Hiro Okada se había criado en las calles de Japón, su padre había abandonado a su madre y su madre tuvo que dedicarse al trabajo para sacar a Hiro y a su hermano adelante, su hermano Kai era tan solo un año menor que Hiro, ambos eran muy unidos, y mientras que Hiro era inteligente y mas calmado, Kai era despistado y rebelde.Ambos se quedaban todo el día en casa solos, eso los hizo volverse independientes, ellos se cocinaban, lavaban su ropa, limpiaban su hogar. Hiro iba a la escuela y Kai prefería faltar a clases y divertirse en las calles.
Kai era el dolor de cabeza de su madre, y con el tiempo ambos crecieron teniendo personalidades totalmente opuestas, pero aun así tenían esa amistad que los hacía inseparables, tenían amigos en común, y empezaron a juntarse con los amigos equivocados, al paso del tiempo, Hiro decidió que no quería esa vida, quería tener una carrera, sacar a su madre adelante y darle la vida que merecía, mientras que Kai se la pasaba de fiesta en fiesta rodeándose de más gente mala sin preocuparse mucho por su futuro.Una tarde mientras Hiro volvía de la universidad, se topó con una escena que lo congeló por completo, dos sujetos tenían acorralado a su hermano Kai, pero no solo eso, le apuntaban con un arma, Kai miró a Hiro y negó, eso hizo que Hiro se escondiera detrás de un árbol, estaba consiente de que su hermano, no era la mejor persona del mundo y no quería dejarlo solo, pero el miedo se apoderó de él.—Te lo advertimos.—Voy a pagar.—Ya nos cobramos, ya no hace falta que te esfuerces.Hiro presenció cuando le dispararon a su hermano menor, se quedo en shock mientras esos dos pandilleros huían, tardó en reaccionar y cuando por fin lo hizo, corrió hasta su hermano, pero era tarde, había muerto al instante.Llamó a la policía y corrió a buscar a su madre a su departamento, al entrar a su casa se topó con una escena aun peor, habían destrozado su departamento, y su madre estaba tirada en el suelo inconsciente.Había sido una horrible noche para Hiro, el forense dijo que su madre falleció debido a un ataque cardiaco, le habían arrebatado todo.Hiro Okada, dejó la universidad y se dedicó a buscar a los culpables, su venganza era mucha y necesitaba saciarla un poco, fue con todos sus conocidos de las calles, muy pocos sabían la verdad, pero Hiro no se dio por vencido, se peleo con muchos, terminó con los puños rotos y un ojo hinchado, pero al final de mes, tenia dos nombres, fue tras ellos y cobró su venganza, solo que un pequeño detalle se escapó de él, había matado al hijo de un mafioso.Cuando encontraron a Hiro lo llevaron ante su líder.—Me quitaste a mi hijo.—Él me quitó a mi madre y a mi hermano, estamos a mano.—No, no lo estamos.Como castigo golpearon a Hiro y lo dejaron casi muerto, lo tiraron en un basurero y su suerte fue tanta, que esa misma noche se llevó a cabo una compra y venta de armas, fue encontrado por un miembro* de una organización, y se le dio una oportunidad.Lo curaron y lo entrenaron, tres años le tomó aprender que la vida no era justa, a menos a que aprendas a jugar.—¿Por qué me ayudaste?—preguntó Hiro sin entender del todo su suerte.—Por que los perros rescatados de una muerte segura, son mas leales.Aquella respuesta le hizo ver su verdad, él no valía nada, solo era una mascota para la organización, un perro que solo seguía órdenes, él no quería eso, él no iba seguir las órdenes de nadie, así que tenía que hacerse valer, fue así como se esforzó en llamar la atención de los grandes, hizo cosas impensables, sus manos estaban manchadas de sangre, pero eso lo llevó a la cima, y tras la muerte de su líder, él tomó el cargo de la organización, pero necesitaba más, fue así como con el paso del tiempo se apoderó de media ciudad, las calles eran de él, se volvió un empresario, se juntó con la gente correcta y pronto se hizo conocer, todos le eran leales, todos querían trabajar para él, Hiro Okada renació de las cenizas y no iba a parar hasta ver el mundo arder.Él siempre quiso ir por el camino del bien, pero todo lo empujaba hacia otro lado, así que decidió dejar de pelear contra eso, y si no podía ser bueno, todo lo que le quedaba era ser malo, pero no cualquier malo, él quería ser el mejor.Se enamoró de una mujer, la cual no toleró su vida, y huyó dejando algo muy preciado para él, jamás conoció el amor verdadero, hasta que Aiko llegó. A esa pequeña niña* no le importaba quien era Hiro Okada, ella siempre corría a sus brazos y lo miraba de esa forma, lo miraba con amor.Y ahora aquí estaba, frente a esa chica, ¿Por qué?, ¿Por qué había venido?.Cerró los ojos cuando fue rociado por aquel gas. Ardía, ardía como el carajo, pero él solo se quedo quieto, no quería tallarse y empeorarlo más, su garganta picaba, su piel ardía, esa chica había sido tan tonta, no sabía con quien se había metido.Neri temblaba por el miedo, miró que aquel hombre solo mantenía los ojos cerrados y se preguntó si sería necesario romperle un jarrón en la cabeza, solo había un pequeño detalle, Neri no tenia jarrones.—U-usted se lo buscó, ahora váyase o llamaré a la policía—Amenazó ella con la voz temblorosa.Hiro sonrió, aquella situación le pareció graciosa, nunca antes lo habían rociado con gas pimienta, lo habían apuñalado, le habían fracturado huesos a golpes, le habían disparado, pero gas pimienta, eso nunca lo vio venir.Esa chica debía de estarse orinando del miedo. Él trató de abrir los ojos, pero eso dolió, como pudo, salió de aquel departamento y Yamato solo lo miró un poco extrañado.—¿Qué ocurrió?.—Tráiganla—ordenó Hiro sin ver. —Denme agua.Uno de sus hombres se apresuró a entrar a la casa, Neri apuntaba su gas, miró a ese hombre entrar y hurgar en su refrigerador, lo miró sacar una botella de agua y luego miró a dos hombres mas entrar, ella trató de defenderse, pero fue inútil, la sujetaron y sometieron sin problemas.Mientras tanto Hiro se enjuagaba a conciencia, empezó a reír como loco y negó.Neri tenia la boca amordazada, cuando la sacaron de su departamento, lo miró directo a los ojos y él la señaló.—Niña*, te acabas de meter con un Yakuza, y eso te va a salir muy caro.Los que iban con él se rieron y en un dos por tres, todos se dirigieron a los autos.Neri estaba asustada, ¿Qué había dicho él?, ¿Un Yakuza?.Ella había investigado un poco y recordó todo lo que encontró.Extorción, narcotráfico, blanqueo de capitales, prostitución, apuestas ilegales, corrupción, trafico de armas, trata de personas.Un Yakuza solo era el término para catalogarlos, las organizaciones tenían su propio nombre, su propio líder, y había una que era la mas temida, Neri solo miraba con horror al hombre que subía a lado de ella.—Aquí tiene señor.Alguien le dio un pañuelo a Hiro y este se limpió la cara. Miró a la asustada chica y recordó su adolescencia, Hiro se había enamorado de una chica extranjera cuando estudió en la universidad, amor que se había frustrado debido a todos los acontecimientos de su vida, Neri le recordaba a esa chica, no estaba muy seguro de que estaba haciendo, lo único que tenia claro, eran sus ganas de estar a solas con ella.—Yamato, prepara todo, regresamos a Japón.—Como ordene señor.—Reserva un lugar más, llevaremos una invitada— dijo él mientras tenia la vista clavada en Neri.—Si señor.La mirada de Neri estaba puesta en aquel caballero que se echaba unas gotas en los ojos. La habían llevado a aquella enorme mansión, pero esta vez no fue para cuidar de Aiko, esta vez había sido llevada por la mera diversión de Hiro.—Hay tres cosas que odio con todo mi ser—dijo él mientras cerraba y abría los ojos.—No me importa.—La primera, son los soplones, la segunda…—He dicho que no me importa, ¿Cree que quiero que me involucren con un pandillero como usted, ¿No esta ya un poco grande para andar en una pandilla?.Hiro soltó una carcajada y se sentó en un sillón, mientras que Neri estaba sentada en la cama, con las manos y los pies amarrados.—¿Pandillero?, me han llamado de muchas formas, pero pandillero…me ofendes, ¿Por qué dices que no quieres que te relacionen conmigo?.Neri desvió la mirada y negó. —No voy a decir nada.—¿Estas segura de eso?, hace rato te veías muy asustada, pero ahora, creo que tienes mucha confianza en que no voy hacerte nada.—Si va a hacer algo, hágalo
Al llegar a Japón, todo era tan diferente, la gente, el aire, los aromas, las calles. Neri no quería demostrarlo, pero estaba fascinada, aunque este viaje fue inesperado y no deseado, no podía evitar sentir cierta emoción.Por otro lado, Aiko estaba despierta y de mal humor, era pequeña y aún no entendía el por que de las cosas, así que sin más, empezó a llorar por comida, aun tenían que conducir para llegar a la casa de Hiro, así que el auto en el que iban se detuvo en un restaurante de lujo, pero Aiko se negó a bajar, pegaba de gritos y se negaba a comer algo de aquel elegante lugar, Hiro estaba empezando a sentirse frustrado.Neri tuvo que intervenir. —Aiko, ¿Quieres que papá te haga de comer?.La niña limpió sus lagrimas y dejó de gritar, un poco de cariño, eso era todo lo que Aiko quería, así que asintió ante aquella idea.—Señor no tenemos tiempo es…—¿No puede tomarse ni siquiera una hora?—preguntó Neri sin entender ¿Que podía ser más urgente que su propia hija?.—Has tiempo—o
*Neri*.Delicioso, todo se veía delicioso, el señor Hiro nos mandó llamar a mí y a la pequeña Aiko, y al llegar al comedor yo no podía creerlo.Había visto esos dramas de televisión, donde sirven muchos platillos a la hora de comer y creí que solo exageraban, pero ahora frente a mi había muchos platillos, miré a ese hombre y me pareció…tierno.Usaba un mandil blanco y se lavaba las manos. Asombroso. Se había convertido en un amo de casa y le quedaba bien.—¡Arroz, arroz, arroz!.Aiko cantaba emocionada.Yo miré lo feliz que estaba y sonreí, ¿Dónde estaba la madre?, tal vez falleció, era una posibilidad, de lo contrario el señor Hiro no hubiera sido tan descarado, a pesar de parecer un matón, se veía correcto, alguien fiel.Se quitó el mandil y se sentó en la mesa con ese porte dominante y siniestro, me miró y yo lo miré, parecía un león furioso que solo contenía sus ganas de lanzarse sobre mi y degollarme.—Buen provecho— dijo y tomó unos palillos, yo miré mis palillos y miré que Aik
*Neri*Muchas cosas sobre la primera vez en el mundo del sexo*, las imaginé diferentes.La primera, que sangraría a montones, tanto, que necesitaría ponerme una compresa. Mentira total, solo fue un poco, apenas unas gotas mancharon la colcha y cuando el señor Okada salió del baño me miró detenidamente y dijo: —No mentías, ¿Estás bien?.La segunda, fue que creí que sería sumamente doloroso y poco placentero, dolió solo un poco, al principio, pero después fue muy bueno, era…era como si mi cuerpo estuviera recibiendo una enorme dosis de algo que necesitaba para estar bien.La tercera, creí que esto no era nada si lo hacías con un extraño, mentira total, Hiro Okada había dejado un tatuaje invisible en mi, y ahora lo recordaría por siempre, tal vez fui una fácil por acostarme con él de este modo, una tonta por dejarlo llevarse una parte importante de mi, pero ¿Por qué todo tiene que ser tan correcto?, a veces, lo incorrecto o lo indecente, es lo mas fantástico de la vida.Mientras lo veía
*Neri*—¡Carajo!.Unas garras se encajaron en mi brazo y un gato muy enojado brincó por todo el baño, pero no podía salir, estaba preso conmigo.Me miró con furia y me mostró sus colmillos filosos, el sabía que yo había venido aquí a interrumpir su reinado de gato mal educado y no iba a detenerme.—Mira Ru— dije y lo señalé con mi dedo índice. —Vamos a hacer esto por las buenas o por las malas. —¡Aaaa!— pegué un grito cuando ese gato endemoniado se lanzó sobre mi, sin duda iba a llevarlo al veterinario a que le cortaran esas filosas garras, como pude lo sujeté del lomo y lo sambutí en la tina.Salió del agua y me miró lleno de miedo, lo volví a sambutir una vez mas y entonces lo saqué y lo puse sobre un tapete.Me miró mientras maullaba y agachó sus orejas mientras sus ojos estaban muy abiertos.—Te lo dije, si eres bueno conmigo yo seré buena contigo.En realidad no esperaba que el me entendiera mucho, pero creo que si entendió mis palabras, pues dejó sus garras clavadas en aquel tap
*Neri*Mi respiración agitada hacía que el pecho me doliera, sus ojos clavados en los míos, nunca antes me había sentido así, tan vulnerable, tan frágil como las hojas de una flor, pero al mismo tiempo tan desesperada.—Por favor…— supliqué en un suspiro.Pero él no cedió, sus cálidas manos entraron por debajo de mi blusa y eso me hizo estremecer, me mordí el labio conteniendo un gemido que quería escapar.—Señor Okada…no.Lo miré bajar y cerré los ojos, mi ropa interior se había esfumado por arte de magia, podía sentir sus labios en mi ombligo, bajando cada vez más, estaba por llegar a mi sexo*, era fabuloso, me aferré a la colcha, estaba lista para sentirlo, quería sentirlo.—¡Miiiaaaauuuuu!.Ese sonido me hizo abrir los ojos y ver con brusquedad a mi alrededor.¿Dónde…?.¿Dónde estaba él?.—¡MIIIIAAAUUU!.Miré al gato que estaba en mi habitación mirándome fijamente, estaba enojado, su mirada no reflejaba nada mas que desesperación y enfado.—¿Qué haces aquí Ru?—pregunté un poco dec
*Neri*《¿Cómo se atreve a hacer tal cosa?》, repulsivo, nunca antes me había sentido tan agobiada, yo rogarle por sexo*, por supuesto que no.Él podía tirarse a cualquier mujer que quisiera, no me importaba, ni siquiera lo conocía, pero…¿llamarme mientras cogía?, era ridículo, ¿Acaso estaba enfermo?, tenia que estarlo, sentía algo dentro de mi.Me sentía enojada, humillada, bufé con fuerza y mejor me recosté, todo lo que quería era dormir y no pensar mas en ese hombre tan descarado.A la mañana siguiente…..Sentí una opresión en el pecho, se me dificultó un poco poder respirar, abrí los ojos con lentitud y lo primero que vi, fue a ese gato demente mirándome fijamente.—Bájate Ru—Ordené mientras tallaba mis ojos.—Miiaaauuu.Yo me moví un poco y Ru pegó un salto hasta el suelo, se sentó en sus patas traseras y me observó.—¿Por que no vas y molestas a Kento?, ¿O a cualquier otro mafioso que ande por ahí?, ¿Por qué tienes que venir conmigo?, ¿Y como entraste aquí?.Yo me sentía frustrada
Neri jugaba con Aiko en su habitación, cuando escuchó unas risas en la sala, frunció el ceño y se puso de pie.—Espera aquí Aiko.Aiko asintió y se quedo coloreando, mientras que Neri se aventuró a investigar de donde venían esas risas, llegó hasta las escaleras y bajó con lentitud.Ahí estaba Hiro riendo, junto con dos de sus hombres y dos mujeres asiáticas, que parecían prostitutas.Una de esas mujeres estaba sentada en el regazo de Hiro acariciando su cabello y dejándose manosear por él.¿Cómo podía ser tan descarado?, Neri sintió que algo ardía dentro de ella, no lo pensó mucho y gritó llena de furia.—¡¿Qué cree que hace?!.Todos la miraron. Hiro posó su mirada en ella sin alguna preocupación y sonrió con discreción, ella se veía muy bien, tan bonitamente enojada.—¿Qué cree que hace…acaso se volvió loco?—preguntó ella mientras lo señalaba con su dedo indicé.Los dos hombres que estaban con Hiro solo lo miraron, era sorprendente ver como una mujer joven lo recriminaba.—Me alegra