En el aeropuerto internacional de Cartagena de indias luego de un viaje directo en primera clase desde Sicilia, Italia, desembarca una familia italiana para extender su negocio traído desde el viejo continente hasta Latinoamérica, en la bella Cartagena de indias, Colombia. El enorme hombre de duros ojos, facciones completamente varoniles y un habano sin encender en la boca camina a paso tranquilo, su imponente porte de 1,93m y el aura asesina que traían solo era disipado por la esbelta, delicada y hermosa figura de la mujer a su lado, Alta de largas piernas, cabellos rubios y unos ojos tan azules como lo más profundo de los corales de su nuevo país que deberían llamar hogar, la bella Italiana tenía facciones delicadas, una presencia tan digna que era imposible no quedarse mirándole al pasar, a su lado y tomado de su mano un pequeño niño de 6 años caminaba de la misma forma imponente que sus padres, su tez trigueña como la de su padre y cabello castaño le daban la viva imagen del imponente hombre, pero sus ojos eran tan azules como la hermosa mujer que sujetaba su mano con cariño. Detrás de la singular familia tres hombres en negros trajes los seguían a un metro de distancia manteniendo la vista alrededor de la familia que juraron proteger con sus vidas.
- Roberto, sei sicuro che sia il migliore?-(“Roberto, estas seguro que esto es lo mejor?¨) pregunto la hermosa mujer a su esposo quien continuo caminando sin contestar, al salir al exterior una fila de 5 Jeeps negros blindados esperaban a la familia, uno de los guarda espaldas abrió la puerta para los tres, el pequeño fue el primero en subir, luego el imponente hombre estiro su mano cubierta con un guante negro para ayudar a subir a su delicada esposa, y por ultimo subió este. Sin demora la caravana comenzó su recorrido por las costas de Cartagena.-Carolina, amore mio, questo è il massimo, qui formeremo il nostro impero, l'eredità per il nostro grande Adriano.- (“Carolina, amor mío, esto es lo mejor, aquí formaremos nuestro propio imperio, la herencia para nuestro gran Adriano”) Respondió en su voz grave y ronca a la hermosa mujer y revolvió los cabellos del chico al lado de la mujer, este sonrió levemente.
Sin más palabras al cabo de casi 30 minutos llegaron a las afueras de la bella Cartagena, una zona algo más rural, los jeeps se detuvieron frente a una enorme propiedad de la alta reja negra, unos guardias armados con enormes rifles abrieron las puertas e hicieron una reverencia mientras los coches entraban, posteriormente cerraron las puertas rápidamente y los coches se estacionaron rodeando una redonda fuente en frente de la entrada principal de la enorme mansión de dos pisos, la propiedad tenía aproximadamente 3000 metros cuadrados, un establo, una cancha de tenis, una piscina de 4.5 metros de largo, un pequeño gimnasio, una sala de cine, quincho, 12 habitaciones y 8 baños, Dos cocinas, un sótano utilizado como bodega de Vinos, una casa más pequeña que sería la oficina para los negocios del hombre ya que su bella esposa no toleraba los negocios en la casa familiar, y por supuesto celdas subterráneas en la que sería la oficina del hombre. La familia entro en la propiedad y el niño dedico una sonrisa tranquila a sus padres.
-Padre, ¿puedo elegir mi habitación? – pregunto el pequeño en un perfecto español. El bello Adriano a su corta edad ya manejaba varios idiomas a la perfección, matemáticas y formulas estadísticas, mantenía un amplio vocabulario, era docto en el arte de la lucha en distintas doctrinas y era demasiado maduro para su edad, aquella era la razón por la cual su madre le había exigido a su esposo que debían empezar de cero en otro Lugar.
La familia de Roberto Amato venia de una larga línea de las más antiguas de las familias en la cabeza de la Mafia Italiana, dedicada al tráfico de armas a lo largo de todo el mundo. Roberto había conocido a su bella esposa en una de las reuniones anuales entre las imponentes familias, ambos a una corta edad de 14 años, El hombre, un simple chico en ese minuto había decidido hacerla su mujer desde el momento en el que tropezaron mientras la bella mujer se escondía de algún pretendiente y evitando que se golpeara Eduardo cayo con ella sobre su cuerpo amortiguando su caída al suelo, Carolina siempre le dice a su hijo que en minuto que vio los ojos de su padre ya le había entregado su alma. La familia de Carolina era una poderosa familia Italiana que se dedicaba a acoger niños huérfanos y les daba un oficio, los convertía en verdaderas máquinas de matar, entrenaba los agentes más sanguinarios de la historia y los vendía a distintas familias con el estricto acuerdo de jamás usarlos en su contra, Entrenaba a los pequeños en distintos tipos de luchas, armas, estrategia, piratería informática, espionaje entre otros, por lo cual Carolina y sus 4 hermanas no se quedaban atrás, siendo tan letal como hermosa, la delicada mujer tenía el entrenamiento para abrir el abdomen de una personas con un abre cartas o matar con un simple lápiz.Por otro lado, cuando el pequeño Adriano llego a sus vidas por supuesto recibió la misma educación que sus padres, y sin poder evitarlo fue expuesto a sanguinarias torturas para los traidores de sus padres, descuartizamientos de las mujeres que trataban de acercarse a su padre entre otras cosas claramente no aptas para un inocente niño o cualquier persona común. Su madre al poco tiempo se dio cuenta de que su hermoso hijo comenzó a perder su sonrisa y luego de horas de discusión con su esposo llegaron a la decisión de sacar al niño de la casa de la rama principal de la familia, donde los sonidos de balas, huesos rompiéndose, llantos de mujeres y gritos desgarradores estaban a la orden del día por parte de cada adulto de la familia. El pequeño Adriano seguiría siendo entrenado, pero paso a paso, sus padres ya no estaban de acuerdo en quitarle por completo la infancia al pequeño jefe italiano.
-Por supuesto cariño, puedes elegir cualquier habitación. – señalo su madre con una comprensiva sonrisa en el rostro alentando al joven heredero a subir escaleras arriba e investigar cada uno de los dormitorios en la enorme propiedad. El infante comenzó a caminar con un brillo de curiosidad en los ojos mientras habría puerta tras puerta para poder asegurarse de elegir correctamente, cuando estaba por cerrar la habitación número cuatro una suave risa llamo su atención, un pequeño eco que se escuchaba a través de las cortinas del balcón, a paso decidido atravesó la persa alfombra hasta las puertas de madera de los enormes ventanales, el pequeño balcón tenía una mesa y sofá de mimbre, y más allá de eso se extendía gloriosamente las hermosas aguas turquesas del mar, la brisa salada acaricio su tersa piel, cerro sus ojos unos segundos para disfrutar del aroma a sal y dejarse invadir por los nuevos sonidos desconocidos para él, entonces nuevamente aquella dulce y suave risa interrumpió sus pensamientos, abriendo sus ojos para buscar la procedencia de tal distracción, luego de unos segundos salió del mar hasta la orilla en la blanca arena una pequeña niña de cabellos rizados y castaños, tez bronceada llevaba una larga remera desteñida y vieja que se le pegaba al cuerpo, camino unos pazos hasta un short de jeans rasgados tirados en la arena, con sus pequeñas manos estrujó su prenda superior y paso los shorts por sus piernas hasta subirlos, luego sacudió un poco sus definidos y largos rulos antes de que algo la alarmara, un par de hombres de traje negro salían de la propiedad de su padre hacia la niña gritando que se fuera, la pequeña asustada de los desconocidos tomo las roñosas y viejas zapatillas en la arena y comenzó a correr hacia el final de la playa perdiéndose entre unos arbustos. Adriano tuvo el impulso de detenerla, abrió su boca para decir algo, como si fuera posible que fuera a ser escuchado desde esa distancia, se reprendido mentalmente por su comportamiento infantil y sacudió su cabeza obligándose a retomar la compostura, se dio media vuelta para salir de aquella habitación encontrándose a su padre que miraba extrañado su curiosa expresión .- ¿algo interesante Adriano? -pregunto el imponente hombre, y por un segundo la imagen de los largos rulos de la pequeña aparecieron en su mente .- me gusta la vista del mar .- dijo con un tono tranquilo y sin mayor expresión .- es una hermosa vista .- concordó su padre llevando la mirada sobre el pequeño hacia el ventanal .- ¿deseas seguir viendo las habitaciones antes de elegir? .- pregunto el hombre retirándose con calma los negros guantes de cuero que aun llevaba puestos .- no, me quedaré con esta habitación.- concluyo el pequeño de forma segura, algo en su tono de voz llamo la atención de su padre, ¿tal vez el énfasis en tan pequeño tamaño?, o la extraña sensación de que había algo que impulsaba tal seguridad en sus palabras .- Bien, daré aviso a Guido para que traigan tus pertenencias, saldremos con tu madre, permanece dentro de la propiedad .- ordeno su padre y este simplemente asintió con la cabeza.-
-Tanti auguri a te, Tanti auguri a te, Tanti auguri Adriano… E la torta a me! – Con una pequeña tarta en sus manos entraba Carolina y a su lado sujetando suavemente su cintura Roberto mientras cantaban la canción “cumpleaños feliz” en su lengua natal. El pequeño Adriano abrió sus ojos Azules viendo a sus padres a los pies de su cama, una enorme sonrisa que podría haber iluminado la oscura habitación se dibujó en sus labios.- ¡Feliz cumpleaños mi dulce Adriano! - dijo su madre acercándose por el costado de la cama para sentarse al lado de este- Pide un deseo y sopla las velas hijo- dijo su padre este asintió con solemnidad, un deseo…, ¿Qué podía pedir un niño que podía tenerlo todo con suma facilidad?Finalmente las velas fueron apagadas y su padre dio un suave aplauso, se acercó a las cortinas en las ventanas
-¡Levanta los brazo!, ¡eso es! – Exigía la gruesa voz del Alpha de la manada Solterra, Leonardo y su padre llevaban desde las 6 am en sus entrenamientos matutinos, ahora el sol se ponía casi en lo más alto cuando el reloj marcaba casi medio día, desde que había cumplido 8 años y el oráculo había llegado a la manada dando sus profecías sobre el futuro duro que le tocaría vivir al pequeño ascendente su padre lo había puesto a entrenar en conjunto cada mañana, sin dejar nada a la suerte, no dejaría que la futura cabeza de la manada flaqueara, aunque fuera su amado hijo, hoy con dieciséis años era su mayor orgullo, era tan letal como si mismo, lo había llevado a algunas batallas y desde temprana edad había dejado que los mejores guerreros entrenaran con él, que le dieran una buena paliza, los alphas eran más fuertes por nacim
Catorce años habían pasado desde que la pequeña andrajos había conseguido una casa, familia y un Hogar. Se le había entregado todo como hija de la familia Amato, la educación en la mejor escuela privada de Colombia, un guarda ropas con todas las marcas de alta costura, tutores particulares para clases de economía, Finanzas y lenguas extranjeras. Su ahora hermano mayor se había mantenido a su lado en cada paso de forma inamovible, pero con una presencia casta, sin palabras de apoyo, desde las sombras, había dejado resúmenes para ella, libros de estudio y pedido a los tutores que reforzaran en las áreas más difíciles para ella, ya ayudo a entrenar, su madre no le dio tregua alguna sobre la importancia de las artes marciales, ella debía saber defenderse y llevar el negocio familiar si sus padres se lo ordenaban. Algo había cambiado en el interior del pequeño Adriano desde que la viva risa había llenado su habitación la tarde que habían llegado a Colombia,
La ceremonia o funeral de los caídos en batalla siempre era igual para todos, los cuerpos eran quemados en hogueras personales usando una base de leña y paja seca, los dolientes se ponían frente a sus seres queridos para despedirlos, las esposas o hijos encendían la hoguera para que el cuerpo se volviera cenizas, Leo y su madre habían estado en varias, pero jamás pensó el joven Alpha tener que encender la hoguera de su padre tan pronto, no a los dieciséis años, su madre tenia la vista perdida en el cuerpo de su padre en frente, había estado así desde que lo habían recogido del bosque, Mahia había cocido la piel para meter sus órganos y poder darle un Adiós digno del gran Alpha, padre y esposo que había sido para todos en la manada, sus manos sudaban bajo la presión de la antorcha, no quería hacerlo, quería abrazar a su padre una vez más, quer&ia
La cita de Adriano y Emma iba simplemente perfecta, podía deberse al echo de que ella era perfecta y cada situación a su lado no podía ser mejor. Habían visto una película de zombies, ni siquiera recordaba el nombre, ni le interesaba realmente, llevaba pasando la mayor parte del tiempo mirando de reojo las expresiones de la morena cada vez que algo sucedía en la trama que se desarrollaba en la pantalla grande, cada cambio en sus delicados rasgos le parecían magníficos, la forma en que sus cejas se juntaban levemente y sus labios se apretaban en una línea recta cuando no estaba de acuerdo algo, o por el contrario, como parecía reprimir una sonrisa mordiendo su labio inferior, sus bellos ojos abriéndose en la sorpresa, Dios… simplemente perfecta. En algún momento sin despegar los ojos de la pantalla Emma había rodeado con sus brazos el bíceps de su hermano apoyándose en él al subir las piernas de costado sobre el asiento. Acto reflejo y postura en la que siempre terminaba cada vez veían
Adriano aceleró el coche sobre los 190 km/hora por la carretera, sus nudillos estaban blancos por apretar el volante, Emma era suya, ningún mocoso pondría sus manos sobre la piel canela de la menor. Las llantas soltaron un poco de humo cuando freno el vehículo de golpe fuera del lujoso edificio donde vivía la pequeña amiga de la morena, salió de la lujosa carrocería para atravesar le calle y finalmente llego al hall del lugar, Una joven mujer esperaba detrás del mesón.La mujer lo escudriño con la mirada de arriba abajo sin vergüenza alguna, le dio una sonrisa que prometía mucho más que simple cordialidad. -¿Puedo ayudarle en algo? -preguntó la mujer, el italiano le regaló una sonrisa con la que casi había podido escuchar como caían las medias de la mujer, sus ojos azules fijaron en los ajenos con una promesa vacía de lo que la mujer quería buscar con su generosa coquetería, se le hacía increíblemente desagradable aquella actitud vulgar y complemente falsa y desvergonzada, pero el es
El sonido seco y tétrico de los huesos quebrados llenaron el amplio y vacío gimnasio, seguido de un gruñido y grito desgarrador de dolor del hombre que sujetaba su brazo roto contra su pecho, el sudor caía por su rostro y mandíbula filosa, miraba con una mezcla de orgullo y enojo al joven de veinte dos años de pie sobre el que había roto su brazo hace apenas unos segundos.Los verdes ojos inexpresivos de cualquier emoción considerada positiva miraban a su mentor de espaldas en el suelo con el brazo roto, se dio media vuelta algo aburrido y tomo una pequeña toalla para secar su sudor, mientras otros ayudaron al hombre de mediana edad a ponerse de pie y uno de ellos puso de vuelta el hueso en su lugar escuchando el gruñido de dolor retumbar en el pecho del contrario, Ventaja de su raza, todo sana rápido.-¿Hemos terminado? – pregunto el despreocupado joven secando su sudor de la
Emma despertó al día siguiente envuelta en una nebulosa de anticipación, casi no había dormido, el nerviosismo, la felicidad y la mitigación del miedo a algo que era completamente nuevo para ella la habían mantenido dando vueltas en su cama, con las mejillas sonrojadas y una sonrisa tonta en el rostro, pensando en todas las posibilidades que el futuro les traía por delante, ella seria su mujer, Una profunda parte de ella, un pequeño pedacito de su corazón bien enterrado en el fondo de su alma -junto al constante sentimiento de miedo por ser abandonada-, lo había deseado, hace meses comenzaba a comprender que los sentimientos hacia Adriano eran mucho mas profundos que una hermandad, carecían de bondad, era un sentimiento de dolorosa posesividad, deseo y un rasgante dolor de lo prohibido, por ello cuando el mayor señaló que ella siempre le había pertenecido, fue como si un enorme peso que no sabia que cargaba dejara su espalda al fin.Tarareando una melodía bajo las escaleras hasta