Sasha estaba en la sala con su mejor amiga viendo un programa, mientras se hacían bromas sin sentido alguno entre ambas. Los padres de la chica no estaban en casa, ya que tenía que ir a la empresa para asistir a una reunión, pero la casa estaba muy bien custodiada por los guardaespaldas de la misma.El sonido del televisor estaba en segundo plano hasta que vieron lo que estaba pasando.«Interrumpimos este programa para darles una noticia lamentable, hoy ha sido secuestrada nuevamente la novia del gran empresario y dueño de los hoteles Walter: Damián Walter.El responsable del secuestro es nada más que el expresidente y dueño de los antiguos hoteles Baker: Harry Baker, él que todos creíamos muerto hace unos pocos meses. Tal parece que todo se debe a una antigua venganza entre familias.Esta información nos llegó de alguien anónimo que sabe todos los pasos de este señor, pero sobre todo de su mano derecha.Esto es todo lo que tenemos hasta ahora, los mantendremos informados de cada uno
Harry movió el cuello de un lado a otro, lleno de estrés y dolor, algo no andaba bien y lo supo desde qué esa chiquilla se le escapó. Había creado una obsesión tan grande por ella, que no entendía sus razones para tenerla con él, quería poseerla, a tal punto de que nada ni nadie se interpusiera en su camino. Solo que en esos momentos, tenía que terminar con lo que comenzó, y esa persona era Charlotte. Sus hermanos hasta la espalda le dieron en eso, porque según ellos se obsesionó tanto con Damián que perdió el camino de la vida. — Ya es hora de despertar dormilona —dijo una voz muy potente en su oído. Charlotte abrió los ojos con algo de dificultad, pero al fin los abrió. Cuando tuvo una buena visión del lugar en el que estaba se asustó más al ver a Harry con los brazos cruzados acercándose a ella. — Por lo que veo ya sabes que de aquí no te escapas —la tomó del cabello de forma brusca—. Hubiese sido estupendo haberme traído también a Michael, pero contigo está bien por el momento
— ¿Quién eres tú? —preguntó Damián, cuando vio entrar a la única persona que podía ayudarlo a buscar a su chica de ojos marrones.— Soy Sasha Millers, puedo ayudarlos a encontrar a quien buscan —dijo ella, un poco nerviosa.— Siéntate y explícanos, porque vienes hasta aquí y nos dices que puedes ayudarnos —indicó Damián, señalando el asiento que estaba en frente de su escritorio.— Ella tiene el mismo olor que mamá, no me gusta —Michael abrazó a Damián por los hombros.— Yo me retiro —informó Luisanna, saliendo de la oficina.— Bueno… A&
Sasha le dijo a su mejor amiga que iba a salir con Damián para buscar a esa chica que él tanto quería a su lado. Por algún motivo, ella deseaba ver a Harry una última vez, verle la cara a ese sujeto que tanto daño le hizo y matar de paso al supuesto policía, ese que lo ayudó.Damián se veía como un hombre y alfa que buscaba a su mujer, por lo que pudo ver en la oficina de este, se dio cuenta de que esa humana era sumamente importante para él.— Es aquí —dijo Sasha, señalando la bodega.— ¿Por qué será que no me sorprende de Harry? —expresó, con ironía, al ver el lugar.— Esa es la puerta que nunca está cu
Charlotte sonrió por un recuerdo, fue el primer castigo que Damián le dio por hacerle un favor, que resultó ser placentero para ambos.— Parece que lo que recordaste te encantó —dijo Sasha, tocando su brazo—. ¿Todo bien?— Sí. Ese fue uno de los mejores recuerdos de mi vida —murmuró—. Quiero ver a mi alfa, es lo único bueno que me queda en esta vida, y también a mi hijo…— Mierda, escóndete —mandó Sasha, empujándola hacia la columna para taparlas a ambas.— Ya estoy en el pasillo, y no la veo por ningún lado —habló por el radio.— Pues búscala bien, e
Michael se trepó sobre el cuerpo de su padre en cuanto le dieron el alta ese mismo día. Damián era un alfa que sanaba rápido. No como ella que tuvo durar un buen tiempo en el hospital por culpa de todas sus heridas, ninguno de los dos se despegó del alfa durante todo el camino a la casa, tenían prohibido irse de su lado y por más que él les decía que estaba bien, ellos lo cuidaban como si fuera un niño pequeño.— Es que no sirves como alfa, tenemos que ponerte un chip de rastreo para que no te vayas nunca de la casa —dijo Michael, tomando su mano—. Mira que estás chiquito, tenemos que cuidarte muy bien ahora que estás aquí, porque tienes que darme un hermanito.— ¿Qué tengo que darte qué? —preguntó Dami&aacu
3 años después. Damián caminaba de un lado a otro en la pequeña habitación, mientras escuchaba a James decirle que todo estará bien, que no se preocupara por nada. Hasta que sintió su mejilla arder de una manera muy dolorosa y miró a su amigo. — Gracias, tío James —dijo Michael, cruzando los brazos en su pecho—. Ya pareces una gelatina. — Ya me tenías desesperado —bajó la mano y Damián suspiró. — Estoy bastante nervioso en este momento, siento que algo va a pasar. Siento que Charlotte me va a decir que no, porque ya me estoy poniendo viejo —comenzó, a llorar en el hombro de su amigo—. Hasta mi hijo me odia. —Es que no has parado de estar de ese modo desde que llegamos, papá —dijo su hijo poniendo los ojos en blanco—. Mejor me voy a molestar al abuelo. — Ella no te va a decir que no, aunque solamente te faltan algunos meses para cumplir los treinta y nueve, ella te ama demasiado. Si se pudo enamorar de ti en menos de un mes, eso quiere decir que no te va a decir que no —explicó J
Damián miraba desde la distancia como su hijo se encontraba jugando con su nueva niñera, la humana que estaba haciendo que un sinfín de cosas llegaran a su mente. Nunca se mostró como un hombre que dejaba que sus emociones salieran con facilidad, siempre recto y las cosas debían hacerse a su manera. Sin embargo, esa chica que se encontraba ahí, estaba haciendo las cosas muy difíciles para su gusto.Era hermosa, de buen corazón, pero tenía serios problemas con el dinero que él estaba dispuesto a solucionar siempre y cuando ella se lo pidiera; le iba a proponer algo que no podía negar.Tenía poco tiempo de trabajar para él como niñera de su pequeño. Sin embargo, en esos momentos ella se notaba muy a gusto con su hijo, ese pequeño demonio que en más de una ocasión se quedó sin niñeras, por el simple hecho de que no quería a nadie más que no fuera esa humana de ojos marrones.— Buenos días, señor Walter —saludó Charlotte—. No tenía idea de que había llegado a casa. ¿Está todo bien?— Sí,