El canto de los pájaros y un tenue rayo de sol que entraba por mi ventana me dijeron que el día sería mejor que los anteriores. Eran las once de la mañana, me señalaban las hermanas que se retiraron dejándonos solos.—¿Por qué hiciste eso, mi Julián? ¡No estoy loca! ¿O sí?—No lo estás querida, te lo he dicho. No es el tiempo todavía para ello, debemos romper primero la maldición o todo se irá al traste.—Oh, ¿es por eso? —pregunté bajando la voz y comprendiendo el tamaño error que había cometido. —No me acordaba, perdón.—Por favor, mi Ángel, no hagas ni digas nada que yo no apruebe en ese sentido. ¿De acuerdo?—Está bien, pero es que quería decirle al mundo que te amo, no quiero esconderme.—Y lo harás a partir de ahora. Vamos ya se marchan todos. De seguro el padrecito está haciendo una misa. Y tú como la dueña de la casa deberías ser la primera en estar allí —me llamó la atención.—¡Cierto, cierto! Presurosa me dirigí a la misa que oficiaba el padre, todos los semblantes estaban
Expresé, porque en verdad lo creía y lo sentía, ambos me habían demostrado ser fieles a mí, y que me amaban al punto de sacrificar sus vidas por esperarme y ayudarme a romper la maldición. No sé por qué pensaba que aunque Julián me había explicado aquello de que sus destinos los había involucrado la primera Ángel, que por cierto no sé a dónde se había metido junto al otro ser infernal. Tenía la pequeña sospecha que él hubiese podido liberarse de todo esto de mi familia y regresar con los suyos a su país.—¿Estás bien querida? —La voz de sor Caridad, me hizo volver a la realidad.—Estoy bien hermana, solo pensaba en lo que han tenido que sufrir todos ellos. —En verdad, me maravilla que Tata Julián con la gran sabiduría que posee, no supiera leer ni escribir. Y todavía me asombré mucho, al ver con la gran facilidad que aprendía y lo llevaba a su idioma —contaba la hermana Inés, sentándose a nuestro lado.—Yo también Inés, quedé gratamente sorprendida al verlo diariamente en las clase
Habló sor Inés, tratando de que Caridad no me siguiera sermoneando, y estoy segura de que ella la debe haber convencido de mi situación para que cediera de ese modo. Trató de desviar la conversación hacia otra que nos interesaba mucho a las tres. —Cambiando el tema, estoy muy preocupada con el destino de los pobres huérfanos, pues no quiero separarme de ellos. Incluso he llegado a pensar que a lo mejor los pueda adoptar e irme a una de las casas de los chicos a criarlos.—Tienes que calmarte, no creo que será necesario, ahora que pasó el ciclón de seguro tendremos noticias de la madre superiora a más tardar mañana, estamos convencidas de que los acogerá en el seno del colegio. —Dije tratando de tranquilizarla, ella es muy impulsiva y era capaz de agarrar a los chicos e irse loma arriba a sus casas. Nos interrumpimos al ver regresar a Tomaza y Aurelio, salimos al encuentro dándonos cuenta de que sus caras estaban algo tristes. —¿Pasó algo en su casa? —Me apresuré a preguntar. —¡Ay
Por mi parte, no porque mi Julián me lo indicaba. Quería en realidad alejarlas de todo aquello, para que no fueran a ser afectadas con los fenómenos de mi familia. Tomaza se lamentaba de la pérdida de su casita cada día, pero al final terminó confesándonos que le entristecía el haber perdido su huerto tan bonito. —¡Oh mamá! Tú lo que extrañas es las travesuras que hacían tú y papá. ¿O crees que yo no lo sé? Ante la ocurrencia de Dolores se puso a reír poniéndose roja, un tanto avergonzada trataba de disimular, nosotras también reímos haciéndola sentir más cómoda.—No le hagan caso a esta muchacha que dice cada cosa. —Mamá, porque mejor no le cuentas cómo fue que se conocieron tú y papá —y acercándose Dolores nos dijo bajito. —A ella le encanta esa historia, ya verán. Se pone muy feliz cada vez que la hace.—Sí, Tomaza, nos gustaría que nos hicieras esa historia —dijo sor Inés. —Está bien. Cuando yo era joven, era una moza requetelinda señorita, sin exagerar. Comenzó a contar emo
Los días transcurrieron entre preparativos y consejos de todos. Al fin llegó el día en que deberían marchar, Julián había arreglado dos carruajes donde fueran cómodos los niños y ellas. Aparte de otros dos, dónde llevaban disímiles cosas que sabía necesitaban en el colegio. Los niños estaban muy emocionados porque iban a viajar, las hermanas se habían encargado de hacerles los uniformes del colegio, vistiendo los hermosamente, qué hacían total armonía con los uniformes de ellas. solicitarle a Julián, que me llevará a hablar con el abogado Edmundo, para extraer una buena cantidad de dinero, y enviárselo a la madre superiora. Quería además, que mandar a hacer grandes reparaciones en el colegio, y que todas fueran pagadas por mí. con ayuda de Julián, y del abogado. Di claras órdenes, para que la fábrica de muebles, que quedaba muy cerca de nuestro colegio. Hiciera grandes reparaciones y cambiará todo en el mismo, antes de fin de año. También encargué a los mercados
—¿Qué quieres decir con todos? Por favor explícate, necesito comprender qué es lo que está pasando. —Insistió de nuevo con tremenda expresión de preocupación y siguió. —Algo ha sucedido después que aparecieron todas esas presencias que mencionas, he dejado de percibir a todas las almas en pena. Es el motivo por el que te he tenido abandonada, trato de entender qué pasó, si es que perdí mis poderes, no podría ayudarte en nada.—¡No me digas eso por Dios a Julián!—Le dije realmente aterrada, casi entrando en pánico. — Si tú no me ayudas quién me va a ayudar. —Todavía puedo protegerte cómo te diste cuenta, todavía funciona mi protección hacia ti mi esposa —dijo y me estrechó contra su corazón infundiénfome valor. —Mandaremos por el Padre y nos casaremos hoy mismo, puedo entender, qué es algo que debo de hacer para poder protegerte por siempre. Debo unirme a ti frente a tuyos y los míos. ¿Estás de acuerdo?—No tienes que preguntar, sabes que estoy de acuerdo, por mí lo hiciéramos ahor
Cerré mis ojos tratando de dormir, cuando pude escuchar una voz cavernosa que susurraba en mi oído. ¿Estás segura de lo que hiciste? Me senté de golpe asustada mirando alrededor, y cubriendo el cuerpo lo más que podía con mi juego de dormir, sin ver nada a mi lado. Solo a mi hermoso Julián que salía del baño mojado y se enfundaba en un juego de dormir, que le había traído Dolores, sonreí satisfecha tratando también de ocultar el susto que acababa de pasar. Di palmadas en el lado en la cama, indicándole que quería que viniera a acostarse a mi lado ya.—Amor, ¿te pasa algo? —preguntó mirándome fijamente. Dije que no con la cabeza e insistí en que viniera a acostarse a mi lado. —Debo ir a saludar a mis santos antes de acostarme. ¿Quieres venir? Sé que estás muy cansada y un poco débil. Me da miedo dejarte sola aquí en el cuarto, pero es algo que debo de hacer cada día de mi vida. Si quieres te llevo cargada y te traigo, ahora no hay nadie de quien debamos ocultarnos. ¿Quieres?—¿En ver
Volvió a tomarme en sus brazos, y como si de una pluma se tratara, subió corriendo las escaleras. Aunque había terminado el temporal, todavía llovía un poco y la humedad reinante era muy fuerte, haciendo que me estremeciera por el frío. A pesar de haber corrido, pude ver y escuchar al ser monstruoso que me perseguía, siguiéndonos por el pasillo hasta que entramos en nuestra habitación. El sueño ante el miedo se había alejado de mí. —Creo que voy a leer un poco, del susto se me ha quitado el sueño. —Le dije tomando las hojas amarillentas del diario que había encontrado en la caja fuerte del despacho. —Vamos a ver qué dicen estas últimas hojas que estaban escondidas en un lugar tan seguro.—Está bien, sentémonos frente a la chimenea para que te calientes. Así lo hicimos, unimos los sillones para estar uno muy cerca del otro. Luego miré con detenimiento las hojas del diario que permanecían dobladas en mi bolsillo del vestido que llevara aquel día, las extendí cuidando de no romperlas.