vaya! Eso suena esplendido, Victoria. Me parece que es una opción un poco más viable que una beca completa, además es cierto que se puede ejecutar este mismo año, puesto que el examen de aptitud es en una semana, ¿crees tener tiempo suficiente para estudiar?

¡Mierda!

—Por supuesto.

—Okey, perfecto, hablaré con los comités en cuanto me envíen las calificaciones de los estudiantes interesados. Es importante decirles que no es imperativo escoger a los cinco, pueden ser uno… —dice lo último mirándome fijamente—, dos o tres, ¿okey?

—Okey… —susurra Andrew.

—En ese caso, fue un placer verlos…

—¡Esto está mal Victoria! ¡Esto está muy mal! —me grita Andrew cuando ya ha puesto a andar el auto devuelta a casa.

—¿De qué estás hablando? Yo logré lo que quería, ¡lo hice por mí misma! Estoy segura de que pensabas cerrarlo todo y huir por la puerta cuando él dijo que no.

—Sí, dijiste todo ese discurso que se escuchó lindo, pero todo está mal, ¿de dónde vamos a sacar tu madre y yo tanto dinero, todos los meses? Fuimos allí por una beca completa, no por un cuarto ni la mitad, Victoria.

—Cuando quieres brillar debes arriesgarte a quemarte. Son solo detalles insignificantes en un mundo de oportunidades que esa escuela nos puede dar a tu hija y a mí, ¿acaso no lo entiendes?

—¡Tú eres la que no entiendes, Victoria! Para nosotros no serán detalles insignificantes, tu madre tenía razón, puedes meterte en la cabeza de cualquiera —yo río.

—¿Ahora dices que te obligué?

Andrew no me contesta nada y solo sigue conduciendo hasta que llegamos a casa, al entrar saluda a mi madre y se dirigen ambos hacia la cocina, yo llego hasta mi habitación hasta que Andrea se aparece, cerrando la puerta tras de sí.

—¿Dónde estaban? —pregunta lanzándose a la cama.

—Tienes una semana para ser un genio y pasar un examen de aptitud en la escuela del norte.

—¿Qué cosa? —Andrea abre los ojos de par en par y se acomoda en la cama.

—El caso es que tal vez dije que era buena estudiante lo que tal vez no es cierto porque nunca paso el tiempo suficiente en una escuela y que podríamos pasar un examen de aptitud con el fin de obtener media beca.

—¿Tú me decías todo eso en serio? ¡La colegiatura de esa escuela cuesta dos mil dólares! ni obteniendo la m*****a media beca podrían pagar eso, más el uniforme, los libros, los paseos, y todas esas mierdas que utilizan para quitar dinero.

—¿Son solo números, Andy? Que no será nuestros problemas si no ganamos el examen.

—¿Números? Por Dios victoria —ella se levanta de la cama ligeramente exaltada, tanto que se lleva las manos a su cabeza—. Esto es demasiado, si hablamos del examen, ¿si quieras has visto las materias que cursan esos ricos allí? Frances, inglés, mandarín, relaciones internacionales, mercadeo, diseño, política… créeme lo más básico que verás en el puto examen es hacer una integral y sé que no sabes.

—Okey, pero sé que es mucho por procesar, pero por favor, yo sé que tú sí quieres entrar en una buena universidad y sí te destacas podrías conseguir una beca escolar o una beca extracurricular. No estás destinada a una universidad pública, Andy.

—¿Y tú por qué quieres hacer todo esto?

—Porque para lograr lo que tengo en mente lo necesito, y me juré hacer lo que tuviera que hacer.

Ella va a contestarme, pero mi madre aparece por la puerta, sin siquiera tocar.

—Estaré en mi cuarto.

En cuanto Andrea se va, mi madre se posiciona frente a mi casa con los brazos cruzados bajo su pecho.

—No estoy enojada porque sé que no pasarás ese examen, Victoria, eso si no descubren que el reporte de notas que enviamos es falso, porque el verdadero es un desastre.

—¡Chito! Andrew puede estar oyendo y no te preocupes, me aseguré de que se viera real, además yo me dejo de llamar Victoria si no paso ese examen —ella sonríe sarcásticamente.

—Soy la única que ve tus verdaderas intenciones detrás de todo esto, ¿competitiva y justa? ¡por Dios, victoria! ¿de dónde lo sacaste? ¿la ley y el orden? A mí no me puedes mentir.

—¿Y según tú cuáles son esas intenciones?

—¿Quieres que las diga en voz alta? —me pregunta.

—No, porque yo las diré; las únicas y verdaderas intenciones son poderme ir de tu lado y asegurar mi futuro.

—¡Allí está! Siempre intentando disfrazarlo con palabras bonitas, pero lo único que tú quieres es poder meterte en la mente de esos ricos para tener estatus, pero lo único que vas a lograr es que se metan entre tus piernas —ahora es mi turno de reír.

—Yo no soy tú mamá, porque, aunque te duela y te carcoma el orgullo yo sí soy inteligente y siempre —me levanto y me coloco justo frente a ella—, escúchame bien, siempre consigo lo que me propongo. Ella solo me mira de pie a cabeza.

—Hablaremos del dinero cuando pases el examen, sí es que lo haces.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo