Mientras bajo las escaleras inspecciono un poco más la estructura de la que ahora es mi nueva casa. Paredes viejas, algunos cuadros de Andrea cuando apenas era una bebé, un olor peculiar, como a viejo y una que otra telaraña, sin embargo, no puedo negar la tranquilidad que se siente en este lugar.
El vecindario es callado, por lo que he podido notar, además Andrew parece no ser un pederasta en potencia, en cambio, la que se comportó muy mal fui yo, tampoco es alcohólico como el ultimo novio y nos preparó una cena hecha en casa la primera noche, no las sobras del día anterior como lo hizo Steven, el anterior al último.
Al llegar a la primera planta de la casa me dirijo al comedor donde ya los tres me esperan con sus miradas espectadoras. Noto que hay mucha comida sobre la mesa y no puedo evitar sonreír.
—Parece que ya sé cómo ganarte; con la comida —comenta Andrew mientras se sirve un poco de pasta.
—No creo que sea la manera correcta, no la verás comiendo mucho, no quiere engordar —le contesta mi madre en un tono peculiar, como si le pareciera una completa estupidez.
—No es mi culpa que sí me importe mantener lo bonito que me dio Dios —contesto mientras me siento.
—El problema no es mantenerlo o no, el problema es el propósito con que lo haces.
—¿Qué me estás tratando de decir?
—Que cuando observo tu vida la comparo con la de muchas mujeres y te aseguro que no me refiero a las que son damas —touché
La muy estúpida me acaba de enterrar en el abdomen mi propia espada, con la que la herí hace solo un par de horas y no puedo evitar lo fascinante que se siente, sí, fascinante porque cada pelea con Amber es una nueva aventura, una aventura llena de frenesí y excitación.
Como en noveno grado cuando la llamaron de la escuela porque robé las respuestas del examen de la oficina del profesor de biología. Ella llegó con su vestido tres cuartos, el que siempre utiliza cuando quiere parecer una dama decente, su cabello rubio recogido en un moño alto, unos zapatos de tacón y el bolso más elegante que tiene, el que compró por quince dólares en una venta de garaje.
Comenzó a gritarme cuando le contaron lo que yo había hecho, se llevó la mano al pecho como si yo fuera una decepción para la familia, se puso roja como un tomate como si la situación la avergonzara y eso, eso me enojó como un demonio porque lo que ella estaba haciendo era mucho peor que lo que yo había hecho, estaba allí con su mascara falsa de madre perfecta y educada. Era una hipócrita y yo quería que se enterara, quería decirle al director que si lo había hecho no era por mi mal comportamiento, era por el mal ejemplo que tenía en casa. Le grité lo mucho que la odiaba y que se veía patética intentando encajar en el prototipo de señora del hogar, y que de todas las cosas que se había podido calzar esos zapatos que se robó del centro comercial había sido la peor elección.
Recuerdo la expresión en su rostro, cómo cambió inmediatamente, dejó de verse apenada a verse realmente enojada, no fingía, estaba realmente enojada así que levanto su mano derecha y me dio una tremenda bofetada; no me inmuté, no dije nada, solo que me quedé allí viéndola mientras el rector de la escuela se levantaba velozmente de su silla y le pedía que se calmara.
Para mis adentros me reí, me reí porque era mentira, jamás se había robado esos zapatos y puede que nuestro acompañante de esa ocasión no lo creyera, pero le había quitado la careta, le había mostrado a él cómo era ella en realidad. Después de eso le recomendaron que lo mejor fuese trasladarme a otra escuela. Me importó un carajo las consecuencias de ello, porque la mejor parte había sido la sensación de poder que hacer eso me dio.
—¿Ya le contaste a Andrew la vez que te arrestaron en la tienda de víveres por encontrarte chupándole el pene a tu novio Steven? Porque si lo que me quieres decir es que soy una zorra, créeme que lo aprendí de la mejor, la diferencia es que yo pienso en grande, porque si al menos se la tengo que chupar a alguien sería por una casa en un bonito vecindario, no por veinte dólares para cerveza y cigarrillos.
—¡Victoria por favor! —el hombre en la mesa me reprocha lo que acabo de decir mientras Andrea solo sigue comiendo con las mejillas ligeramente coloradas.
—¡¿Qué?! ¡No me conoces Andrew! No sabes una m****a de los problemas que ella y yo tenemos y déjame decirte que en verdad espero que consigas algo mucho mejor que todo esto —me levanto de la mesa sin siquiera haber tocado el plato y corro directo escaleras arriba.
Abro la puerta de mi habitación y la cierro tras de mí dando un portazo. Vierto sobre la cama todo el contenido de mi bolso de mano hasta que encuentro lo que busco; los cigarrillos.
Tomo uno de la caja, lo enciendo y a los segundos después escucho que tocan la puerta.
—Mientras no sea Amber, cualquiera puede pasar.
Abren la puerta y la cabellera ligeramente desordenada de Andrea aparece, se recuesta en el marco de la puerta y niega con la cabeza antes de comenzar a hablar.
—Mi padre te matará si te ve fumando. Se podía fumar una caja por día, pero lo dejó.
—Al menos no quedó con alguna tonta manía —ella ríe.
—Puedes pasar si quieres —ella acepta mi sugerencia y se sienta de piernas cruzadas sobre la cama.
—Tu madre le dijo a mi papá que eras un poco complicada, pero lo que realmente está complicado es tu relación con ella —yo río,
—¿Complicado? Más bien al borde de la erupción volcánica.
—¿Por qué te llevas tan mal con ella? —pregunta mientras juguetea con mi teléfono que estaba sobre la cama.
—Disculpa Andrea, pero literalmente te acabo de conocer y no le cuento mis mierdas a nadie —ella abre los ojos y comienza a gaguear.
—Mmm… claro, no… me refiero —yo vuelvo a reír.
—Tampoco esperes que te llame hermana —ella frunce el ceño.
—Nunca esperé eso. No soy una perdedora, Victoria —dice luego de un tiempo en silencio—, no soy una reinita del baile como tú, pero no me molestan en los baños de la escuela si es lo que crees.
—¿A qué te refieres con reinita del baile?
—Bueno, eres alta, delgada, rubia, ojos azules, cabello de revista. Cuando entres a la escuela van a pelearte para que seas animadora.
—Lo mío no es la gimnasia —le contesto—, y nunca he sido buena haciendo amigos. A la gente le molesta que le diga las cosas que pienso en la cara.
—Bueno, podríamos ir a una fiesta para que mejores tus habilidades comunicativas y sociales antes de comenzar a vivir tu vida escolar aquí.
—¡Vaya, entonces la chica de overoles sí va a fiestas! —exclamo fingiendo asombro. Ella rueda los ojos.
—Entonces sí pensabas que estabas lidiando con una idiota.
—Digamos que aún está a consideración. A propositico, ¿a qué escuela iré?
—A la mía, de hecho, empiezas mañana.
—¿Tan rápido?
—Papá arregló todo, es profesor allí.
—¡Mierda! —me río—, si eres una idiota.
—Vete al carajo.
—Okey, como sea, ¿dónde es la puta fiesta? —pregunto al tiempo que me levanto y me comienzo a quitar la ropa.
Andrea me trajo a un par de calles alejadas de su casa, a una vivienda muy parecida a la suya que está repleta de personas, hay multitud de gente que incluso están bebiendo fuera de la casa.
Ambas abrimos la puerta y entramos recibiéndonos mucha gente sudada, bailando con sus vasos rojos y la música extremadamente alta. Mientras la sigo, la gran mayoría de chicos me observan, Andrea lo nota y se ríe.
—Esto no es una película, no sé por qué todos me miran, tal vez me manché, aunque es imposible porque es mi último día del periodo.
—Aquí todos nos conocemos —dice por encima de la música—, y es evidente que eres nueva aquí y no, no estás manchada.
—¿Ahora se me van a acercar como borregos a decirme cosas obscenas? —pregunto y ella niega.
—Eso pasaría si nos quedamos aquí, la verdadera fiesta está allá —dice señalándome la puerta que al parecer conduce al sótano.
Efectivamente la puerta da al sótano donde hay una vibra muy distinta a la de arriba. Al bajar puedes sentir como entra en tus fosas nasales el olor a esa planta que no deberíamos fumar, el alcohol y el mal viaje de muchos.
Aquí abajo hay menos personas, algunos juegan beer pong, otros fuman sobre el sillón, unos cuantos bailan y con solo mirada puedo detectar al anfitrión saliendo del baño; es u chico alto, guapo, con unos jeans y una camisa negra, la gorra hacia atrás y un vaso de cerveza en su mano, Dios, puedo apostar que se llama Max o Colin, alguna m****a así.
—¡Mi querida Andy! —grita en cuanto nos ve—, pensé que ya no venias, pero lo hiciste y acompañada —se acerca hasta nosotras, saluda a Andrea y me da la mano. Yo la tomo y él sonríe; bonita sonrisa.
—Bueno, no está mal que me pagues con cerveza gratis mis clases de cálculo. Sin mí no vas a entrar a la universidad —le contesta.
—Nunca pierdes un segundo para alardear tu inteligencia, pero dime, ¿quién es tu amiga?
—Ella es...
—Victoria —la interrumpo—, un placer. El chico vuelve a sonreír y carajo, que lindos dientes.
—Aaron, el placer es mío. Bueno antes de ofrecerles cerveza o lo que sea, quisiera decir que evidentemente ustedes no son familia, así que debes ser alguna amiga que lastimosamente viene de paso.
—Ella es la hija de la novia de mi padre, te conté que se mudarían —Aaron abre los ojos como si no creyera lo que acaba de escuchar.
—¡Carajo! Tú… diablos, nunca pensé que tú… tu madre debe estar buenísima, a puesto a que parecen hermanas.
—¿Qué? ¿pensaste que lo acabas de decir sonaría cool y sofisticado? ¿Qué te invitaría a un trio de bienvenida conmigo y con mi madre? ¡que imbécil eres! Y de todas formas jamás me acostaría contigo.
No espero su respuesta y me alejo hacia la mesa llena de bebidas que hace un segundo no había visto. Okey, admito que mentí, de hecho, justo así han sido todas mis conquistas últimamente, lo que significa que definitivamente me acostaría con él, pero me enojó, me enojó lo que intento decir.
Comienzo a servirme un vaso con cerveza hasta que escucho la voz de Andrea justo a mi lado.
—Es un buen chico, Victoria, a veces idiota, pero no el más idiota, te lo aseguro.
—¿Tratas de ayudarlo conmigo?
—No —contesta—, trato de que hagas amigos.
—Bueno, ya ves que soy un fracaso haciendo eso
—Créeme, le gustas más ahora —dice y ambas reímos.
Me doy a vuelta y le doy el vaso de cerveza que ya me había servido al tiempo que observo la llegada de una chica, se abre el cierre de su chaqueta de cuero y se baja ligeramente su falda corta, le sonríe a Aaron, se saludan y ambos se meten al baño.
—¿Y esa quién es?
—No sé su nombre la verdad, es del norte. Viene de vez en cuando por aquí.
—Evidentemente. Está usando botas Channel y las condenadas son las reales, pero ¿qué puede buscar una chica que ya lo tiene todo en el lado de la m****a de su ciudad?
—¿Y qué es lo que él lado de la m****a te puede ofrecer que el norte no? —ambas nos reímos entiendo a lo que nos referimos.
—Así que Aaron vende drogas…
—Nunca se lo he preguntado, pero es evidente que sí —me contesta antes de beber de su vaso.
—A propósito, ¿dónde estudian esas perras ricas? ¿en la misma escuela de nosotras? —Andrea ríe.
—Por supuesto que no, hay dos escuelas, una de su lado y una del nuestro. Con lo que cuesta la mensualidad de esa probablemente te podrías comprar dos pares de esas bonitas botas que lleva puesta —contesta mientras vemos cómo ella sale del baño metiendo algo al bolsillo de su chaqueta, la vuelve a cerrar y se va.
—¿Y quién dice que tú y yo no podemos estudiar allí?
—No lo sé, ¿el dinero que no tienen nuestros padres?
Yo la observo con una ancha sonrisa en mi rostro.
—Querida Andy, tienes la suerte de que yo siempre consigo lo que me propongo.
Me despierto por unos toques desesperados en mi puerta, son leves hasta que se vuelven cada vez más insoportables, yo opto por ignorarlos colocando la almohada sobre mi cabeza como si esta fuera un pequeño caparazón que me cubre del ruido, sin embargo, el molesto sonido sigue así que me levanto de la cama y abro la puerta encontrándome de frente a Andrea. Con ojos aun adormitados noto lo simpática que se ve en sus jeans ajustados, su camisa corta, su cabello recogido en una coleta alta, un maquillaje muy bonito y unos tennis.—Creí haberte dicho anoche que hoy es tu primer día de escuela y que estuvieras lista las siete. Son las siete con quince, creo que vamos a llegar tarde.—Y yo creí haberte dicho que no estudiarás más en esa escuela —le contesto en medio de un bostezo. Ella arque la ceja.—Ver para creer, señorita, ver para creer, ahora mueve tu bonito culo al baño y hazlo ya, porque llegaremos tarde.Sonrío ligeramente cuando la veo alejarse puesto que, aunque pensé totalmente l
Andrew y yo vamos camino hacia el norte del pueblo y mientras el auto sigue su curso no puedo evitar sentirme aún más cautivada que la primera vez de todo este paraíso. Las casas son como de otro mundo, un mundo que no conozco, pero del que ansío pertenecer y este es mi primer paso para hacerlo, para poder cumplir lo que siempre he querido; ser alguien respetado y temido.Porque sí, es mejor ser temido que amado, y ese poder solo te lo da una cosa; el dinero.Seguimos avanzando hasta llegar por poco a las afueras de la ciudad, donde el auto se detiene frente a una casa de dos plantas, muy hogareña de un bonito color azul, con un césped elegante y bien podado, cuatro ventanales grandes justo al frente, una chimenea y un imponente y sofisticado balcón.—Hemos llegado, Victoria —comienza a hablar Andrew luego de apagar el auto—, quiero que sepas que trataré de hacer todo lo que esté a mi alcance, pero no puedo prometerte nada, ¿estás bien con eso?—No te preocupes, Andrew, el hecho de qu
La relación madre e hija siempre ha sido complicada, eso lo sé, de hecho, lo sé muy bien, porque desde que nací y tuve consciencia supe que fui un puto error. Mi madre no es la peor madre del mundo, no me dejaba llorar por horas, me tenía en desnutrición o barbaridades como esas, de hecho, hizo muchas cosas que no quería por mí, pero he aprendido con los años que ser madre no es solo dar a luz y poner un plato lleno de comida sobre tu mesa, o llevar la compota en el avioncito hasta tu boca, es definitivamente mucho más que eso, es ponerte a ti sobre cualquier cosa, apoyarte, educarte y amarte, porque poner un plato sobre la mesa, lo puede hacer cualquiera, pero estar para ti, eso si es trabajo duro, que solo una madre, una verdadera podría hacer.Y Amber no fue eso para mí. Nuestras peleas y enfrentamientos no empezaron ayer, es desde hace mucho tiempo y el hecho de que ella se refleje en mí y vea lo que he hecho y no hizo, lo que podré lograr y no logró, eso la carcome y hace que me
Subo las escaleras un poco asustada. Al llegar a mi habitación y abrir la puerta me encuentro a mí madre sentada en mi cama, fumando un cigarrillo de mi caja.—¡Vaya! Cuando el gato sale los ratones hacen fiesta —exclamo entrando y arrebatándole los cigarros de la mano—. Sabes que odio que toquen mis cosas.—No enloquezcas, vendo en son de paz —yo arqueo una ceja mientras me deshago de mis zapatos.—¿En son de paz? Esa última palabra no pertenece a nuestra relación "madre e hija" —le contesto haciendo comillas al aire.—¿Quieres saber por qué te llamas así?—No, mamá, no quiero saber por qué elegiste mi nombre y menos si seguramente lo hiciste estando ebria —ella parece no importarle lo que acabo de decir y comienza su historia.—Cuando supe que estaba embarazada no fue precisamente una noticia placentera, lo admito; sabes que tu padre es un hombre complicado y que en ese entonces yo era la chica con la que tenía sexo casual de vez en cuando teniendo novia, así que obviamente un bebé
Se llegó el día del examen, sí, el examen del que depende todos mis planes, del que dependo yo. El que es y jamás volverá a ser, el que me ayudará a cumplir lo que me he propuesto, el único… esta oportunidad no se volverá a presentar jamás en mi vida y sería caótico y estúpido que una hoja de papel me quite mis alternativas.Vamos en el auto camino a la escuela de ricos, camino a mi próxima escuela. Mi madre y Andrew van al frente y justo a mi lado en la parte de atrás del auto, Andy con sus ojos cerrados escucha música con sus audífonos. Me pongo inquieta al verla tan relajada así que le toco el hombro frenéticamente hasta que ella abre los ojos de par en par bastante sorprendida. Se deshace de un audífono antes de hablar.—¿Qué carajos, Victoria? En serio, necesito estar tranquila para ese examen.—¡No puedo verte así, Andy! Me pone nerviosa —le contesto.—¡¿Y crees que yo no lo estoy?! —responde casi gritando.—¡Okey, chicas, calma! —interviene Andrew—, sé que ambas están muy nervi
Estuve pensando toda la noche lo que me dijo Andrea y por mucho que esto les suene realmente sorprendente, ella tiene razón. Toda mi vida he conseguido que los hombres hagan cosas por mí, ya que ellos, son como la especie más coloquial y primitiva que he conocido en toda mi vida, sí, exacto, lo que quiero decir es que son una especie diferente a nosotras las mujeres, de eso estoy segura.Los hombres para mí siempre han sido tarea fácil, son como un bocadillo, ellos van y vienen, son reemplazables y siempre será así, porque no tienen lo que nosotras sí, a pesar de pertenecer a una especia que se diferencia de los animales por poder razonar. Las mujeres siempre hemos sabido pensar antes de actuar mientras que ellos se dejan llevar por sus instintos más primitivos y por muy estudiados que sean, por muchos ceros que haya en sus cuentas, por mucho que sean exitosos, en lo único que piensan, lo único que realmente les importa es saciar esa sed carnal que una mujer les puede dar porque para
Llego a mi casa cansada y asustada, pero sobre todo asustada, muy asustada. Realmente no conozco al hombre que desea tenerme en su cama, no conozco de lo que es capaz, no conozco nada de él, pero esto no es lo único que me pone en desventaja, en realidad son todas sus armas, sus hombres, su rabia, su ego, porque como el varón que es, debe tener más ego que peneNo estoy asustada, más bien estoy aterrada porque Andy tiene razón, por más buena que esté, yo no podré lidiar con esto, con él, así que me bajo corriendo del auto y entro a la casa, la cual se siente bastante sola. Corro hacia las escaleras, y llego hasta la habitación de Andy y entro sin siquiera tocar, de lo que me arrepiento al segundo ya que al abrir la puerta me encuentro con la escena más jodida que mis ojos han visto desde que estoy en este puto pueblo. Andy está a punto de coger con alguien y ese alguien es Aaron.—¡Carajo! Lo siento —chillo en cuanto abro la puerta, a lo que ellos se detienen y solo se intentan cubrir
Aún no he recibido respuesta de la prueba, no he hablado con Max, ni con nadie que pueda darme algún tipo de información, lo que me hace sentir estancada, sumado a ello, la situación con Dominico, su zorra y su jefe me tiene realmente preocupada, por lo tanto, decidí atarme bien los pantalones, poner los ovarios sobre la mesa y comenzar a actuar.La casa de Mandy parece la casa típica de barrio pobre que intenta verse muy por encima de las demás, que utiliza todos los recursos, incluso los que no puede pagar para sentirse de la alta sociedad, lo que realmente me causa gracia. Me quedo de brazos cruzados en cuanto llego a su césped mal podado, mientras noto cómo me ve desde la ventana de su habitación, a lo que le sonrío falsamente y la saludo con la mano.Me cerco a su puerta y toco el timbre varias veces, frenéticamente hasta que ella abre fuertemente, echando humo hasta por las ojeras.—¿Qué carajos haces aquí? —pregunta entre dientes y de forma baja. Como si no quisiera que alguien