Después de ver que no encontrábamos la continuación del diario, decidimos dejarlo para después. El día estaba realmente feo, muy oscuro, el viento arreciaba fuerte, y los truenos y rayos, se acercaban cada vez más. Los niños estaban asustados, por lo que decidimos ir a jugar con ellos. Y así lo hicimos, nos sentamos con ellos en el piso, y cantamos, les hicimos historias y jugamos hasta que Dolores apareció en la puerta.—Ya el almuerzo está servido —dijo— vamos a lavar a los chicos para que coman.Nos las arreglamos para llevarlos a una habitación donde se habían quedado, era un poco más allá de la de mi abuela. En ese momento no me fijé muy bien porque fuimos directo al baño. Lavamos sus manitas y caritas y volvimos a bajar al comedor, donde Dolores había preparado diferentes tipos de comida de acuerdo a la edad de los
Después de la historia en que se decía que estaba maldita la vivienda, nos preguntábamos si en verdad no serían más que leyendas, que con el tiempo se hicieron temerosas hasta llegar a nuestros días. Necesitábamos dormir un poco, decidimos tomar una siesta antes de la cena, pues pretendíamos pasar la noche leyendo. Dolores me dijo que prefería que me quedara allí, en aquella habitación con los niños. Al ir a protestar me abrió los ojos de una manera muy insinuante y acepté la idea. Existía pegada a la pared, detrás de la puerta una pequeña cama personal dedicada a la niñera, me recosté sin pensarlo dos veces, mientras miraba a Dolores sentada en un sillón, en la esquina opuesta tarareando una canción de cuna, que me produjo inmediatamente un profundo sueño. Comencé a soñar de una manera muy vívida, que me encontraba acostada en una habitación oscura y desconocida para mí, podía oír los pasos de dos hombres fuera de mi habitación, los sentía hablar en un lenguaje desconocido. Murmu
La algarabía de los niños nos trajo un despertar muy alegre, nos percatamos que el cansancio hizo que durmiéramos hasta pasadas las diez de la mañana, no podíamos creerlo, las campanadas de nuestro viejo amigo nos convencieron. Sobre todo yo que pensaba que no iba a lograrlo después de aquella terrible pesadilla, y de lo último que sentí y escuché antes de dormirme. No dije nada, pero me había empezado a gustar esa presencia invisible a mi lado que me protegía. Pasamos a la habitación de los niños donde Dolores batallaba por vestirlos luego de bañarlos. Estaban relucientes y perfumados, sus rostros felices, solo una pequeña clamaba por su mami. Yo la tomé en brazos y la consolé como pude. Sus lindos ojazos me miraron interrogativamente, pasando en un instante a sonreír encantadoramente. Las hermanas ayudaban a Dolores en la tarea. Al final todos estaban muy lindos con marineritas y vestiditos llenos de vuelos para las chicas. Antes que preguntara a mi ama de llaves de dónde había
Sor Inés tomó de mis manos las hojas amarillentas del diario y las acomodó a su gusto, para luego iniciar a leer con su voz clara.… Han llegado ya los muchachos. —Era Don Lorenzo quien escribía.—Constanza llevaba un mes sin hablar con nadie, de pronto al verlos se ha parado y ha comenzado abrazarlos a todos y no para de conversar, tiene a la servidumbre loca de tanto mandarlos hacer diferentes tareas. Ellos parecen estar felices de verla así y no le contradicen en nada. Yo también me he llenado de júbilo y esperanza al verla tan feliz. Fernando es todo un hombre, Ángel está preciosa, parece que ha olvidado lo sucedido y hasta Dolores ha regresado que parece toda una señorita de sociedad. Sus viejos padres no se cansan de mirarla y abrazarla. Mi nieto Diego es el vivo retrato de su madre ¡Gracias a Dios no ha sacado nada de su diabólico padre! Y Hortensia, la hija de Dolores, es una preciosura, su piel es blanca, pero su cabellera es negra azabache con muchas ondas y muy larga, s
No quedamos en silencio ante lo último que leyó sor Caridad en el diario. ¿Cómo pudieron morir así Don Lorenzo y Constanza? Miramos temerosas las hojas del diario, como si tuviésemos miedo de encontrar cosas aún más tenebrosas, aunque hay una realidad, algún día debían de morir, es ley de la vida. En eso estábamos de acuerdo todos, aunque eso que cuenta de las enredaderas y del capataz, me intrigó mucho.—No esperé que murieran así, de pronto —dijo Sor caridad, volviendo a repasar el breve párrafo donde lo cuentan.—Ni yo tampoco —estoy de acuerdo— aunque no deja de ser romántica la forma en que lo hizo Don Lorenzo, arrodillado junto a su amada. Eso demuestra que realmente la adoraba y no pudo superar estar sin ella.—Eso pasa en muchos matrimonios que se aman así, y conviven muchos años, al final cuando se va uno, el otro le sigue en un breve periodo de tiempo. —Dice Sor Inés. —Aunque debemos de decir que al menos ambos murieron lo más naturalmente posible, ella en su sueño y a él
Nos quedamos en silencio viendo que eso último era algo que ya había sucedido con la tumba de Constanza y Don Lorenzo. ¿Por qué el capataz nombrado Tata Julián le sembraba esas plantas tan malas?—Ese capataz me parece un poco raro —dijo sor Caridad.—A lo mejor siembran esas plantas porque era costumbre en África —opina sor Inés y pienso que puede ser verdad, aunque una voz en mi oído me susurró. “Lo hice para protegerlos de los demonios que los perseguían y aún lo hacen”—¿Eh?Era la primera vez que hacía referencia a su persona. ¿Sería el espíritu de ese trabajador el que me acompañaba y cuidaba todo el tiempo. Giré mi cabeza tratando de adivinar o ver algo, sin resultados como siempre. Las hermanas se quedaron observando lo que hacía, que no era la primera vez. Pues las cosas que me decía la voz a mi lado, muchas veces me hacían saltar.—¿Qué es querida? ¿Un mosquito de nuevo? —preguntó sor Inés que era más observadora que la hermana Caridad. —No, no, juraría que escuché a algui
No quedamos contemplando a la hermana Caridad, que observaba la fuente muy seria. Sor Inés se ha puesto de pie y camina hacia ella, nosotras la seguimos. La rodeamos ahora que conocemos la historia, cada cosa en ella cobra sentido. Comprendemos la cara de dolor y desesperación de Diego siendo sujeto por varios hombres observando como no puede salvarla, la de terror y amor al mismo tiempo de Hortensia, tirada en el piso, siendo arrastrada lejos de su amor.—¡Dios, es increíble lo bien que está reflejada la escena! —exclama sor Inés que sigue caminando alrededor de ella. —Es exacto a como lo describe el diario. ¡Qué gran artista pudo reflejar tan bien las emociones de esos dos!—Ahora que conocemos exactamente qué pasó, no cabe duda que es lo que ellos reflejan —digo también mirándolos. —La primera vez que la vi, sentí tanta lástima por Diego que sin darme cuenta lo abracé. —Les cuento. —Me mojé toda.—Sí, de los dos, es el que refleja más el dolor, desesperación, impotencia y terror en
Toda la tarde la hemos pasado con los niños. Les hemos leído historias que encontramos en la sesión infantil en la enorme biblioteca, estamos encantadas. Pretendo donarlos todos al colegio si al final no logro hacer esto un orfanato. Tengo que asegurarme que la maldición que pende sobre mi cabeza, no se traslade a nadie más. He de tener una conversación muy seria cuando regrese el padre Bartolomé, porque debo de asegurarme que estas cosas pasan porque están a mi lado, si yo desaparezco de por todo esto, la maldición se irá detrás de mí, aunque no parece ser así. Pues hasta ahora el diario no se refiere a eso, y les han pasado tragedia a toda la familia, estén o no estén en la casa. Pero este lugar ha permanecido intacto con sus misterios y secretos. Recuerdo una conversación que tuve con la madre superiora en una ocasión que viajamos a ver a un enfermo que sufría de grandes alucinaciones y pesadillas, decían que estaba poseído. Al final era algo en su casa, lo que lo hacía tener esa