70. AYUDA
Ante el anuncio que había hecho de la visita del padre Bartolomé. Salimos apresuradamente pidiendo a Dolores que preparara unos refrigerios, y que nos lo llevara a la sala del café. No tuvimos que esperar mucho, pues al rato apareció el padre, diciéndonos que tenía algo muy importante que comunicarnos.

—Diga usted lo que sea padre

Me adelanté y le besé su mano, invitándolo a sentar junto a nosotras y beber algo caliente. Tenía un rostro de sumo cansancio y tristeza a la vez. Él accedió a mi pedido y se dejó caer en una silla junto a todas. Lo imité y me dediqué a servirle una tasa humeante de café.

—Primero tomé su café y luego nos dice, se ve usted muy cansado. Debió mandar a decir que le mandáramos un carruaje, no puede seguir caminado esas distancias padre.

—No es nada hija, es bueno caminar.

—Sí, es cierto, pero no en exceso y mal alimentado. —Dijo sor Caridad. —Vamos, tome usted el café.

—Queridas que Dios las bendiga, lo que les voy a contar es algo que no comprendo muy bi
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