La ceremonia o funeral de los caídos en batalla siempre era igual para todos, los cuerpos eran quemados en hogueras personales usando una base de leña y paja seca, los dolientes se ponían frente a sus seres queridos para despedirlos, las esposas o hijos encendían la hoguera para que el cuerpo se volviera cenizas, Leo y su madre habían estado en varias, pero jamás pensó el joven Alpha tener que encender la hoguera de su padre tan pronto, no a los dieciséis años, su madre tenia la vista perdida en el cuerpo de su padre en frente, había estado así desde que lo habían recogido del bosque, Mahia había cocido la piel para meter sus órganos y poder darle un Adiós digno del gran Alpha, padre y esposo que había sido para todos en la manada, sus manos sudaban bajo la presión de la antorcha, no quería hacerlo, quería abrazar a su padre una vez más, quería preguntarle mil cosas…¿por qué? … se había preguntado una y otra vez desde que había visto el cuerpo, Había demasiadas incongruencias en cómo se habían desarrollado los hechos aquella mañana, necesitaba respuestas y las tendría.
-Cuando ordene Alpha – le indico Roy al mayor y este junto al resto de los dolientes y sus familias encendieron una a una las hogueras, el resto del funeral se realizó en completo silencio, observaron como el fuego hacia su trabajo con cada uno de los cuerpos ancestrales, poco a poco las personas comenzaron a disiparse, Ilyana se marchó con la pequeña Charlotte que se había quedado dormida en sus brazos, Solo Leonardo había permanecido de pie y a su lado Mahia.
- ¿Qué sucedió esa mañana Mahia? – pregunto bruscamente sin voltear, no podía, necesitaba mirar cómo se volvía cenizas o no podría aceptarlo.
-No lo se my lord, yo estaba con Charlotte aquella mañana, su padre le dijo algo a su madre y se marchó, cuando volví ella estaba acostada en el sofá …-mintió tan cual como lo había ensayado con su señora, su voz sonaba cansada pero segura.
-mi madre no duerme durante el día, me había parecido extraño desde que baje después de la ducha, ¿porque la hechizaste? -volvió a preguntar, finalmente cuando el humo comenzó a salir y ya solo quedaban cenizas en frente de él.
-No lo sé my lord- volvió a responder, un gruñido salió de sus labios y su mirada se había vuelto gélida y cruel- me dijo que le dolía un poco la cabeza y que quería dormir un rato, no cuestioné más- explico tal cual había repasado con su señora. Leo parecía satisfecho por ahora, Mahia había estado con su familia hace una década, era la confidente de confianza de su madre, no tenia razones para desconfiar, aun así, sentía que algo faltaba en su ecuación, suspiro y comenzó a caminar con ella a su lado por el bosque camino a la casa. Su mente se había perdido nuevamente en sus pensamientos, repasando cada cosa que le habían dicho los guerreros aquella mañana, todos concordaban en lo mismo la orden fue de su madre, se giró tomando la mano de la peliblanca con fuerza y la inmovilizó contra un árbol, el Oráculo soltó un jadeo de dolor por el golpe.
- ¿Que te dijo mi madre?, ¿por qué dio la orden mi madre? – exigió nuevamente y la peliblanca le dio una mirada de miedo, eso no lo habían previsto, ¿cómo podría mentirle al Alpha?, su mente dio vueltas tratando de encontrar una excusa, pero el miedo sincero de la menor había consolado al lobo y en un momento imprevisto choco sus labios con los rosados que temblaban, deposito su ira, su rabia e impotencia en aquel simple acto, tomo la otra mano de la mayor cuando esta toco su mejilla, inmovilizó ambas sobre su cabeza con una sola mano, un gemido de dolor fue ahogado por los violentos labios de Leo cuando apretó la tersa piel de la oráculo, abrió sus ojos pero no vio enojo, ni molestia por su brusquedad, solo lastima, consuelo, aquello lo enojo, ¿Por qué sentiría lastima?, No necesitaba la lastima de ella ni de nadie, hacia echo pagar a los bastardos que habían destrozado su familia, un gruñido enojado salió de sus labios, tomo el borde del leggins de la peliblanca y lo bajo de un solo jalón iracundo, y aun así solo vio la misma lastima y aceptación.
-¡No me mires así! –Exigió en un grito lleno de ira, la contraria abrió sus ojos, las lagrimas del lobo se juntaban tras sus parpados, ella lo entendía mejor que nadie, sabia la frustración que tenía, uso toda su fuerza para soltar sus muñecas, Leo la miro expectante, la peliblanca le mantuvo la mirada, el sonrojo lleno sus mejillas y se dio vuelta apoyando sus manos sobre el tronco se inclinó levemente levantando su perfecto trasero hacia él, Leonardo sorprendido apretó sus dientes, era una imagen perfecta, y aun así se sentía tan erróneo, sabia por que la contraria estaba haciendo eso y aun así no podía detenerse, tenia rabia, odio, libero su miembro enfurecido, que ya palpitaba desde que había visto a la peliblanca quejarse por el dolor de sus muñecas, ansioso, sin miramiento o preocupación alguna la embistió, sin juego previo, sin mayor estimulación, con odio, rencor y lleno de dolor se la folló, no había nada cariñoso y amoroso en la forma en que había penetrado a la contraria quien soltó un gemido adolorido, busco con una de sus manos entre los pliegues de su vulva, aquel dulce manojo de nervios que se asomaba insolente exigiendo su atención, con sus dedos de forma circular y suavemente lo estimuló generando un contraste de sensaciones que estaba volviendo loca a la oráculo, el dolor era aplacado con la delicadeza y certeza que los dedos estimulaban su clítoris.
-Leo!- gimió con fuerza cuando el orgasmo la golpeo brutalmente y las paredes se apretaron abrazando húmedamente la polla del Alpha quien le siguió en su propia liberación segundos mas tarde, apoyo en un fuerte gruñido que retumbo en su pecho la frente contra el cabello blanco de la mayor, en silencio y quietos se quedaron hasta recuperar el aliento, salió de su interior y ordeno su ropa.
-¿Necesitas ayuda?- preguntó por primera vez el Alpha, la peliblanca subió sus pantalones pero no se giró, seguía con los ojos cerrados apoyada en el árbol incapaz de decir algo, solo negó con la cabeza, el joven lobo con el orgullo frustrado y sintiéndose como la mayor m****a de su manada se dio media vuelta y se marcho de ahí, huyendo de las preguntas, los sentimientos encontrados y las respuestas que no quería ni podía dar en aquel minuto.
La cita de Adriano y Emma iba simplemente perfecta, podía deberse al echo de que ella era perfecta y cada situación a su lado no podía ser mejor. Habían visto una película de zombies, ni siquiera recordaba el nombre, ni le interesaba realmente, llevaba pasando la mayor parte del tiempo mirando de reojo las expresiones de la morena cada vez que algo sucedía en la trama que se desarrollaba en la pantalla grande, cada cambio en sus delicados rasgos le parecían magníficos, la forma en que sus cejas se juntaban levemente y sus labios se apretaban en una línea recta cuando no estaba de acuerdo algo, o por el contrario, como parecía reprimir una sonrisa mordiendo su labio inferior, sus bellos ojos abriéndose en la sorpresa, Dios… simplemente perfecta. En algún momento sin despegar los ojos de la pantalla Emma había rodeado con sus brazos el bíceps de su hermano apoyándose en él al subir las piernas de costado sobre el asiento. Acto reflejo y postura en la que siempre terminaba cada vez veían
Adriano aceleró el coche sobre los 190 km/hora por la carretera, sus nudillos estaban blancos por apretar el volante, Emma era suya, ningún mocoso pondría sus manos sobre la piel canela de la menor. Las llantas soltaron un poco de humo cuando freno el vehículo de golpe fuera del lujoso edificio donde vivía la pequeña amiga de la morena, salió de la lujosa carrocería para atravesar le calle y finalmente llego al hall del lugar, Una joven mujer esperaba detrás del mesón.La mujer lo escudriño con la mirada de arriba abajo sin vergüenza alguna, le dio una sonrisa que prometía mucho más que simple cordialidad. -¿Puedo ayudarle en algo? -preguntó la mujer, el italiano le regaló una sonrisa con la que casi había podido escuchar como caían las medias de la mujer, sus ojos azules fijaron en los ajenos con una promesa vacía de lo que la mujer quería buscar con su generosa coquetería, se le hacía increíblemente desagradable aquella actitud vulgar y complemente falsa y desvergonzada, pero el es
El sonido seco y tétrico de los huesos quebrados llenaron el amplio y vacío gimnasio, seguido de un gruñido y grito desgarrador de dolor del hombre que sujetaba su brazo roto contra su pecho, el sudor caía por su rostro y mandíbula filosa, miraba con una mezcla de orgullo y enojo al joven de veinte dos años de pie sobre el que había roto su brazo hace apenas unos segundos.Los verdes ojos inexpresivos de cualquier emoción considerada positiva miraban a su mentor de espaldas en el suelo con el brazo roto, se dio media vuelta algo aburrido y tomo una pequeña toalla para secar su sudor, mientras otros ayudaron al hombre de mediana edad a ponerse de pie y uno de ellos puso de vuelta el hueso en su lugar escuchando el gruñido de dolor retumbar en el pecho del contrario, Ventaja de su raza, todo sana rápido.-¿Hemos terminado? – pregunto el despreocupado joven secando su sudor de la
Emma despertó al día siguiente envuelta en una nebulosa de anticipación, casi no había dormido, el nerviosismo, la felicidad y la mitigación del miedo a algo que era completamente nuevo para ella la habían mantenido dando vueltas en su cama, con las mejillas sonrojadas y una sonrisa tonta en el rostro, pensando en todas las posibilidades que el futuro les traía por delante, ella seria su mujer, Una profunda parte de ella, un pequeño pedacito de su corazón bien enterrado en el fondo de su alma -junto al constante sentimiento de miedo por ser abandonada-, lo había deseado, hace meses comenzaba a comprender que los sentimientos hacia Adriano eran mucho mas profundos que una hermandad, carecían de bondad, era un sentimiento de dolorosa posesividad, deseo y un rasgante dolor de lo prohibido, por ello cuando el mayor señaló que ella siempre le había pertenecido, fue como si un enorme peso que no sabia que cargaba dejara su espalda al fin.Tarareando una melodía bajo las escaleras hasta
Casi seis semanas después Emma y sus padres se habían montado en el jet privado de la familia Amato hasta Toronto, de ahí tomarían viaje en coche hasta Brigus, al parecer ahí se hospedarían en un lujoso hotel, ella y su madre disfrutarían sus vacaciones en el Spa y algunas tiendas mientras su padre y Adriano tenían negocios en el sector… “Adriano….Adriano”….. el cuerpo de la morena temblaba de la expectación, había pedido que le cambiaran el número de teléfono y se había concentrado en sus exámenes finales, si él la había dejado entonces no le daría la satisfacción de ponerla nerviosa con sus llamadas o mensajes, sabía que no podría evitarlo para siempre, pero hacer lo mejor posible para no verlo a menos que fuera necesario no sonaba tan mal.Fijo su mirada en el camino, la carretera, dejo que el pánico invadiera sus pensamientos para luego aplastarlos sin piedad uno a uno, no lo dejaría ver una sola fisura en los escudos que cubrían su vulnerabilidad, ella era su hermana…
Emma había conocido a un par de chicas un poco mayores mientras recorría aquel bello pueblo, había entrado a una tienda de ropa cuando una de las chicas le dijo que le gustaba su cabello, su larga melena risada, conversaron un buen rato, intercambiaron números y la invitaron a una fiesta en la casa de un amigo de una de ellas, decidió ir, no quería ir a la bendita cena que le había señalado su madre en una llamada aquella tarde y sinceramente aquel día no le aterraba tanto desobedecer a sus padres versus enfrentar a Adriano, se paso por el restaurante donde estaba su madre y le explico la situación, su madre le dio algo mas de dinero en efectivo y le señalo que no llegara tarde al hotel, la morena asintió aun que no tenia intenciones reales de llegar al hotel, por supuesto que no, buscaría un buen chico con quien pasar la noche, aquel día desde que había bajado del hotel se sentía hermosa y sexy, sus rasgos latinos habían llamado la atención de algunos peatones y echo girar a otros,
Leonardo se había sumergido en su aroma, en la cálida sensación del verano y su exquisito olor a frutos silvestres y calor, su nariz y labios estaban muy cerca de su cuello y oreja, el cosquilleo en sus labios junto con su lengua cada vez se hacían más insoportable por sentir aquella piel canela, quería subir sus manos que parecían ancladas a sus caderas, tomarla por el cuello y obligarla que le mirase con los ojos esmeraldas que había presagiado el oráculo, conocer sus facciones se estaba convirtiendo en algo mucho más primitivo que el mismo deseo que ya lo carcomía, abrió sus labios para dejar un beso al menos en su cuello y ver cómo se giraba, probablemente indignada, pero entonces su móvil sonó y como un jarro de agua fue sacado de aquel trance en el que se había encontrado, un gruñido salió de sus labios antes
Emma luego de una breve discusión por teléfono con su madre se había quedado a dormir en la casa del lago de sus nuevos amigos, le había dado la ubicación exacta a su madre a cambio, pero esta entendía que la morena no quisiera enfrentar a su hermano aún, le envío un coche con un cambio de ropa para el día siguiente y aquella noche durmió en una de las habitaciones de invitados. -Buenos días - saludó un chico desde la encimera revolviendo unos huevos, iba solo con un pantalón de chándal para dormir y colgada de su cintura estaba Ruth una de las chicas que había conocido el día anterior, era pequeña y menuda con un cabello largo, lacio y pelirrojo su rostro tenía unas pequeñas pecas,la chica levanto el rostro y le sonrió -¡Hola Emma! - la saludó alegremente, llevaba una camiseta demasiado grande para ser de ella, probablemente del dueño de casa - oh el es Ryan, está es su casa - dijo Ruth con una expresión de disculpa hacia