Catorce años habían pasado desde que la pequeña andrajos había conseguido una casa, familia y un Hogar. Se le había entregado todo como hija de la familia Amato, la educación en la mejor escuela privada de Colombia, un guarda ropas con todas las marcas de alta costura, tutores particulares para clases de economía, Finanzas y lenguas extranjeras.
Su ahora hermano mayor se había mantenido a su lado en cada paso de forma inamovible, pero con una presencia casta, sin palabras de apoyo, desde las sombras, había dejado resúmenes para ella, libros de estudio y pedido a los tutores que reforzaran en las áreas más difíciles para ella, ya ayudo a entrenar, su madre no le dio tregua alguna sobre la importancia de las artes marciales, ella debía saber defenderse y llevar el negocio familiar si sus padres se lo ordenaban.
Algo había cambiado en el interior del pequeño Adriano desde que la viva risa había llenado su habitación la tarde que habían llegado a Colombia, Aquello se hizo mucho más palpable a través de los años, la cálida presencia de su pequeña bola de ira, -como la había bautizado para sí mismo-, lo ponía en un desconcierto y ansiedad constante, una sensación extrañamente agradable cuando se trataba de su Emma. Ella aparecía diariamente a su lado y el se sentía gratificado con su presencia, su fuerza, su ira. Él nunca había se había sentido cómodo con la presencia de otros niños, ni siquiera sus primos en Europa, por aquella misma razón odiaba la escuela, cada niño que conocía parecía mas idiota que el anterior, ajenos por completo a la realidad existente fuera de sus burbujas, Al principio pensó que su dulce Emma se sentiría igual, ella conocía la Ira, el dolor y la sangre probablemente incluso mejor que él, pero al paso de los días la vio más y más integrada en el ambiente infantil teniendo nuevos amigos, Aquello le molesto, no por que el quisiera tener la misma suerte… ¡Joder no!... Si no, porque ella era suya, y ahora su atención era captada por otras personas, ¿Y como no?, ella era magnifica, pero era SUYA, odiaba que su sonrisa cálida fuera para para alguien más que no fuera él, fuera de sus habitaciones, del entrenamiento, sus pequeñas charlas y jornadas de juegos.
“-¿Por qué? – Le preguntó solo una vez, necesitaba entender porque ella buscaría amistad en aquellos niños tan ajenos a la realidad de ambos, La mirada esmeralda de la pequeña amargada con una madura nostalgia lo hizo entender que había cometido un error en cuestionar.
-Cuando vengo aquí solo debo pensar en jugar- respondió la pequeña con un alivio que en aquel minuto había desgarrado el inmaduro corazón de Adriano, ¿qué clase de pensamientos la habían estado preocupando antes de comenzar a vivir con ellos?, Por primera vez en su vida sintió vergüenza de si mismo y su propia inmadurez.”
A lo largo de los próximos días había tomado una decisión, debía ser mejor, EL mejor, estudiaría y entrenaría para que nada pusiera en riesgo la hermosa sonrisa de su Emma.
Pasaros los años y la pequeña cada vez se apegaba mas a su hermano, a pedido de sus padres Adriano fue cambiado de escuela a una más exigente, Emma esperaba ansiosamente la llegada de su hermano todas las tardes desde la puerta de entrada, una hermosa sonrisa se dibujaba en sus labios cada vez que el coche que traía de Adriano desde la escuela entraba por la curva del camino hacia el frontis de la enorme propiedad, corría hasta el coche y rodeaba la cintura del mayor en un apretado abrazo.
“-Bienvenido a casa, te extrañe- Eran las palabras diarias que la dulce pequeña le dedicaba, al contrario, luego su madre solía ir a buscarla para su entrenamiento.”
A los 23 años Adriano se gradúo de la escuela de Economia y decidió junto a sus padres pasar un año aprendiendo sobre las bases del negocio familiar, En aquel tiempo Emma con dieciocho años se convertía en una bella dama, su desarrollo llego de golpe a la temprana edad de dieciseis años. Generosas curvas asentaron su figura repentinamente, sus caderas adoptaron un suave compás en el movimiento de la generosidad de su anchura, su generoso busto y diminuta cintura se ceñían y apretaban en la que había quedado pequeña pijama de conejitos de la preadolescente, su melena risada azabache, algunos mechones rebeldes caían sobre sus finos rasgos y gruesos labios, mientras sus ojos color esmeralda contrastaban con el color canela de su piel.
“-oh vaya…-Había exclamado su madre una mañana al notar el obvio cambio en el cuerpo de su hija – Creo que es momento de hacer cambios en tu guarda ropa cariño…”
Su padre por otro lado había echo una serie de muecas mientras analizaba la posibilidad de poner seguridad extra para su hija de camino a la escuela y en realidad en cada segundo que no estuviera en la seguridad de su hogar. Por último, su hermano había soltado un gruñido de disgusto para luego sujetar su taza de café y retirarse antes de terminar su desayuno, la estancia se había vuelto extremadamente asfixiante en aquellos pocos segundos con la nueva figura de su Emma.
La mente de Adriano había divagado todo día en la gloriosa visión que había encontrado aquella mañana mientras se convencía a si mismo que debía mantener la cabeza fría, Emma aun era una niña, independiente de lo sensual que se viera físicamente o su reciente cumplida mayoria de edad, el amor que había cocinado por ella a fuego lento desde hace mas de diez años y las hormonas propias de sus veinti tantos años le estaban haciendo pasar un muy mal rato. Aquel día por primera vez desde que había llegado la pequeña morena a su vida le había negado la entrada a su habitación, cancelando su tradicional “noche de películas” cada sábado por la noche, escusando que estaba cansado por el trabajo con su padre.
Aquel año Emma sentía que había echo algo mal o estaba tal vez haciendo algo mal, su hermano había estado evitando a toda costa el estar en su cercanía, sabía que podría estar cansado, acompañaba a su padre diariamente en el trabajo y supuestamente estudiaba por las tardes, o eso le había dicho él, ya que ahora no tenia permitido entrar a su habitación, Adriano se convertiría en la próxima cabeza de su familia, debía comenzar a tomar las responsabilidades de ello, ella lo sabía, su madre se lo había dicho millones de veces durante sus entrenamientos, pero, ¿eso significaba que no tendría tiempo para ella nunca más?, un nudo en la boca del estomago se asentó unos segundos ante aquel egoísta pensamiento, por aquella razón, o la que fuera en realidad ya no tenían sus noches de películas, no entrenaba con ella, no tenia tiempo para las tardes de piscina, solo lo lograba ver en los desayunos, almuerzos y cenas. Luego de dos meses de constantes rechazos dejo de insistir sobre sus noches de películas que tanta ilusión le hacían cada semana y no con mucha ilusión había aceptado la invitación de una compañera de su salón para asistir a su fiesta de cumpleaños que se realizaría aquella tarde en la playa. Bajo las escaleras cuando estuvo lista para salir cerca de las cinco de la tarde, iba de traje de baño, un bello bikini celeste bajo un ajustado vestido de hijo tejido que deja apreciar a la perfección las dos piezas del bañador y la bella figura morena, Su larga melena negra caían en risos sueltos sobre su espalda y unas bajas sandalias blancas que su madre le había comprado el día que su guardarropa necesitó una intervención urgente. Sus padres habían decidido darle permiso para asistir luego de ver lo deprimida que había estado la menor el ultimo tiempo. Encontró de ellos en la extensa oficina de su padre que contaba con una pequeña sala de estar, a su madre le gustaba beber el té de la tarde ahí para estar cerca de su esposo, se acerco a su madre sentada cerca de la ventana.
-¡Estoy lista!, ¡Los veo mas tarde!.- dijo la morena entrando en la estancia para besar la mejilla de su madre.
-Pasa un buen rato cariño, no vuelvas muy tarde. – Dijo la bella rubia, su padre le dio un asentimiento de cabeza sin mirarla mientras leía unos documentos sentado tras su escritorio junto a su hijo de pie a su lado.
Pero mientras Emma intercambiaba algunas ultimas palabras junto a su madre la mirada azulada de Adriano se encontró hipnotizado por la perfecta visión de su hermana, sus ojos recorrieron cada centímetro de la piel canela de la menor, solo entonces y como un valde de agua fría el entendimiento lo golpeo fuerte y claro, su hermosa Emma saldría así “desvestida” fuera de su alcance, a vista y paciencia de todo aquel imbécil que se encontrara donde se supone que pensara ir, la ira junto a un sentimiento primitivo de posesión pura y desgarradora lo acento con fuerza en la boca de su abdomen… SOBRE SU CADAVER.
-¡NO!.- Exclamo de forma tajante y como si fuera un gruñido, la vista fija en la morena que se encaminaba fuera del salón, casi tropezó con sus propios pies ante la fuerza de aquella exclamación, muy rara escuchaba a su hermano así de… ¿enojado?. Su Padre levantó la mirada con molestia de su lectura, una ceja alzada y una expresión que exigía una buena explicación mientras su madre miraba molesta el desastre que había quedado en su falda mojada por el té que se le había desparramado debido a la sorpresa.
-¿No qué?- pregunto finalmente algo molesta la menor mirando fijamente a su hermano. Adriano aclaro su garganta buscando recuperar la compostura y dejo a su padre con los papeles y las palabras en la boca mientras daba un par de pasos hacia el frente.
- A menos claro que no quieras salir conmigo…- Dijo disimulando desinterés cruzando sus brazos sobre el marcado torso- Se cancelaron algunas reuniones por la tarde y pensé que podríamos ir al cine – Explico el mayor habiendo recuperado por completo el temple y tranquilidad en su voz y postura.
La sonrisa que se dibujo en el rostro de la preadolescente podría haber iluminado la mansión completa en pleno apagón.
-¿¡ Es en serio?!, ¡Dame diez minutos y estaré lista! – Exclamo con un entusiasmo que no considero jamás ocultar, tomo su bolso y echo a correr escaleras arriba para cambiarse, Adriano soltó un suspiro reprimido de alivio puro que hasta ese mismo segundo no tenia la menor idea que aguardaba en su pecho.
-¿Las reuniones con los nuevos distribuidores para el sector norte se han cancelado?- pregunto su padre con una ceja alzada y una expresión de curiosidad y cuestionamiento algo sobreprotectora dando a entender que las palabras que no se decían denotaban lo obvia de la situación.
-Lo están. – Dijo de forma tajante el joven heredero con una expresión fría y gélida, sin dar mayor explicación se retiró rápidamente del salón para el mismo dirigirse a su habitación y cambiar su atuendo para su nueva cita.
La ceremonia o funeral de los caídos en batalla siempre era igual para todos, los cuerpos eran quemados en hogueras personales usando una base de leña y paja seca, los dolientes se ponían frente a sus seres queridos para despedirlos, las esposas o hijos encendían la hoguera para que el cuerpo se volviera cenizas, Leo y su madre habían estado en varias, pero jamás pensó el joven Alpha tener que encender la hoguera de su padre tan pronto, no a los dieciséis años, su madre tenia la vista perdida en el cuerpo de su padre en frente, había estado así desde que lo habían recogido del bosque, Mahia había cocido la piel para meter sus órganos y poder darle un Adiós digno del gran Alpha, padre y esposo que había sido para todos en la manada, sus manos sudaban bajo la presión de la antorcha, no quería hacerlo, quería abrazar a su padre una vez más, quer&ia
La cita de Adriano y Emma iba simplemente perfecta, podía deberse al echo de que ella era perfecta y cada situación a su lado no podía ser mejor. Habían visto una película de zombies, ni siquiera recordaba el nombre, ni le interesaba realmente, llevaba pasando la mayor parte del tiempo mirando de reojo las expresiones de la morena cada vez que algo sucedía en la trama que se desarrollaba en la pantalla grande, cada cambio en sus delicados rasgos le parecían magníficos, la forma en que sus cejas se juntaban levemente y sus labios se apretaban en una línea recta cuando no estaba de acuerdo algo, o por el contrario, como parecía reprimir una sonrisa mordiendo su labio inferior, sus bellos ojos abriéndose en la sorpresa, Dios… simplemente perfecta. En algún momento sin despegar los ojos de la pantalla Emma había rodeado con sus brazos el bíceps de su hermano apoyándose en él al subir las piernas de costado sobre el asiento. Acto reflejo y postura en la que siempre terminaba cada vez veían
Adriano aceleró el coche sobre los 190 km/hora por la carretera, sus nudillos estaban blancos por apretar el volante, Emma era suya, ningún mocoso pondría sus manos sobre la piel canela de la menor. Las llantas soltaron un poco de humo cuando freno el vehículo de golpe fuera del lujoso edificio donde vivía la pequeña amiga de la morena, salió de la lujosa carrocería para atravesar le calle y finalmente llego al hall del lugar, Una joven mujer esperaba detrás del mesón.La mujer lo escudriño con la mirada de arriba abajo sin vergüenza alguna, le dio una sonrisa que prometía mucho más que simple cordialidad. -¿Puedo ayudarle en algo? -preguntó la mujer, el italiano le regaló una sonrisa con la que casi había podido escuchar como caían las medias de la mujer, sus ojos azules fijaron en los ajenos con una promesa vacía de lo que la mujer quería buscar con su generosa coquetería, se le hacía increíblemente desagradable aquella actitud vulgar y complemente falsa y desvergonzada, pero el es
El sonido seco y tétrico de los huesos quebrados llenaron el amplio y vacío gimnasio, seguido de un gruñido y grito desgarrador de dolor del hombre que sujetaba su brazo roto contra su pecho, el sudor caía por su rostro y mandíbula filosa, miraba con una mezcla de orgullo y enojo al joven de veinte dos años de pie sobre el que había roto su brazo hace apenas unos segundos.Los verdes ojos inexpresivos de cualquier emoción considerada positiva miraban a su mentor de espaldas en el suelo con el brazo roto, se dio media vuelta algo aburrido y tomo una pequeña toalla para secar su sudor, mientras otros ayudaron al hombre de mediana edad a ponerse de pie y uno de ellos puso de vuelta el hueso en su lugar escuchando el gruñido de dolor retumbar en el pecho del contrario, Ventaja de su raza, todo sana rápido.-¿Hemos terminado? – pregunto el despreocupado joven secando su sudor de la
Emma despertó al día siguiente envuelta en una nebulosa de anticipación, casi no había dormido, el nerviosismo, la felicidad y la mitigación del miedo a algo que era completamente nuevo para ella la habían mantenido dando vueltas en su cama, con las mejillas sonrojadas y una sonrisa tonta en el rostro, pensando en todas las posibilidades que el futuro les traía por delante, ella seria su mujer, Una profunda parte de ella, un pequeño pedacito de su corazón bien enterrado en el fondo de su alma -junto al constante sentimiento de miedo por ser abandonada-, lo había deseado, hace meses comenzaba a comprender que los sentimientos hacia Adriano eran mucho mas profundos que una hermandad, carecían de bondad, era un sentimiento de dolorosa posesividad, deseo y un rasgante dolor de lo prohibido, por ello cuando el mayor señaló que ella siempre le había pertenecido, fue como si un enorme peso que no sabia que cargaba dejara su espalda al fin.Tarareando una melodía bajo las escaleras hasta
Casi seis semanas después Emma y sus padres se habían montado en el jet privado de la familia Amato hasta Toronto, de ahí tomarían viaje en coche hasta Brigus, al parecer ahí se hospedarían en un lujoso hotel, ella y su madre disfrutarían sus vacaciones en el Spa y algunas tiendas mientras su padre y Adriano tenían negocios en el sector… “Adriano….Adriano”….. el cuerpo de la morena temblaba de la expectación, había pedido que le cambiaran el número de teléfono y se había concentrado en sus exámenes finales, si él la había dejado entonces no le daría la satisfacción de ponerla nerviosa con sus llamadas o mensajes, sabía que no podría evitarlo para siempre, pero hacer lo mejor posible para no verlo a menos que fuera necesario no sonaba tan mal.Fijo su mirada en el camino, la carretera, dejo que el pánico invadiera sus pensamientos para luego aplastarlos sin piedad uno a uno, no lo dejaría ver una sola fisura en los escudos que cubrían su vulnerabilidad, ella era su hermana…
Emma había conocido a un par de chicas un poco mayores mientras recorría aquel bello pueblo, había entrado a una tienda de ropa cuando una de las chicas le dijo que le gustaba su cabello, su larga melena risada, conversaron un buen rato, intercambiaron números y la invitaron a una fiesta en la casa de un amigo de una de ellas, decidió ir, no quería ir a la bendita cena que le había señalado su madre en una llamada aquella tarde y sinceramente aquel día no le aterraba tanto desobedecer a sus padres versus enfrentar a Adriano, se paso por el restaurante donde estaba su madre y le explico la situación, su madre le dio algo mas de dinero en efectivo y le señalo que no llegara tarde al hotel, la morena asintió aun que no tenia intenciones reales de llegar al hotel, por supuesto que no, buscaría un buen chico con quien pasar la noche, aquel día desde que había bajado del hotel se sentía hermosa y sexy, sus rasgos latinos habían llamado la atención de algunos peatones y echo girar a otros,
Leonardo se había sumergido en su aroma, en la cálida sensación del verano y su exquisito olor a frutos silvestres y calor, su nariz y labios estaban muy cerca de su cuello y oreja, el cosquilleo en sus labios junto con su lengua cada vez se hacían más insoportable por sentir aquella piel canela, quería subir sus manos que parecían ancladas a sus caderas, tomarla por el cuello y obligarla que le mirase con los ojos esmeraldas que había presagiado el oráculo, conocer sus facciones se estaba convirtiendo en algo mucho más primitivo que el mismo deseo que ya lo carcomía, abrió sus labios para dejar un beso al menos en su cuello y ver cómo se giraba, probablemente indignada, pero entonces su móvil sonó y como un jarro de agua fue sacado de aquel trance en el que se había encontrado, un gruñido salió de sus labios antes