Sasha le dijo a su mejor amiga que iba a salir con Damián para buscar a esa chica que él tanto quería a su lado. Por algún motivo, ella deseaba ver a Harry una última vez, verle la cara a ese sujeto que tanto daño le hizo y matar de paso al supuesto policía, ese que lo ayudó.
Damián se veía como un hombre y alfa que buscaba a su mujer, por lo que pudo ver en la oficina de este, se dio cuenta de que esa humana era sumamente importante para él.
— Es aquí —dijo Sasha, señalando la bodega.
— ¿Por qué será que no me sorprende de Harry? —expresó, con ironía, al ver el lugar.
— Esa es la puerta que nunca está cu
Charlotte sonrió por un recuerdo, fue el primer castigo que Damián le dio por hacerle un favor, que resultó ser placentero para ambos.— Parece que lo que recordaste te encantó —dijo Sasha, tocando su brazo—. ¿Todo bien?— Sí. Ese fue uno de los mejores recuerdos de mi vida —murmuró—. Quiero ver a mi alfa, es lo único bueno que me queda en esta vida, y también a mi hijo…— Mierda, escóndete —mandó Sasha, empujándola hacia la columna para taparlas a ambas.— Ya estoy en el pasillo, y no la veo por ningún lado —habló por el radio.— Pues búscala bien, e
Michael se trepó sobre el cuerpo de su padre en cuanto le dieron el alta ese mismo día. Damián era un alfa que sanaba rápido. No como ella que tuvo durar un buen tiempo en el hospital por culpa de todas sus heridas, ninguno de los dos se despegó del alfa durante todo el camino a la casa, tenían prohibido irse de su lado y por más que él les decía que estaba bien, ellos lo cuidaban como si fuera un niño pequeño.— Es que no sirves como alfa, tenemos que ponerte un chip de rastreo para que no te vayas nunca de la casa —dijo Michael, tomando su mano—. Mira que estás chiquito, tenemos que cuidarte muy bien ahora que estás aquí, porque tienes que darme un hermanito.— ¿Qué tengo que darte qué? —preguntó Dami&aacu
3 años después. Damián caminaba de un lado a otro en la pequeña habitación, mientras escuchaba a James decirle que todo estará bien, que no se preocupara por nada. Hasta que sintió su mejilla arder de una manera muy dolorosa y miró a su amigo. — Gracias, tío James —dijo Michael, cruzando los brazos en su pecho—. Ya pareces una gelatina. — Ya me tenías desesperado —bajó la mano y Damián suspiró. — Estoy bastante nervioso en este momento, siento que algo va a pasar. Siento que Charlotte me va a decir que no, porque ya me estoy poniendo viejo —comenzó, a llorar en el hombro de su amigo—. Hasta mi hijo me odia. —Es que no has parado de estar de ese modo desde que llegamos, papá —dijo su hijo poniendo los ojos en blanco—. Mejor me voy a molestar al abuelo. — Ella no te va a decir que no, aunque solamente te faltan algunos meses para cumplir los treinta y nueve, ella te ama demasiado. Si se pudo enamorar de ti en menos de un mes, eso quiere decir que no te va a decir que no —explicó J
Damián miraba desde la distancia como su hijo se encontraba jugando con su nueva niñera, la humana que estaba haciendo que un sinfín de cosas llegaran a su mente. Nunca se mostró como un hombre que dejaba que sus emociones salieran con facilidad, siempre recto y las cosas debían hacerse a su manera. Sin embargo, esa chica que se encontraba ahí, estaba haciendo las cosas muy difíciles para su gusto.Era hermosa, de buen corazón, pero tenía serios problemas con el dinero que él estaba dispuesto a solucionar siempre y cuando ella se lo pidiera; le iba a proponer algo que no podía negar.Tenía poco tiempo de trabajar para él como niñera de su pequeño. Sin embargo, en esos momentos ella se notaba muy a gusto con su hijo, ese pequeño demonio que en más de una ocasión se quedó sin niñeras, por el simple hecho de que no quería a nadie más que no fuera esa humana de ojos marrones.— Buenos días, señor Walter —saludó Charlotte—. No tenía idea de que había llegado a casa. ¿Está todo bien?— Sí,
Estaba tan sumida en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que había llegado hace un rato a la universidad, donde había varios grupos de personas y en donde distinguió el suyo de inmediato. Como siempre, iba con la cabeza agachada para que nadie la viera a los ojos y también para no salir corriendo. Algunas miradas se posaron en ella, ya que era la nueva entre todos los demás. Aunque, algunos no poseían la belleza que tenía con solo tener diecinueve años y más aún la actitud sumisa que tenía con tan solo mirarla por unos pocos segundos. Charlotte fue de inmediato a la dirección para buscar el horario de clases que se le asignaría en ese semestre en la universidad. La secretaria no era del todo amigable con ella, por lo que optó por solamente decir buenos días y pedir su horario para no salir corriendo. Miró su horario, al mismo tiempo que iba mirando las puertas con los números en ellas para saber la sección y el aula que le tocaba, un suspiro salió de sus labios cuando d
Y como Nadia había dicho, ambas tenían algunas de las asignaturas juntas, a excepción de las materias de la carrera a la cual eran totalmente diferentes. Después de tomar algunas clases juntas, ambas estaban caminando. Pero Charlotte podía sentir en cada cierto tiempo varias miradas sobre ella, pero cada vez que se daba la vuelta no podía divisar a nadie por la multitud de personas en los pasillos y Nadia se dio cuenta de eso. — ¿Oye que tienes? Estás pálida —le preguntó Nadia tocando su hombro. — No es nada —negó—. Es solo que sentía que alguien me vigilaba, pero no estoy segura — comenzó a caminar hacia la salida. — Es solamente tu imaginación —comentó caminando, junto con ella. — Sí, de seguro es eso. Cambiando de tema, ¿Quieres ir a mi dormitorio a investigar sobre Damián Walter? — Sí, vamos —asintió Nadia siguiéndola. Para Charlotte y Nadia fue una gran sorpresa que sus dormitorios estuvieran uno al lado del otro, así que no tendrían que estar caminando mucho cuando necesit
Se despidió de Nadia con un ademán de manos cuando llegó a su parada correspondiente. Entró a lo que parecía ser la recepción, todo era tan lindo que parecía que si tocaba algo pudiera romperlo. Caminó hacia lo que parecía ser la recepcionista del lugar.— Buenas tardes, señorita —dijo con una pequeña sonrisa en sus labios, tratando de que sus nervios no salieran tan a flote.— Buenas tardes, joven. ¿En qué puedo ayudarle? —preguntó la otra humana también con una sonrisa.— Soy Charlotte Adams —se presentó—. Vengo a realizarle una entrevista al señor Walter por parte de la universidad de Doncaster.— Oh, ya veo. Déjame ver si él está disponible ahora —comentó ella y marcó unos números y comenzó a hablar.Charlotte asintió, y dirigió su mirada hacia toda la recepción, viendo algunas cosas, las cuales llamaron su atención por ser tan jovial.— Señorita —llamó la atención de Charlotte—. La están esperando. La oficina del señor está en el último piso. O sea, el piso cuarenta y cinco. Teng
Cada cierto tiempo miraba de reojo o mejor dicho cuando sentía la mirada curiosa de su acompañante ese día. Llegaron en poco tiempo al restaurante donde fueron atendidos de inmediato por un mesero que los condujo hacia un reservado por órdenes de Damián.Una vez que estuvieron cómodos les fue servido vino tinto y Charlotte se sintió como si fuera una persona importante ese día.— Bueno, señorita Adams, hábleme un poco de su vida —dijo Damián, bebiendo de su copa de vino, y Charlotte negó con la cabeza.— No sé qué decirle. No me gusta hablar de mí —mordió su labio, otra vez ese día.— Señorita Adams, le sugiero que deje de morderse el labio o me veré en la obligación de hacer cosas de la que no me voy a arrepentir después —ordenó un tanto serio, y ella suelta su labio de forma inmediata—. Ya que no quiere decirme nada de su vida, hay que comenzar la entrevista —ordenó con voz, dura e intimidante.Después de unos cuantos intentos fallidos en tratar de calmar sus nervios, suspiró.— Bie