Me pregunté, cada vez las cosas de esta vivienda me estaban resultando más extrañas. Dicha estancia era completamente negra y despojada de muebles, únicamente existían algunos extraños cojines ubicados paralelamente por toda la habitación. Tenía además, una lápida adosada a la pared con escrituras que no pude entender, debieran ser de un idioma que no estaba dentro de los que dominaba, que no eran pocos, dado mi gusto por las lenguas extranjeras.La iluminación era muy pobre, dos bujías colocadas en la pared a cada lado de la lápida. Tuve la impresión de haber entrado a una bóveda de un cementerio. El ambiente era muy frío, al punto, que llegué a estremecerme con una gélida corriente de aire. Sacando un poco de valor, y aunque dudando si era correcto entrar en este lugar, avancé unos pasos temerosamente, sintiendo como la puerta se cerraba detrás de un tirón, haciendo que saltara asustada.Había avanzado hasta quedar justo en el centro, de frente a los diferentes cojin
Y otra vez ese número, me llamaba la atención que todo tuviera esa cifra. Esta casa debió ser en verdad de una numerosa familia. ¿Dónde estarían todos sus descendientes? ¿Por qué mi abuela solo me buscó a mí? Más adelante intentaría contactar con ellos, no era justo que yo heredara sola toda aquella inmensa fortuna, además la idea de conocer a miembros de mi misma sangre, me ilusionaba.Ante la frustración de entrar en todas ellas, solo me quedó la alternativa de ponerme a observar la amplia baranda. La misma era muy hermosa. Su piso de madera formaba interesantes adornos naturales, habían tomado el suficiente cuidado de combinar cada una de las líneas en las tablas, para formar interesantes paisajes que daban la impresión de encontrarte en los lugares donde se puede delinear con mucha exactitud el cromatismo de la tierra, como en las grandes grietas de la tierra o pendientes.Entre la puerta de mi habitación y la de mi abuela, existía un amplio espacio, en el mismo se
Quedé observando las flores a mis pies sin entender quién las había dejado en el piso. Estaba segura de que no estaban allí cuando llegué. Por un momento pensé en tomarlas, pero el miedo se apoderó de mí. Por lo que volví a girar y las dejé en su lugar y avancé en dirección contraria. Había acelerado mis pasos, pero algo me hizo detener.De repente comencé de nuevo a sentir que alguien se encontraba justo detrás de mí, era la misma percepción que tuve cuando me encontraba en el closet en la habitación. Aquella respiración muy fría que podía percibir claramente en mi nuca se hizo presente, esta vez hasta sentía que un cuerpo se pegaba al mío de una manera muy sensual, no sé como, pero sabía que era un hombre.Me quedé inmóvil unos segundos, sin que desapareciera, respirando profundamente y sacando valor no sé de donde, me giré muy despacio, ¡nadie se encontraba detrás de mí! Con asombro vi de nuevo el precioso ramo de rosas rojas en el piso justo a mis pies, ¿de dónde
Volvió a preguntar mirándolas con terror, por lo que me mantuve al otro lado de la mesa que ella había interpuesto entre las dos. ¿Quién le tiene miedo a las rosas rojas? Me pregunta al ver como ella las miraba realmente aterrorizada. —¿Qué dónde las encontré? Bueno, en realidad no sé bien de donde salieron —¿No sabe? ¿No sintió a nadie? Preguntó e hizo que yo la mirara fijamente. ¿Qué significaba esa pregunta? ¿Es que acaso ella también siente eso que siento yo? ¿No es producto de mi imaginación? —¿Sentir…? —Traté de hacerla hablar para comprobar si también lo hacía. —Qui…, quiero decir, ¿si no vio a nadie? —Tartamudeó bajando la vista. ¿Qué rayos pasaba? ¿Por qué no me hablaba claro? Por un momento pensé contarle todas las raras cosas que me estaban sucediendo desde que había llegado, pero me contuve. No quería que me considerara una niñita miedosa, llena de miedos y de una fértil imaginación. Por lo que decidí concentrar la conversación en el hermoso ramo de rosas que tenía e
Ante la extraña reacción de Dolores, mi curiosidad aumentó y la observé con mayor detenimiento. Sus ojos estaban llenos de temor y sus manos temblaban ligeramente. Me preguntaba qué podía haber detrás de esa inusual aversión hacia las flores. Sin embargo, decidí no insistir por el momento y le pedí que trajera un florero para colocar las rosas en agua.—No creo que sea sabio dejarlas dentro de la casa —insistió Dolores, sin moverse del lugar y sin quitar la mirada de las flores.A pesar de su negativa, decidí seguir adelante y colocar las rosas en el florero que me trajo. Pero mientras lo hacía, una espina me hirió el dedo, y una gota de sangre cayó en el agua, tiñendo ligeramente el líquido. Dolores reaccionó rápidamente, sacando un algodón para curar mi herida. Aun así, continuaba murmurando con un aire misterioso.—¡Todo se repite, Dios mío, todo es igualito!—¿A qué te refieres?—Nada, mi niña, no me haga usted caso —respondió esquivando mi mirada.Sus palabras me intrigaron aún m
Era tanta su seriedad que no insistí, a simple vista podía apreciar que no cedería por mucho que se lo pidiera. Desistí ante su negativa, de seguro más adelante lo lograría. Apenas si llevaba un día aquí. Aunque no se negó a platicar conmigo mientras duraba la misma. Era una noche oscura y misteriosa, la atmósfera estaba cargada de un extraño aura mientras escuchaba las palabras de Dolores. Su seriedad y mirada profunda me hacían sentir que detrás de sus palabras había algo más que una simple historia. Sentía como si estuviera siendo transportada a otro tiempo, a un pasado lejano y enigmático.—Yo nací en en África y vine de bebé junto a miss padres en la terrible trata de esclavos. Mis ojos se abrieron sorprendidos, pero traté de no interrumpirla, dejando que su historia fluyera como un río misterioso. Aunque intentaba creer que sus recuerdos eran simplemente historias de sus antepasados, el tono de su voz y la expresión en su rostro me hacían preguntarme si realmente había algo m
La historia la iniciaba a contar el señor Don Lorenzo del Castillo, hijo primogénito de la familia de la nobleza Del Castillo, una de las más prestigiosas de toda la región, había sido instruido en el arte de la esgrima y la equitación, habilidades que ha perfeccionado a lo largo de los años. Su valentía y destreza en el combate lo han convertido en un defensor respetado de su familia y su comunidad. Era educado y refinado, producto de la formación recibida en su círculo social privilegiado. Su intelecto agudo y su capacidad para analizar situaciones complejas le habían granjeado el respeto y la admiración de sus contemporáneos. Era conocido por su buen juicio y su habilidad para tomar decisiones ponderadas, lo que lo convirtió en un líder natural.Aunque llevaba el peso de las expectativas de su familia y su estatus, Don Lorenzo era un hijo cariñoso y dedicado. Su relación con sus padres era de profundo respeto y afecto, aunque también había momentos en los que debía lidiar con las
Día 6. INICIO.Ya me encuentro instalado en la cabina que me ha tocado, la comparto con un señor que se llama Manuel, es muy amable. Ha dejado a su familia atrás, una esposa con hijos, está muy deprimido. Pero es muy conversador y así hemos pasado el primer día. El mar está tranquilo y sopla buen aire, lo que hace que avancemos a gran velocidad.El barco creo que va sobrecargado de pasajeros. Le he hecho ese señalamiento al capitán cuando ha pasado a saludarme, y me ha dicho que no todos llegaremos a puerto seguro, que quizás, como la vez anterior, lleguemos casi vacíos. Es algo que, tanto a Manuel como a mí, nos ha impresionado mucho. Por lo que nos hemos unido, y revisado nuestras provisiones, hasta la de agua, y decidido compartirla y cuidarnos mutuamente. Manuel es de una clase humilde, le da todo vergüenza y quiere servirme como a su señor, y no lo he dejado. En este nuevo mundo le he explicado, que todos somos iguales. Aunque él dice que no, que no lo somos porque yo nací con