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capítulo 3. Pandilleros.

Neri solo trataba de no volverse líquido frente al señor Hiro, él en verdad la hacía transpirar, sonrió un poco fuera de si y miró la puerta que conducía a la salida.

—Es…es tarde…yo…

—No me tengas miedo, no voy acerté nada…aún.

Los ojos de Neri se abrieron ante la sonrisa perversa de Hiro, abrió su boca, pero nada salió de ella.

—¿Tienes novio?.

Irrelevante, aquella pregunta, echa por aquel hombre, era irrelevante y de algún modo, ella se sentía…halagada y al mismo tiempo asustada. 

—Si— respondió con rapidez.

Hiro caminó hasta ella y se detuvo a solo unos centímetros, la miró directamente sin siquiera disimular un poco, miró sus ojos, su nariz, sus labios, todo lo que ella poseía, y en sus labios se marcó una sonrisa perfecta.

—Cuídate, te veo mañana— dijo el señor Okada mientras pasaba a su lado y salía de aquel lugar.

Neri sintió dolor en el pecho, había estado conteniendo el aire y sintió un alivio atroz cuando pudo volver a respirar con normalidad.

Parecía que él solo se divertía, a él le divertía verla tan nerviosa.

………

—Aterrador.

—¿Qué?.

—El señor Okada, el padre de Aiko, es aterrador.

Lissette, la amiga de Neri arrugó la cara y la miró extrañada. —¿Okada?, ¿Aiko?.

—Japoneses.

—A, ya veo, pero ¿Te hizo algo o que?.

—No, nada de eso, fue amable, pero en su casa había muchos tipos con trajes negros* y todos parecían…matones, en el patio estaban entrenando artes marciales, y en la habitación de su hija siempre había un guardia mirándonos.

—Pues no lo se, tal vez todos son familia.

—No…sabes— dijo Nery mientras se quedaba pensando. —Todos parecían como…de una organización.

Lissette abrió la boca y la golpeo en el hombro. —¿Pandilleros?.

—No, más que eso…— Neri tenia la palabra en sus pensamientos, pero se sentía ridícula pronunciándola.

—¡Neri Walsh!.

Las dos alzaron la vista y Neri se puso de pie al ver a uno de sus maestros. —Dígame.

—¿Puedes venir un momento por favor?.

Ella asintió y se puso de pie, aquel profesor la llevó hasta la oficina del director, y al entrar Neri se quedo un poco confundida al ver a dos hombres en traje.

—Neri, pasa— dijo el director con mucha seriedad. 

La chica entró y todos la miraron.

—Déjame presentarme, soy el agente Tamen, trabajo en la Interpol.

Neri entonces entendió que algo grave iba a pasar y que ella estaba involucrada, ¿Por qué otra razón la buscarían?.

—¿Nos regalas cinco minutos de tu tiempo?.

—Claro.

Los tres se fueron a un aula vacía, solo los dos hombres en traje negro y ella, uno de los hombres hizo una inspección rápida al lugar y asintió.

—¿Cómo es que llegaste a la casa de Hiro Okada?—Preguntó uno de los agentes.

—P-pues…soy niñera.

—Si, ¿Pero como te conectaste hasta ellos?.

El corazón de Neri latía con rapidez, algo le decía que no debía de abrir la boca. 

—Ellos me llamaron, alguien les dio mi número, pero no pregunté quien, cuido niños y…

—No nos mientas Neri.

—¿Por qué les interesa saber?.

—No podemos darte detalles por ahora, solo nos pareció algo curioso, ningún extranjero es bienvenido en esa casa.

—Puedo preguntarle al señor Okada quien le dio mi numero.

—No hace falta, no les digas que vinimos a verte o te meterás en problemas.

—¿Problemas?.

—Verás, Hiro Okada, es un hombre muy peligroso, así que cuídate de él, y si es posible renuncia a ser su niñera. Eso era todo, ya te puedes ir.

Neri asintió y salió de aquel aula.

—¿Qué te pareció?—preguntó uno de los agentes mientras miraba la puerta cerrada.

—Ella no sabe nada, no hay nada que la una a ellos.

—¿No crees que pueda ayudarnos?.

—Primero hay que ver de que lado está, tal vez ni siquiera regrese a trabajar para él, hay que darnos prisa antes de que se vayan, si regresan a Japón estarán resguardados.

—No es tan fácil.

—No, pero tampoco es imposible. 

Mientras tanto Neri regresó a su clases sin decir pio, lo que fuera que estuviera pasando, ella no quería involucrarse, así que esa tarde no fue a trabajar, decidió que no quería meterse en problemas, Aiko era una niña* muy tierna y lo sentía por ella, pero estaba segura de que iban a buscar a alguien mas para cuidarla.

Esa noche mientras estaba lista para irse a dormir, escuchó que alguien golpeo la puerta de su pequeño departamento, arrugó la cara y miró la hora, casi iban a dar las doce, volvieron a golpear a su puerta y ella decidió acercarse.

—¿Quién?—preguntó ella mientras sujetaba el gas pimienta que sacó de su bolso.

—Traigo un paquete para la señorita Neri Walsh.

—Déjelo ahí afuera.

—Tiene que firmarme de recibido, por favor, ya es tarde y quiero ir a casa.

Ella frunció el ceño y abrió la puerta, había un repartidor ahí afuera así que ella respiró tranquila.

—Gracias Hugo, ya puedes irte.

Su tranquilidad duró poco, sus ojos se abrieron como plato al ver al señor Hiro. Respiró con rapidez y sujetó con fuerza el gas pimienta. 

Él no venía solo, Yamato venia con él y algunos otros hombres que se quedaron afuera, mientras que Hiro entró y cerró la puerta detrás de él.

—¿Qué hace aquí?—preguntó ella muy asustada.

—No te presentaste hoy a trabajar— dijo Hiro mientras se mantenía calmado. —Aiko estuvo llorando mucho, creí que dijiste que eras una chica responsable, ¿Eres mentirosa?.

—No…e-es que….me…me sentía mal.

Hiro observaba todo a su alrededor. —No me mientas, ya vine hasta aquí.

Neri se armó de valor y se enderezó. —No quiero problemas.

—Tú ahora eres un problema, yo tampoco quiero problemas, y ¿Sabes que es lo que yo hago con mis problemas?, me deshago de ellos.

—¿Eso que quiere decir?, ¿Esta amenazándome?.

—¿Amenazándote?, no, creí haberte dicho que no indagaras donde no debías.

—Bueno señor, creo que es obvio que renuncio, asi que mejor ya váyase— dijo Neri con firmeza mientras que sus piernas temblaban sin control.

Hiro sonrió. —Antes de irme, voy a ocuparme de ti.

Neri no lo pensó mas y rocío aquel gas pimienta sobre los ojos de Hiro, aquello mas que salvarla, había sido un gran error y pronto iba a darse cuenta de eso.

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