❝ La vida es una sucesión de lecciones que uno debe vivir para entender ❞ — Ralph Waldo Emerson —
Ajeno a lo que este día nos deparaba por el sendero bosque adentro, caminamos rastreando y jugueteando por el camino, meramente recorriendo el fino hilo de lo incierto y de los incesantes juegos del destino.
Pasado algunos minutos muy a diferencia de los demás días entre la hierba y la tierra, pudimos encontrar muchas pisadas de animales de varios tamaños, los cuales aparentaban haber atravesado el lecho no hacía demasiado tiempo.
— Son de ciervos, padre — le cuestioné lo más bajo que pude en vista de que me encontraba algo distanciada de él, no queriendo asustar de paso a ninguna de nuestras posibles presas.
— Algunas pocas, también veo pisadas de jabalís, conejos y alguno que otro gato salvaje, de igual manera también hay lobos rondando por aquí, así que debemos de tener mucho cuidado — comentó aquel tras agacharse queriendo comprobar lo que sus ojos divisaban.
— ¡Gatos salvajes! Pero no se supone que no vienen por aquí hasta la temporada de invierno.
— Sí, pero aquí las veo — dijo aquel mientras señalaba en dirección al suelo — algo ha debido molestarlos del otro lado, mira que ellos suelen viajar si en el lugar en el que se encuentran no se sienten cómodos — indicó aquel queriendo saciar mi curiosidad.
Aquello era otra extrañeza más, una de las tantas que durante los últimos días sin dudas habían venido ocurriendo y de lo que nos habíamos percatado.
El desplazamiento de los animales había empezado demasiado antes este año, pero, que podíamos hacer, contra la naturaleza no podemos pelear más aún porque nosotros somos doblemente parte de ella y esperar hasta ver que es lo que acontecería era lo único que podíamos llegar a hacer, pues, era bien entendido que todo lo que ocurre en ella tiene siempre un porqué.
A partir de allí el sigilo se convirtió en parte uno de nuestras andanzas, guardar el silencio para que los animales no huyeran era lo que en mayor medida podíamos hacer hasta poder velar por la presa adecuada.
Sendero adentro caminamos por algunos diez minutos, quizás vigilando en todas las direcciones, papá y yo nos encontrábamos más que alertas pendientes de todo lo que sucedía a nuestro alrededor, cuando a un costado próximo al canal, aún en medio de la maleza lo vimos.
Era un ciervo medianamente joven que rondaba algunos doscientos kilogramos, quizás, era de pelaje algo rojizo que viajaba aparentemente solo o al menos eso figuraba, ya que rastros de las hembras no había en los alrededores, pues ni siquiera con el olfato podíamos detectarlas, un gran botín sin dudas que podríamos aprovechar porque llevábamos varios días comiendo simples conejos y alguno que otro pescado.
Sobre la llanura, en medio de los árboles, se encontraba tranquilamente, pastando, comiéndose los nuevos brotes de hierbas frescas que gracias a las últimas lluvias habían crecido, por lo que fue inevitable el no descubrirlo.
— Estas listas — comentó mi padre en voz baja mientras no apartaba la mirada del camino en dirección a aquel animal.
— Sí, lo estoy — indiqué firmemente.
— Pues ya sabes qué hacer.
Mirándolo a la cara confirme ante aquel mi tarea y deshaciéndome de mi abrigo, camine cuidadosamente hacia un arbusto continuo en donde agachándome cerré los ojos y entre dientes, proclame la oración de permiso que siempre mi padre y yo solíamos utilizar.
— “Madre luna, hermana tierra, si esto es lo que corresponde pido perdón por la sangre pura que por mi boca se ha de derramar, déjalo morir sin pesar, si por mis manos así debe de ser, pero si no y no te complace, aléjalo de mí en este momento dándole así su inigualable libertad”.
Y dicho y hecho, puesto que antes de que yo lograra prepararme para así incorporarme para lanzarme hacia él, una vez cambiara de forma, el ciervo salió huyendo.
Sorprendida me giré en busca de la mirada de mi padre, quien tal y como yo me encontraba sus ojos anonadados me observaban a lo que él tampoco entendía que había ocurrido al encontrarse algo lejos de mí.
Por lo que, tras algunos segundos luego de analizar la situación, tras reír exclamo — bien, la tercera fue la vencida, pues nos ha quedado bien en claro que Aysun no está hecha para matarlos a ellos por más fuerte que sea, al menos no cuando tu celo se acerca — indicó mientras levemente dirigía sus ojos hacia el cielo.
— ¡Padre! — volví a recalcar a aquella singular palabra que nunca se apartaba de mi boca, curiosamente siempre que él y yo nos encontrábamos cerca.
Poniéndome de pie me rendí, ya que llevaba tres cazas seguidas sin poder capturar, de paso ya me sentía inútil y cansada más aún, pues no era la primera vez que esto sucedía.
— No entiendo por qué tiene que ser así — increpe siendo consciente de que nada más podía hacer.
— No tienes que entenderlo, la madre ha dictaminado que por ahora no debes de cazar nuevamente, así que debes de esperar a que todo transcurra, es tan simple como ello.
Papá sabía por qué lo decía, de ello no me cabía duda, pero para mí realmente era algo bastante desalentador y molesto de vivir.
Desde hace algunos años ya esto ha venido sucediendo durante los días que no hay luna y mi celo se encuentra en su etapa crucial, aunque si reconozco que sé que, aunque las fuerzas de los lobos disminuyen durante este periodo, las mías no solo lo hacen, sino que aparentan abandonarme de lleno completamente.
— Pero entonces qué comeremos, si hace poco dijiste que no quedaba nada ya.
— Pescado y conejo es lo único que por ahora podemos capturar, ya de eso me encargaré yo y si bien la madre nos permite comer algo mejor, pues ya veré si puedo cazar durante el transcurso del día.
Ante su proclamación preferí no emitir ni una sola palabra, pues, mi orgullo nuevamente se encontraba bastante herido más, sin embargo, a mi padre me acerque, de sus manos tome mi abrigo y en silencio atravesé la espesura hasta llegar al río.
A horillas del mismo apreté aquella chaqueta con fuerza entre mis manos, mi rabia la contuve tanto como pude, pero el peso que aquello a mi alma inquieta proporcionaba no tenía comparación.
Al principio todo parecía ser un caso aislado donde simple y llanamente cazar se me había hecho complicado, con ello inició la primera vez que esto ocurrió, más, sin embargo, no fue lo único, a medida que las semanas iban avanzando y los años transcurriendo mis habilidades se fueron opacando hasta solo quedarme medianamente el retomar mi piel animal cada que los días sin luna aparecían.
— No te sientas triste Aysun, pronto pasará esto y lo sabes — dijo tras acercarse colocando su mano derecha con notable suavidad sobre mi hombro izquierdo intentando así consolarme.
— Padre, un lobo sin cazar, no es lobo y lo sabes.
— Sí, pero en este caso me tienes a mí, no estás sola y mientras todo esto pase y vida tenga te prometí que iba a cuidarte cosa que pretendo hacer hasta el final de mis días.
Papá apartó su mano por un momento aparentemente para pensar y sosteniéndome por los hombros, ahora desde la espalda me estrechó contra su pecho proporcionándome de paso un abrazo cálido y fraternal.
Tras un momento las lágrimas, aunque intentaba detenerlas, buscaron escapar de mis ojos, ante mi indiscutible debilidad valla que lo hicieron, porque ¿Qué soy yo sin mi naturaleza animal? Más allá que una aberración de la propia creación sin lugar aparente en el mundo.
Por un momento, mientras nos encontrábamos allí el silencio guardamos, entre tanto, aquel estrecho del río contemplamos serenamente, dejándonos seducir por el sonido de sus aguas.
La majestuosidad del mismo era alucinante, su hermoso y tan excelso verdor que el propio bosque ostentaba hacía extremadamente contraste con la cristalinidad del agua, salvo por una sola cosa que saltaba a todo lo ya conocido.
— Los humanos no van a aprender nunca; qué necesidad hay de tirar tales cosas — cuestione a mi padre, quien por encima del hombro me miró confundido.
— ¿De qué hablas? Aysun.
— Pues de aquello — indique mientras señalaba indignada en dirección a una zona en específica dentro del canal, una boya aparentemente hecha de basura flotaba abiertamente casi hacia el centro de aquella vena, la cual se había quedado varada a causa de una roca en la cual se había casualmente enganchado.
— No tienen remedio, por eso ellos mismos están probando su propia suerte y están anteponiendo su propia extinción — exclamó mi padre algo airado.
A mi padre ver a aquello le molestó grandemente, el enojo se percibía salir de él a través de sus poros, porque si hay una cosa que él no tolera es que abusen en exceso de la propia naturaleza.
— Ya que estamos aquí aprovechemos y saquémosle del agua — dije de continuo cosa, la cual una vez aquel escucho no se permitió pensar dos veces cuando de manera instantánea empezó a deshacerse de una parte de su ropa para así entrar al agua tras haber apartado la mochila de su espalda la cual colocó en un rincón sobre una roca para que se mantuviese está lo más seca posible.
Mirando lo que aquel hacía yo también empecé a quitarme una parte de las prendas que llevaba puestas pues limpiar y de paso pescar sabía de antemano que nos llevaría algo de tiempo realizar mientras que él avanzaba y gradualmente entraba al agua.
Ya para cuando yo finalmente ingrese papá se encontraba justo al lado de la dichosa bolla e incluso de ella había extraído una bolsa con algunas cosas que había recogido y llevado de paso hasta la orilla, pero cuando se dignaba a recoger en su segunda vuelta parte de aquella misma basura tras este haber movido un poco aquellos desperdicios papá sorpresivamente se tornó pálido de la nada.
Yo de lejos lo observaba y sabía con solo contemplar su manera de actuar que algo fuera de lo normal había sucedido.
— Padre, estás bien — grité en busca de una respuesta, pero de él no salió nada, ni siquiera la más mínima expresión.
*** Bueno chicos se avecina una inesperada sorpresa, veremos como todo avanza y si Varyan seguirá provocando a Aysun.
❝ La primera justicia es la conciencia ❞ — Victor Hugo — A causa de aquello empecé a adentrarme a las aguas algo inquieta sin perderle absolutamente de vista — ¡Padre! — cuestioné por segunda vez, pero de él palabra alguna no salía, preocupada empecé a avanzar más rápidamente luchando contra la corriente queriendo llegar temiendo probablemente lo peor. Cuando finalmente me aproxime a su lado por tercera vez le llame, pero papá no contestó, por lo que a causa de aquello me vi obligada a llevar mi mano derecha hacia su brazo más próximo el izquierdo perturbando así su pasividad. — ¿Qué sucede? — cuestione no muy bien vi como aquel había desviado su mirada hacia mi y quien mantenía una expresión lo más parecida a la tristeza ahora alojada visiblemente en sus ojos. Y a pesar de mi pregunta, bueno aquel no contestó, parecía perdido sumergido en su propia mente la cual le impedía permanecer en el presente, por lo que, queriendo obtener respuestas por mis propios medios hice a mi padre a
❝ En medio de la dificultad reside la oportunidad ❞ — Albert Einsten — Las palabras de mi padre se sentían caer sobre mí con extremada fuerza y era casi imposible de no notar que al igual que a mí esto sin dudas le había afectado. A pesar de todo intente escucharle aunque quería tirarlo todo por la borda, sacarle por mis propias manos y a hacerle a un lado para alejarlo así de esta situación en la que él y por razón propia se estaba lanzando era lo único que quería hacer. — Si tú lo dices padre así será — dije deseando no arrepentirme luego de haber aceptado — pues ante todo sé que si lo haces alguna razón hay de por medio, pero, perdona que me entrometa, de verdad necesito saber ¿Quién es ese hombre? El rostro de papá se tornó algo serio ya que la pregunta en él había causado realmente efecto, por algunos segundos aquel agacho la cabeza aparentemente intentando asimilar aquella interrogante hasta que finalmente tras elevar su mirada aquel exclamó. — Ese hombre es un viejo amigo
❝ Lo único que tiene más fuerza que el miedo es la esperanza ❞ — Suzanne Colins — Llevo rato sumergido en esta oscuridad en la cual parezco encontrarme preso y de la cual no puedo escapar, el frío se hace por entre mis huesos dejándome sin fuerzas y todo a causa de aquellos miserables monstruos quienes sorpresivamente me emboscaron. — A caso este es mi fin — pensé amargamente antes de perder la poca conciencia que aún en mí quedaba y la cual esporádicamente regresaba. Entre lo poco que percibía no había nada que proporcionará un halo de luz a mi vida salvo las voces que de pronto empezaron a resonar en mi cabeza y las cuales yo creía que eran creadas por mi propia conciencia, pero que va, resulto ser todo menos eso. Cuando pude finalmente despertar vendando y recostado sobre una humilde cama en medio de una particular habitación totalmente hecha de madera me encontraba y mis heridas habían sido tratadas tan bien que no quedaba rastro alguno de quienes me hicieron esto más el dolor
❝ No olvides que lo que llamamos hoy realidad fue imaginación ayer ❞ — José Saramago — (Desde la perspectiva de Sheis) Algunos segundos prudentes transcurrieron, unos en los que yo por idiota puedo llegar a decir que verdaderamente me confié hasta que la lección más grande de mi vida sin dudas dio inicio. Todo parecía transcurrir con toda calma, como una mansa oveja aquella chica aparentaba comportarse hasta que llegó el momento justo de apartarnos. Con detenimiento a los ojos la contemplé, una expresión sumamente sería dominaba las esquinas laterales de su rostro, cosa que para mí era algo sumamente gracioso de ver, provocando que con ello algunas carcajadas salieran de mi boca, pero en ella a diferencia de mí no había reacción, ni el más mínimo intento de formar una sonrisa en ella apareció más la frialdad en toda su extensión parecía haberla tomado para sí. — Te parece gracioso — reclamo aquella haciendo que por ello yo guardara silencio por un momento antes de decir. — Sí me
❝ Soy lo que los demás no ven ❞ — Cuento Infantil — Beatriz de las Heras — (Desde la perspectiva de Sheis) Lo que era cierto, los vampiros en sus garras son capaces de desprender un veneno que gradualmente al adentrarse al torrente sanguíneo va debilitando el cuerpo en caso de ser un humano el que lo reciba este hace que se inhiban las facultades básicas de su cuerpo dejándoles a merced de aquellos chupasangres, pero en el caso de los lobos la cosa es un tanto diferente. A la uña desprenderse dentro de la piel del lobo no solo libera su bien conocido veneno, lo cual provoca una gran debilidad que los lycans medianamente pueden llegar a resistir, sino que las mismas al poco tiempo comienzan un proceso de descomposición en la cual la misma va pudriéndose llevándose tejido importante de por medio hasta formar un cuadro infeccioso el cual mata al lobo lenta y dolorosamente, claro, si ellos no logran matarte primero. — Y tanto tiempo ha transcurrido. — Podría decirse todo sucedió en p
❝ Deja que mis dedos corran por los caminos de tu cuerpo ❞ — Pablo Neruda — Una vez papá se alejó disimuladamente dirigí mis ojos en dirección a aquel hombre queriendo contemplarlo, inesperadamente al voltear terminé encontrándole de pie recostado contra la pared con la mirada perdida, además de que parecía sutilmente incómodo al contemplar como mi padre se había alejado. Su rostro y su aspecto para aquel instante de algún modo empezó a hacer ruido en mi cabeza al contemplar como su imponente figura ante mí ahora se alzaba, aquel era alto y probablemente oscilaba la misma estatura que papá ostentaba. Dándome media vuelta me acerqué hasta el escalón que da acceso al porche y justo por el lado de aquel hombre di algunos pasos antes de detenerme próxima a su vera alejada por unos pocos centímetros de su ser quien de paso no lo noto hasta el último momento. — Regresa a la cama no estás en condiciones aún de estar de pie tanto tiempo, escuchaste a papá así que obedece — dije enmarcando
❝ A la vida hay que hacerle el amor sin drama, con locura y pasión ❞ — Federico Moura — Mi mano sin tardar aquel capturó en el aire mientras enmarcaba en las esquinas de su boca una risilla llena de complacencia que solo y a sinceridad solo, me hacía sentir mucho peor. Aquel tras su evidente proeza me miró de una manera la cual jamás había sido presenciada por mí en la que el deseo y la añoranza se combinaban en una misma expresión y antes de que yo pudiera forcejear para escapar de su agarre con fuerza tiró de mi brazo y como a cuál muñeca de trapo carente de voluntad propia él mismo me hizo subir hasta la cama sin hacer mucho esfuerzo que digamos. Con un solo agarre ya puesta ante él me dominó haciendo de mis brazos los únicos elementos que yo podía usar como mi defensa directa sus fieles prisioneros de los cuales me sujeto fuertemente al tomarme de una manera bastante hábil por las muñecas. Al hacerlo directamente los llevó hacia atrás en dirección a mi espalda baja contra la cu
❝ En mi cama olor a lujuria quedo... y por las noches mientras sueño, tu aroma a perdición me acaricia... haciéndome recordar los días en los que era feliz. ❞ — Facundo Gerez — (Desde la perspectiva de Sheis) Y sí, las cosas no serían tan divertidas si yo mismo no me complicará la vida más aún de lo revuelta que la misma ya se encuentra por la cantidad de problemas que me persiguen. La verdad y lo tengo que admitir poner uno de mis famosos juegos de seducción ante aquella para mí resultó ser tan fácil, algo que se me ha de alabar por lo mismo no me pude resistir, pero realmente yo no contaba con su reacción. Aysun no solo se resistio al encanto lobuno sino que también se atrevió a medir fuerzas conmigo y vaya que era sin dudas la primera que lo hacía en mis casi cuarenta años, sino que de igual manera se atrevió a colocar leyes de por medio y aún yo sabiendo lo que podía suceder porque las cartas siempre se inclinan hacia donde más les convienen, yo acepte y selle todo como yo si