Capítulo 3 —La Primera Vez
Dorian:
Hoy era un día importante, un día que esperaba con una mezcla de anticipación y ansiedad. Sabía que esa noche, en el club nocturno "Eclipse", tendría un encuentro especial con Natasha. El día comenzó con una reunión rutinaria en el Congreso, donde discutimos asuntos políticos que, en cualquier otro momento, habrían captado toda mi atención. Pero hoy, mi mente estaba en otra parte. Mientras los diputados hablaban y discutían, mis pensamientos volaban hacia la noche que se avecinaba. Imaginaba cómo sería el encuentro, cómo reaccionaría ella, y cómo manejaría la situación para asegurarme de que ella se sintiera cómoda y segura. Al mediodía, tomé un descanso para almorzar. Elegí un pequeño café cerca de mi oficina, un lugar tranquilo donde podría concentrarme y planificar el encuentro. Pedí una ensalada y un refresco, pero apenas los probé. Mi mente seguía ocupada con la expectativa de la noche. Me preguntaba si ella estaría nerviosa, si se sentiría cómoda con la venda en los ojos, y cómo podría guiarla de la mejor manera posible. Después del almuerzo, regresé a la oficina para revisar algunos documentos. Intenté concentrarme en el trabajo, pero mi mente seguía divagando. Miré el reloj constantemente, contando las horas que faltaban. Por la tarde, asistí a una reunión con algunos empresarios locales. Hablamos de inversiones y proyectos futuros, pero cada palabra se sentía distante. Me di cuenta de que estaba más nervioso de lo que había estado en años, y eso solo aumentaba mi ansiedad. Finalmente, llegó la noche. Regresé a casa para cambiarme. Me miré en el espejo, tratando de calmar mis nervios. Sabía que esta noche era importante, hacía mucho tiempo que no estaba con una mujer inexperiente y que me gustara tanto. Salí de casa y me dirigí al club nocturno "Eclipse". Mientras conducía, mi mente repasaba cada detalle del plan. Quería asegurarme de que todo fuera perfecto, de que ella se sintiera libre y gozara. Aparqué el coche y caminé hacia el club, mi corazón latía con fuerza. Fui directo hacia la habitación privada, donde todo estaba preparado tal como lo había solicitado. Me senté en el sofá, esperando a que llegara. Mi mente seguía llena de pensamientos, pero ahora había un propósito claro: hacer que esta noche fuera especial. Las luces suaves creaban una atmósfera íntima, perfecta para un encuentro que ambos recordaríamos. Había pedido algo para comer y champagne, aunque no sabía si le gustaba. Había muchas cosas que no sabía de ella, pero estaba ansioso por descubrirlas. Mientras esperaba a que llegara, mis pensamientos vagaban entre el deseo y la curiosidad. No podía dejar de pensar en lo inusual de nuestra conexión, en cómo ella despertaba en mí algo que no había sentido en mucho tiempo. Finalmente, la puerta se abrió y Natasha entró, con los ojos vendados. Su belleza natural, aunque oculta tras la venda, me dejó sin aliento, y por un momento, solo pude observarla en silencio.
—Natasha… —dije suavemente, invitándola a acercarse. Ella caminó hacia mí con pasos tímidos, su nerviosismo evidente. Pude ver la inexperiencia en sus movimientos, y mi excitación fue en aumento. Tomé su mano, guiándola hacia el sofá —No tienes que preocuparte —le aseguré —Estoy aquí para guiarte.
Ella asintió, sentándose a mi lado. Acaricié su mejilla suavemente, mi pulgar rozando su piel con ternura. Sentí cómo se relajaba poco a poco bajo mi toque, e iba confiando en mí.
—Dorian… —susurró, escuchar mi nombre, salir de sus labios, casi me vuelve loco.
—Quiero que te sientas cómoda —le dije —Si en algún momento quieres parar, solo dímelo —Ella asintió de nuevo, su respiración se volvió un poco más rápida. Tomé eso como una señal para continuar, guiando sus movimientos con cuidado y paciencia. Cada toque, cada caricia, estaba destinado a asegurar que ella se sintiera segura y disfrutara. Me había dicho que era inexperta, pero su disposición a aprender y su confianza en mí eran evidentes. La guíe con delicadeza, explicando cada paso, cada sensación, asegurándome de que se sintiera cómoda en todo momento —Confía en mí —le susurré, viendo cómo su cuerpo respondía a mis caricias —Estoy aquí para ti —Le pregunté si deseaba beber o comer algo, pero se negó. Cada vez se acurrucaba más en el sillón, así que me pegué a ella —¿tienes alguna zona que no quieras que te toque o en la que seas demasiado sensible?
—Creo que no… —respondió luego de pensarlo unos segundos —solo aquí, que si algo me roza fuerte o me golpea no me gusta —dijo llevando su mano sobre el brasier al pezón
—Descuida, eso tiene solución —con suma delicadeza le desabroché la prenda y se la quité, dejando sus hermosos y redondos pechos a mi vista —pues te diré que son hermoso, realmente —vi como su cuerpo sufría un pequeño brinco —tranquila, ya te dije que no te haré daño, tienes que confiar en mí.
—Confío, es solo que… —Pero no le dejé terminar la frase y le pasé la lengua por su muy hinchado pezón —Ah… —soltó en un suspiro.
—¿Te molesta?
—No… al contrario —respondió gimiendo.
Así que continué lamiendo sus senos, mientras sentía como su cuerpo comenzaba a temblar. Con mis labios fui subiendo por su cuello hasta terminar en sus labios, mientras mis manos terminaban de despojarla de su ropa. Dejándola desnuda, expuesta a mí. Sin dejar de besarla, hice lo mismo, quedando desnudo también, con la diferencia de que ella no podía verme. Me arrodillé en el suelo y apoyé sus piernas en mis hombros.
—Ahora voy a hacerte lo mismo que anoche, pero no con los dedos, sino con la boca.
Y mis labios comenzaron a circunvalar su zona sensible, haciendo que sus jadeos fueran en aumento, hasta que finalmente pasé la punta de mi lengua por su clí*toris. Eso la hizo gritar.
—Ah… —Así que continué dándole placer, mientras observaba como su cuerpo se retorcía, temblaba y se iba llenando de pequeñas gotas de sudor. No sabía qué hacer con sus manos, así que las apoyó a un costado de su cadera y apretaba el almohadón del sillón. Aquello era un espectáculo, yo tenía muchos planes, pero esta noche sería delicado, no quería generarle temor. Cuando al fin llegó al orga*smo, su espalda se despegó del respaldo y, con los puños cerrados, comenzó a golpear el asiento —Sí, sí, no se detenga, se lo ruego, se lo ruego, se lo ruego —el último fue casi en un murmullo, y su cuerpo cesó los espasmos.
Lentamente, me incorporé y me senté a su lado.
—¿Te ha gustado? —le pregunté con la voz ronca.
—Me ha encantado… —susurró.
—Ahora, ven, siéntate sobre mí, conocerás otra parte del placer —le ordené, mientras me colocaba el preservativo y lo lubricaba.
Obedeciendo, me pasó una pierna por encima, quedando con sus rodillas hundidas en el sofá. Acomodé mi falo en su entrada y tomándola de la cadera, lo sostuve firme.
—Uch… —se quejó.
—Eres muy estrecha, así que hazlo muy lentamente, pero necesito que comiences a bajar —Apoyó manos sobre mis hombros, para ayudarse con el equilibrio y comenzó a bajar lentamente. Su respiración se detenía, cuando el dolor la aquejaba, pero no se quejaba —¿duele?
—Un poco, pero me gusta —eso hizo que mi miem*bro reaccionara, y terminó de sentarse.
—Quédate quieta unos segundos… —cuando nuestros cuerpos se acostumbraron, con mis manos le guie los movimientos para que empezara a bajar y subir —eres hermosa, Natasha.
—Elektra… —murmuró.
—¿Cómo dices?
—Que mi nombre es Elektra.
Ante ese ataque de sinceridad, que solo me confirmaba la confianza que esa chica me había cogido, le retiré mis manos de su cadera y le desaté el vendaje de sus ojos.
—Muy bien, Elektra, dejaré que me veas, confío en ti como tú estás confiando en mí.
Le costó un poco abrir del todo sus ojos, claramente la luz la incomodaba un poco, imagino que también tendría una visión algo distorsionada. De pronto, mi cuerpo se erizó, al ver como su mirada se fijaba en la mía con una intensidad inesperada.
—Dorian… —me dijo y pegó sus labios a los míos, mientras metía su lengua en mi boca.
Mientras nos devorábamos en un beso, mi miembro exploró dentro de ella y su cuerpo también se llenó de espasmos, mostrando así que había llegado nuevamente al clímax.
—Tienes un nombre precioso, ¿por qué usas otro? —le dije, cuando al fin nos relajamos, pero aún no nos separábamos.
—Sugerencia de una de las chicas —sonrió —el suyo también es bonito
—Gracias, pero puedes tratarme de tú.
—Bien —dijo mientras acariciaba mi rostro —¿puedo ser sincera contigo?
—¡Claro que sí!, la sinceridad es una cualidad que admiro en cualquier persona.
—Me he llevado una grata sorpresa.
—¿Ah, sí?
—Como hacías que me vendaran los ojos, creí que eras muy feo, más viejo, tal vez calvo o con alguna cicatriz horrenda —y se acercó hasta casi rozar sus labios con los míos —pero eres bello, a decir verdad, muy bello —y volvió a besarme, con unas ganas, que hizo que mi miem*bro se pusiera erecto nuevamente sin haber salido de ella.
Esa chica iba a lograr matarme…
Capítulo 4 —RealidadElektra:La noticia de la muerte de mi madre llegó como un golpe inesperado. Todo en mi vida cambió en un instante. Ella siempre había sido mi pilar, mi apoyo incondicional, y su ausencia dejó un vacío imposible de llenar. Fue en ese momento de vulnerabilidad que mi padre, Gideon Marlowe, se acercó con una propuesta que cambiaría mi vida. Mi padre no había estado presente en mi vida durante mucho tiempo, especialmente después de su divorcio con mi madre. Sin embargo, tras su fallecimiento, se mostró preocupado y dispuesto a ayudarme. Me ofreció vivir con él, argumentando que sería mejor que estuviera con alguien de mi familia en lugar de estar sola.—Elektra, quiero que vengas a vivir conmigo —dijo una tarde, sentado en el sofá de la casa que había sido mi hogar —No quiero que enfrentes esto sola.Miré sus ojos, buscando alguna señal de sinceridad. Había pasado tanto tiempo desde que habíamos tenido una conversación real. Sin embargo, en mi estado de vulnerabilida
Capítulo 5—SalvadaNarrador:En el preciso instante en el que Elektra iba a tomar su café, sintió una mano firme sujetarla del brazo. Sobresaltada, giró rápidamente y se encontró cara a cara con Alaric, su prometido; el joven que su padre había elegido para que se casara con ella.—Elektra—dijo con una enorme sonrisa —Hace tiempo que no te veía.Elektra tragó de inmediato al ver su mala suerte, era la primera vez que entraba a ese lugar, y justamente a quien se encontró allí fue a él; remojando sus labios, asintió con su cabeza sin saber qué decir, e interesado por conocer su paradero, Alaric continuó.— Pero... Cuéntame, ¿cómo estás?Justamente en ese momento regresó la chica que la había atendido con su orden, y extendiendo la rebanada de pastel, Elektra la tomó con la finalidad de seguir su camino.—Bien.La verdad ella quería huir, salir de allí tan rápido como sus pies se lo permitían, lo menos que deseaba era que su padre supiera de ella, por lo que prácticamente había desaparec
Capítulo 6 —CastigoDorian:Había quedado muy molesto con el hecho de que Elektra y Alaric se conocían. No quise que ella me diera detalles y a él, obviamente, no se los pediría tampoco. Pero pensar que él pudiera frecuentar el club y haberla visto bailar, me enfurecía. ¿Acaso ella también era su pu*ta? Con toda esa carga emocional, fui al club y me puse más intenso de lo acostumbrado. Elektra entró en la habitación del club nocturno con una mezcla de anticipación y temor. El ambiente era familiar; luces suaves, la atmósfera íntima y el lujo discreto. Pero esta noche, todo era más cargado, más denso y ella lo notó. Yo la esperaba sentado en el cómodo sofá; mi rostro tenía una máscara de calma contenida. Sin embargo, mis ojos traicionaban la tormenta que se libraba en mi interior.—Cierra la puerta —ordené con voz grave.Elektra obedeció, sintiendo el peso de mi mirada clavada en ella. Caminó lentamente hacia donde me encontraba, sus pasos resonaban en el silencio de la habitación. Se d
Capítulo 7 —Reflexión y RedenciónDorian:El sol ya se había puesto cuando finalmente me encontré de nuevo en mi oficina del Congreso, sumido en un mar de papeles y responsabilidades que apenas lograban distraerme de mis pensamientos. Había pasado toda noche y gran parte del día, atormentado por el recuerdo de la noche anterior. La manera en que había dejado que mis celos me controlaran y cómo había descargado mi frustración en Elektra con prácticas que, aunque no le causaron dolor, fueron más allá de lo aceptable. No dejaba de martillar en mi mente.—¿Qué diablos te pasa, Dorian? —me preguntaba a mí mismo una y otra vez mientras firmaba documentos sin prestarles realmente atención.—Doctor Langdon, ¿necesita algo más? —preguntó mi secretaria desde la puerta, interrumpiendo mis pensamientos.—No, gracias, Raquel. Puedes retirarte por hoy —respondí sin levantar la vista.Cuando finalmente el edificio quedó en silencio, me permití un momento para reflexionar. No podía dejar las cosas as
Capítulo 8 —Mala idea.Elektra:Abriendo mis ojos, apenas el sol apareció. Tomé asiento en la cama que compartía con Katrina, y mordiendo mi labio inferior, recordé a Dorian, y la noche anterior, la cual fue un poco intensa. Tras ejercer el dominio que tenía sobre mí, me invadió de manera posesiva, y corriéndonos al mismo tiempo, los dos caímos agotados sobre el sofá. Habían pasado algunos días desde nuestra primera vez, y con ellos las visitas de Dorian se hacían más constantes, por lo que me sentía más confiada con su presencia. No entendía qué era lo que sucedía entre nosotros, pero él me atraía más de lo que alguna vez pensé, sin importar la diferencia de edad entre los dos. Adoraba su olor, su intensidad, la forma en la que sus manos recorrían mi cuerpo con luj*uria, y nuestros encuentros cada vez eran más satisfactorios. Me aterraba por instante el cambio que sufría en su presencia, lo descarada que era con él, que cada vez más me desconocía. De la Elektra virginal, y mojigata q
Capítulo 9 — El mejor amigo de mi padre.Elektra:Deteniendo el auto a las afueras de la mansión Marlowe, Alaric liberó el volante tras detenerse para observarme por un instante, y tomando mi mano, la cual reposaba en mi muslo, le dio un leve apretón antes de decir.—No temas, estaré contigo.A eso precisamente, era lo que más le temía; estar con él. No sabía cómo reaccionaría mi padre al verme después de tantos días fuera de casa, y si él cumpliría su palabra de llevarme de regreso. Acercándose al vehículo para recibir los invitados, Gisel, la señora de servicio, se mantuvo a la espera, y notando una vez que se abrió la puerta que se trataba de mí, se dejó ver sorprendida por mi regreso.—Señorita Elektra… Ha regresado.Bajando su cabeza levemente, la mujer me saludó con emoción evidente, e invitándonos a seguir, ingresamos a la enorme estancia, en donde se divisaba una magnífica escalera de mármol en el centro que conducía a la segunda planta.—Todo saldrá bien. ¿Seguimos?Alaric, s
Capítulo 10 —Una decisión difícilDorian:La velada en la casa de Gideon Marlowe se desarrollaba con la pompa y circunstancias esperadas, para celebrar el regreso de su hija perdida. El salón principal estaba lleno de figuras prominentes de la política y los negocios, su círculo íntimo, pero en ese momento me parecían demasiadas personas de todas maneras. Entre los invitados, estaba Alaric Kane. El aire estaba cargado de conversaciones animadas y risas, pero para mí, la noche estaba envuelta en una niebla de incomodidad. Sabía que Elektra estaba allí, y la revelación de su identidad estaba pesándome demasiado. Me mantenía en la periferia de la fiesta, observando y tratando de evitar el contacto visual con ella. Alaric se acercó a mí, con una expresión ligeramente preocupada.—Dorian, ¿puedo hablar contigo un momento? —preguntó con su voz baja para no llamar la atención. Asentí y nos movimos a un rincón más tranquilo del salón —Sé que esto es incómodo, pero necesito pedirte un favor —c
Capítulo 11 — Frustración Elektra:El ver cómo el auto de Dorian se alejaba hizo que una punzada se extendiera por mi pecho hasta hacerme formar un puño con mi mano por la impotencia. Todo esto, no solo lo tomaba por sorpresa a él, sino a mí también, que ni recordaba que él existía. ¿Cómo carajos iba a saber que él era el mejor amigo de mi padre, si la última vez que lo vi no sabía ni caminar bien? Exhalando una bocanada de aire, me tragué las lágrimas que trataron de salir por la rabia, y girándome sobre mis talones, me quedé rígida al hallar a Alaric detrás de mí.—Elektra… Te estuve buscando, no sabía que estabas aquí con Dorian.Tragué enseguida un poco temerosa que nos hubiese escuchado hablar, y extendiendo su mano unos segundos después, al ver que me quedé sin decir nada más, la tomé con una pequeña sonrisa, la cual fue forzada e incómoda. Al regresar al salón, nos acercamos a nuestros padres, quienes se hallaban hablando con mucha confianza, y dirigiéndose a Alaric, y a mí, u