Inicio / Romántica / La niñera de un Yakuza / capítulo 2. Yo tampoco.
capítulo 2. Yo tampoco.

—Vigílala, cualquier cosa sospechosa ya sabes que hacer— ordenó Hiro mientras miraba a la chica que veía todo a su alrededor. 

—Si señor.

Neri estaba asombrada, ¿Cuántas personas vivían en aquel lugar?, ¿Y por que entrenaban como si fueran ninjas?. Mientras que Hiro no pensaba que la chica fuera una amenaza, pero tampoco confiaba en ella, Hiro no confiaba en nadie.

—Mi nombre es Yamato Tadama.

Neri se giró y sonrió ante el hombre que tenia un rostro un poco apagado. —Mucho gusto, esta casa es asombrosa—Comentó ella con amabilidad. 

—Sígueme, voy a presentarte a Aiko.

—Aiko—Murmuró Neri, era un lindo nombre, miró una ultima vez al señor Okada quien solo asintió al hacer contacto visual con ella, se apresuró a seguir a Yamato al sentirse tan intimidada y decidió mantener su distancia del señor Hiro.

Entraron a la casa y subieron a un segundo piso, la casa era espectacular, había algunas mujeres que limpiaban todo como robots programados sin voltear a ver a nadie, aunque en realidad aquellas mujeres no tenían permitido mirar a nadie directo a los ojos, pues eso solo era una falta de respeto, y ellas no querían ser irrespetuosas con los hombres que rondaban el lugar.

Llegaron hasta una puerta con unos bonitos dibujos coloridos adornándola.

Yamato abrió, y dentro había una pequeña niña, tan hermosa que Neri se llevo las manos al corazón, tenia unas colitas adornadas con un moño naranja, unas mejillas regordetas y unos ojos rasgados muy hermosos, estaba sentada en una alfombra esponjosa, jugando sola con dos muñecas despeinadas.

—Aiko, ella es Neri, será tu niñera.

Neri se sorprendió de que aquel hombre no le estuviera hablando en japonés, eso era un alivio para ella, pues no entendía ni un poco el idioma.

—Quiero a mi papá— dijo la pequeña mientras hacía un puchero.

Yamato miró a Neri. —Es toda tuya.

—Claro—dijo Neri un poco sorprendida, pues creyó que solo iba por la entrevista, no sabía que ya empezaba a trabajar, no le habían dicho sus honorarios, ni los días que iba a cuidar a la pequeña Aiko.

No importaba, dio unos pasos dentro de la habitación y se sentó junto a la niña.—¿Puedo jugar contigo?.

Aiko no respondió, solo se quedo ahí mirando sus muñecas.

Neri supo que no iba a ser fácil ganarse a esa niña*, pero nada era imposible. —Tengo algo aquí— Dijo ella y buscó algo dentro de su mochila, sacó una paleta de cereza y se la mostró a Aiko.

—Mi papá no me deja comer dulces.

—Mmm, puede ser nuestro secreto—Susurró Neri.

Aiko miró hacía la puerta y Nery siguió su mirada, ahí había un hombre viéndolas, ¿Las estaban vigilando?.

—No quiero— dijo Aiko y siguió jugando sola.

Neri entendió, así que guardó aquella paleta en su lugar. —Tengo otra cosa—informó Neri y volvió a buscar dentro de su mochila, sacó un libro de colorear y unas crayolas muy bonitas.

Eso llamó la atención de Aiko.

—Te lo presto, si me dejas colorear contigo.

La niña sonrió y asintió, había dado en el clavo, colorearon, y luego jugaron con aquellas muñecas, Neri se dio cuenta de que Aiko tenia muchos juguetes costosos, pero nada de eso llamaba la atención de la niña*, tenia un televisor enorme, una Tablet que aun estaba dentro de su empaque y un teléfono mas costoso que el suyo. Era evidente que su padre no conocía los gustos de su hija, Aiko era de gustos simples, pintar, jugar con dos muñecas viejas, o entretenerse inclusive con un pedazo de hilo que volaba cuando lo soplaba.

Neri también se dio cuenta de que la niña* era mantenida en su habitación, como una prisionera, pues la comida se la llevaban a su recámara y durante todo el día que estuvo con ella, jamás la vio salir a jugar al patio, o pasear por la enorme propiedad, Aiko tenia que ir al preescolar, pero en lugar de eso, un Tutor venía a darle clases privadas.

Aquel Tutor al igual que Neri, era vigilado por uno de esos hombres en traje negro, en ningún momento se quedaban solos con la niña*.

Y mientras Aiko hacia una actividad, Neri tuvo tiempo de platicar con el Tutor.

—Israel. 

—Neri.

Se presentaron ambos.

—Mucho gusto.

Israel no parecía querer platicar mucho, y Neri tampoco, pues el ambiente siempre estaba pesado por la mirada del vigilante.

Cuando Israel se fue, los deberes de Neri continuaron, miró a Aiko comer y por ultimo, miró a una de las empleadas luchar con la pequeña a la hora del baño.

—¡No quiero!...¡Waaaa!, ¡No quiero!...

—Déjala, yo voy a hacerlo—Dijo Neri al ver que Aiko gritaba mientras que la empleada se veía frustrada por meterla a bañar.

Para la sorpresa de Neri, Aiko se abrazó de sus piernas mientras que lloraba con fuerza. Por más que trató de calmarla, no pudo lograrlo, Aiko lloró durante todo el baño, hasta que salió, mientras que Neri la cambiaba, el vigilante les daba la espalda, era el único momento en que tuvieron privacidad.

—Señor. 

Neri miró en dirección a la puerta y solo miró al vigilante hacer una reverencia.

—¡Papá!—Gritó la pequeña Aiko y corrió aun sin camisa al encuentro de su padre.

El señor Hiro entró con su rostro sin expresiones, pero al ver a su hija correr hacia su encuentro, él no dudó en sonreír.

—¿Cómo te portaste?—preguntó él mientras la levantaba del suelo.

—Bien.

—¿Bien?, ¿Estas segura?.

—Si papá, lo prometo.

—¿Hiciste tu tarea?.

—Si.

—¿La niñera se portó bien contigo?.

—Si papá. 

—Muy bien, es hora de dormir. 

—Papá ¿Mañana podemos ir al parque a jugar?.

—No puedo, tengo cosas que hacer, tengo que trabajar. 

—Yo puedo llevarla — dijo Neri sin pensar.

Eso hizo que Hiro la mirara, ella se encogió en hombros y no pudo sostenerle la mirada. 

—Si usted nos da permiso claro.

—¡Si papá, por favor!.

—Esta bien, solo un rato. Cuando termines te veo en el despacho.

Neri alzó la vista y sintió un calor atroz invadirla, la mirada de Hiro Okada eran como dos flechas clavándose en su piel.

Dolía y no entendía, ¿Por qué?.

Lo miró marcharse y terminó de cambiar a Aiko, la metió en la cama, la arropó, le contó un cuento y la dejó dormir, cerró la puerta cuando salió y miró a aquel hombre que no se movió de aquel lugar ni un segundo.

Caminó escaleras abajo y ahí se encontró con una mujer que cerraba la puerta de la entrada principal.

—Disculpe, ¿Dónde esta el despacho del señor Hiro?.

—Es por ese pasillo, antes de llegar a la puerta trasera.

—Gracias.

La mujer asintió y continuó haciendo sus cosas.

Neri caminó con lentitud, hasta que llegó al despacho, tocó a la puerta y una voz firme se escuchó.

—Pasa.

Ella se acomodó el cabello y entró, Hiro estaba sentado en un sofá, fumando y con un trago de licor sobre una mesa de cristal frente a él, tenia algo, que lo hacía ver tan despreocupado, pero intimidante, ¿Sus tatuajes?, no, ¿Su mirada?, un poco, aunque tal vez era su forma de hablar y de moverse.

—¿Tomas?—Preguntó él mientras miraba a la chica que se veía un poco cohibida. 

—No—Respondió Neri nerviosa, estar sola con aquel caballero le resultaba incómodo. 

—¿Fumas?.

—No.

Hiro la miraba con atención, cada detalle, ella era atractiva hasta cierto punto, demasiado recatada para su gusto, pero bonita a fin de cuentas.

—¿Qué te pareció mi hija?.

—Es una niña* muy linda.

—Necesito que la cuides, todo el día. 

—Lo siento, no puedo hacer eso, yo estudio y te…

—Muy bien, hagamos algo, saliendo de la Universidad, vienes aquí, tendrás comida, mientras mi hija hace sus actividades puedes hacer tus tareas, o mientras la cuidas, mientras que no la pierdas de vista, esta bien.

—Si, pero es que tengo deberes y…

—Se que trabajas en una tienda, te pagaré el doble, deja ese trabajo, te necesito aquí, cuidando a mi hija.

Neri se quedo un poco sorprendida, ¿Cómo sabía que trabajaba en una tienda?, su propuesta era buena, tentadora, ella odiaba su trabajo en aquella tienda, soportar a los clientes prepotentes no era lo suyo. —Esta bien.

—Una cosa, no indagues en donde no debes, puedes encontrar cosas desagradables, ¿Entendido?, y algo más, no vayas al ala oeste de la casa, ni tú, ni mucho menos Aiko.

Ella solo asintió sin entender nada.

—Bien, un chofer te llevará a tu casa.

—Gracias.

—Buenas noches.

—¿Disculpe?— dijo ella.

Hiro la miró y ella se ruborizó por esa mirada.

—Dime.

—Los fines de semana no puedo cuidar de Aiko, solo entre semana.

—¿Por qué?—Preguntó Hiro mientras se ponía de pie.

Ella retrocedió.

—Es que soy voluntaria en…

—Un refugio de animales—Terminó él por ella. 

—Si…¿Co-como lo sabe?.

Hiro sonrió. —¿Tu dejarías entrar a tu casa a alguien a quien no conoces?.

Ella negó. 

—Pues yo tampoco

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo