-Hola.- dijo ella luchando por mantener los ojos en el rostro del lobo.
Lucas miró a su hermosa y orgullosa Mate, casi podía sentir el deseo manar de la testaruda mujer. pero con una personalidad tan peligrosa e impredecible, jamás se atrevería a dar algo por sentado.
-Hola- dio un paso al lado dejándole pasar, Sophie dio un paso adentro y se obligó a sí misma a concentrarse en los veinte años de su entrenamiento en vez del aroma masculino de recién bañado del lobo- ¿En que te puedo ayudar?.- preguntó pasando una mano por su cabello con el fin de dejar los mechones húmedos hacia atrás fuera de su rostro. Ella desvió la mirada de la fascinante línea de la musculatura que se reflexionaba ante el movimiento.
-Un paquete… - su voz sonó extrañamente débil y
Lucas vio salir corriendo a su bella Mate, aquella mujer despiadada y dominante que lo estaba volviendo loco, soñaba con ella todas las malditas noches, despertaba con la polla dura como piedra y durante todo el jodido día buscaba su aroma de forma casi inconsciente, más de alguna patrulla se había desviado siguiendo su aroma por las mañanas. Cítrico, suave, casi imperceptible, fascinante, aquel era el adjetivo que describía a la mujer que había salido corriendo de su cabaña Fascinante, a pesar de su imagen dura e imperturbable él podía reconocer su fuego y su pasión, aquella mujer ardía en la provocación y Él deseaba fundirse en el calor de sus brazos. Su lobo ya casi al borde de la desesperación le exigía al hombre que reclamará aquel fuego como suyo, había escuchado más de algún compañero de manada hablando de su fascinante mujer luego de que una tarde le enseñara a disparar a algunas lobas Centinelas, aquello habría atraído a más de algún dominante de la manada, tuvo que asegurar
Él chocó su nariz suavemente con la de ella, una tentativa, ella no retrocedió, a su vez cerró sus ojos, y él entendió, había ganado, este era su premio, sin esperar más, reclamó sus labios, el choque de la sensación exigente y posesiva hizo que la castaña soltara un suave gemido contra su boca, sus uñas se enterraron suavemente en la piel blanquecina del lobo, un gruñido gustoso retumbó en su torso, aquel sonido no deberia poder salir de un humano, mucho menos enviar un latigazo directamente a su sexo, Sophie sintió el impulso de cerrar los muslos, solo su increible y competente entrenamiento se lo impidió, sus uñas se deslizaron desde sus hombros rasguñando la piel, pasando por su nuca y perdiendose en su cuero cabelludo donde jalo de las blanquesidas hebras en una demanda exigente mientras se apegaba más al depredador sintiendo todas sus defenzas temblar ante la exquisitez de su lengua contra la propia, el lobo por su lado no esperaba aquella caria exigente y abrio sus ojos solta
Sophie despertó primero antes de abrir los ojos, su nuca tenía un dolor ardiente y algo más, si se concentraba podía sentir una especie de cuerda que la tiraba, la hacía conectar con algo… alguien, se dió cuenta ella, una ola de emociones venían desde ese nuevo núcleo conectado a ella…. NO… Ella no había decidido eso, no había forma que la obligasen y a pesar del exquisito calor que irradiaba, una fuerte de seguridad y fuerza que no creía posible… a base de pura voluntad y … miedo, aún que no fuese capaz de admitirlo, puso un par de puertas psíquicas en su lado de la conexión, y cuando se sintió sola y el vacío otra vez, abrió los ojos, por la puerta de la habitación entraba Lucas, gruñendo cual animal, a torso desnudo y solo con un par de jeans rasgados y viejos, colgado pecaminosamente bajos por los oblicuos marcados del hombre, en los ojos la bestia mirándola con irá, en la mano llevaba una espátula. En cualquier otra situación la imagen del hombre habría despertado algo nuevo en e
Leonardo siguió el rastro de su general por el bosque en forma del enorme lobo negro que tenia, Lucas era su general por una razón, no solo era el más fuerte fisica y mentalmente despues de él y Roy, ademas de ello, era el mejor escondiendo su rastro y buscando el de otros. una capacidad indispensable para su cargo como general, esto debido a que Lucas era el encargado de mantener todo intruso que no perteneciera a la manada, fuera del territorio de SolTerra, pero Leo era un alpha y como alpha conocía el aroma de cada uno de los miembros de su clan, desde los más ancianos hasta los pequeños cachorros nacidos en la manada, era normal que los cachorros se colaran en la casa de la manada o en los jardines de la misma, Leo conocía cada problema, cada meta, cada pareja y conflicto que pudieran tener todos ellos, eran su gente y él era el encargado de protegerlos, incluso de ellos mismos de ser necesario. Encontró a Lucas tres minutos más tarde, el enorme lobo blanco casi del mismo tamaño
Pasaron los días y de forma degenerativa el control de Sophie comenzaba a irse directo al carajo, Lucas la seguía de arriba a abajo por la casa, para variar Leo lo había librado al parecer de sus responsabilidades y Roy lo estaba supliendo en la frontera, por ello, el jodido lobo andaba de arriba abajo siendo su sombra, mientras trabajaba varias veces tomaba su forma de lobo y apoyaba su cabeza sobre sus piernas mientras ella hacía todo lo posible por ignorarlo sentada en el comedor mientras trabajaba frente a la pantalla, dirigía reuniones y hablaba de negocios. -Me caes mejor siendo lobo.- le dijo un día, la bestia sólo refregó su cabeza en su mano cuando esta se rindió al impulso de acariciar detrás de las orejas, “Está domesticado…” -Había dicho Kylla una tarde mientras pasaba por la casa para tener una reunión con Emma ahora que dirigía a las centinelas. Los adorables cachorros dando vueltas en forma de pequeños lobos no ayudaban mucho, aquella vida de la manada que luego de la
Una semana desde la partida de Sophie y Lucas no se veía tan mal como Emma y Leo esperaban, al parecer la castaña le llamaba diariamente y contestaba de alguna forma a sus empalagosas mensajes, Emma no se podria imaginar a Sophie contestando mensajes de amor, pero si Lucas era feliz de cierta forma ella se sentía tranquila. “Es el vínculo de la manada” Le habia dicho Leo, ahora que era luna la preocupación por cada miembro de la manada era tan real como desgarradora, en el poco tiempo que llevaba casi se había aprendido el nombre de cada lobo, loba, cachorros, humanos, brujas que vivían en los territorios de SolTerra y más rápido que tarde se había acostumbrado a la presencia entrometida de la manada, y para su propia sorpresa se había sentido completamente cómoda con ellos, incluso cuando el lunes por la mañana una banda de cachorros se metió a su habitación y cama cuando Leo y ella aun no se levantaban, al parecer los cachorros estaban aprendiendo a cazar. Luego de haber podido
En las profundidades del bosque en pleno y crudo invierno al norte de Brigus alejado de los curiosos y frágiles ojos humanos, una batalla llegaba a su fin, soldados en forma animal volvían a su imagen humana con garras y dientes manchadas de sangre seca, de Rodillas en medio del centenar de guerreros miraban con odio hacia arriba su vencedor, el Alpha Mylan de la manada SolTerra le devolvía la mirada con suma ardiente rabia, llevo su mano convertida en garras al cuello del arrodillado hombre, su Beta hizo lo mismo con el secuaz del prisionero de rodillas .- Esta es mi tierra.- gruño apretando su agarre, la carne sonó bajo sus manos mientras se desgarraba y la garganta del prisionero era desprendida sanguinariamente del cuerpo no humano, al menos no del todo, el Alpha lanzo al suelo la parte desmembrada y sacudió su mano con asco .- ¡Alpha! ¡Hemos encontrado una bruja! -dio aviso uno de los hombres arrastrando del
En el aeropuerto internacional de Cartagena de indias luego de un viaje directo en primera clase desde Sicilia, Italia, desembarca una familia italiana para extender su negocio traído desde el viejo continente hasta Latinoamérica, en la bella Cartagena de indias, Colombia. El enorme hombre de duros ojos, facciones completamente varoniles y un habano sin encender en la boca camina a paso tranquilo, su imponente porte de 1,93m y el aura asesina que traían solo era disipado por la esbelta, delicada y hermosa figura de la mujer a su lado, Alta de largas piernas, cabellos rubios y unos ojos tan azules como lo más profundo de los corales de su nuevo país que deberían llamar hogar, la bella Italiana tenía facciones delicadas, una presencia tan digna que era imposible no quedarse mirándole al pasar, a su lado y tomado de su mano un pequeño niño de 6 años caminaba de la misma forma imponente que sus padres, su tez t