43. VISIONES

Giré mi cabeza al sentir una presencia a mi lado, un sentimiento de ser protegida. Una idea cruzó mi mente: ¿acaso había ángeles guardianes de verdad? En un intento por dilucidar este misterio, encendí otra lámpara, inundando la habitación con una luz más intensa. Pero la presencia que sentía no se dejó atrapar por los resplandores; permaneció inalcanzable, escurriéndose en el rincón invisible.

Mi entorno mostraba todos los signos de soledad, y sin embargo, la sensación persistía, como si una presencia invisible compartiera conmigo aquel espacio cargado de historias y misterios. Los susurros de los antiguos moradores parecían reverberar en el aire, mezclándose con las palabras del diario.

¿Quién o qué podría estar observándome en la quietud de la noche? Me repetí la pregunta mirando a mi alrededor. El enigma me envolvía, y aunque no podía verlo, podía sentirlo, como una brisa gélida que acariciaba mi piel. Tomé un poco de agua, apagué la luz general volviendo a dejar solo la lámpar
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