Se despidió de Nadia con un ademán de manos cuando llegó a su parada correspondiente. Entró a lo que parecía ser la recepción, todo era tan lindo que parecía que si tocaba algo pudiera romperlo. Caminó hacia lo que parecía ser la recepcionista del lugar.
— Buenas tardes, señorita —dijo con una pequeña sonrisa en sus labios, tratando de que sus nervios no salieran tan a flote.
— Buenas tardes, joven. ¿En qué puedo ayudarle? —preguntó la otra humana también con una sonrisa.
— Soy Charlotte Adams —se presentó—. Vengo a realizarle una entrevista al señor Walter por parte de la universidad de Doncaster.
— Oh, ya veo. Déjame ver si él está disponible ahora —comentó ella y marcó unos números y comenzó a hablar.
Charlotte asintió, y dirigió su mirada hacia toda la recepción, viendo algunas cosas, las cuales llamaron su atención por ser tan jovial.
— Señorita —llamó la atención de Charlotte—. La están esperando. La oficina del señor está en el último piso. O sea, el piso cuarenta y cinco. Tenga esto para que la dejen pasar sin ningún inconveniente —le entregó un carnet que decía visitante
— Gracias, eres muy amable —se colocó el carnet en el cuello, y ella sonrió.
Charlotte caminó hacia los elevadores, y marcó el número que la chica le había indicado. Solo esperaba que en ese lugar no fueran tan estrictos, estaba segura de que saldría corriendo desde que alguien le alzara la voz. Llegó al piso correspondiente asombrándose de ver a tantas personas que estaban corriendo por todos lados con documentos en las manos.
— Hola, señorita, soy Charlotte Adams —se presentó a la secretaría, quien la miró de arriba hacia abajo con una ceja levantada.
— Sí, espera un momento. Le diré al señor que llegaste —dijo la humana con indiferencia, en su voz.
Esperó un rato hasta que ella salió, y luego James Mitchel, lo cual le extrañó bastante porque se supone que debería de estar con Nadia en su empresa y no en ese sitio.
— Puedes pasar —informó la secretaria sentándose, en su sitio y ella asintió caminando hacia la puerta de la oficina.
— Suerte con él —expresó James, con un toque de diversión.
Levantó una ceja, pero no dijo nada porque se había pedido entre las personas hasta llegar al elevador. Eso fue extraño.
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Damián estaba hablando con James sobre algunas cosas que debían hacer para mejorar ambas empresas con su unión, por lo que no estaban seguros de sí era buena idea o no. Desde hace años que Damián y James eran amigos, y socios en el ámbito laboral y profesional, por lo que no era extraño que Damián fuera a la empresa de James y viceversa.
Estaba tan concentrado en una plática trivial que no le prestó atención a la puerta cuando fue tocada varias veces, hasta que Damián puso los ojos en blanco y decidió hablar.
— Pasa —ordenó su amigo.
— Señor, lo busca una joven llamada Charlotte Adams. Viene de la universidad de Doncaster para hacerle una entrevista —informó, y él suspiró, pasando una de sus manos por el rostro.
— Bien. Dile que pase —respondió formal, y ella asintió.
— Bueno, mi querido amigo, creo que yo también me voy —dijo James, parándose de la silla.
— Nos vemos luego —le dio un abrazo amistoso.
— Hasta luego y no asustes a la chica con tu mal carácter —bromeó, y Damián lo miró, mal—. Ya, ya, sabes que es broma —se defendió.
— Nos vemos luego.
Después de que James salió entró Charlotte y casi tiene un orgasmo visual al ver a semejante chica. Tenía el cabello largo aún lado con un flequillo cayéndole y tapándole uno de sus ojos, sus labios eran tan carnosos y sus ojos eran de un color miel demasiado hermoso y tenían un cuerpo que cualquiera pudiera desear.
— Hola, señor Walter —saludó la humana extendiendo su mano, y él aceptó gustoso.
— ¿Cómo está, Joven? Tome asiento —ordenó, señalando la silla donde estaba sentado James anteriormente, y Charlotte hace lo pedido por él de forma tímida, y eso fue lo primero que impresionó a Damián al verla entrar.
— Si d-desea puede ll-llamarme por mi nombre, s-señor Walter —la pobre humana mordió su labio de manera nerviosa y trató de esquivar la mirada del alfa a toda costa, pero eso sería poco profesional de su parte.
— Pues, está bien, ¿a qué debo su visita? —preguntó apoyando sus manos sobre el escritorio y buscando la mirada de la humana como si fuera lo más importante en su vida.
— Vengo para hacerle una pequeña entrevista —ella de manera nerviosa comenzó a con sus dedos, aun sin verlo a los ojos y mordiéndose el labio.
— Oye, deja tus nervios, así no podrás hacerme la entrevista —dijo un poco severo, logrando que Charlotte asintiera—, pero debes dejar de jugar con tus dedos y de morderte el labio, por favor —Charlotte lo mira por unos breves segundos y hace lo pedido por él.
— Bien —Charlotte respiró hondo—. Como ya sabe. La profesora de literatura uno. Nos pidió que hiciéramos una pequeña entrevista sobre la vida de los empresarios que nos aportan donaciones a los chicos de bajos recursos para estudiar en una universidad como la de Doncaster. No sé qué tiene que ver la literatura con esto —lo miró con ojitos de borrego y Damián se preguntó si los estaba utilizando para conseguir lo que quería, porque estaba funcionando.
— Para eso creo que están las redes sociales y diferentes páginas en el internet —frunció el ceño.
— Pero ella nos mandó aquí —ella se mordió el labio.
<<Respira, Damián, es únicamente una chica la cual se muerde el labio y se lo quieres morder>> pensó Damián.
— ¿Ya comiste algo? —preguntó aclarándose, la garganta. Ella levanta la vista y niega—. ¿Apetece acompañarme a comer?
— Considero que eso no será posible, señor —vuelve a jugar con sus dedos.
— ¿Por qué no? —no ocultó su interés por la humana.
— Porque solamente vine para hacerle una entrevista y ya eso sería abusar de su amabilidad —otra vez se mordió el labio.
— Pero deseo invitarla a comer y no me gusta que me nieguen las cosas —dijo con voz dominante, y ella asiente como todo una sumisa.
Salieron de la oficina sin decir algo más, Damián notó que Charlotte caminaba a una distancia prudente detrás de él con la cabeza agachada, por lo que se preguntó si ella anteriormente había estado en el estilo de vida de sumisa y dominante.
— Clara, voy a salir a comer. Cancela todas las reuniones, por hoy —sin más que decir salieron de camino al elevador.
La mujer se le quedó mirando con la mandíbula apretada ¿Cómo esa chica consiguió en menos de una hora lo que ella por años ha tratado de hacer con su jefe?
Por alguna extraña razón Damián la agarró de la cintura y se sintió bien cuando Charlotte le dedicó una mirada tímida y luego bajó la cabeza cuando las puertas del elevador se abrieron. En todo el camino hacia el auto del alfa no quitó su brazo del cuerpo de Charlotte y se sintió bien al estar de esa forma con él.
Le abrió la puerta del carro escuchando unas gracias. Después entró él y comenzó a conducir hacia el restaurante en el cual siempre comía a la hora de la comida o desayuno.
Cada cierto tiempo miraba de reojo o mejor dicho cuando sentía la mirada curiosa de su acompañante ese día. Llegaron en poco tiempo al restaurante donde fueron atendidos de inmediato por un mesero que los condujo hacia un reservado por órdenes de Damián.Una vez que estuvieron cómodos les fue servido vino tinto y Charlotte se sintió como si fuera una persona importante ese día.— Bueno, señorita Adams, hábleme un poco de su vida —dijo Damián, bebiendo de su copa de vino, y Charlotte negó con la cabeza.— No sé qué decirle. No me gusta hablar de mí —mordió su labio, otra vez ese día.— Señorita Adams, le sugiero que deje de morderse el labio o me veré en la obligación de hacer cosas de la que no me voy a arrepentir después —ordenó un tanto serio, y ella suelta su labio de forma inmediata—. Ya que no quiere decirme nada de su vida, hay que comenzar la entrevista —ordenó con voz, dura e intimidante.Después de unos cuantos intentos fallidos en tratar de calmar sus nervios, suspiró.— Bie
Charlotte estaba totalmente frustrada por no encontrar su grabadora por ningún lado en su habitación. La había buscado por cielo, mar y tierra, literalmente. — Hola, querida amiga —saludó Nadia, entrando a la habitación como si fuese la suya. — ¿No te enseñaron a tocar? —preguntó frustrada. — Oye, no te desquites tu enojo conmigo —contestó Nadia sentándose en la cama. — Perdón —se disculpó—. Es que perdí mi grabadora en el carro del señor Walter —se acostó en la cama, con mucha frustración. — Oh —Nadia se sintió mal por lo que le pasó a Charlotte—. Mañana puedes ir de todas formas, porque no tienes clases ni yo tampoco —le sonrió, tratando de que se le quitara un poco la tensión que tenía. — Sí, tienes razón ¿Cómo te fue con Mitchel? — Me fue bien. Lo único malo es que tuve que esperarlo por casi una hora, hasta que llegará —hizo una mueca. — Sí, lo vi en la oficina del señor Walter. — Me trató superbién, me llevó a comer a su casa y es gigantesca —la humana abrió los brazos.
El desayuno llegó después de unos incómodos quince minutos, Damián no paraba de mirarla y ella no dudó en sacar su viejo celular y pretender que jugaba en él.— Buen provecho —sonrió, y Charlotte hizo lo mismo.— Igual —comenzó a comer.— ¿Por qué no me quiso hablar de su vida ayer? —preguntó el alfa y Charlotte se atragantó con la tostada.— Porque no es algo que le interese —respondió mordiéndose el labio.— Pero no entiendo por qué no, lo que hablemos no saldrá de aquí.— Bueno, eso espero — suspiró—. Vengo de un pueblo pequeño. En mi último año en el instituto que estudiaba antes me hacían acoso escolar por ser una “cerebrito”, mi padre siempre ha estado conmigo desde que mi madre nos abandonó. Yo apenas tenía tres años, no la odio —desvié la mirada por un momento—. Mi padre siempre ha trabajado duro para mantenernos y poder mandarme aquí a estudiar, cuando vi la oportunidad de una beca lejos de casa, la acepte de una vez y aquí me tiene.— Eso es increíble lo que me has contado.
Una Charlotte destrozada, su padre, su amigo de toda la vida en una cama de hospital. Ella no sabe qué hacer. La cuenta del hospital es alta y no tiene dinero para pagar la cirugía de su padre.No tiene la más remota idea de donde sacara todo ese dinero, pero de algo estaba segura, que ayudaría a su padre a salir de esa, aunque sea lo último que haga en la vida.Su estado de ánimo decayó durante el tiempo en el cual estuvo sentada en la sala de espera. Cada persona que pasaba por esos rumbos se daba cuenta de que esa chica no tendría las cosas fáciles.Cada cierto tiempo se secaba las lágrimas que caían por sus mejillas, pero estas volvían a salir como agua en un río. Su celular hizo el típico sonido de una llamada entrante. — Hola —limpió las lágrimas de sus mejillas o al menos lo intentó,— Charlotte, amiga, soy Nadia. ¿Cómo estás? —preguntó Nadia del otro lado de la línea.— Estoy más o menos, no sé qué hacer, la cuenta del hospital es alta y no tengo el dinero para pagar nada y s
El teléfono que le dio no parece de una oficina, mejor dicho parece de su teléfono personal. Al tercer tono contestó.— ¿Hola? ¿Con quién hablo?— Señor Walter, soy Charlotte Adams —anunció, limpiando sus lágrimas.— Sí, Charlotte, ¿qué deseas? —contestó, interesado.— Acepto su propuesta para hacer la niñera de su hijo —Damián no pudo evitar sonreír.— ¿Y qué te hizo cambiar de opinión tan rápido? —cuestionó, recostándose en su escritorio.— Necesito dinero para algo —se recostó.— ¿Y para qué lo necesitas? ¿Si se puede saber? —preguntó curioso.— Estoy en el hospital… —intentó responder, y Damián no esperó a que ella terminara de hablar.— ¿Qué tienes? ¿Estás mal? ¿Qué te pasó? —indagó, rápidamente.— No, yo no tengo nada. Estoy aquí porque mi padre está hospitalizado en el hospital central de Doncaster —murmuró llorando nuevamente.— ¿Qué es exactamente lo que tiene tu padre? — Tiene un tumor cerebral, tiene que ser operado esta misma semana, por eso es que lo estoy llamando a ust
Charlotte estaba sumamente nerviosa, ese día iría a la oficina del señor Walter después de que saliera de la universidad. Al fin ella había aceptado ser la niñera de su hijo hasta que uno de los dos se cansará del otro. Estaba que se comía las uñas después de que había firmado el contrato. Ya las clases habían pasado, ella y Nadia estaban en su dormitorio, para verificar lo que Charlotte había firmado.— Bien, según esto, lo que has subrayado —tomó la hoja entre sus manos—. Debes estar muy al pendiente del niño, nada de andar mirando a otro lado. Si algo le pasa a Michael tendrás que ir a la cárcel por incumplir el contrato— enumeró Nadia, riéndose de lo último que escribió su amiga.&m
Llegaron a lo que parecía ser la casa del alfa, y a duras penas ella podía con su corazón palpitante, no entendía del todo que estaba sucediendo con ella. Sin embargo, quería estar con ese hombre a como diera lugar. Damián se notaba que era uno de esos alfas dominantes que con solo mirarte, ya te tenía a sus pies, ella estaba segura de que caería por él.— Mi hijo se encuentra con su nana temporal —informó el alfa, mirándola—. Quiero que estés consciente de que posiblemente se asuste o no quiera verte, pero es un buen chico y tú debes estar muy al pendiente de él desde ahora. ¿Estamos?— Sí, supongo que es momento de conocerlo más a fondo a su pequeño retoño —sonrió nerviosa—. No pude agr
Charlotte se quedó mirando un momento las hojas que tenía en frente, luego a la profesora sin entender del todo que se suponía que debía estar haciendo. Sin embargo, ya estaba lista para irse a su dormitorio, cambiarse de ropa e ir a buscar al pequeño ser que ahora le decía mamá.No iba a mentir al decir que estaba emocionada, tendría que trabajar dé a gratis por culpa de lo que le pasó a su padre antes.El señor Walter era un hombre hermoso, y aunque no había tantas fotos de él con su hijo en los medios, entendía sus razones.— Estás perdida en tu mundo —dijo su amiga chasqueando los dedos—. ¿Qué es lo que pasa contigo?— N