—Padre, no sabe usted cuánto le agradezco que me haya contado su historia, pues para serle franca, cuando me fue a buscar al colegio de monjas por la muerte de mi abuela, no me causó gran impresión, más bien me cayó algo mal, pues no habló conmigo mucho en todo el trayecto. —Les conté sin dejar de admirar al abogado Edmundo. —Después pasó esa imagen, pero nunca me imaginé que hubiese pasado por tan duras pruebas. Es una buena persona digna de confianza en verdad. —Sí, es muy honorable y honrado. ¿No les parece que llueve muy fuerte ahora? —Deberíamos poder tener noticias de lo que está pasando con el tiempo, miramos la lluvia caer, los rayos y el viento acabando sin poder hacer nada.—Dijo sor Inés.—Ángel, yo recuerdo que cuando vivía tu abuela, ella tenía una radio para escuchar las noticias —me informó el padre Bartolomé. —¿Una radio? ¿Y eso qué es? —preguntamos intrigadas, ya que nosotras vivíamos aisladas del mundo tecnológico en nuestro colegio. Teníamos nulo conocimientos de
Esta vez se quedó mirándome muy fijo, y había lágrimas en los ojos de Tata Julián mientras me miraba con mucho amor.—Mi Ángel, no se puede negar que usted es la hija de Lucecita, siempre tan amorosa con todos nosotros y hasta me dijo esas mismas palabras que usted acaba de pronunciar. —Dijo tratando de desviar la conversación, porque en realidad quería decirle a las hermanas que lo amaba. Pero recordé lo que me había pedido, por lo que le seguí la conversación.—¡Ay Tata Julián! Yo crecí en un colegio que me quisieron mucho, pero siempre sentí que me faltaba algo. Desde que llegué aquí, a pesar de todas las cosas raras que me han pasado, me siento con una familia y a usted lo siento de veras como si fuera mi propio padre o abuelo, no sabría explicarle bien, pero yo le quiero y le respeto mucho.—Al decirlo mis manos apretaban las suyas que me miraba con profundo amor. —Aunque podía notar que no le había gustado lo de padre o abuelo, por eso le sonreí encantadoramente. —Gracias, niña,
Me quedé observando a Julián por un momento, queriendo saber que me había querido decir con aquello. ¿Sería que me haría su mujer en la noche? Me asusté, sin embargo, recordé al siniestro monstruo y para que lo hiciera él, mejor lo hacía mi amado, y sin importarme que me veían todos, lo abracé con fuerza y le dije.—Cuando quieras y donde quieras, seré tuya una eternidad. —Casi fue un susurro en su oído, pero que hizo que me abrazara con fuerzas, para separarme después e inclinarse ante mí. —Le agradezco en el alma que haya decidido permitirnos enseñarle en verdad de dónde venimos —dijo muy serio, y para disimular al ver que todos se inclinaban ante mí de igual manera—Dejen eso, dejen eso —les pedí Y entusiasmada, sin saber lo que realmente había prometido, comencé a repartir abrazos y besos que me eran devueltos llenos de agradecimiento y amor. Algunos invitados me miraban sin dar crédito a lo que veían, les parecía algo surreal ver a la dueña y señora de la casa, abrazando y bes
La entrada del padre Bartolomé, hizo que desapareciera. Estaba aterrada, abrazada de Tata Julián, que había vuelto a ser anciano. ¿Qué era eso que debía hacer? ¿Qué no le permitía hacer la piel negra de mi Julián?—¿Pasa algo querida? —preguntó el padre Bartolomé al verme abrazada de Tata Julián, temblorosa.—No pasa nada, padrecito. —Contestó Julián, solo se asustó con un rayo.—Hija, si vas a vivir por estos lares, deberás acostumbrarte, pues llueve mucho con truenos y rayos. Ha sido todo un éxito el anuncio de que bailaran para todos —comentó cambiando de tema el padre. —Todo el mundo está entusiasmado, y yo también, siempre he querido ver como bailan, ¿me dijo Tomasa que ella y Dolores también lo harán?—Sí, ellas también. Ahora, con su permiso, debemos la niña Ángel y yo analizar algo. Y sin más me tomó de la mano y me llevó con él hasta mi habitación, al llegar cerró para que nadie entrara y luego se detuvo delante de mí muy serio.—Ángel, debemos conversar sobre lo que me preg
Me quedo observándolo cuando me pide eso, no quiero ocultarlo, al menos a las hermanos quiero decírselo, y vivir mi amor sin miedo en mi casa, él, al ver como lo observo, sigue hablando. —Todavía no sé si tú lo harás, pero por el momento me aceptaste y me tienes a tu lado como tu hombre, y…, y creo que se lo quieres decir a todos, pero aún no es el momento amor, créeme, tienes que estar lista y ahora te atormentan muchas cosas. Eres aún muy frágil.—Lo sé, lo sé. Pero no quiero ocultarme en mi propia casa, no me importa que todos lo sepan, las hermanas me entenderán cuando se los explique.—Sigamos así, solo deja que te enamore de a poco, que te haga amarme. Además, ellas todavía no pueden verme de joven, solo ven al anciano.—¡Uyyy…, qué problema! ¡No quiero esconderme Julián, quiero amarte libremente! Digo zafándome de su agarre, camino molesta, pensaba que si ya me hacía suya, ese otro demonio dejaría de perseguirme y se rompería la maldición.—Yo también quiero gritarlo a los c
Me fijé bien en ellos, poseían cueros de los dos lados, envueltos en correas de piel que se entrelazaban formando un trabajado adorno en el centro, eran de diferentes tamaños, en el centro el más grande, a la derecha el mediano, a su izquierda uno pequeño. Los músicos se había colocado los mismos sobre un pañuelo en sus rodillas, tres hermosas mujeres vestidas de blanco completo, adornadas con collares de diferentes colores y pañuelos amarrados a su cabeza en forma de turbante, se colocaron detrás de Tata Julián que se mantenía de pie apoyado en su enorme bastón. Luego de terminar un primer rezo se detuvo.—Buenos noches.—Saludó a todos los presentes. —A petición de la señorita Ángel, hoy haremos una representación de los cantos y bailes que nosotros dedicamos a nuestros santos, los cuales representan todas las facetas de nuestra vida en la tierra. Con permiso del padre Bartolomé, les aseguro que solamente verán cantos y bailes, espero que disfruten. Estos instrumentos que pueden apre
Los tambores comenzaron de nuevo a repiquetear algo cadencioso, cuando de pronto vi aparecer a Dolores, toda vestida de amarillo, con una corona en su sien, múltiples pulsos de oro adornaban sus manos, collares hermosos de cuentas amarillas resaltaban en su pecho, unos grandes aros pendían de sus orejas, su cabellera negra ondulada caía como una cascada por su espalda. Se veía tan joven y bella que una exclamación de asombro salió de mis labios. Estaba feliz, su baile era ondulante, provocativo, sensual. Su sonrisa siempre amplia parecía incitar a todos, movía su saya de un lado a otro majestuosamente. El ritmo aceleró, el canto se hizo alegre y ella giraba sobre sí misma haciendo que sus prendas sonaran, formando un conjunto con la música. Su risa cristalina retumbaba por todo el salón contagiándonos. La mirábamos sonrientes, percibíamos su felicidad, el tambor mayor comenzó a sonar insistentemente, y de pronto en una esquina apareció un recio hombre. Estaba vestido con una chaquet
Ante la impresión que me causó, por un momento en que retumbó un fuerte rayo, lo vi. El horripilante ser venía con ella directo a mi encuentro. Me puse de pie asustada y corrí a meterme detrás de Julián, que no hizo nada por impedirlo, solo una leve indicación con su cabeza y al momento aparecieron junto a ella, el vestido de rojo con su hacha que se le enfrentó al ser monstruoso hasta hacerlo marchar. Para luego, ponerse a bailar provocativamente con ella, que unas veces le sonreía y otras lo atacaba furiosa, después se retiraron. No quería soltar a Tata Julián, que volvió a colocar sus brazos por mis hombros y me llevó con él al centro del escenario. Yo miraba aterrada para todas partes, temiendo que en cualquier momento ese ser viniera por mí. Él cantaba y cantaba sin soltarme, hasta me puso delante de su cuerpo, abrazándome sin temor con ambos brazos en un claro, además de protección. Para luego caminar de espaldas dejando espacio para el nuevo ejecutante Los tambores cambiaro