Estas temblando. Los labios de Issam se apretaron con impaciencia y Zaria desvió la mirada hacia él, deseando que no tuviera razón. Deseando, con todo su corazón, poder controlar los nervios que se disparaban a través de su cuerpo como chispas de electricidad.
No podía, y era demasiado orgullosa para negar lo obvio. Y entonces ella inclino su barbilla desafiantemente, disparándole lo que esperaba pasara por una mirada fulminante.
—Estoy al tanto.
Aparentemente, su honestidad no le valió ningún punto de bonificación con el hombre, ella estaba a horas de casarse.
—¿Tienes miedo de mí?
Media 1.90 de altura, músculos y tendones, un guerrero con ropa de rey, un guerrero con un corazón de acero. Si. Ella estaba asustada, estaba aterrorizada. Hace años, cuando era adolescente, había accedido a casarse con su mejor amigo; había pensado que estaría caminando por el pasillo hacia el bondadoso rey Samir, que la adoraba, que le había vendado la rodilla cuando solo tenía ocho años y había corrido a través de un seto de granadas, rasguñándose por todas partes.
—¿Crees que quiero lastimarte? — el cruzo los brazos sobre el pecho, mirándola por encima de la nariz, sus rasgos simétricos cubiertos por una pizca de vello facial que distraía increíblemente.
—No — se oyó decir a sí misma, sacudiendo la cabeza de un lado al otro y luego apretando los dedos contra el estómago. El encaje del tradicional traje de novia real de Abu Dhabi estaba áspero bajo sus dedos. No importaba, de todos modos. No importaba cuanto presionara, las mariposas no desaparecían.
—Es solo que… no es lo que esperaba.
Intento sonreír, pero sus facciones estaban demasiado tensas. Sus ojos, mas negros que el cielo nocturno se agrandaron y frunció el ceño.
—Esto no es lo que ninguno de nosotros esperábamos — estuvo de acuerdo.
Tenía el cabello oscuro y desordenado. Samir había sido ordenado. Todo lo contrario, a su hermano.
Un escalofrió le recorrió la espalda cuando vio a su futuro novio como una especie de criatura salvaje, salvaje e indómita, arrastrada desde el desierto, apenas contenida por este palacio exquisitamente hermoso.
—¿Sabes cómo será la ceremonia de la boda?
Trago saliva, cerrando los ojos mientras trataba de sacar los detalles de su mente. Pero no pudo. Estaban allí, como los había entendido durante años. Y de nuevo, cuando iba a casarse con Samir, nada la había preocupado; ella había dado la bienvenida a cada intimidad.
Sin embargo, de pie frente a este hombre, cantándole en su idioma nativo, recitando la poesía antigua de los beduinos que habitaron por primera vez esta tierra prospera, sintió que una parte de ella iba a ser desnudada para que el la viera.
—Si — asintió ella, ocultando su miedo con cuidado.
—¿Sabes lo que viene después? — sus fosas nasales se ensancharon con el desafío, mientras la estudiaba con profunda concentración.
Samir y ella se habían reído de la tradición, como niños en edad escolar que planean engañar a sus padres y quedarse despiertos hasta la medianoche por primera vez. La idea de una pareja encerrada en una torre durante veinticuatro horas para consumar el matrimonio había parecido tonta, pero para una cultura que veía su linaje real como su activo mas valioso, era algo que estaban dispuestos a honrar.
¿Ahora? ¿Estar encerrado en una torre con Issam Malik Hazari? Sus terminaciones nerviosas tintinearon dentro de ella, y su estomago estaba hecho un nudo. Le había insinuado a su ayuda de cámara que tal vez no fuera necesario en el siglo XXI; la sola idea de que pudiera prescindirse fue recibida con incredulidad.
La torre estaba sucediendo.
—Si — ella bajo la mirada, incapaz de mirarlo.
Pero el cerro la distancia entre ellos y levanto la cara de ella hacia la suya, sosteniendo su barbilla entre el pulgar y el índice, obligándola a mirarlo fijamente — ¿Tienes miedo de dormir conmigo?
El calor inundo sus mejillas, su franqueza completamente inesperada.
—Si… — se mordió el labio inferior, luego se detuvo cuando sus ojos persiguieron el movimiento y sintió el látigo de la electricidad cortando su columna — Apenas nos conocemos.
—Y conocías a mi hermano — dijo las palabras en blanco libres de cualquier emoción.
—El era mi mejor amigo — susurro y las lagrimas se espesaron en su garganta. Parpadeo con furia, sin querer destruir el trabajo del maquillador ni mostrar ningún indicio de debilidad hacia este hombre.
Su novio se quedo en silencio un momento, con la mandíbula apretada, un musculo palpitando en la base.
—No necesitamos conocernos — Su mirada se movió sobre su rostro. —Este es un matrimonio político, una especie de tratado. Tendrás tus deberes y fuera de ellos, tu propia vida. Continuaras como lo hacías antes.
Su corazón tartamudeo dentro de su pecho — ¿Excepto por todo eso de tener sexo juntos? — ella empujo, sus ojos sosteniendo los de él, un desafío silencioso en ellos.
Su expresión cambio a una de disgusto — Si.
Excelente. Era tan reacio a acostarse con ella como ella lo era con él. Solo Zaria sabia que, en el fondo, su desgana tenía una raíz más preocupante, que había mucho más en su vacilación.
¿No lo había encontrado siempre atractivo? ¿No había encontrado que una sola mirada de él podía hacer que sus rodillas temblaran? ¿Su pulso acelerado? Su reacción ante él, la había aterrorizado, por lo que había hecho todo lo posible por mantenerse alejada de él, evitándolo asiduamente cada vez que debía estar en el palacio.
«Es agradable para ti y tu hermano pasar tiempo juntos» Bromeo con Samir, cuando trato de incluirla en sus almuerzos «Además tengo que leer»
«Siempre leyendo» bromeo Samir, besando la punta de su nariz antes de volverse hacia Issam, quien había estado observando la interacción con la misma mirada de desaprobación acerada que siempre tenía en sus rasgos.
—Con la muerte de Samir, la necesidad de un heredero se volvió mas apremiante. No podemos darnos el lujo de esperar. Soy el final de la línea de esta familia, debemos tener un niño, y rápido.
Su estomago se retorció sobre sí mismo — Yo se eso. — fue un susurro. Una súplica suave.
—Odias la idea de eso, ¿no? — pregunto sombríamente, sus ojos recorriéndola — ¿Odias la idea de acostarte con el hermano del hombre que amabas?
Sus ojos se cerraron, su corazón tartamudeo.
Había amado a Samir. Ella lo había amado, dependía de él, lo adoraba. Aunque no de una manera romántica. La suya había sido una amistad, ante todo, mas profunda que cualquier otra que hubiera conocido.
Ella no tuvo la oportunidad de responder, hubo un golpe en la puerta en ese momento. Issam se enderezo, dando un paso atrás de ella.
—Entra — hablo en inglés para su beneficio, a pesar de que había hablado árabe con fluidez durante diez años.
Un sirviente entro, inclinándose profundamente — Majestad, es hora.
—Un minuto — desestimo Issam, girándose para mirar a Zaria.
— Estabas comprometida con Samir — dijo, cuando la puerta se cerro una vez más, dejándolos en la intimidad. — Y aunque estoy a punto de comprometerme contigo, de declararme tu esposo, y tu mi esposa, digamos ambos en esta habitación que siempre te considerare suyo. — sus ojos taladraron los de ella, calientes y, sin embargo, de alguna manera haciéndola sentir frio por todas partes.
—Tendremos sexo esta noche, pero nunca será el amor lo que te haga a ti y el disfruto. — expulso con dureza, su expresión mostrando verdadero disgusto.
—Yo lamento la necesidad de esto. Si tan solo tu y el hubieran estado casados, nunca estaríamos forzados a este matrimonio.
El le dio la espalda mirando hacia las ventanas — La idea de alejarte de él, incluso ahora en la muerte…
Las palabras eran extrañas, discordantes, y le dolía el corazón, había estado tan concentrada en su propio dolor que ni siquiera había pensado en como debió haber sido esto para Issam. Y aunque apenas lo conocía, era una persona compasiva y empática, se movió llegando a pararse frente a él, más consciente que de costumbre de la diferencia en su tamaño.
—Nosotros no…
El sacudió la cabeza hacia ella.
—Nunca dormimos juntos — dijo en voz baja, bajando la mirada y extrañando la forma en que la expresión de Issam cambio, se tensó, se oscureció.
—Nuestra… nuestra relación no era… lo amaba mucho Issam, pero no tuvimos… no tuvimos intimidad.
Un silbido escapo de entre sus dientes y agarro su rostro con ambas manos, mirándola como si nunca la hubiera visto antes.
—No te creo.
Ella frunció el ceño —¿Por qué mentiría?
—No puedo decir. Pero los vi juntos. Escuche la forma en que hablo de ti. Tu y el fueron un elemento durante años.
Las palabras estaban llenas de una dura ira. — No hay forma de que no hayas estado en su cama…
Ella suspiro en silencio — Nos íbamos a casar. Decidimos esperar…
Maldijo en su propia lengua, y luego se le escapo una risa áspera, sin humor, mezclada con dolor —¿Entonces se le negó incluso eso?
Sacudió la cabeza con enfado y dio un paso alejándose de ella y todo su cuerpo estaba tenso por los sentimientos y hacían eco dentro de él. Se dio la vuelta para mirarla — Eres virgen.
Era una declaración, así que no respondió.
—Esto — hablo lentamente, enunciando la palabra con cuidado.
— No es como se supone que debe ser.
Su inocencia fue sorprendentemente obvia, incluso si no hubiera conocido a tantas mujeres. La forma en que temblaba y se estremecía, la mirada de sorpresa con los ojos muy abiertos cuando su orgasmo la envolvía sintió su inexperiencia en cada cambio de expresión, cada exhalación ronca, cada minuto. El la miro fijamente mientras dormía, sus ojos devorando su imagen desnuda, su cuerpo vibraba de deseo.Issam amaba el sexo.Lo había amado desde que podía recordar.Y debido a que nunca había tenido la presión de continuar con el linaje real, había sido feliz y libre, para acostarse con quien quisiera. Samir había hecho la vista gorda ante las costumbres de su hermano menor, incluso cuando Issam sabia lo poco que lo aproaba Samir. «¿Pero dormir con esta mujer, la mujer que su hermano había amado?»Lo desgarro, estaba asqueado por la idea, peor aún, estaba asqueado por lo mucho que lo había disfrutado. Para el sexo era solo sexo, se dijo así mismo, mirando su cuerpo cremoso y desnudo, tan e
4«Habibi, anoche volví a soñar contigo. Soñé que estabas aquí, y yo estaba contigo, cabalgábamos juntos a través de las arenas del desierto. Eras como una especie de reina antigua, con tu cabello ondeando con el viento y se esparció por mi rostro. ¡Creo que podría ser porque te extraño! Dale a Shaina mi amor y apurate en volver a casa. Nuestro reino espera. Tuyo, Samir.»Zaria se despertó con un sobresalto, una fuerte sensación de opresión en el pecho, seguida de la misma sensación de dolor cegador y comprensión que casi la había estrangulado todas las mañanas durante el último año.Era la última carta que Samir le había enviado. Había leído todas sus cartas tantas veces que ahora estaban grabadas en su cerebro, lo cual era un logro, dado que había cientos de ellas.Pero ¿de qué forma podría mantener vivo a Samir que invocar sus palabras en cada oportunidad que tuvo?Mientras él vivía, ella las había guardado descuidadamente, tiradas en un cajón de su habitación. Ahora, sabiendo que
Cuando se despertó el sol se había puesto sobre las dunas en la distancia, bañando las paredes de piedra blanca de esta torre en melocotones pálidos y oro. Siempre había amado esta hora del día, por la magia que envolvía alrededor del mundo, susurrando secretos de décadas pasadas.Amaba este momento del día por su fidelidad, por su servicio, por el hecho de que los colores no habían cambiado desde su infancia. Se despertó sintiendo que podía hacer cualquier cosa, como si fuera todo poderoso. Los sentimientos era familiares para Issam; el sexo siempre lo dejaba con esta sensación de saciedad absoluta. Pero el buen sexo era aún mejor.Y la noche anterior había sido uno de los mejores de su vida.Una roca pareció atravesarlo, golpeando su pecho. Por que no acababa de acostarse con una mujer hermosa cualquiera, una mujer al azar, una fan de la realeza, o una amante dispuesta a pasar una noche en la cama del jeque.Se había acostado con la prometida de Samir. Había tomado la virginidad de
Zaria había dormido hasta tarde y se despertó hambrienta. Sentada en la cama, su cabello negro inconscientemente revuelto sobre su rostro, la sabana abrochada bajo sus brazos, firme sobre sus pecho, escudriño la habitación en busca de cualquier señal de Issam.No hubo ninguna.Con un pequeño suspiro de alivio, se envolvió la sabana con más firmeza y salió de la cama, camino lo mejor que pudo con un vestido improvisado hacia la maquina de café. Estaba tibio, presiono el botón para recalentarlo y se dirigió hacia el balcón, atraída por el brillo y el calor del día.La visión de su marido la detuvo por completo.Estaba desnudo de cintura para arriba, su cuerpo musculoso, tan tonificado y fuerte, que ella solo podía mirar. El sol bailaba sobre su piel dorada, mostrando los ángulos y planos de su pecho esculpido. Su corazón se acelero cuando sus ojos se encontraron con los de ella, y no pudo apartar la mirada, incluso cuando su pulso latía con fuerza y su corazón golpeaba contra sus costil
Cabalgo hasta que llego a un trozo de tierra… agua y arboles… Era un oasis… una laguna y una cascada. Una cueva detrás del agua en cascada.Parecía el lugar perfecto para parar. Desmonto el caballo asegurándose de amarrarlo alrededor de una palmera. Zaria no espero, se abrió camino hacia las aguas cristalinas quitándose la ropa en el proceso. Fue felicidad.No le importaba que estuviera rompiendo algunas reglas. Se metió bajo el agua y holgazaneo en la laguna durante mucho tiempo. Su cuerpo amando la frescura. En el momento en que Zaria escucho un ruido, salto y miro a su alrededor vistiéndose a toda prisa. El caballo se había ido.«¿Qué diablos?»—Que estúpida… ¿Cómo voy a volver?Ella estaba varada. Sola en medio de la nada, solo con agua fresca.—Excelente. Simplemente genial.Zaria volvió a sentarse y se golpeó la arena con frustración.«¿Issam enviaría un grupo de búsqueda? ¿Le importaría si quiera?»«Al menos no moriré de sed. Hambre tal vez, pero no sed.»Escucho un ruido y gir
Ella murmuro algo en sueños. Verla dormir era otra cosa. De repente, abrió los ojos como si sintiera que estaba siendo observada. —¡Oh dios mío! Me asustaste. — dijo tocando su corazón dramáticamente — No es agradable que te espíen mientras duerme, ¿sabes? Issam aun no estaba listo para sincerarse con Zaria, el no sabia como decirle que tomaría otra esposa, tan solo en poco mas de un mes de haberse casado. Pero eventualmente tendría que decírselo. El trazo sus labios, realmente no sabia por que lo hizo. Ella también debe haberlo encontrado extraño, dado la naturaleza de su matrimonio. Sus ojos delataban su incertidumbre. El finalmente se alejo de ella y se tumbo boca arriba. Giro la cabeza para mirarla. Preguntándole por que se había escapado de esa manera. —Necesitaba estar sola. — dijo luciendo avergonzada. — Se que no es propio de mí, pero soy un ser humano, ¿sabes? Tengo emociones, y quería estar alejada de todos. — murmuro. El la miro profundamente por un momento, luego vol
Una tarde calurosa estaba sentada lejos de donde estaban entrenando, pero observando desde lejos. Samya había puesto una alfombra para que no se sentara en la hierba arenosa. A Zaria no le importaba, no era una persona frívola. Issam acababa de terminar el entrenamiento y noto que ella estaba sentada mirando. Bebió un poco de agua antes de dirigirse hacia ella. ―Te quemaras aquí ― dijo limpiándose el sudor de la cara con una toalla. Tenia su camiseta envuelta alrededor de su cabeza para protegerla del sol. Miro a su marido pensando en lo sexy que era este hombre. Pertenecía aquí, donde el mundo no se trata solo de como se supone que debes lucir y comportarte. Era un guerrero árabe. ―Estoy bien… ―él se sentó en la alfombra a su lado e instantáneamente Farrah tenia un plato de frutas y un poco de agua para él. Era tratado como lo que era, una realeza. ―Pregunta. ― ella lo miro mientras le daba un gran mordisco a la manzana roja. El levanto una ceja hacia ella. ― ¿Pregunta? ― resp
Según las tradiciones, ella, había sido depilada con cera, y sus dedos se deslizaron sobre la carne de su feminidad, separando sus labios mientras su otra mano continuaba apretando su pezón. El rozo su coño hasta que encontró el sensible grupo de nervios en su clítoris y se movió más rápido, y ahora su lengua azoto su cuello y ella gimió, su cuerpo temblando por una razón completamente diferente. El placer creció dentro de ella como una especie de ola; una ola que nunca había surfeado y sin embargo no le importaba su falta de experiencia, la estaba agarrando y arrastrando a la superficie, por lo que no podía respirar, no podía hablar. Ella inclino la cabeza hacia atrás y ahora sus dientes cortaron la piel de su cuello, lo suficiente como para hacerla gritar y luego estaba chupando, mientras sus dedos estiraban su pezón una y otra vez. Su otra mano la subía más y más, ella estaba en ese momento, incoherente y completamente entregada a él, tal como lo había prometido en la ceremonia.