-Tanti auguri a te, Tanti auguri a te, Tanti auguri Adriano… E la torta a me! – Con una pequeña tarta en sus manos entraba Carolina y a su lado sujetando suavemente su cintura Roberto mientras cantaban la canción “cumpleaños feliz” en su lengua natal. El pequeño Adriano abrió sus ojos Azules viendo a sus padres a los pies de su cama, una enorme sonrisa que podría haber iluminado la oscura habitación se dibujó en sus labios.
- ¡Feliz cumpleaños mi dulce Adriano! - dijo su madre acercándose por el costado de la cama para sentarse al lado de este- Pide un deseo y sopla las velas hijo- dijo su padre este asintió con solemnidad, un deseo…, ¿Qué podía pedir un niño que podía tenerlo todo con suma facilidad?
Finalmente las velas fueron apagadas y su padre dio un suave aplauso, se acercó a las cortinas en las ventanas y abrió de ellas dejando entrar los cálidos rayos del sol de verano- Vístete desayunaremos fuera para que puedas elegir tu regalo de cumpleaños- proclamo el imponente hombre con un particular entusiasmo sobre el cumpleaños de su hijo mientras se retiraba de la habitación junto a su mujer permitiéndole prepararse para salir.Roberto y Carolina esperaron en el salón a que su hijo bajara mientras discutían en voz baja algo que claramente no tenia del todo contenta a su esposa, su hijo al cabo de casi 20 minutos comenzó a bajar la escalera rápidamente, pero se detuvo en seco al escuchar la voz afligida de su madre.-Roberto.. Per favore … es solo un niño, aún no está listo, lo que sucedió antes de venir aquí no es propio de un niño de su edad, deja que estudie en casa, no está listo para ir a la escuela con otros niños …- pedía angustiada su madre-¡Carolina Basta!, ¡Es un Amato por el amor de Dios! – Exclamo su padre en un tono tajante, grueso y brusco que le hizo dar un respingo en su propio lugar al pequeño italiano, no podía ver a su madre, pero conocía a la perfección la expresión de angustia que debía llevar en aquel segundo- Lo trajimos para este lado del mundo para que pudiera tener una infancia relativamente normal, no lo voy a encerrar aquí en casa. – dijo finalmente su padre en un tono más conciliador, aun así, no hubo respuesta por parte de su madre.-Quiero ir a la escuela- Dijo finalmente el pequeño interrumpiendo en el salón en un tono mas firme de lo que se sentía realmente, escondió sus manos en los bolsillos de la capucha, su padre no vería bien si temblaban si quiera un poco- estoy bien mamma- dijo a su madre con una voz sumamente tranquila que lo sorprendió incluso a si mismo. Su padre solo asintió en una fría aprobación.
Una hora más tarde la Familia Europea salía de la cafetería donde habían desayunado recientemente, caminaban tranquilamente por la avenida principal mirando los escaparates y tiendas, a unos metros más atrás los seguían varios hombres propios de la guardia personal de la familia, Carolina se quedó mirando un traje de hombre en el escaparate y le comentaba a su esposo lo bien que en vería en el aquel color grisáceo, Adriano algo aburrido comenzó a caminar por la calle pateando una pequeña piedra.
-¡Idiota suéltame!- una aguda voz llamo su atención por el callejón un metro más abajo por la calle, miro a sus padres atrás, seguían mirando el escaparate, ¿Cómo podían mirar tanto rato una prenda de ropa?, se preguntó mientras negaba con la cabeza y apuro su paso hacia el callejón, en completo silencio y con cuidado se adentró en él, entrecerrando un poco sus ojos para poder ver lo que sucedía, al fondo dos niños un poco mayores que Adriano tenían arrinconada a una niña que se le hacía particularmente familiar, uno de ellos la sujeto por el cabello arrancándole un grito de dolor al jalarla hacia arriba, entonces la vio, la pequeña niña de ojos esmeralda y risa cálida como el propio verano, su expresión era gloriosa, nunca había visto tanta fuerza en algo tan indefenso, estaba rodeada, los niños la habían estado golpeando, pero sus ojos no trasmitían miedo alguno, no, trasmitían odio, rencor… venganza. Había visto aquella fuerza en alguien más, en si mismo hace 3 meses cuando todo se volvió rojo - ¡He dicho que me sueltes! - volvió a exigir la pequeña pataleando, uno de los chicos que la acosaba, el mismo que jalaba su cabello, regordete de ropas sucias y andrajosas al igual que las de la pequeña rio.- no puedes exigir nada!, ¡¡Carlos ha dicho que serás una p**a igual que tu madre cuando crezcas!! .- se burló su maleante compañero infantil.
Adriano miraba con curiosidad más que cualquier otro sentimiento de molestia que pudiera desarrollarse en la boca del estómago, ¿Qué haría la pequeña Bambina para librarse de ellos?- ¿Joven amo? - llamo uno de los guarda espaldas de sus padres adentrándose en el callejón llamando la atención de todos los infantes presentes. - Joven Adriano su madre ha pedido que no se aleje...- explico el hombre y miro con desagrado los sucios niños, externos por completo a su riña. --Dispárales – Ordeno el pequeño italiano en un tono lleno de calma y tranquilidad, con ojos llenos de fuego, ojos completamente absorbidos por los turquesas que lo miraban primero con curiosidad y ante sus palabras … ira. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios,
-¿Qué sucede?.- pregunto una voz autoritaria y grave, los brabucones comenzaban a asustarse al ver aquellos hombres que habían llegado con porte imponente – Adriano ¿los conoces?- inquirió su padre poniendo su mano en el hombro pequeño de su hijo. Su madre elegante había llegado a su lado.
-¿Por qué estamos aquí?- pregunto la hermosa mujer en su melodiosa voz, pero un deje de aburrimiento se colaba entre sus labios.
-Quiero eso- dijo finalmente el primogénito de Roberto, quien miro hacia los niños- ahí esta mi regalo de cumpleaños padre, ella es mía -dijo con una convicción impropia de un niño de su edad.
La madre abrió sus ojos algo sorprendida por la nueva exigencia de su hijo, su pequeño príncipe que jamás había exigido nada en particular ahora reclamaba a la pequeña de extraños ojos como suya, no pudo evitar reír levemente la dulce mujer.
-De tal palo, tal astilla… -comento Carolina y en sus finos tacones se acercó a la pequeña que había sido soltada por los otros infantes que miraban con ansiedad la escena. - ¿cómo la quieres Adriano?, ¿De esclava, hermana, prometida o compañera de juegos?- pregunto su madre quien acerco su mano al rostro de la pequeña, esta chisto molesta y desvió sus ojos de nuevo con la misma fuerza a los del pequeño Italiano.
-Semántica y Detalles- dijo el pequeño con un notorio tono que demostraba lo poco que le interesaba el cómo la llevaran de ahí. Aquello provoco una carcajada de orgullo de su padre.
-¿Cómo te llamas?- pregunto la bella Italiana a la pequeña de cabello rizado.
- María Camelia, como mi madre. – respondió la pequeña con un tono que denotaba molestia y tal vez dolor.
-No te gusta ese nombre – no era una pregunta, pero la pequeña asintió con la cabeza- ¿Dónde está tu madre y tu padre? – pregunto nuevamente la mujer.
-no conozco a mi padre y mi madre debe estar en el bar al final de la calle- dijo la pequeña con sinceridad y dolor. A Carolina se le hizo un pequeño nudo en la garganta, aquella pequeña de ojos fieros tenía que lidiar con problemas muy probablemente fuera de su infantil entendimiento, miro detenidamente su figura delgada, escuálida, sucia, la ropa rota y vieja, había tomado una decisión, volteo buscando la mirada de su esposo, quien le dio una suave sonrisa y un pequeño asentimiento.
- Emma… Emma Amato, ese es tu nombre ahora si lo quieres…- dijo la bella mujer, la pequeña abrió su boca y sus ojos sorprendida sin decir nada por unos segundos, ¿Aquella mujer era de la realeza? Debía serlo, de otra forma no podría ofrecerle algo tan dulce, tan deseado - ¿Lo quieres? -pregunto la mujer.-Lo quiero – concluyo la pequeña sin una pequeña duda, nada, solo seguridad y anhelo en sus ojos.
Caroline sonrió complacida y tomo a la pequeña en sus brazos, quien sin saber que hacer escondió su rostro sonrojado y lágrimas detrás de sus parpados entre los largos y rubios cabellos de la mujer. Paso junto al guarda espaldas que había encontrado al pequeño Adriano.
-Elimina la basura – le dijo en un tono tan frio, tan filoso que podría haber cortado el aire a su alrededor.
-por supuesto madame – Dijo el hombre quien espero a que sus amos salieran del callejón, mientras salían de la oscuridad solo se escucharon dos disparos silenciados por la misma arma.
Carolina anduvo un par de metros con la pequeña en brazos hasta que uno de los jeeps se detuvo al lado de ellos en la acera, la bella mujer abrió la puerta y sentó a la pequeña.
-Yo soy mamá, él es papá y este pequeño bribón es Adriano… tu hermano mayor- señalo la mujer, la pequeña de claros ojos asintió con solemnidad.
-Vamos a casa estoy cansado y ella apesta- señalo el pequeño pasando junto a su madre para empujar suavemente a la pequeña dentro del coche y dejar espacio a sus padres, pero a pesar de sus palabras el pequeño italiano se mantuvo pegado a la pequeña Emma, necesitaba llegar a casa ahí nadie podría arrebatársela, era su cumpleaños, ella le pertenecía.
-¡Levanta los brazo!, ¡eso es! – Exigía la gruesa voz del Alpha de la manada Solterra, Leonardo y su padre llevaban desde las 6 am en sus entrenamientos matutinos, ahora el sol se ponía casi en lo más alto cuando el reloj marcaba casi medio día, desde que había cumplido 8 años y el oráculo había llegado a la manada dando sus profecías sobre el futuro duro que le tocaría vivir al pequeño ascendente su padre lo había puesto a entrenar en conjunto cada mañana, sin dejar nada a la suerte, no dejaría que la futura cabeza de la manada flaqueara, aunque fuera su amado hijo, hoy con dieciséis años era su mayor orgullo, era tan letal como si mismo, lo había llevado a algunas batallas y desde temprana edad había dejado que los mejores guerreros entrenaran con él, que le dieran una buena paliza, los alphas eran más fuertes por nacim
Catorce años habían pasado desde que la pequeña andrajos había conseguido una casa, familia y un Hogar. Se le había entregado todo como hija de la familia Amato, la educación en la mejor escuela privada de Colombia, un guarda ropas con todas las marcas de alta costura, tutores particulares para clases de economía, Finanzas y lenguas extranjeras. Su ahora hermano mayor se había mantenido a su lado en cada paso de forma inamovible, pero con una presencia casta, sin palabras de apoyo, desde las sombras, había dejado resúmenes para ella, libros de estudio y pedido a los tutores que reforzaran en las áreas más difíciles para ella, ya ayudo a entrenar, su madre no le dio tregua alguna sobre la importancia de las artes marciales, ella debía saber defenderse y llevar el negocio familiar si sus padres se lo ordenaban. Algo había cambiado en el interior del pequeño Adriano desde que la viva risa había llenado su habitación la tarde que habían llegado a Colombia,
La ceremonia o funeral de los caídos en batalla siempre era igual para todos, los cuerpos eran quemados en hogueras personales usando una base de leña y paja seca, los dolientes se ponían frente a sus seres queridos para despedirlos, las esposas o hijos encendían la hoguera para que el cuerpo se volviera cenizas, Leo y su madre habían estado en varias, pero jamás pensó el joven Alpha tener que encender la hoguera de su padre tan pronto, no a los dieciséis años, su madre tenia la vista perdida en el cuerpo de su padre en frente, había estado así desde que lo habían recogido del bosque, Mahia había cocido la piel para meter sus órganos y poder darle un Adiós digno del gran Alpha, padre y esposo que había sido para todos en la manada, sus manos sudaban bajo la presión de la antorcha, no quería hacerlo, quería abrazar a su padre una vez más, quer&ia
La cita de Adriano y Emma iba simplemente perfecta, podía deberse al echo de que ella era perfecta y cada situación a su lado no podía ser mejor. Habían visto una película de zombies, ni siquiera recordaba el nombre, ni le interesaba realmente, llevaba pasando la mayor parte del tiempo mirando de reojo las expresiones de la morena cada vez que algo sucedía en la trama que se desarrollaba en la pantalla grande, cada cambio en sus delicados rasgos le parecían magníficos, la forma en que sus cejas se juntaban levemente y sus labios se apretaban en una línea recta cuando no estaba de acuerdo algo, o por el contrario, como parecía reprimir una sonrisa mordiendo su labio inferior, sus bellos ojos abriéndose en la sorpresa, Dios… simplemente perfecta. En algún momento sin despegar los ojos de la pantalla Emma había rodeado con sus brazos el bíceps de su hermano apoyándose en él al subir las piernas de costado sobre el asiento. Acto reflejo y postura en la que siempre terminaba cada vez veían
Adriano aceleró el coche sobre los 190 km/hora por la carretera, sus nudillos estaban blancos por apretar el volante, Emma era suya, ningún mocoso pondría sus manos sobre la piel canela de la menor. Las llantas soltaron un poco de humo cuando freno el vehículo de golpe fuera del lujoso edificio donde vivía la pequeña amiga de la morena, salió de la lujosa carrocería para atravesar le calle y finalmente llego al hall del lugar, Una joven mujer esperaba detrás del mesón.La mujer lo escudriño con la mirada de arriba abajo sin vergüenza alguna, le dio una sonrisa que prometía mucho más que simple cordialidad. -¿Puedo ayudarle en algo? -preguntó la mujer, el italiano le regaló una sonrisa con la que casi había podido escuchar como caían las medias de la mujer, sus ojos azules fijaron en los ajenos con una promesa vacía de lo que la mujer quería buscar con su generosa coquetería, se le hacía increíblemente desagradable aquella actitud vulgar y complemente falsa y desvergonzada, pero el es
El sonido seco y tétrico de los huesos quebrados llenaron el amplio y vacío gimnasio, seguido de un gruñido y grito desgarrador de dolor del hombre que sujetaba su brazo roto contra su pecho, el sudor caía por su rostro y mandíbula filosa, miraba con una mezcla de orgullo y enojo al joven de veinte dos años de pie sobre el que había roto su brazo hace apenas unos segundos.Los verdes ojos inexpresivos de cualquier emoción considerada positiva miraban a su mentor de espaldas en el suelo con el brazo roto, se dio media vuelta algo aburrido y tomo una pequeña toalla para secar su sudor, mientras otros ayudaron al hombre de mediana edad a ponerse de pie y uno de ellos puso de vuelta el hueso en su lugar escuchando el gruñido de dolor retumbar en el pecho del contrario, Ventaja de su raza, todo sana rápido.-¿Hemos terminado? – pregunto el despreocupado joven secando su sudor de la
Emma despertó al día siguiente envuelta en una nebulosa de anticipación, casi no había dormido, el nerviosismo, la felicidad y la mitigación del miedo a algo que era completamente nuevo para ella la habían mantenido dando vueltas en su cama, con las mejillas sonrojadas y una sonrisa tonta en el rostro, pensando en todas las posibilidades que el futuro les traía por delante, ella seria su mujer, Una profunda parte de ella, un pequeño pedacito de su corazón bien enterrado en el fondo de su alma -junto al constante sentimiento de miedo por ser abandonada-, lo había deseado, hace meses comenzaba a comprender que los sentimientos hacia Adriano eran mucho mas profundos que una hermandad, carecían de bondad, era un sentimiento de dolorosa posesividad, deseo y un rasgante dolor de lo prohibido, por ello cuando el mayor señaló que ella siempre le había pertenecido, fue como si un enorme peso que no sabia que cargaba dejara su espalda al fin.Tarareando una melodía bajo las escaleras hasta
Casi seis semanas después Emma y sus padres se habían montado en el jet privado de la familia Amato hasta Toronto, de ahí tomarían viaje en coche hasta Brigus, al parecer ahí se hospedarían en un lujoso hotel, ella y su madre disfrutarían sus vacaciones en el Spa y algunas tiendas mientras su padre y Adriano tenían negocios en el sector… “Adriano….Adriano”….. el cuerpo de la morena temblaba de la expectación, había pedido que le cambiaran el número de teléfono y se había concentrado en sus exámenes finales, si él la había dejado entonces no le daría la satisfacción de ponerla nerviosa con sus llamadas o mensajes, sabía que no podría evitarlo para siempre, pero hacer lo mejor posible para no verlo a menos que fuera necesario no sonaba tan mal.Fijo su mirada en el camino, la carretera, dejo que el pánico invadiera sus pensamientos para luego aplastarlos sin piedad uno a uno, no lo dejaría ver una sola fisura en los escudos que cubrían su vulnerabilidad, ella era su hermana…