DOCE MESES DESPUES...
Zaria nunca había tenido tanto miedo en su vida. Durmió en la más lujosa habitación del palacio. La trataban como a la realeza, lo cual era apropiado por que mañana se casaría con el heredero al trono de Abu Dhabi. Seria su esposa, como lo hubiera sido de ser Samir. Seria la esposa de su cuñado.
Su prometido amaba a su hermano. Era un soldado, un líder, un comandante… Y vivía sobre la arena.
Sus guardias y el mismo apostados en el borde de las plataformas petrolíferas protegieron la riqueza de su país con sus vidas. Decir que es como el país se mantuvo rico y sin ser tocado por los occidentales.
Iba a vivir con él, tendría que acostarse con el… y darle un heredero.
Cuando llego la mañana Zaria estaba muy aprensiva. Ella no sabia que esperar de él. Todo lo que sabia es que debía cumplir con la promesa hecha a Samir.
Después de su comida, las consortes la ayudaron a prepararse para su boda.
La sumergieron en una tina de agua lechosa, la cual tuvo que acudir durante siete noches, para su purificación física y espiritual. Era un ritual llamado “hammam”, mientras era acompañadas de varias doncella que llevaban velas, incienso y danzaban. Una vez que terminaron, la secaron y la vistieron con un vestido blanco plateado. Era impresionante, el material era precioso, con apliques de diamantes en las intrincadas rosas de su encaje, era un diseño romántico con hombros descubiertos y un escote cuello de barco. El corpiño delineaba su figura, era uno de esos vestidos de cuentos de hadas.
Las mujeres arreglaron su cabello largo y lo peinaron para que quedara trenzado y sentado sobre su hombro, colocando un cinturón para el cabello con perlas y diamantes. Su maquillaje fue ligero y sutil, muy adecuado para resaltar la belleza de su vestido. Tenia que admitir que se veía hermosa. Parecía una novia. Una novia de aspecto muy medio oriental.
Podía escuchar la conmoción afuera. Era surrealista, toda la situación se sentía como si estuviera en un sueño y despertaría en cualquier momento. Ella no debería casarse. No con Issam Hazari. El hermano de su prometido.
Aun no le había visto la cara. Ella no tenia idea de por que el acepto, ella no encajaba junto a el en el papel de ser su esposa. Ella no se parece en nada a esas mujeres que acostumbraba a llevar a su cama.
Su corazón dio un vuelco cuando uno de los guardias toco la puerta e informo que era el momento.
El primer ministro la esperaba fuera de la puerta, su padre había muerto cuando apenas tenia ocho años y su madre se había ido desde ese entonces a Estados Unidos, nunca pudo aceptar las costumbres de este país, los tildaba de barbaros y arcaicos a pesar de que su padre siempre la amo y la acepto como una mujer occidental. Después de su divorcio, decido casarse con un hombre quince años mas joven que ella, para disfrutar el dinero obtenido por su divorcio con él. Su hermana Shaina, tenia su propia familia. Criar a un par de gemelos absorbían todo su tiempo, ella no la presiono para que estuviera presente en su boda. Podría entenderla por eso.
—Me deja sin aliento, “shayja”
—Gracias. — dijo sin agregar nada más.
El ministro la acompaño afuera, tenia que pasar junto a tanta gente, hombres y mujeres por igual. Este lugar se transformo en aquello de lo que estaban hechos los sueños. Y aquí ella era la protagonista.
Las frutas se alineaban en mesas, había velas encendidas por todo el lugar, tenían dos sillas tipo trono forradas en oro, en un piso elevado. Música tradicional sobaba y su corazón late con fuerza. Cuanto mas cerca estaba de tomar su lugar, más se sentía como si estuviera a punto de colapsar.
Su brazo estaba entrelazado con el del ministro. Ella se aferraba a el por su vida. Zaria tenia miedo, miedo de no saber que esperar. Con Samir nunca tendría miedo. Los hombres no tenían el rostro cubierto. Y las bailarinas de vientre apenas vestían ropa. Se mordió el labio intentando con todas sus fuerzas mantener la compostura, ella fue preparada toda su vida para esto. Salto cuando alguien se acerco a ella. Este hombre la tomo de la mano y la acompaño hasta un anciano quien dirigiría la ceremonia. Zaria no miro al hombre que la sujetaba hasta que estuvieron frente a frente.
Se atrevió a mirarlo, después de un año.
Seguía igual de guapo, igual que sus ojos que seguían igual de intensos, tan oscuros. Su barba tan prolijamente recortada, y su cabello no mucho pero bien cuidado. Llevaba el traje de novio tradicional del Medio Oriente, un traje de seda brocada y un turbante.
El era como una especie de modelo exótico. El levanto una ceja cuando ella lo estudio.
Zaria estaba completamente despierta en el momento en que el anciano le indico que repitiera:
El pasado ha huido, lo que esperas esta ausente, pero el presente es tuyo. El camino del amor es un desafío para el alma. Por Alá te amo.
Una vez que se casaron por la autoridad de Alá, Zaria y Issam se sentarían en sus tronos y observarían como se desarrollaba la celebración de la boda. Era muy obvio que esta alianza era aceptada por toda su gente, parecían muy felices de tenerla allí. Algo contradictorio en su opinión. Todavía se quedó allí y vio a las mujeres bailar su danza.
Como lograban mover sus cuerpos fue espectacular. Observo a los hombres hacer una danza tribal, fue todo de acuerdo con sus tradiciones. Zaria sabía mucho sobre su cultura y también lo que se esperaba de ella.
……………………………………………
Estaba casado. Con la mujer que debía ser de su hermano.
Nunca pensó que sucumbiría a esto, pero por el bien de su nación, el cumplió. Esto era algo que quisiera hacer, pero de nuevo, nada en su vida era como quería vivirla. Él había vivido fuera de las arenas en los últimos tres años, pero se aseguraría que nunca nadie se atreviera a desafiar a su hermano. En un momento en que las cosas parecían muy inestables y agitadas en el país, Issam lucho y mantuvo el reinado de su hermano más fuerte que nunca.
Su hermano Samir, no era el tipo de hombre que soportaría una guerra. Era el Jeque, él había ocupado el lugar de su padre. Issam no quería ese papel. Pero mientras pudiera protegería a su hermano, era todo lo que importaba.
Su esposa era muy hermosa. Sus ojos cristalinos como el océano, su cabello tan oscuro como una noche sin luna en el desierto, y cuerpo era del color de la leche. Ella era impresionante.
Pero a pesar de su belleza, no quería casarse con ella. No podía, no debía.
Era hora de que la pareja de novios se fuera. A Issam no le gusto lo que se avecinaba. Un año antes le había prometido a Bahar que seria su esposa. Y ella no estaba contenta con esto. Pero él no tenía opción.
Iba a consumar su matrimonio con Zaria esa misma noche. Necesitaba hacerlo por su país.
Issam se levanto y espero a que su novia hiciera lo mismo. Ella vacilante hizo su camino hacia arriba.
La multitud les abrió un camino y ellos debían recorrerlo. Sabia que ella iba detrás, continuo hasta llegar a la torre antigua. Sus doncellas asignadas se inclinaron ante el y salieron de la habitación.
Una vez que su novia entro, los guardias cerraron la puerta. Se dio la cuenta de lo nerviosa que estaba. Mirando a su alrededor y evaluando la habitación. Sabia que ella estaba asustada.
Estas temblando. Los labios de Issam se apretaron con impaciencia y Zaria desvió la mirada hacia él, deseando que no tuviera razón. Deseando, con todo su corazón, poder controlar los nervios que se disparaban a través de su cuerpo como chispas de electricidad.No podía, y era demasiado orgullosa para negar lo obvio. Y entonces ella inclino su barbilla desafiantemente, disparándole lo que esperaba pasara por una mirada fulminante.—Estoy al tanto.Aparentemente, su honestidad no le valió ningún punto de bonificación con el hombre, ella estaba a horas de casarse.—¿Tienes miedo de mí?Media 1.90 de altura, músculos y tendones, un guerrero con ropa de rey, un guerrero con un corazón de acero. Si. Ella estaba asustada, estaba aterrorizada. Hace años, cuando era adolescente, había accedido a casarse con su mejor amigo; había pensado que estaría caminando por el pasillo hacia el bondadoso rey Samir, que la adoraba, que le había vendado la rodilla cuando solo tenía ocho años y había corrido
Su inocencia fue sorprendentemente obvia, incluso si no hubiera conocido a tantas mujeres. La forma en que temblaba y se estremecía, la mirada de sorpresa con los ojos muy abiertos cuando su orgasmo la envolvía sintió su inexperiencia en cada cambio de expresión, cada exhalación ronca, cada minuto. El la miro fijamente mientras dormía, sus ojos devorando su imagen desnuda, su cuerpo vibraba de deseo.Issam amaba el sexo.Lo había amado desde que podía recordar.Y debido a que nunca había tenido la presión de continuar con el linaje real, había sido feliz y libre, para acostarse con quien quisiera. Samir había hecho la vista gorda ante las costumbres de su hermano menor, incluso cuando Issam sabia lo poco que lo aproaba Samir. «¿Pero dormir con esta mujer, la mujer que su hermano había amado?»Lo desgarro, estaba asqueado por la idea, peor aún, estaba asqueado por lo mucho que lo había disfrutado. Para el sexo era solo sexo, se dijo así mismo, mirando su cuerpo cremoso y desnudo, tan e
4«Habibi, anoche volví a soñar contigo. Soñé que estabas aquí, y yo estaba contigo, cabalgábamos juntos a través de las arenas del desierto. Eras como una especie de reina antigua, con tu cabello ondeando con el viento y se esparció por mi rostro. ¡Creo que podría ser porque te extraño! Dale a Shaina mi amor y apurate en volver a casa. Nuestro reino espera. Tuyo, Samir.»Zaria se despertó con un sobresalto, una fuerte sensación de opresión en el pecho, seguida de la misma sensación de dolor cegador y comprensión que casi la había estrangulado todas las mañanas durante el último año.Era la última carta que Samir le había enviado. Había leído todas sus cartas tantas veces que ahora estaban grabadas en su cerebro, lo cual era un logro, dado que había cientos de ellas.Pero ¿de qué forma podría mantener vivo a Samir que invocar sus palabras en cada oportunidad que tuvo?Mientras él vivía, ella las había guardado descuidadamente, tiradas en un cajón de su habitación. Ahora, sabiendo que
Cuando se despertó el sol se había puesto sobre las dunas en la distancia, bañando las paredes de piedra blanca de esta torre en melocotones pálidos y oro. Siempre había amado esta hora del día, por la magia que envolvía alrededor del mundo, susurrando secretos de décadas pasadas.Amaba este momento del día por su fidelidad, por su servicio, por el hecho de que los colores no habían cambiado desde su infancia. Se despertó sintiendo que podía hacer cualquier cosa, como si fuera todo poderoso. Los sentimientos era familiares para Issam; el sexo siempre lo dejaba con esta sensación de saciedad absoluta. Pero el buen sexo era aún mejor.Y la noche anterior había sido uno de los mejores de su vida.Una roca pareció atravesarlo, golpeando su pecho. Por que no acababa de acostarse con una mujer hermosa cualquiera, una mujer al azar, una fan de la realeza, o una amante dispuesta a pasar una noche en la cama del jeque.Se había acostado con la prometida de Samir. Había tomado la virginidad de
Zaria había dormido hasta tarde y se despertó hambrienta. Sentada en la cama, su cabello negro inconscientemente revuelto sobre su rostro, la sabana abrochada bajo sus brazos, firme sobre sus pecho, escudriño la habitación en busca de cualquier señal de Issam.No hubo ninguna.Con un pequeño suspiro de alivio, se envolvió la sabana con más firmeza y salió de la cama, camino lo mejor que pudo con un vestido improvisado hacia la maquina de café. Estaba tibio, presiono el botón para recalentarlo y se dirigió hacia el balcón, atraída por el brillo y el calor del día.La visión de su marido la detuvo por completo.Estaba desnudo de cintura para arriba, su cuerpo musculoso, tan tonificado y fuerte, que ella solo podía mirar. El sol bailaba sobre su piel dorada, mostrando los ángulos y planos de su pecho esculpido. Su corazón se acelero cuando sus ojos se encontraron con los de ella, y no pudo apartar la mirada, incluso cuando su pulso latía con fuerza y su corazón golpeaba contra sus costil
Cabalgo hasta que llego a un trozo de tierra… agua y arboles… Era un oasis… una laguna y una cascada. Una cueva detrás del agua en cascada.Parecía el lugar perfecto para parar. Desmonto el caballo asegurándose de amarrarlo alrededor de una palmera. Zaria no espero, se abrió camino hacia las aguas cristalinas quitándose la ropa en el proceso. Fue felicidad.No le importaba que estuviera rompiendo algunas reglas. Se metió bajo el agua y holgazaneo en la laguna durante mucho tiempo. Su cuerpo amando la frescura. En el momento en que Zaria escucho un ruido, salto y miro a su alrededor vistiéndose a toda prisa. El caballo se había ido.«¿Qué diablos?»—Que estúpida… ¿Cómo voy a volver?Ella estaba varada. Sola en medio de la nada, solo con agua fresca.—Excelente. Simplemente genial.Zaria volvió a sentarse y se golpeó la arena con frustración.«¿Issam enviaría un grupo de búsqueda? ¿Le importaría si quiera?»«Al menos no moriré de sed. Hambre tal vez, pero no sed.»Escucho un ruido y gir
Ella murmuro algo en sueños. Verla dormir era otra cosa. De repente, abrió los ojos como si sintiera que estaba siendo observada. —¡Oh dios mío! Me asustaste. — dijo tocando su corazón dramáticamente — No es agradable que te espíen mientras duerme, ¿sabes? Issam aun no estaba listo para sincerarse con Zaria, el no sabia como decirle que tomaría otra esposa, tan solo en poco mas de un mes de haberse casado. Pero eventualmente tendría que decírselo. El trazo sus labios, realmente no sabia por que lo hizo. Ella también debe haberlo encontrado extraño, dado la naturaleza de su matrimonio. Sus ojos delataban su incertidumbre. El finalmente se alejo de ella y se tumbo boca arriba. Giro la cabeza para mirarla. Preguntándole por que se había escapado de esa manera. —Necesitaba estar sola. — dijo luciendo avergonzada. — Se que no es propio de mí, pero soy un ser humano, ¿sabes? Tengo emociones, y quería estar alejada de todos. — murmuro. El la miro profundamente por un momento, luego vol
Una tarde calurosa estaba sentada lejos de donde estaban entrenando, pero observando desde lejos. Samya había puesto una alfombra para que no se sentara en la hierba arenosa. A Zaria no le importaba, no era una persona frívola. Issam acababa de terminar el entrenamiento y noto que ella estaba sentada mirando. Bebió un poco de agua antes de dirigirse hacia ella. ―Te quemaras aquí ― dijo limpiándose el sudor de la cara con una toalla. Tenia su camiseta envuelta alrededor de su cabeza para protegerla del sol. Miro a su marido pensando en lo sexy que era este hombre. Pertenecía aquí, donde el mundo no se trata solo de como se supone que debes lucir y comportarte. Era un guerrero árabe. ―Estoy bien… ―él se sentó en la alfombra a su lado e instantáneamente Farrah tenia un plato de frutas y un poco de agua para él. Era tratado como lo que era, una realeza. ―Pregunta. ― ella lo miro mientras le daba un gran mordisco a la manzana roja. El levanto una ceja hacia ella. ― ¿Pregunta? ― resp