De pequeña solía disfrutar demasiado de las nubes, lo mejor que me podía pasar era que me dieran unos cuantos minutos en silencio solo para ver las nubes. La última vez que vi a mi padre fue lo que hicimos. Era un día soleado, condujo por la ciudad hasta encontrar una montaña, árboles, probablemente una propiedad privada, pero éramos tan felices que no nos interesaba.
Lexie estaba sentada en su oficina tranquilita haciéndose las uñas cuando su asistente llamó a la puerta. Le miró de arriba a abajo y él a ella, los dos sonrieron como siempre. —¿Qué se te ofrece, precioso? —Está aquí.—Dijo refiriéndose al hombre que estaba poniendo una notoria atención hacia su jefa.—De nuevo—Enfatizó.—y las chicas empiezan a asustarse. —Ofrécele de beber y envíalos a una de las salas. Dile que tendrá que esperar —La mujer le guiñó el ojo y le lanzó un beso. Aquellos dos habían sido amigos de toda la vida. Elvis era el hijo de su niñera, la única mujer que le había tratado bien y juntos se habían querido como hermanos y se cuidaron como tales. —Se quieren mucho—dijo la mujer que le hacía las uñas. —Somos como hermanos.
Andrés llegó a su casa y su bebé preciosa le saltó encima. —Hola, papá. —Hola, princesa de mi vida—Dijo y él le llenó de besos. Se desarmó y le pasó la pistola a su asociado. —Papá, no hay que andar con pistolas es peligroso, eso mata gente. —Sí y también nos protege. —Replicó y le llenó de besos. —¿Por qué mejor me cuentas un cuento? Voy a ducharme y la nana te ducha a ti, nos vemos en quince. —Me encanta, pero yo tengo que cenar, ehh. No seas irresponsable. —Lo que ella cene, yo igual —Vio a la niñera. —Unas quesadillas y papas fritas. —Quiero quesadillas de pescado y guacamole. —pidióla niña y su papá le vio confundido por la combinación, de todos modos él prefirió dejarla ir. —Chapas, dame el teléfono. Voy a pasar una hora con Mindy y volvemos a salir, Asher está bajo guardia y el Rey. —Así es señor. —¿Algo inusual?—preguntó Berrocal.&
La jefa escuchó como hacían una pausa por lo que supo que estaban recargando y si hay un equipo combatiendo fuera de su casa le daba tiempo de causar una distracción. Lexie corrió al closet y tomó un par de armas, antes de ponerse a armar la ametralladora automática, tocó un par de códigos en la pared y su casa comenzó a llenarse de humo. La mujer sonrió y se puso una máscara. —Vinimos por usted, reinita—Gritó un hombre antes de volver a darle tiros a la puerta. La puerta se abrió, llevaban rato intentando abrirla con balazos y ella encendió el botón. Berrocal estaba en la ventada por entrar cuando vio la ametralladora tirando en dirección a la puerta. Lexie le tiró una máscara a Berrocal. Él se la puso e hizo una seña a sus empleados para que esperaran.
Berrocal le pidió a Chapas que le diera todo lo que quisiera y que la pusiera al mando. Ella le guiñó un ojo y él sonrió antes de recordarle que tenían otros asuntos pendientes.—No voy a casarme contigo sin mi abuelo—Replicó.—No puedes vivir en una farsa para los demás sin tenerles cerca. Vamos a ocuparnos de esto y después puedes ocuparte de lo demás. Necesito una especie de prenupcial de la mafia. —Excelente. —Mi abuelo es un ex militar, así que necesitas estar preparado para que te quiebre.—Ella sonrió.—Yo me ocupo de eso. —¿De quebrarme? —Sí, cariño—Respondió y Chapas les sirvió el café a ambos. —Esto no va a funcionar—Comentó y los dos le vieron.—Ambos son leo—Berrocal le dio un golpe en la cabeza y ella sonrió. —Ven, ponte serio y a trabajar. Unas horas más tarde Berrocal salió al jardín de
Berrocal sabía que eso era un rasgo muy marcado en los Staton, no confiaban en nadie ni en nada. Era como si esperara que la vida y que la gente les lastimara así que simplemente se negaban a darle una oportunidad a cualquiera que se les acercara.Berrocal nunca había estado conectado a una máquina de esas, ella se colocó sus cables y Berrocal le vio divertido, porque sabía que con entrenamiento eran altamente modificables, el encargado le enseñó la simbología y ella tomó asiento en frente. —¿Has estado casada?—preguntó Berrocal. —Sí. —¿Lo amaste? —No. —Estás diciendo una verdad a medias—Declaró Berrocal. Lexie sonrió. Él tenía razón, ella había estado casada, había amado a su esposa, así que eso era una cosa que no era correcta y significaba que él era muy bueno leyendo a la gente.
La puerta de la habitación se abrió y Berrocal suspiró pesado. —Estoy ocupado—Resumió y Chapas negó con la cabeza. —Lo siento, están aquí los matones del Rey y encontré a su hermano. —A Nando ponlo en un lugar seguro y no le des absolutamente nada de comer ni beber. —Sí. —Señorita quiere ver a la familia. —Claro, siempre me apetece. Ella se visitó rápidamente y él también, los dos salieron de la habitación y Berrocal le tomó de su mano y le aseguró nuevamente que estaba segura con él. Ella sonrió y los dos rieron. —Sé que puedes defenderte, pero sé que somos más fuertes en equipo. —Tengo un entendimiento contó Berrocal. No rompo promesas y no voy a echarme para atrás porque no soy una niñita, menos voy a olvidar que me debes una Master class. Él le acercó más a su cuerpo.&
Lexie sonrió y se acomodó en su asiento, recogió el pelo largo de forma que su cuello estuviese liberado. Los dos se miraron. —¿Qué si soy una ladrona? —Bueno, eso te pone encima de mí en la línea de carteristas. —Eres un roba carteras. No te menosprecies que yo solo soy una ladrona refinada…—Dijo y bebió champán.—Estafadora me gusta más, lo has escuchado en inglés“Con artist”, ser ladrón es desagradable para rodos menos los gringos que lo llaman tan bonito. —Estás intentando distraerme, aburrirme porque me vale—Los dos rieron. —¿El qué, el que sea una estafadora o el que sea una mujer? —Las dos, tú a lo tuyo…—Respondió y se acomodó en la silla.—Voy a decirte una cosa. Voy a firmar un papel en el que dicen que eres mi mujer, tu felicidad me impor
Lexie sonrió al ver las armas que llevaba debajo del asiento. La joven no pudo evitar reír.—¿Qué son estos? ¿Crees que podemos defendernos con armas ligeras?—Son solo por seguridad.—Te sientes seguro con tres carros de matones detrás de nosotros, armados hasta los dientes y tú con pistolas de muñeca.—Tengo armas atrás.—Atrás donde nos pueden disparar si nos acercamos—respondió irónica y molesta con la situación.—¡Sí, sí Lexington!—gritó y ella le vio amenazante.—Lo estás haciendo complicado.—Sí ¿Por qué?¿Dónde está nuestra seguridad? Ehh—Dijiste que podías solita, ehh.&nbs