Bajo las escaleras y como siempre, me lo encuentro atareado en el jardín. Lo llamo y le explico lo que quiero. Le pregunto por Julián y me dice que lo había visto en compañía de unos obreros rumbo a la salida. Sé que le dije que lo haríamos todo juntos, pero la curiosidad me mata. Entramos en el despacho, estaba ocupado con el abogado que al verme se ha puesto de pie diligentemente, le he pedido que por favor nos deje a solas; sin mucho esfuerzo Aurelio ha movido el gran reloj que sigue dando las horas impasiblemente y justo detrás, endosada a la pared vemos la puerta de la caja fuerte. Nos quedamos expectantes, luego recordé lo que decía de la combinación, que tendría el nombre del elegido y como parece que soy yo, entonces será mi nombre la clave, pero hay un problema, la cerradura solamente tiene números, como voy a hacer, le pregunto a Aurelio. —Muy fácil, mi Ángel.He dado un salto del susto ante la voz que al girarme no es otra que la de mi Julián. —¡Por Dios, mi Julián, qu
Está detenido frente al despacho donde dejara a Ángel con Aurelio. Tiene tantas cosas que hacer, pero la alegría que experimenta al darse cuenta que todo lo que le revelaron sus santos se está cumpliendo es inmensa. Tiene que salir de la casa o todos se darán cuenta. ¡Al fin terminará todo, al fin podrán descansar! Ahora le preocupa esa nueva amenaza contra su Ángel. ¿Cómo es que ha podido aparecer acá? Esa mujer la conoció en África mucho antes de que los trajeran, la despreció, no quiso casarse con ella. Que furiosa lo maldijo, diciendo que jamás encontraría el verdadero amor, y el día que lo encontrara, estaría allí para arrebatárselo. ¿Será ella o la primera Ángel? Quizás esta última tomó su forma para confundirlo, o a lo mejor es lo contrario. ¿Cómo saber quién es quién? Se pregunta en lo que comienza a bajar las escaleras, donde lo están esperando las hermanas para que les dé lo que le dijera. Las lleva con él a dónde se encuentra todo sin dejar de pensar en lo que teme. Al
Pero piensa que no es la hora todavía para decir nada. Por lo que le da la espalda y comienza a hablar con los obreros sin contestar al padre Bartolomé, que espera con infinita paciencia que él termine su trabajo y regrese a su lado.—Padre, lo único que tengo que decirle a eso que me acaba de decir, es que solo cuido por el momento de la señorita Ángel, y que lo seguiré haciendo el resto de mi vida, y más. Aunque le agradezco esas palabras.—Perdone usted Tata Julián, pero quería hacerle llegar mi opinión y que supiera que pueden contar conmigo para lo que sea —se apresuró a decirle el padre Bartolomé pensando que se había equivocado. — Me alegro saber que cuidará de la señorita Ángel, me temo que muy pronto se quedará sola en esta inmensa casa.—¿Sola?—Sola no, están ustedes —volvió a tratar de arreglar lo que decía el padrecito ante la mirada escrutadora de Tata Julián. —Bueno, me refiero a que las monjas no pueden quedarse eternamente con ella, deberán volver a su colegio. Solame
Voy muy bien sujeta de Julián con ambas manos, él también me sujeta por una pierna. El caballo resbala mucho durante el recorrido, haciendo que me asuste mucho. No obstante a eso, y que hace mucho frío por la gran humedad reinante, me siento feliz de salir de la casa.—Siempre que sube el río mando a subir a todos los animales para arriba, por eso también mandé a hacer aquellas caballerizas y establos para que no se mojen todo el tiempo. —me va explicando Julián todo el trayecto. —Menos mal que este año los vientos no les llevaron el techo.—¿Pasan mucho estos fenómenos por aquí?—Sí, a veces en una temporada pueden llegar a pasar hasta cinco, unos más fuertes que otros, pero nuestra casa, digo tu casa.—Nuestra, acostúmbrate, es de todos, ustedes son más dueños que yo, llevan toda su vida en ella, yo acabo de llegar como quien dice.Detiene el caballo en un pequeño montículo y se baja con tremenda agilidad para luego extender sus brazos y tomarme por la cintura, haciendo que me desli
Así lo hacen, Tata Julián en su imagen de anciano se baja lentamente, y luego, antes de que se gire, aparece el hombre de las caballerizas con un pequeño banco y me ayuda a bajar llevándose el animal con él. Julián y yo, que lo tomo del brazo para no resbalar, nos dirigimos a la casa. Al llegar ya han preparado todas las mesas y el escenario en el enorme salón de música. Pero esta vez no tengo miedo. Le pido que me deje tocar el piano y cantar junto a las hermanas y la niña Jacinta que enseguida dice que sí cuando le pregunto. Esta vez el altar está completo en el centro de atrás del escenario, como si lo hubiesen movido sin desarmar como la otra vez, es realmente hermoso.—Deberías dejarlo ahí —le digo a Julián que no entiende en un inicio y por ello le repito más alto —me refiero a ellos —lo hago girar y le señalo a sus santos que al verlos inclina la cabeza —creo que en vez de que estén en el barracón pertenecen ahora a esta casa.Jamás imaginé que esas palabras fueran a causar
El canto de los pájaros y un tenue rayo de sol que entraba por mi ventana me dijeron que el día sería mejor que los anteriores. Eran las once de la mañana, me señalaban las hermanas que se retiraron dejándonos solos.—¿Por qué hiciste eso, mi Julián? ¡No estoy loca! ¿O sí?—No lo estás querida, te lo he dicho. No es el tiempo todavía para ello, debemos romper primero la maldición o todo se irá al traste.—Oh, ¿es por eso? —pregunté bajando la voz y comprendiendo el tamaño error que había cometido. —No me acordaba, perdón.—Por favor, mi Ángel, no hagas ni digas nada que yo no apruebe en ese sentido. ¿De acuerdo?—Está bien, pero es que quería decirle al mundo que te amo, no quiero esconderme.—Y lo harás a partir de ahora. Vamos ya se marchan todos. De seguro el padrecito está haciendo una misa. Y tú como la dueña de la casa deberías ser la primera en estar allí —me llamó la atención.—¡Cierto, cierto! Presurosa me dirigí a la misa que oficiaba el padre, todos los semblantes estaban
Expresé, porque en verdad lo creía y lo sentía, ambos me habían demostrado ser fieles a mí, y que me amaban al punto de sacrificar sus vidas por esperarme y ayudarme a romper la maldición. No sé por qué pensaba que aunque Julián me había explicado aquello de que sus destinos los había involucrado la primera Ángel, que por cierto no sé a dónde se había metido junto al otro ser infernal. Tenía la pequeña sospecha que él hubiese podido liberarse de todo esto de mi familia y regresar con los suyos a su país.—¿Estás bien querida? —La voz de sor Caridad, me hizo volver a la realidad.—Estoy bien hermana, solo pensaba en lo que han tenido que sufrir todos ellos. —En verdad, me maravilla que Tata Julián con la gran sabiduría que posee, no supiera leer ni escribir. Y todavía me asombré mucho, al ver con la gran facilidad que aprendía y lo llevaba a su idioma —contaba la hermana Inés, sentándose a nuestro lado.—Yo también Inés, quedé gratamente sorprendida al verlo diariamente en las clase
Habló sor Inés, tratando de que Caridad no me siguiera sermoneando, y estoy segura de que ella la debe haber convencido de mi situación para que cediera de ese modo. Trató de desviar la conversación hacia otra que nos interesaba mucho a las tres. —Cambiando el tema, estoy muy preocupada con el destino de los pobres huérfanos, pues no quiero separarme de ellos. Incluso he llegado a pensar que a lo mejor los pueda adoptar e irme a una de las casas de los chicos a criarlos.—Tienes que calmarte, no creo que será necesario, ahora que pasó el ciclón de seguro tendremos noticias de la madre superiora a más tardar mañana, estamos convencidas de que los acogerá en el seno del colegio. —Dije tratando de tranquilizarla, ella es muy impulsiva y era capaz de agarrar a los chicos e irse loma arriba a sus casas. Nos interrumpimos al ver regresar a Tomaza y Aurelio, salimos al encuentro dándonos cuenta de que sus caras estaban algo tristes. —¿Pasó algo en su casa? —Me apresuré a preguntar. —¡Ay