Inicio / Hombre-lobo / La mafiosa para el alpha / 6-Funeral y canalización del dolor
6-Funeral y canalización del dolor

La ceremonia o funeral de los caídos en batalla siempre era igual para todos, los cuerpos eran quemados en hogueras personales usando una base de leña y paja seca, los dolientes se ponían frente a sus seres queridos para despedirlos, las esposas o hijos encendían la hoguera para que el cuerpo se volviera cenizas, Leo y su madre habían estado en varias, pero jamás pensó el joven Alpha tener que encender la hoguera de su padre tan pronto, no a los dieciséis años, su madre tenia la vista perdida en el cuerpo de su padre en frente, había estado así desde que lo habían recogido del bosque, Mahia había cocido la piel para meter sus órganos y poder darle un Adiós digno del gran Alpha, padre y esposo que había sido para todos en la manada, sus manos sudaban bajo la presión de la antorcha, no quería hacerlo, quería abrazar a su padre una vez más, quería preguntarle mil cosas…¿por qué? … se había preguntado una y otra vez desde que había visto el cuerpo, Había demasiadas incongruencias en cómo se habían desarrollado los hechos aquella mañana, necesitaba respuestas y las tendría.

-Cuando ordene Alpha – le indico Roy al mayor y este junto al resto de los dolientes y sus familias encendieron una a una las hogueras, el resto del funeral se realizó en completo silencio, observaron como el fuego hacia su trabajo con cada uno de los cuerpos ancestrales, poco a poco las personas comenzaron a disiparse, Ilyana se marchó con la pequeña Charlotte que se había quedado dormida en sus brazos, Solo Leonardo había permanecido de pie y a su lado Mahia.

- ¿Qué sucedió esa mañana Mahia? – pregunto bruscamente sin voltear, no podía, necesitaba mirar cómo se volvía cenizas o no podría aceptarlo.

-No lo se my lord, yo estaba con Charlotte aquella mañana, su padre le dijo algo a su madre y se marchó, cuando volví ella estaba acostada en el sofá …-mintió tan cual como lo había ensayado con su señora, su voz sonaba cansada pero segura.

-mi madre no duerme durante el día, me había parecido extraño desde que baje después de la ducha, ¿porque la hechizaste? -volvió a preguntar, finalmente cuando el humo comenzó a salir y ya solo quedaban cenizas en frente de él.

-No lo sé my lord- volvió a responder, un gruñido salió de sus labios y su mirada se había vuelto gélida y cruel- me dijo que le dolía un poco la cabeza y que quería dormir un rato, no cuestioné más- explico tal cual había repasado con su señora. Leo parecía satisfecho por ahora, Mahia había estado con su familia hace una década, era la confidente de confianza de su madre, no tenia razones para desconfiar, aun así, sentía que algo faltaba en su ecuación, suspiro y comenzó a caminar con ella a su lado por el bosque camino a la casa. Su mente se había perdido nuevamente en sus pensamientos, repasando cada cosa que le habían dicho los guerreros aquella mañana, todos concordaban en lo mismo la orden fue de su madre, se giró tomando la mano de la peliblanca con fuerza y la inmovilizó contra un árbol, el Oráculo soltó un jadeo de dolor por el golpe.

- ¿Que te dijo mi madre?, ¿por qué dio la orden mi madre? – exigió nuevamente y la peliblanca le dio una mirada de miedo, eso no lo habían previsto, ¿cómo podría mentirle al Alpha?, su mente dio vueltas tratando de encontrar una excusa, pero el miedo sincero de la menor había consolado al lobo y en un momento imprevisto choco sus labios con los rosados que temblaban, deposito su ira, su rabia e impotencia en aquel simple acto, tomo la otra mano de la mayor cuando esta toco su mejilla, inmovilizó ambas sobre su cabeza con una sola mano, un gemido de dolor fue ahogado por los violentos labios de Leo cuando apretó la tersa piel de la oráculo, abrió sus ojos pero no vio enojo, ni molestia por su brusquedad, solo lastima, consuelo, aquello lo enojo, ¿Por qué sentiría lastima?, No necesitaba la lastima de ella ni de nadie, hacia echo pagar a los bastardos que habían destrozado su familia, un gruñido enojado salió de sus labios, tomo el borde del leggins de la peliblanca y lo bajo de un solo jalón iracundo, y aun así solo vio la misma lastima y aceptación.

-¡No me mires así! –Exigió en un grito lleno de ira, la contraria abrió sus ojos, las lagrimas del lobo se juntaban tras sus parpados, ella lo entendía mejor que nadie, sabia la frustración que tenía, uso toda su fuerza para soltar sus muñecas, Leo la miro expectante, la peliblanca le mantuvo la mirada, el sonrojo lleno sus mejillas y se dio vuelta apoyando sus manos sobre el tronco se inclinó levemente levantando su perfecto trasero hacia él, Leonardo sorprendido apretó sus dientes, era una imagen perfecta, y aun así se sentía tan erróneo, sabia por que la contraria estaba haciendo eso y aun así no podía detenerse, tenia rabia, odio, libero su miembro enfurecido, que ya palpitaba desde que había visto a la peliblanca quejarse por el dolor de sus muñecas, ansioso, sin miramiento o preocupación alguna la embistió, sin juego previo, sin mayor estimulación, con odio, rencor y lleno de dolor se la folló, no había nada cariñoso y amoroso en la forma en que había penetrado a la contraria quien soltó un gemido adolorido, busco con una de sus manos entre los pliegues de su vulva, aquel dulce manojo de nervios que se asomaba insolente exigiendo su atención, con sus dedos de forma circular y suavemente lo estimuló generando un contraste de sensaciones que estaba volviendo loca a la oráculo, el dolor era aplacado con la delicadeza y certeza que los dedos estimulaban su clítoris.

-Leo!- gimió con fuerza cuando el orgasmo la golpeo brutalmente y las paredes se apretaron abrazando húmedamente la polla del Alpha quien le siguió en su propia liberación segundos mas tarde, apoyo en un fuerte gruñido que retumbo en su pecho la frente contra el cabello blanco de la mayor, en silencio y quietos se quedaron hasta recuperar el aliento, salió de su interior y ordeno su ropa.

-¿Necesitas ayuda?- preguntó por primera vez el Alpha, la peliblanca subió sus pantalones pero no se giró, seguía con los ojos cerrados apoyada en el árbol incapaz de decir algo, solo negó con la cabeza, el joven lobo con el orgullo frustrado y sintiéndose como la mayor m****a de su manada se dio media vuelta y se marcho de ahí, huyendo de las preguntas, los sentimientos encontrados y las respuestas que no quería ni podía dar en aquel minuto.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo