Cabalgo hasta que llego a un trozo de tierra… agua y arboles… Era un oasis… una laguna y una cascada. Una cueva detrás del agua en cascada.Parecía el lugar perfecto para parar. Desmonto el caballo asegurándose de amarrarlo alrededor de una palmera. Zaria no espero, se abrió camino hacia las aguas cristalinas quitándose la ropa en el proceso. Fue felicidad.No le importaba que estuviera rompiendo algunas reglas. Se metió bajo el agua y holgazaneo en la laguna durante mucho tiempo. Su cuerpo amando la frescura. En el momento en que Zaria escucho un ruido, salto y miro a su alrededor vistiéndose a toda prisa. El caballo se había ido.«¿Qué diablos?»—Que estúpida… ¿Cómo voy a volver?Ella estaba varada. Sola en medio de la nada, solo con agua fresca.—Excelente. Simplemente genial.Zaria volvió a sentarse y se golpeó la arena con frustración.«¿Issam enviaría un grupo de búsqueda? ¿Le importaría si quiera?»«Al menos no moriré de sed. Hambre tal vez, pero no sed.»Escucho un ruido y gir
Ella murmuro algo en sueños. Verla dormir era otra cosa. De repente, abrió los ojos como si sintiera que estaba siendo observada. —¡Oh dios mío! Me asustaste. — dijo tocando su corazón dramáticamente — No es agradable que te espíen mientras duerme, ¿sabes? Issam aun no estaba listo para sincerarse con Zaria, el no sabia como decirle que tomaría otra esposa, tan solo en poco mas de un mes de haberse casado. Pero eventualmente tendría que decírselo. El trazo sus labios, realmente no sabia por que lo hizo. Ella también debe haberlo encontrado extraño, dado la naturaleza de su matrimonio. Sus ojos delataban su incertidumbre. El finalmente se alejo de ella y se tumbo boca arriba. Giro la cabeza para mirarla. Preguntándole por que se había escapado de esa manera. —Necesitaba estar sola. — dijo luciendo avergonzada. — Se que no es propio de mí, pero soy un ser humano, ¿sabes? Tengo emociones, y quería estar alejada de todos. — murmuro. El la miro profundamente por un momento, luego vol
Una tarde calurosa estaba sentada lejos de donde estaban entrenando, pero observando desde lejos. Samya había puesto una alfombra para que no se sentara en la hierba arenosa. A Zaria no le importaba, no era una persona frívola. Issam acababa de terminar el entrenamiento y noto que ella estaba sentada mirando. Bebió un poco de agua antes de dirigirse hacia ella. ―Te quemaras aquí ― dijo limpiándose el sudor de la cara con una toalla. Tenia su camiseta envuelta alrededor de su cabeza para protegerla del sol. Miro a su marido pensando en lo sexy que era este hombre. Pertenecía aquí, donde el mundo no se trata solo de como se supone que debes lucir y comportarte. Era un guerrero árabe. ―Estoy bien… ―él se sentó en la alfombra a su lado e instantáneamente Farrah tenia un plato de frutas y un poco de agua para él. Era tratado como lo que era, una realeza. ―Pregunta. ― ella lo miro mientras le daba un gran mordisco a la manzana roja. El levanto una ceja hacia ella. ― ¿Pregunta? ― resp
Según las tradiciones, ella, había sido depilada con cera, y sus dedos se deslizaron sobre la carne de su feminidad, separando sus labios mientras su otra mano continuaba apretando su pezón. El rozo su coño hasta que encontró el sensible grupo de nervios en su clítoris y se movió más rápido, y ahora su lengua azoto su cuello y ella gimió, su cuerpo temblando por una razón completamente diferente. El placer creció dentro de ella como una especie de ola; una ola que nunca había surfeado y sin embargo no le importaba su falta de experiencia, la estaba agarrando y arrastrando a la superficie, por lo que no podía respirar, no podía hablar. Ella inclino la cabeza hacia atrás y ahora sus dientes cortaron la piel de su cuello, lo suficiente como para hacerla gritar y luego estaba chupando, mientras sus dedos estiraban su pezón una y otra vez. Su otra mano la subía más y más, ella estaba en ese momento, incoherente y completamente entregada a él, tal como lo había prometido en la ceremonia.
Debajo de esa apariencia inocente, la fría aversión con la que ella siempre lo había tratado, y el a ella, había una gata salvaje, una mujer impulsada por la locura y el deseo. Levanto las manos, agarrando su cabello, tirando de su cabeza hacia abajo al mismo tiempo que la levantaba, besándola con fuerza, sus labios casi castigando los de ella, y luego se incorporó por completo, impulsándose hacia ella, apretando su cuerpo contra el suyo, besándola, su lengua en duelo con la de ella antes de caer sobre sus pechos, mordiendo un pezón primero antes de pasar al otro, sus dedos levantándolo y moviéndolo, rodándolo entre su índice y pulgar mientras su polla se hundía en ella una y otra vez. Ella gemía en su regazo, con la cabeza echada hacia atrás, los ojos mirando al cielo y dejando al descubierto su hermoso cuello. Su mirada la persiguió de lado, hacia donde ella había hecho que su carne mostrara un circulo rosa pálido, y una oleada de poder y deseo lo atravesó. ―Por favor ― gimió ella
Su cuerpo parecía amar la atención que le estaba dando. El, la giro para que ahora estuviera plana sobre su espalda y se movió hacia abajo por su cuerpo. Quito todo lo que se interpuso en su camino dejando su coño expuesto para él. Ella empuño las sábanas cuando su lengua, probo su dulzura. Se moría por hacer eso, por saborear su esencia. Zaria gimió cuando el comenzó a succionar su clítoris suavemente. Issam uso sus dedos para acariciarla mientras lamia y jugueteaba con su dulce protuberancia. Ella volvió a gemir y él sonrió para sí mismo. Su esposa estaba demostrando ser una cosita sexy. Se encontró lamiendo su feminidad absorbiéndolo todo. Tenia tantas ganas de estar dentro de ella, pero su sabor era tan dulce. Le encantaba lo tímida que se volvía. A pesar de que tenían sexo todos los días desde que se casaron, ella todavía era tímida. Issam sintió que las piernas de ella se tensaban alrededor de su cabeza y supo que se venía. Él le permitió alcanzar su placer sin detenerse hast
Cabalgaría durante la noche. A su equipo de seguridad no le gustaría, pero a Issam le importaba poco eso. ……………………………………………………….. Zaria sonreía mientras observaba a los niños, su frivolidad y su risa transcendían la geografía y la cultura. Estos niños, jugando en el patio de su escuela, le recordaban completamente a ella y a su hermana cuando eran niñas. Corrieron de un lado a otro del espacio, sacudiendo el agua de la fuente y riéndose cuando las gotas caían sobre sus uniformes. Era un día de un calor abrasador, bastante insoportable. Deseo por un momento, poder olvidar el hecho de que estaba en una visita oficial, para lanzar el nuevo laboratorio de tecnología de esta escuela administrada por el gobierno, olvidar el hecho de que había fotógrafos alineados de periódicos internacionales, listos para capturar cada uno de sus momentos. Deseaba poder olvidarse de que era la jequesa Zaria y unirse a la guerra de agua, zambullirse y refrescarse. Sin embargo, a pesar del calor del día,
Su mano se curvo alrededor de su cabeza mojada, sus dedos se extendieron por su cuero cabelludo, tirando un poco hacia atrás, inclinándola para permitir el máximo acceso a su boca. Ella gimió, un sonido que se curvo a través de su garganta. Llevaba demasiada ropa. Sus manos encontraron su camisa y tiraron de ella, pero el negó con la cabeza, sus ojos tenían una advertencia. ―Debo ducharme ―había renuencia en las palabras. Renuencia y frustración. Sintió la prueba de su deseo, duro contra su vientre. ― ¿Ducharte? ―la insinuación de un retraso no fue bien recibida. Ella lo refuto al instante. ―Dúchate más tarde. El gimió y ella sintió su desesperación y si, miedo, porque él también estaba tan impulsado por este deseo como ella, tan prisionero del cómo lo había estado cualquier cosa en la vida. ―He estado cabalgando durante casi veinte horas ―dijo, sacudiendo la cabeza ―Necesito ducharme y dormir… ―Pero viniste a verme ― dijo deliberadamente, sus manos metiéndose dentro de su camis