—Está bien, pero iremos muy despacio y yo tampoco quiero que nadie lo sepa por el momento. ¿De acuerdo?—Sí, te cuidaré.—Voy a leer, es tarde, ¿escuchaste el reloj? Son más de las doce de la noche. ¿Te quedarás conmigo?—¿No quieres?—Sí, sí quiero. Deseo que a partir de hoy vengas todos los días sin que nadie te vea, ¿de acuerdo? Me sentiré más segura contigo a mi lado.—Lo haré, lo haré. … No sé cuando van a acabar con esto de la esclavitud, es una vergüenza lo que hacen con las pobres personas, solamente por el color de su piel, total si al menos ellos tienen color, nosotros somos los que estamos descoloridos… … Anoche apenas pude pegar los ojos, los ruidos y las pesadillas junto con las visiones han regresado peor que nunca. En un momento que me he quedado dormido sentí como tiraban de mí por los pies y me arrastraban con tremenda violencia por las escaleras. Mi cabeza golpeaba cada escalón produciéndome un aturdimiento grandísimo, alguien desgarraba mis ropas y me entraban a l
Después de pronunciar esas palabras, invitándolos a traer a todos, y ver como me observaban incrédulos cosa que no comprendía los animé.—¡Vamos! ¿Qué esperan? Vayan por los demás. Se quedaron con la boca abierta, sin saber qué decirme, hasta que el padre Bartolomé, que había escuchado la última parte de la conversación, los mandó a realizar la tarea, incluso cuando bajaban las escaleras se giraban como si no lo comprendieran. No tuve tiempo de analizar su comportamiento, corrí a mi habitación a cambiar mis ropas, pues a pesar de que Julián me hizo abrigar sentía frío.Al entrar existía una extraña sensación de que alguien más se encontraba allí, por lo que giré dispuesta a salir.—¡Detente! —escuché una tenebrosa voz. —Tienes que escucharme.Giré despacio para encontrarme con la horripilante figura del monstruo que me perseguía, pero esta vez se mantenía alejado de mí. Su actitud era calmada, y ya no tenía toda su dentadura afuera, se veía más humano. En sus manos tenía un amarillen
—Sígame al despacho, por favor Le pedí y salí a caminar, seguida por él, ante las miradas de todos, al entrar y cerrar la puerta, cuando giré, ahí estaba mi Julián joven—Solo quería hacer esto —me dijo mientras me estrechaba en sus brazos —y decirte que debo ir, no te separes de las monjas y el padre, y no vayas a subir sola a ninguna de las habitaciones. ¿De acuerdo?—Ja, ja, ja…, todavía no entiendo esto que haces ni cómo lo haces. Estaré bien, cuídate tú, me aterra eso que dicen de la corriente del agua.—No entraré en el agua, estaré en la montaña por allá detrás de la casa, te lo digo para que no estés asustada, ahora… —titubeó otra vez.—Puedes, deja de pedirme permiso, puedes besarme cada vez que quieras. No había terminado de decirlo y mis labios fueron envueltos por los suyos en un increíble y demandante beso que me hizo apretarlo con fuerzas, queriendo que jamás se separara de mí.—Volveré lo más rápido que pueda, acuérdate de no estar nunca sola.—No lo estaré con tant
—Padre, no sabe usted cuánto le agradezco que me haya contado su historia, pues para serle franca, cuando me fue a buscar al colegio de monjas por la muerte de mi abuela, no me causó gran impresión, más bien me cayó algo mal, pues no habló conmigo mucho en todo el trayecto. —Les conté sin dejar de admirar al abogado Edmundo. —Después pasó esa imagen, pero nunca me imaginé que hubiese pasado por tan duras pruebas. Es una buena persona digna de confianza en verdad. —Sí, es muy honorable y honrado. ¿No les parece que llueve muy fuerte ahora? —Deberíamos poder tener noticias de lo que está pasando con el tiempo, miramos la lluvia caer, los rayos y el viento acabando sin poder hacer nada.—Dijo sor Inés.—Ángel, yo recuerdo que cuando vivía tu abuela, ella tenía una radio para escuchar las noticias —me informó el padre Bartolomé. —¿Una radio? ¿Y eso qué es? —preguntamos intrigadas, ya que nosotras vivíamos aisladas del mundo tecnológico en nuestro colegio. Teníamos nulo conocimientos de
Esta vez se quedó mirándome muy fijo, y había lágrimas en los ojos de Tata Julián mientras me miraba con mucho amor.—Mi Ángel, no se puede negar que usted es la hija de Lucecita, siempre tan amorosa con todos nosotros y hasta me dijo esas mismas palabras que usted acaba de pronunciar. —Dijo tratando de desviar la conversación, porque en realidad quería decirle a las hermanas que lo amaba. Pero recordé lo que me había pedido, por lo que le seguí la conversación.—¡Ay Tata Julián! Yo crecí en un colegio que me quisieron mucho, pero siempre sentí que me faltaba algo. Desde que llegué aquí, a pesar de todas las cosas raras que me han pasado, me siento con una familia y a usted lo siento de veras como si fuera mi propio padre o abuelo, no sabría explicarle bien, pero yo le quiero y le respeto mucho.—Al decirlo mis manos apretaban las suyas que me miraba con profundo amor. —Aunque podía notar que no le había gustado lo de padre o abuelo, por eso le sonreí encantadoramente. —Gracias, niña,
Me quedé observando a Julián por un momento, queriendo saber que me había querido decir con aquello. ¿Sería que me haría su mujer en la noche? Me asusté, sin embargo, recordé al siniestro monstruo y para que lo hiciera él, mejor lo hacía mi amado, y sin importarme que me veían todos, lo abracé con fuerza y le dije.—Cuando quieras y donde quieras, seré tuya una eternidad. —Casi fue un susurro en su oído, pero que hizo que me abrazara con fuerzas, para separarme después e inclinarse ante mí. —Le agradezco en el alma que haya decidido permitirnos enseñarle en verdad de dónde venimos —dijo muy serio, y para disimular al ver que todos se inclinaban ante mí de igual manera—Dejen eso, dejen eso —les pedí Y entusiasmada, sin saber lo que realmente había prometido, comencé a repartir abrazos y besos que me eran devueltos llenos de agradecimiento y amor. Algunos invitados me miraban sin dar crédito a lo que veían, les parecía algo surreal ver a la dueña y señora de la casa, abrazando y bes
La entrada del padre Bartolomé, hizo que desapareciera. Estaba aterrada, abrazada de Tata Julián, que había vuelto a ser anciano. ¿Qué era eso que debía hacer? ¿Qué no le permitía hacer la piel negra de mi Julián?—¿Pasa algo querida? —preguntó el padre Bartolomé al verme abrazada de Tata Julián, temblorosa.—No pasa nada, padrecito. —Contestó Julián, solo se asustó con un rayo.—Hija, si vas a vivir por estos lares, deberás acostumbrarte, pues llueve mucho con truenos y rayos. Ha sido todo un éxito el anuncio de que bailaran para todos —comentó cambiando de tema el padre. —Todo el mundo está entusiasmado, y yo también, siempre he querido ver como bailan, ¿me dijo Tomasa que ella y Dolores también lo harán?—Sí, ellas también. Ahora, con su permiso, debemos la niña Ángel y yo analizar algo. Y sin más me tomó de la mano y me llevó con él hasta mi habitación, al llegar cerró para que nadie entrara y luego se detuvo delante de mí muy serio.—Ángel, debemos conversar sobre lo que me preg
Me quedo observándolo cuando me pide eso, no quiero ocultarlo, al menos a las hermanos quiero decírselo, y vivir mi amor sin miedo en mi casa, él, al ver como lo observo, sigue hablando. —Todavía no sé si tú lo harás, pero por el momento me aceptaste y me tienes a tu lado como tu hombre, y…, y creo que se lo quieres decir a todos, pero aún no es el momento amor, créeme, tienes que estar lista y ahora te atormentan muchas cosas. Eres aún muy frágil.—Lo sé, lo sé. Pero no quiero ocultarme en mi propia casa, no me importa que todos lo sepan, las hermanas me entenderán cuando se los explique.—Sigamos así, solo deja que te enamore de a poco, que te haga amarme. Además, ellas todavía no pueden verme de joven, solo ven al anciano.—¡Uyyy…, qué problema! ¡No quiero esconderme Julián, quiero amarte libremente! Digo zafándome de su agarre, camino molesta, pensaba que si ya me hacía suya, ese otro demonio dejaría de perseguirme y se rompería la maldición.—Yo también quiero gritarlo a los c