Cada cierto tiempo miraba de reojo o mejor dicho cuando sentía la mirada curiosa de su acompañante ese día. Llegaron en poco tiempo al restaurante donde fueron atendidos de inmediato por un mesero que los condujo hacia un reservado por órdenes de Damián.
Una vez que estuvieron cómodos les fue servido vino tinto y Charlotte se sintió como si fuera una persona importante ese día.
— Bueno, señorita Adams, hábleme un poco de su vida —dijo Damián, bebiendo de su copa de vino, y Charlotte negó con la cabeza.
— No sé qué decirle. No me gusta hablar de mí —mordió su labio, otra vez ese día.
— Señorita Adams, le sugiero que deje de morderse el labio o me veré en la obligación de hacer cosas de la que no me voy a arrepentir después —ordenó un tanto serio, y ella suelta su labio de forma inmediata—. Ya que no quiere decirme nada de su vida, hay que comenzar la entrevista —ordenó con voz, dura e intimidante.
Después de unos cuantos intentos fallidos en tratar de calmar sus nervios, suspiró.
— Bien —ella gimoteó—. ¿Cómo hizo para convertirse en uno de los empresarios más codiciados de todo el mundo?
— Pues no hice absolutamente nada, las personas me consideran así por el simple hecho de ser una persona dura con mis empleados y por rechazar muchas propuestas íntimas de personas que se acercan a mí —dijo, como si hablara del clima.
— O sea, ¿Usted no está interesado en nadie en estos momentos, señor Walter? —preguntó mordiéndose el labio.
Damián, al ver lo que Charlotte había hecho otra vez, le envió una de sus tantas miradas para que dejara de morderse el labio de esa forma y Charlotte no pudo evitar sonrojarse.
— Yo en ningún momento he dicho que no esté interesado en nadie, yo solo le dije que he rechazado muchas propuestas.
— Según lo que estuve investigando de usted, se dice que se le ha visto con diferentes personas en las reuniones que ha ido ¿Qué tiene que decir sobre eso? —la humana se apoyó en la mesa.
— Pues, no me gusta ir únicamente a las reuniones —respondió sin importancia alguna.
— ¿Ninguna de esas personas con la se le ha visto significan algo para usted?
— Pues hasta ahora ninguna. Como le dije anteriormente, ninguno de ellos significan algo para mí — se acercó más a ella, y la humana se alejó de su alcance.
— Así que… ¿Usted ha tenido algún contacto con ellos? ¿Usted ha tenido relaciones íntimas tanto con mujeres y hombres? —bebió de su vino.
— Señorita, soy abiertamente bisexual —respondió simple, y Charlotte se atraganta con el vino, eso la tomó desprevenida.
— Cambiemos de tema —sus mejillas tenían ese rojo carmesí una vez más y Damián se lo encontró demasiado hermoso como para que alguien lo tuviese—. ¿Cómo construyó su primer hotel? —preguntó enseguida.
— Pues fácil. Tenía una pequeña herencia la cual mi abuela dejó a mi nombre antes de morir y con eso fundé mi primer hotel aquí mismo en Doncaster.
— Aquí dice, que usted tiene un hijo. ¿Es cierto?
— Sí —respondió con naturalidad—. Michael es su nombre, no me gusta hablar de él por cuestiones personales.
Después de eso ella siguió haciéndome más preguntas acerca de mi vida.
— Bien, señor Walter, eso es todo —apagó la grabadora—. Muchas gracias.
— No es nada, Charlotte —le guiñó un ojo—. Si eso es todo, creo que es hora de pedir la comida —informó, y Charlotte asintió feliz.
Mientras la miraba comer en silencio, ella miró a su alrededor del lugar de donde estaban en ese lugar era donde se encontraba un dominante y su sumiso. El sumiso estaba en el piso con la posición de reposo.
— Señor Walter, ¿Por qué ese señor está sentado en el piso? — preguntó, con curiosidad, limpiándose los labios.
— Charlotte, ¿Has escuchado hablar del BDSM? —asiente—. Ellos están haciendo eso.
— Ah, ¿Por qué él tiene un collar en el cuello? —preguntó.
— A lo mejor es su sumiso permanente o porque quiere que sepan que es sumiso y que nadie lo puede tocar —respondió y ella muerde su labio—. ¿Qué te dije acerca de morderte el labio?
— Qué no me lo muerda. Lo siento, señor —la pobre humana bajó la mirada.
— Si te lo vuelves a morder me veré obligado a hacer algo, que estoy seguro de que no me voy a arrepentir —tomó de su copa de vino.
— ¿Qué cosas, señor Walter? —preguntó nerviosa.
— Cosas que a mí me hará sentir bien, hacértelas y a ti van a fascinarte.
— Señor Walter, perdón por la pregunta ¿Usted está en este tipo de prácticas?
— ¿Por qué preguntas eso? —frunció el ceño.
— Porque una persona que sepa para qué se utiliza ese collar en el cuello debe de estar muy involucrada en ello.
— Eso no interesa ahora, Señorita Adams —Charlotte hace un puchero, en verdad desea saber la respuesta a eso, pero Damián no se la dará tan fácil—. ¿Ya terminó de comer?
— Sí, señor Walter —dijo mordiéndose el labio, nuevamente.
— Adams —dijo el alfa en forma de regaño, ella me miró confundida, pero después entendió lo que le estaba tratando de decir.
— Lo siento.
— Aquí está su cuenta, señor —dijo el mesero. Dejó la cantidad de dinero que dice la carta y una propina considerable.
— Nos vamos — le tendió la mano y ella la tomó. Se coloca su mochila en su hombro.
Salieron del restaurante con algunas miradas conocidas para Damián, sobre ellos. Mientras que Charlotte estaba tan sumida en sus pensamientos.
— ¿Dónde te llevo? —preguntó encendiendo el auto.
— ¿Me puede llevar a la universidad? —preguntó un poco tímida—. Allá es que me estoy quedando.
— Si, no te preocupes —respondió comenzando a conducir.
En poco tiempo habían llegado a la universidad y Charlotte de inmediato se bajó.
— Gracias por traerme —agradeció apoyándose en la puerta del copiloto.
— No es nada, espero que esta comida se repita —respondió, con una sonrisa, seductora.
— Yo también, señor Walter. Nos vemos —despidiéndose.
Llegó a la empresa y justamente cuando se iba a bajar vio algo en el piso del coche. Charlotte sin querer había dejado caer la grabadora.
Con una estúpida sonrisa fue en busca de su hijo a la escuela, puesto que era la hora de salida de este. Llegó y lo que le dijo primero lo dejó atónito.
— Papá —Michael besó su mejilla—. Necesito una mamá.
— ¿Por qué me estás diciendo ese tipo de cosas ahora? ¿Qué pasó? —se detuvo cerca de su auto para inspeccionar el rostro de su hijo, ya que estaba muy rojo y parecía ser que había estado llorando.
— Todos se burlan de mí por qué no tengo mamá —el pequeño sollozó—. Dicen que no soy un alfa completo por esa razón y no es cierto.
— ¿Y si te digo que ya tengo a tu mamá?
— ¿De verdad?
— Sí, solo que tienes que esperarte un poco, porque ella todavía no lo sabe.
Charlotte estaba totalmente frustrada por no encontrar su grabadora por ningún lado en su habitación. La había buscado por cielo, mar y tierra, literalmente. — Hola, querida amiga —saludó Nadia, entrando a la habitación como si fuese la suya. — ¿No te enseñaron a tocar? —preguntó frustrada. — Oye, no te desquites tu enojo conmigo —contestó Nadia sentándose en la cama. — Perdón —se disculpó—. Es que perdí mi grabadora en el carro del señor Walter —se acostó en la cama, con mucha frustración. — Oh —Nadia se sintió mal por lo que le pasó a Charlotte—. Mañana puedes ir de todas formas, porque no tienes clases ni yo tampoco —le sonrió, tratando de que se le quitara un poco la tensión que tenía. — Sí, tienes razón ¿Cómo te fue con Mitchel? — Me fue bien. Lo único malo es que tuve que esperarlo por casi una hora, hasta que llegará —hizo una mueca. — Sí, lo vi en la oficina del señor Walter. — Me trató superbién, me llevó a comer a su casa y es gigantesca —la humana abrió los brazos.
El desayuno llegó después de unos incómodos quince minutos, Damián no paraba de mirarla y ella no dudó en sacar su viejo celular y pretender que jugaba en él.— Buen provecho —sonrió, y Charlotte hizo lo mismo.— Igual —comenzó a comer.— ¿Por qué no me quiso hablar de su vida ayer? —preguntó el alfa y Charlotte se atragantó con la tostada.— Porque no es algo que le interese —respondió mordiéndose el labio.— Pero no entiendo por qué no, lo que hablemos no saldrá de aquí.— Bueno, eso espero — suspiró—. Vengo de un pueblo pequeño. En mi último año en el instituto que estudiaba antes me hacían acoso escolar por ser una “cerebrito”, mi padre siempre ha estado conmigo desde que mi madre nos abandonó. Yo apenas tenía tres años, no la odio —desvié la mirada por un momento—. Mi padre siempre ha trabajado duro para mantenernos y poder mandarme aquí a estudiar, cuando vi la oportunidad de una beca lejos de casa, la acepte de una vez y aquí me tiene.— Eso es increíble lo que me has contado.
Una Charlotte destrozada, su padre, su amigo de toda la vida en una cama de hospital. Ella no sabe qué hacer. La cuenta del hospital es alta y no tiene dinero para pagar la cirugía de su padre.No tiene la más remota idea de donde sacara todo ese dinero, pero de algo estaba segura, que ayudaría a su padre a salir de esa, aunque sea lo último que haga en la vida.Su estado de ánimo decayó durante el tiempo en el cual estuvo sentada en la sala de espera. Cada persona que pasaba por esos rumbos se daba cuenta de que esa chica no tendría las cosas fáciles.Cada cierto tiempo se secaba las lágrimas que caían por sus mejillas, pero estas volvían a salir como agua en un río. Su celular hizo el típico sonido de una llamada entrante. — Hola —limpió las lágrimas de sus mejillas o al menos lo intentó,— Charlotte, amiga, soy Nadia. ¿Cómo estás? —preguntó Nadia del otro lado de la línea.— Estoy más o menos, no sé qué hacer, la cuenta del hospital es alta y no tengo el dinero para pagar nada y s
El teléfono que le dio no parece de una oficina, mejor dicho parece de su teléfono personal. Al tercer tono contestó.— ¿Hola? ¿Con quién hablo?— Señor Walter, soy Charlotte Adams —anunció, limpiando sus lágrimas.— Sí, Charlotte, ¿qué deseas? —contestó, interesado.— Acepto su propuesta para hacer la niñera de su hijo —Damián no pudo evitar sonreír.— ¿Y qué te hizo cambiar de opinión tan rápido? —cuestionó, recostándose en su escritorio.— Necesito dinero para algo —se recostó.— ¿Y para qué lo necesitas? ¿Si se puede saber? —preguntó curioso.— Estoy en el hospital… —intentó responder, y Damián no esperó a que ella terminara de hablar.— ¿Qué tienes? ¿Estás mal? ¿Qué te pasó? —indagó, rápidamente.— No, yo no tengo nada. Estoy aquí porque mi padre está hospitalizado en el hospital central de Doncaster —murmuró llorando nuevamente.— ¿Qué es exactamente lo que tiene tu padre? — Tiene un tumor cerebral, tiene que ser operado esta misma semana, por eso es que lo estoy llamando a ust
Charlotte estaba sumamente nerviosa, ese día iría a la oficina del señor Walter después de que saliera de la universidad. Al fin ella había aceptado ser la niñera de su hijo hasta que uno de los dos se cansará del otro. Estaba que se comía las uñas después de que había firmado el contrato. Ya las clases habían pasado, ella y Nadia estaban en su dormitorio, para verificar lo que Charlotte había firmado.— Bien, según esto, lo que has subrayado —tomó la hoja entre sus manos—. Debes estar muy al pendiente del niño, nada de andar mirando a otro lado. Si algo le pasa a Michael tendrás que ir a la cárcel por incumplir el contrato— enumeró Nadia, riéndose de lo último que escribió su amiga.&m
Llegaron a lo que parecía ser la casa del alfa, y a duras penas ella podía con su corazón palpitante, no entendía del todo que estaba sucediendo con ella. Sin embargo, quería estar con ese hombre a como diera lugar. Damián se notaba que era uno de esos alfas dominantes que con solo mirarte, ya te tenía a sus pies, ella estaba segura de que caería por él.— Mi hijo se encuentra con su nana temporal —informó el alfa, mirándola—. Quiero que estés consciente de que posiblemente se asuste o no quiera verte, pero es un buen chico y tú debes estar muy al pendiente de él desde ahora. ¿Estamos?— Sí, supongo que es momento de conocerlo más a fondo a su pequeño retoño —sonrió nerviosa—. No pude agr
Charlotte se quedó mirando un momento las hojas que tenía en frente, luego a la profesora sin entender del todo que se suponía que debía estar haciendo. Sin embargo, ya estaba lista para irse a su dormitorio, cambiarse de ropa e ir a buscar al pequeño ser que ahora le decía mamá.No iba a mentir al decir que estaba emocionada, tendría que trabajar dé a gratis por culpa de lo que le pasó a su padre antes.El señor Walter era un hombre hermoso, y aunque no había tantas fotos de él con su hijo en los medios, entendía sus razones.— Estás perdida en tu mundo —dijo su amiga chasqueando los dedos—. ¿Qué es lo que pasa contigo?— N
Damián miraba a su hijo postrarse más apegado a esa humana. Ni con sus otras niñeras era de ese modo, antes le decía que los humanos eran asquerosos por su olor, en cambio, con esa chica todo era diferente, hasta la amaba y le decía mamá.Charlotte era su mate, su lobo se lo estaba reprochando y más porque no estaba dando todo de él para acercarla y decirle todo. Ella era joven, hace poco salió de una situación y él se aprovechó de eso para supuestamente pagarle la operación a su padre.— No tenía idea de que te pasarías viendo las cámaras de tu casa —dijo su amigo sentándose a su lado—. ¿Te gusta tanto esa chica?— No, las humanas no son lo mío —respondi&