4«Habibi, anoche volví a soñar contigo. Soñé que estabas aquí, y yo estaba contigo, cabalgábamos juntos a través de las arenas del desierto. Eras como una especie de reina antigua, con tu cabello ondeando con el viento y se esparció por mi rostro. ¡Creo que podría ser porque te extraño! Dale a Shaina mi amor y apurate en volver a casa. Nuestro reino espera. Tuyo, Samir.»Zaria se despertó con un sobresalto, una fuerte sensación de opresión en el pecho, seguida de la misma sensación de dolor cegador y comprensión que casi la había estrangulado todas las mañanas durante el último año.Era la última carta que Samir le había enviado. Había leído todas sus cartas tantas veces que ahora estaban grabadas en su cerebro, lo cual era un logro, dado que había cientos de ellas.Pero ¿de qué forma podría mantener vivo a Samir que invocar sus palabras en cada oportunidad que tuvo?Mientras él vivía, ella las había guardado descuidadamente, tiradas en un cajón de su habitación. Ahora, sabiendo que
Cuando se despertó el sol se había puesto sobre las dunas en la distancia, bañando las paredes de piedra blanca de esta torre en melocotones pálidos y oro. Siempre había amado esta hora del día, por la magia que envolvía alrededor del mundo, susurrando secretos de décadas pasadas.Amaba este momento del día por su fidelidad, por su servicio, por el hecho de que los colores no habían cambiado desde su infancia. Se despertó sintiendo que podía hacer cualquier cosa, como si fuera todo poderoso. Los sentimientos era familiares para Issam; el sexo siempre lo dejaba con esta sensación de saciedad absoluta. Pero el buen sexo era aún mejor.Y la noche anterior había sido uno de los mejores de su vida.Una roca pareció atravesarlo, golpeando su pecho. Por que no acababa de acostarse con una mujer hermosa cualquiera, una mujer al azar, una fan de la realeza, o una amante dispuesta a pasar una noche en la cama del jeque.Se había acostado con la prometida de Samir. Había tomado la virginidad de
Zaria había dormido hasta tarde y se despertó hambrienta. Sentada en la cama, su cabello negro inconscientemente revuelto sobre su rostro, la sabana abrochada bajo sus brazos, firme sobre sus pecho, escudriño la habitación en busca de cualquier señal de Issam.No hubo ninguna.Con un pequeño suspiro de alivio, se envolvió la sabana con más firmeza y salió de la cama, camino lo mejor que pudo con un vestido improvisado hacia la maquina de café. Estaba tibio, presiono el botón para recalentarlo y se dirigió hacia el balcón, atraída por el brillo y el calor del día.La visión de su marido la detuvo por completo.Estaba desnudo de cintura para arriba, su cuerpo musculoso, tan tonificado y fuerte, que ella solo podía mirar. El sol bailaba sobre su piel dorada, mostrando los ángulos y planos de su pecho esculpido. Su corazón se acelero cuando sus ojos se encontraron con los de ella, y no pudo apartar la mirada, incluso cuando su pulso latía con fuerza y su corazón golpeaba contra sus costil
Cabalgo hasta que llego a un trozo de tierra… agua y arboles… Era un oasis… una laguna y una cascada. Una cueva detrás del agua en cascada.Parecía el lugar perfecto para parar. Desmonto el caballo asegurándose de amarrarlo alrededor de una palmera. Zaria no espero, se abrió camino hacia las aguas cristalinas quitándose la ropa en el proceso. Fue felicidad.No le importaba que estuviera rompiendo algunas reglas. Se metió bajo el agua y holgazaneo en la laguna durante mucho tiempo. Su cuerpo amando la frescura. En el momento en que Zaria escucho un ruido, salto y miro a su alrededor vistiéndose a toda prisa. El caballo se había ido.«¿Qué diablos?»—Que estúpida… ¿Cómo voy a volver?Ella estaba varada. Sola en medio de la nada, solo con agua fresca.—Excelente. Simplemente genial.Zaria volvió a sentarse y se golpeó la arena con frustración.«¿Issam enviaría un grupo de búsqueda? ¿Le importaría si quiera?»«Al menos no moriré de sed. Hambre tal vez, pero no sed.»Escucho un ruido y gir
Ella murmuro algo en sueños. Verla dormir era otra cosa. De repente, abrió los ojos como si sintiera que estaba siendo observada. —¡Oh dios mío! Me asustaste. — dijo tocando su corazón dramáticamente — No es agradable que te espíen mientras duerme, ¿sabes? Issam aun no estaba listo para sincerarse con Zaria, el no sabia como decirle que tomaría otra esposa, tan solo en poco mas de un mes de haberse casado. Pero eventualmente tendría que decírselo. El trazo sus labios, realmente no sabia por que lo hizo. Ella también debe haberlo encontrado extraño, dado la naturaleza de su matrimonio. Sus ojos delataban su incertidumbre. El finalmente se alejo de ella y se tumbo boca arriba. Giro la cabeza para mirarla. Preguntándole por que se había escapado de esa manera. —Necesitaba estar sola. — dijo luciendo avergonzada. — Se que no es propio de mí, pero soy un ser humano, ¿sabes? Tengo emociones, y quería estar alejada de todos. — murmuro. El la miro profundamente por un momento, luego vol
Una tarde calurosa estaba sentada lejos de donde estaban entrenando, pero observando desde lejos. Samya había puesto una alfombra para que no se sentara en la hierba arenosa. A Zaria no le importaba, no era una persona frívola. Issam acababa de terminar el entrenamiento y noto que ella estaba sentada mirando. Bebió un poco de agua antes de dirigirse hacia ella. ―Te quemaras aquí ― dijo limpiándose el sudor de la cara con una toalla. Tenia su camiseta envuelta alrededor de su cabeza para protegerla del sol. Miro a su marido pensando en lo sexy que era este hombre. Pertenecía aquí, donde el mundo no se trata solo de como se supone que debes lucir y comportarte. Era un guerrero árabe. ―Estoy bien… ―él se sentó en la alfombra a su lado e instantáneamente Farrah tenia un plato de frutas y un poco de agua para él. Era tratado como lo que era, una realeza. ―Pregunta. ― ella lo miro mientras le daba un gran mordisco a la manzana roja. El levanto una ceja hacia ella. ― ¿Pregunta? ― resp
Según las tradiciones, ella, había sido depilada con cera, y sus dedos se deslizaron sobre la carne de su feminidad, separando sus labios mientras su otra mano continuaba apretando su pezón. El rozo su coño hasta que encontró el sensible grupo de nervios en su clítoris y se movió más rápido, y ahora su lengua azoto su cuello y ella gimió, su cuerpo temblando por una razón completamente diferente. El placer creció dentro de ella como una especie de ola; una ola que nunca había surfeado y sin embargo no le importaba su falta de experiencia, la estaba agarrando y arrastrando a la superficie, por lo que no podía respirar, no podía hablar. Ella inclino la cabeza hacia atrás y ahora sus dientes cortaron la piel de su cuello, lo suficiente como para hacerla gritar y luego estaba chupando, mientras sus dedos estiraban su pezón una y otra vez. Su otra mano la subía más y más, ella estaba en ese momento, incoherente y completamente entregada a él, tal como lo había prometido en la ceremonia.
Debajo de esa apariencia inocente, la fría aversión con la que ella siempre lo había tratado, y el a ella, había una gata salvaje, una mujer impulsada por la locura y el deseo. Levanto las manos, agarrando su cabello, tirando de su cabeza hacia abajo al mismo tiempo que la levantaba, besándola con fuerza, sus labios casi castigando los de ella, y luego se incorporó por completo, impulsándose hacia ella, apretando su cuerpo contra el suyo, besándola, su lengua en duelo con la de ella antes de caer sobre sus pechos, mordiendo un pezón primero antes de pasar al otro, sus dedos levantándolo y moviéndolo, rodándolo entre su índice y pulgar mientras su polla se hundía en ella una y otra vez. Ella gemía en su regazo, con la cabeza echada hacia atrás, los ojos mirando al cielo y dejando al descubierto su hermoso cuello. Su mirada la persiguió de lado, hacia donde ella había hecho que su carne mostrara un circulo rosa pálido, y una oleada de poder y deseo lo atravesó. ―Por favor ― gimió ella