77. NIÑOS.

La algarabía de los niños nos trajo un despertar muy alegre, nos percatamos que el cansancio hizo que durmiéramos hasta pasadas las diez de la mañana, no podíamos creerlo, las campanadas de nuestro viejo amigo nos convencieron. Sobre todo yo que pensaba que no iba a lograrlo después de aquella terrible pesadilla, y de lo último que sentí y escuché antes de dormirme. No dije nada, pero me había empezado a gustar esa presencia invisible a mi lado que me protegía.

Pasamos a la habitación de los niños donde Dolores batallaba por vestirlos luego de bañarlos. Estaban relucientes y perfumados, sus rostros felices, solo una pequeña clamaba por su mami. Yo la tomé en brazos y la consolé como pude. Sus lindos ojazos me miraron interrogativamente, pasando en un instante a sonreír encantadoramente.

Las hermanas ayudaban a Dolores en la tarea. Al final todos estaban muy lindos con marineritas y vestiditos llenos de vuelos para las chicas. Antes que preguntara a mi ama de llaves de dónde había
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