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Entre la vida y la muerte

Mientras Alice lloraba desconsoladamente en la entrada del restaurante, Francesco tardó varios segundos en reaccionar, estaba solo sentado en la mesa donde se enteró de que sería padre y aunque definitivamente no estaba listo para serlo, empezó a sentirse muy mal por cómo la había tratado.

Sintiéndose cómo un verdadero idiota se levantó para buscar a Alice, pero fue en vano, ya ella no estaba, ¿Acaso no podía ser un verdadero hombre y hacerse cargo de su hijo?

Desesperado y sin saber cómo remediar está situación decidió volver al interior del restaurante, le daría algo de tiempo a Alice para que llegara a su casa y luego iría a buscarla para pedirle perdón de rodillas, decirle que sí la amaba con todo su corazón y que su reacción había sido de pánico sin saber el por qué.

Mientras terminaba de tomarse la última copa de vino que le quedaba, no dejaba de pensar en que ella era una mujer increíble y aunque su madre nunca la aprobó a él no le importaba lo que ella pensara. Según Marlene, la madre de Francesco, él debía casarse con una mujer proveniente de una familia poderosa, pero lo que no sabía era que él estaba perdidamente enamorado de Alice y quería quedarse con ella por el resto de su vida, cosa que empezaba a ver difícil luego de su estúpida reacción.

Francesco sabía que había bebido mucho, pero necesitaba conducir hasta la casa de Alice para buscarla, encendió el motor de su auto y con alguna dificultad salió del estacionamiento del restaurante, él no estaba acostumbrado a manejar ebrio y sabía de su imprudencia al hacerlo.

— Contesta Alice, por favor, contesta.— rogaba Francesco al llamarla, pero la llamada nunca cayó, al parecer había problemas con la señal de su móvil.

Esto provocó que Francesco acelerara un poco más, debía solucionar todo lo que había hecho lo mas rápido posible y cuando estaba a menos de diez minutos de llegar hasta la casa de Alice, notó que un auto lo estaba siguiendo.

Hace unos meses intentaron secuestrar a su hermano Luke, la ciudad se empezaba a poner peligrosa y su familia era blancos deseados para secuestrarlos y pedir grandes sumas de dinero.

Esto lo hizo acelerar a toda capacidad de su auto para tratar de perderse de sus perseguidores, pero cuando ya casi no los veía perdió el control del volante y casi choca a otro auto, cosa que evitó saliéndose del camino.

La mente de Francesco se apagó por completo después de dar varias vueltas en la autopista, había logrado perder de vista a sus perseguidores, pero ahora estaba a punto de morir sin tener la oportunidad de pedirle perdón a la mujer que amaba y de decirle que no se preocupara por nada, solo había sido pánico lo que sintió hace un rato en el restaurante.

Mientras tanto, la madre de Francesco se alistaba para ir a dormir, había tenido un día muy largo en la empresa y necesitaba descansar para mantener su rostro perfecto y fresco como siempre.

Al meterse a la cama sintió algo en su pecho, su instinto de madre le decía que algo había ocurrido y no sabía cómo ni a quien, pero uno de sus hijos estaba en aprietos. Llamó a Luke, su hijo menor y el más problemático, él estaba bien, con su chica como siempre, luego llamó a Mike y también se encontraba a salvo, al llamar a Francesco su primer hijo, su corazón se aceleró, este no contestaba y aunque le vino a la mente que estaba ocupado con la tonta de Alice, por alguna razón desconocida o cosas de madres sabía que algo no estaban bien.

Bajó apresuradamente a la sala para contactar a Lilian la asistente de Francesco y así saber a qué restaurante él había ido a cenar, ella tampoco atendía la llamada y ya estaba entrando en pánico. Habían pasado unos minutos y ya llevaba tres cigarrillos, hábito que había dejado hace mucho, pero que en momentos como este lo retomaba para tratar de bajar la ansiedad.

En ese momento sonó su teléfono, el corazón le comenzó a latir con mucha fuerza al percatarse de que se trataba de un número desconocido.

— Hola ¿Quién habla?— dijo al contestar, generalmente no atendía este tipos de llamadas, pero con la preocupación que empezaba a sentir lo hizo sin pensarlo mucho.

— ¿Señorita Marlene Rucci?— preguntaron de vuelta del otro lado, ¿Por qué esta persona sabía su nombre? Se preguntó, definitivamente algo había pasado.

— Si ella habla, ¿Qué se le ofrece?— mascullo, ya con tono de desesperación.

— La llamo de la clínica Sanitas Medical Center, su hijo Francesco Rucci fue ingresado de emergencias luego de sufrir un accidente automovilístico.— el cuerpo de la señora Rucci se paralizó por completo, dejando caer el teléfono al suelo y sintiendo como se le nublaba la vista y con su cabeza a punto de explotar.— señora Rucci, ¿Sigue ahí?

— Señora Marlene pensé que estaría durmiendo, ¿Está bien?— fue lo último que escuchó antes de desmayarse, había entrado a la sala John el jefe de seguridad que contrató.

Mientras en la mansión Rucci, la madre de Francesco caía desmayada, del otro lado de la ciudad, en su cuarto mucho más humilde, Alice seguía llorando desconsoladamente por haber perdido al amor de su vida, si él no estaba con ella y para su hijo, esto significaba el fin de su relación.

— Mamá, despierta, ¿Estás bien? ¿Qué te ocurrió?— dijo Luke el hermano de Francesco al acercarse hasta su madre, había llegado después de la llamada de John y la ayudaba a recostarse en el sillón.— llegué lo más rápido que pude, me dijo Jonh que te desmayaste, vamos a emergencias a qué te revisen.

— Francesco está internado, sufrió un accidente.— gritó Marlene, al mismo tiempo que un gran sollozo salía de su boca, ya había perdido a su esposo en un accidente de avión y pensar en que perdería a uno de sus hijos la destrozaba en su interior.

Salieron hacia la clínica donde se encontraba Francesco internado y en el camino Marlene no dejaba de pensar en que todo esto era culpa de Alice, sin tener detalles de lo ocurrido, el odio que ella sentía por su nuera era suficiente para culparla.

— Vengo a ver a Francesco Rucci.— gritó Marlene en recepción, estaba desesperada y necesitaba noticias de su hijo con urgencia.

— Señora cálmese, su hijo está siendo operado en estos momentos, así que tendremos que esperar a que los doctores terminen de operarlo para que salgan a dar noticias de su estado.

Sin importarle nada Marlene se derrumbó en el piso, a pesar de ser de la alta sociedad, en estos momentos poco le valía que todos la vieran en ropa de dormir mientras lloraba con mucha fuerza por su hijo. Dicen que no existe el hijo favorito, pero Francesco era su primogénito y el único que siguió los pasos de su padre y se encargó de la mayoría de los negocios de la familia, él heredó la astucia e inteligencia de los Rucci para los negocios, así que no podía evitar sentir más aprecio hacía él.

Habían pasado un par de horas y aún no salía ningún doctor para avisar nada y a pesar de los calmantes que le habían dado las enfermeras a la madre de Francesco, seguía muy ansiosa y preocupada al no saber nada de él.

— ¿Familiares del señor Rucci?— preguntó un doctor al incorporarse en el pasillo.

— Yo soy su madre doctor, dígame ¿Está bien? ¿Mi hijo está bien?—saltó desesperada Marlene.

— Su hijo sufrió muchas lesiones graves, fue una operación bastante difícil, pero logramos estabilizarlo. No le puedo decir si quedó todo bien hasta que despierte, así que debemos esperar unas horas más.

— Doctor haga todo lo que tenga que hacer, el dinero no es ningún problema.— pidió Marlene entre lágrimas.

— Hicimos todo lo que estaba en nuestras manos, en estos momentos solo nos queda esperar.— concluyó el doctor, alejándose de ellos, mientras Marlene solo se dejó caer en la silla en la que había estado esperando.

Alice seguía totalmente desolada, el hombre al que consideraba el amor de su vida le había insinuado qué abortara a su bebé, ¿Cómo se atrevió a hacerle esto? ¿Acaso todo el amor que Francesco decía tenerle no era verdadero?

¿Qué voy a hacer?

¿Cómo les diré a mis padres, que parecían odiarme, qué iba a ser madre soltera?

Todas estas interrogantes rondaban por la mente de Alice, mientras que pasaban los minutos y se iba quedando sin fuerzas para llorar, seguía sin perder las esperanzas con Francesco y aunque estaba a punto de amanecer ella estaba segura que en cualquier momento él aparecería.

Con menos fuerza cada vez para tener sus ojos abiertos Alice llegaba a pensar en si sería correcto tomarle la palabra a Francesco y abortar a su bebé, pero esos pensamientos se disiparon de inmediato, ella no podía ser capaz de hacer algo como eso y no lograba entender cómo Francesco si pudo pensar algo así.

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