Pero piensa que no es la hora todavía para decir nada. Por lo que le da la espalda y comienza a hablar con los obreros sin contestar al padre Bartolomé, que espera con infinita paciencia que él termine su trabajo y regrese a su lado.—Padre, lo único que tengo que decirle a eso que me acaba de decir, es que solo cuido por el momento de la señorita Ángel, y que lo seguiré haciendo el resto de mi vida, y más. Aunque le agradezco esas palabras.—Perdone usted Tata Julián, pero quería hacerle llegar mi opinión y que supiera que pueden contar conmigo para lo que sea —se apresuró a decirle el padre Bartolomé pensando que se había equivocado. — Me alegro saber que cuidará de la señorita Ángel, me temo que muy pronto se quedará sola en esta inmensa casa.—¿Sola?—Sola no, están ustedes —volvió a tratar de arreglar lo que decía el padrecito ante la mirada escrutadora de Tata Julián. —Bueno, me refiero a que las monjas no pueden quedarse eternamente con ella, deberán volver a su colegio. Solame
Voy muy bien sujeta de Julián con ambas manos, él también me sujeta por una pierna. El caballo resbala mucho durante el recorrido, haciendo que me asuste mucho. No obstante a eso, y que hace mucho frío por la gran humedad reinante, me siento feliz de salir de la casa.—Siempre que sube el río mando a subir a todos los animales para arriba, por eso también mandé a hacer aquellas caballerizas y establos para que no se mojen todo el tiempo. —me va explicando Julián todo el trayecto. —Menos mal que este año los vientos no les llevaron el techo.—¿Pasan mucho estos fenómenos por aquí?—Sí, a veces en una temporada pueden llegar a pasar hasta cinco, unos más fuertes que otros, pero nuestra casa, digo tu casa.—Nuestra, acostúmbrate, es de todos, ustedes son más dueños que yo, llevan toda su vida en ella, yo acabo de llegar como quien dice.Detiene el caballo en un pequeño montículo y se baja con tremenda agilidad para luego extender sus brazos y tomarme por la cintura, haciendo que me desli
Así lo hacen, Tata Julián en su imagen de anciano se baja lentamente, y luego, antes de que se gire, aparece el hombre de las caballerizas con un pequeño banco y me ayuda a bajar llevándose el animal con él. Julián y yo, que lo tomo del brazo para no resbalar, nos dirigimos a la casa. Al llegar ya han preparado todas las mesas y el escenario en el enorme salón de música. Pero esta vez no tengo miedo. Le pido que me deje tocar el piano y cantar junto a las hermanas y la niña Jacinta que enseguida dice que sí cuando le pregunto. Esta vez el altar está completo en el centro de atrás del escenario, como si lo hubiesen movido sin desarmar como la otra vez, es realmente hermoso.—Deberías dejarlo ahí —le digo a Julián que no entiende en un inicio y por ello le repito más alto —me refiero a ellos —lo hago girar y le señalo a sus santos que al verlos inclina la cabeza —creo que en vez de que estén en el barracón pertenecen ahora a esta casa.Jamás imaginé que esas palabras fueran a causar
El canto de los pájaros y un tenue rayo de sol que entraba por mi ventana me dijeron que el día sería mejor que los anteriores. Eran las once de la mañana, me señalaban las hermanas que se retiraron dejándonos solos.—¿Por qué hiciste eso, mi Julián? ¡No estoy loca! ¿O sí?—No lo estás querida, te lo he dicho. No es el tiempo todavía para ello, debemos romper primero la maldición o todo se irá al traste.—Oh, ¿es por eso? —pregunté bajando la voz y comprendiendo el tamaño error que había cometido. —No me acordaba, perdón.—Por favor, mi Ángel, no hagas ni digas nada que yo no apruebe en ese sentido. ¿De acuerdo?—Está bien, pero es que quería decirle al mundo que te amo, no quiero esconderme.—Y lo harás a partir de ahora. Vamos ya se marchan todos. De seguro el padrecito está haciendo una misa. Y tú como la dueña de la casa deberías ser la primera en estar allí —me llamó la atención.—¡Cierto, cierto! Presurosa me dirigí a la misa que oficiaba el padre, todos los semblantes estaban
Expresé, porque en verdad lo creía y lo sentía, ambos me habían demostrado ser fieles a mí, y que me amaban al punto de sacrificar sus vidas por esperarme y ayudarme a romper la maldición. No sé por qué pensaba que aunque Julián me había explicado aquello de que sus destinos los había involucrado la primera Ángel, que por cierto no sé a dónde se había metido junto al otro ser infernal. Tenía la pequeña sospecha que él hubiese podido liberarse de todo esto de mi familia y regresar con los suyos a su país.—¿Estás bien querida? —La voz de sor Caridad, me hizo volver a la realidad.—Estoy bien hermana, solo pensaba en lo que han tenido que sufrir todos ellos. —En verdad, me maravilla que Tata Julián con la gran sabiduría que posee, no supiera leer ni escribir. Y todavía me asombré mucho, al ver con la gran facilidad que aprendía y lo llevaba a su idioma —contaba la hermana Inés, sentándose a nuestro lado.—Yo también Inés, quedé gratamente sorprendida al verlo diariamente en las clase
Habló sor Inés, tratando de que Caridad no me siguiera sermoneando, y estoy segura de que ella la debe haber convencido de mi situación para que cediera de ese modo. Trató de desviar la conversación hacia otra que nos interesaba mucho a las tres. —Cambiando el tema, estoy muy preocupada con el destino de los pobres huérfanos, pues no quiero separarme de ellos. Incluso he llegado a pensar que a lo mejor los pueda adoptar e irme a una de las casas de los chicos a criarlos.—Tienes que calmarte, no creo que será necesario, ahora que pasó el ciclón de seguro tendremos noticias de la madre superiora a más tardar mañana, estamos convencidas de que los acogerá en el seno del colegio. —Dije tratando de tranquilizarla, ella es muy impulsiva y era capaz de agarrar a los chicos e irse loma arriba a sus casas. Nos interrumpimos al ver regresar a Tomaza y Aurelio, salimos al encuentro dándonos cuenta de que sus caras estaban algo tristes. —¿Pasó algo en su casa? —Me apresuré a preguntar. —¡Ay
Por mi parte, no porque mi Julián me lo indicaba. Quería en realidad alejarlas de todo aquello, para que no fueran a ser afectadas con los fenómenos de mi familia. Tomaza se lamentaba de la pérdida de su casita cada día, pero al final terminó confesándonos que le entristecía el haber perdido su huerto tan bonito. —¡Oh mamá! Tú lo que extrañas es las travesuras que hacían tú y papá. ¿O crees que yo no lo sé? Ante la ocurrencia de Dolores se puso a reír poniéndose roja, un tanto avergonzada trataba de disimular, nosotras también reímos haciéndola sentir más cómoda.—No le hagan caso a esta muchacha que dice cada cosa. —Mamá, porque mejor no le cuentas cómo fue que se conocieron tú y papá —y acercándose Dolores nos dijo bajito. —A ella le encanta esa historia, ya verán. Se pone muy feliz cada vez que la hace.—Sí, Tomaza, nos gustaría que nos hicieras esa historia —dijo sor Inés. —Está bien. Cuando yo era joven, era una moza requetelinda señorita, sin exagerar. Comenzó a contar emo
Los días transcurrieron entre preparativos y consejos de todos. Al fin llegó el día en que deberían marchar, Julián había arreglado dos carruajes donde fueran cómodos los niños y ellas. Aparte de otros dos, dónde llevaban disímiles cosas que sabía necesitaban en el colegio. Los niños estaban muy emocionados porque iban a viajar, las hermanas se habían encargado de hacerles los uniformes del colegio, vistiendo los hermosamente, qué hacían total armonía con los uniformes de ellas. solicitarle a Julián, que me llevará a hablar con el abogado Edmundo, para extraer una buena cantidad de dinero, y enviárselo a la madre superiora. Quería además, que mandar a hacer grandes reparaciones en el colegio, y que todas fueran pagadas por mí. con ayuda de Julián, y del abogado. Di claras órdenes, para que la fábrica de muebles, que quedaba muy cerca de nuestro colegio. Hiciera grandes reparaciones y cambiará todo en el mismo, antes de fin de año. También encargué a los mercados