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capítulo 4. Malas costumbres.

Hiro Okada se había criado en las calles de Japón, su padre había abandonado a su madre y su madre tuvo que dedicarse al trabajo para sacar a Hiro y a su hermano adelante, su hermano Kai era tan solo un año menor que Hiro, ambos eran muy unidos, y mientras que Hiro era inteligente y mas calmado, Kai era despistado y rebelde.Ambos se quedaban todo el día en casa solos, eso los hizo volverse independientes, ellos se cocinaban, lavaban su ropa, limpiaban su hogar. Hiro iba a la escuela y Kai prefería faltar a clases y divertirse en las calles.

Kai era el dolor de cabeza de su madre, y con el tiempo ambos crecieron teniendo personalidades totalmente opuestas, pero aun así tenían esa amistad que los hacía inseparables, tenían amigos en común, y empezaron a juntarse con los amigos equivocados, al paso del tiempo, Hiro decidió que no quería esa vida, quería tener una carrera, sacar a su madre adelante y darle la vida que merecía, mientras que Kai se la pasaba de fiesta en fiesta rodeándose de más gente mala sin preocuparse mucho por su futuro.

Una tarde mientras Hiro volvía de la universidad, se topó con una escena que lo congeló por completo, dos sujetos tenían acorralado a su hermano Kai, pero no solo eso, le apuntaban con un arma, Kai miró a Hiro y negó, eso hizo que Hiro se escondiera detrás de un árbol, estaba consiente de que su hermano, no era la mejor persona del mundo y no quería dejarlo solo, pero el miedo se apoderó de él.

—Te lo advertimos.

—Voy a pagar.

—Ya nos cobramos, ya no hace falta que te esfuerces.

Hiro presenció cuando le dispararon a su hermano menor, se quedo en shock mientras esos dos pandilleros huían, tardó en reaccionar y cuando por fin lo hizo, corrió hasta su hermano, pero era tarde, había muerto al instante.Llamó a la policía y corrió a buscar a su madre a su departamento, al entrar a su casa se topó con una escena aun peor, habían destrozado su departamento, y su madre estaba tirada en el suelo inconsciente.

Había sido una horrible noche para Hiro, el forense dijo que su madre falleció debido a un ataque cardiaco, le habían arrebatado todo.

Hiro Okada, dejó la universidad y se dedicó a buscar a los culpables, su venganza era mucha y necesitaba saciarla un poco, fue con todos sus conocidos de las calles, muy pocos sabían la verdad, pero Hiro no se dio por vencido, se peleo con muchos, terminó con los puños rotos y un ojo hinchado, pero al final de mes, tenia dos nombres, fue tras ellos y cobró su venganza, solo que un pequeño detalle se escapó de él, había matado al hijo de un mafioso.

Cuando encontraron a Hiro lo llevaron ante su líder.

—Me quitaste a mi hijo.

—Él me quitó a mi madre y a mi hermano, estamos a mano.

—No, no lo estamos.

Como castigo golpearon a Hiro y lo dejaron casi muerto, lo tiraron en un basurero y su suerte fue tanta, que esa misma noche se llevó a cabo una compra y venta de armas, fue encontrado por un miembro* de una organización, y se le dio una oportunidad.

Lo curaron y lo entrenaron, tres años le tomó aprender que la vida no era justa, a menos a que aprendas a jugar.

—¿Por qué me ayudaste?—preguntó Hiro sin entender del todo su suerte.

—Por que los perros rescatados de una muerte segura, son mas leales.

Aquella respuesta le hizo ver su verdad, él no valía nada, solo era una mascota para la organización, un perro que solo seguía órdenes, él no quería eso, él no iba seguir las órdenes de nadie, así que tenía que hacerse valer, fue así como se esforzó en llamar la atención de los grandes, hizo cosas impensables, sus manos estaban manchadas de sangre, pero eso lo llevó a la cima, y tras la muerte de su líder, él tomó el cargo de la organización, pero necesitaba más, fue así como con el paso del tiempo se apoderó de media ciudad, las calles eran de él, se volvió un empresario, se juntó con la gente correcta y pronto se hizo conocer, todos le eran leales, todos querían trabajar para él, Hiro Okada renació de las cenizas y no iba a parar hasta ver el mundo arder.

Él siempre quiso ir por el camino del bien, pero todo lo empujaba hacia otro lado, así que decidió dejar de pelear contra eso, y si no podía ser bueno, todo lo que le quedaba era ser malo, pero no cualquier malo, él quería ser el mejor.

Se enamoró de una mujer, la cual no toleró su vida, y huyó dejando algo muy preciado para él, jamás conoció el amor verdadero, hasta que Aiko llegó. A esa pequeña niña* no le importaba quien era Hiro Okada, ella siempre corría a sus brazos y lo miraba de esa forma, lo miraba con amor.

Y ahora aquí estaba, frente a esa chica, ¿Por qué?, ¿Por qué había venido?.

Cerró los ojos cuando fue rociado por aquel gas. Ardía, ardía como el carajo, pero él solo se quedo quieto, no quería tallarse y empeorarlo más, su garganta picaba, su piel ardía, esa chica había sido tan tonta, no sabía con quien se había metido.

Neri temblaba por el miedo, miró que aquel hombre solo mantenía los ojos cerrados y se preguntó si sería necesario romperle un jarrón en la cabeza, solo había un pequeño detalle, Neri no tenia jarrones.

—U-usted se lo buscó, ahora váyase o llamaré a la policía—Amenazó ella con la voz temblorosa.

Hiro sonrió, aquella situación le pareció graciosa, nunca antes lo habían rociado con gas pimienta, lo habían apuñalado, le habían fracturado huesos a golpes, le habían disparado, pero gas pimienta, eso nunca lo vio venir.

Esa chica debía de estarse orinando del miedo. Él trató de abrir los ojos, pero eso dolió, como pudo, salió de aquel departamento y Yamato solo lo miró un poco extrañado.—¿Qué ocurrió?.

—Tráiganla—ordenó Hiro sin ver. —Denme agua.

Uno de sus hombres se apresuró a entrar a la casa, Neri apuntaba su gas, miró a ese hombre entrar y hurgar en su refrigerador, lo miró sacar una botella de agua y luego miró a dos hombres mas entrar, ella trató de defenderse, pero fue inútil, la sujetaron y sometieron sin problemas.

Mientras tanto Hiro se enjuagaba a conciencia, empezó a reír como loco y negó.

Neri tenia la boca amordazada, cuando la sacaron de su departamento, lo miró directo a los ojos y él la señaló.

—Niña*, te acabas de meter con un Yakuza, y eso te va a salir muy caro.

Los que iban con él se rieron y en un dos por tres, todos se dirigieron a los autos.

Neri estaba asustada, ¿Qué había dicho él?, ¿Un Yakuza?.Ella había investigado un poco y recordó todo lo que encontró.

Extorción, narcotráfico, blanqueo de capitales, prostitución, apuestas ilegales, corrupción, trafico de armas, trata de personas.

Un Yakuza solo era el término para catalogarlos, las organizaciones tenían su propio nombre, su propio líder, y había una que era la mas temida, Neri solo miraba con horror al hombre que subía a lado de ella.

—Aquí tiene señor.

Alguien le dio un pañuelo a Hiro y este se limpió la cara. Miró a la asustada chica y recordó su adolescencia, Hiro se había enamorado de una chica extranjera cuando estudió en la universidad, amor que se había frustrado debido a todos los acontecimientos de su vida, Neri le recordaba a esa chica, no estaba muy seguro de que estaba haciendo, lo único que tenia claro, eran sus ganas de estar a solas con ella.

—Yamato, prepara todo, regresamos a Japón.

—Como ordene señor.

—Reserva un lugar más, llevaremos una invitada— dijo él mientras tenia la vista clavada en Neri.

—Si señor.

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