Al príncipe pirata le gustaba observa cómo entrenaba Arelis. Con el paso de los años había desarrollado una fascinación por la joven. Recordaba claramente cómo ella le había salvado la vida cuando el palacio fue asaltado por paganos. Una pequeña con tan solo once años había demostrado que daría la vida por protegerlo y eso siempre le pareció admirable.
Hacía tiempo había empezado a sentir que él también daría la vida por ella y ese sentimiento le asustaba, pues era natural que Arelis lo hiciera, así lo había determinado una dura vida de entrenamiento, ella se había preparado para eso; pero el pirata había cruzado la línea de la admiración, sabía que se estaba enamorando y en cierto modo eso le gustaba, jamás había visto reír a la joven ni romper el protocolo al dirigirse hacia él. Pero ya él lo había hecho al pasar más tiempo del necesario platicando con ella pidiéndole "consejos" de defensa personal. Arelis por su parte no malinterpretaba las cosas, no conocía el amor ni la admiración, jamás lo había visto, ni oído y por su mente solo pasaba una cosa, proteger a la familia real.
Diariamente entrenaba durante horas. Se había convertido en la mejor, su destreza e inteligencia la hacían excepcional. Los remordimientos de las muertes que cometía se habían esfumado durante el paso de los años, había perdido esa inocencia de niña, se había convertido en una guerrera. Tenía una inteligencia superior a los de su edad, leía acerca de todo, pero nunca olvidaba una palabra, nunca había leído una novela, le parecía que eso era una banalidad. A ella le interesaban otras cosas, la ciencia, la mente, la guerra…
El pirata la observó durante un largo rato, le asombraba que aquella joven de belleza excepcional no cayera ante sus encantos, había comprobado que cualquier pirata, princesa o guardiana del reino anhelaban tener aunque fuera una aventura con él, pero Arelis era tan indiferente y eso le hacía querer ganarse su corazón, desafortunadamente aunque la guardiana era muy inteligente no entendía las indirectas del príncipe, ni siquiera cuando él era demasiado directo, ella solo lo observaba y asentía a cualquier orden que le diera aunque se había negado a besarlo diciendo que el contacto físico entre él y ella debía ser exclusivamente si él se encontraba en peligro a lo que él le había contestado que ya no estaba en peligro si no perdido, ella no lo entendió y solo lo observo hasta que él le permitió seguir entrenando.
-Arelis... Arelis...- él solía repetir su nombre en silencio, escribir poemas y cartas para ella, pero no se atrevía a serle sincero, temía ser rechazado por ella, la joven que tanta fascinación y encanto le generaba. La observó otro rato consciente que no estaba cumpliendo sus obligaciones como príncipe heredero del reino.
La joven alzó la mirada y se dio cuenta que el príncipe no le quitaba la mirada de encima, se preguntó si necesitaba algo así que abandonó su entrenamiento y caminó hacia él, quien sonrió ampliamente al ver que ella iba en su dirección.
-¿Necesita algo señor?- preguntó sin lograr descifrar lo que la sonrisa del príncipe significaba.
- Muchas cosas Arelis...- respondió sonriente mientras acercaba una mano al cabello de la chica.
-Príncipe- Arelis retrocedió sería antes que él pudiera tocarla- debo recordarle que soy su guardiana no su familia, no debo tener contacto con usted solo estrictamente el necesario
-¿Por qué pones tanto problema? Somos amigos ¿No?
-No señor- el rostro del joven pirata se fue opacando poco a poco- soy su guardián y parte de la escolta de la familia real y usted es el príncipe, mi labor es protegerlo no ser su amiga, las relaciones personales con las personas que protejo me están prohibidas
El príncipe la analizó un momento antes de responder
-Si no estuviera prohibido ¿Serias mi amiga?
-Si eso es lo que me ordenan, si- el joven sonrió lleno de diversión, al fin entendía la indiferencia de Arelis
-Y si no fuera una orden, sino algo voluntario…
-No fui entrenada para hacer lo que quiero sino lo que me ordenan, soy una guardiana señor
-Antes que guardiana eres un ser humano, Arelis...- Erick se entristeció al ver que Arelis no parecía entender esa parte, siempre hacia lo que le decían y se dedicaba a entrenar arduamente para desempeñar su labor con excelencia, sin embargo, parecía haber reprimido su humanidad y solo hacia lo que le pedían. Arelis vio que el príncipe no tenía más que decir, al parecer todo lo que se dedicaba hacer últimamente era recordarle que tenía que hacer bien su trabajo y hacerle saber que su forma de ser no le agradaba.
- Si no necesita nada me retiro señor
-Está bien, pero dime Erick, deberías dejar las formalidades de lado, hace muchos años nos conocemos
-Prefiero mantener el protocolo señor- Arelis se alejó del príncipe. Arelis y él habían estado juntos diariamente durante los últimos seis años, a veces era realmente agradable con él, aunque la mayoría del tiempo era alguien difícil de tratar.
-Ay Arelis ¿Qué me estás haciendo?- masculló antes de volverse hacia el palacio, subió las escaleras hacia su habitación, tenía que continuar leyendo los tratados; aunque en realidad no sabía para que, los piratas nunca cumplían esos acuerdos entre reinos. Durante generaciones su reino había saqueado, acabado, robado y conquistado territorios enteros, no sabía por qué su padre había decidido firmar acuerdos de tregua con todos sus adversarios.
Finalmente llegó hasta su habitación, su escritorio yacía lleno de hojas por leer y firmar, la pluma y la tinta estaban guardadas y todo estaba meticulosamente ordenado, se sentó en su silla y tomo la pluma, como si se tratara de un hechizo de control tomó una hoja y empezó a escribir otras letras a su ya conocida guardiana:
Guardiana si guardaras mi corazón como guardas mi vida, estaría completo y dichoso, si al menos tu boca pronunciara mi nombre no habría hombre más afortunado que yo por merecer tus palabras. Tienes un encanto especial, y es que no te puedo comparar con nadie, eres la más bella rosa, eres la más hermosa, anhelo algún día ser merecedor de tu atención y quizás el destino permita que sea mío tu corazón.
El rey había estado muy preocupado por el futuro de su hijo, pronto cumpliría veinte y aun no quería escoger esposa. Había rechazado a todas las princesas de los reinos vecinos y las malas lenguas decían que no era del todo varón.
Le preocupaba que su único descendiente con vida escogiera una vida de desorden. Finalmente había logrado mitigar el odio de los reinos a los que alguna vez asalto y encontró una manera de poder protegerlo, pero a Erick eso parecía tenerlo sin cuidado.
El joven tenía que aprender los oficios del rey y conseguir una reina adecuada, pero el príncipe prefería salir a divertirse, pasar desapercibido y mantener en la ciudad escondido, ¡Como si la gente no pudiera reconocerlo! El rey sabía con quién casaría a su hijo, Judan la princesa heredera del reino mágico era la mejor y única opción que tenía en aquel momento y por desgracia o fortuna la princesa se había interesado en el príncipe años atrás. La joven princesa era hermosa y poderosa todo lo que Erick necesitaba, pero sabía que convencerlo de aceptar el matrimonio sería difícil, Erick le huía al compromiso, temía que la maldición que llevaba la familia pirata recayera en sus descendientes, cosa que sería de esa manera ya que por la sangre de todos los dirigentes piratas corría la sangre de Raviot el domador de mares y la maldición era algo inevitable.
Erick se levantó sobresaltado, había vuelto a tener aquel extraño sueño, en donde se encontraba en brazos de una joven de cabello rubio y profundos ojos verdes. En el sueño ambos eran perseguidos por unos seres de piel amarilla y ojos totalmente negros, había escuchado hablar de esos seres, les llamaban “Los monstruos paganos”. Se decía que eran carnívoros y no tenían piedad de nadie. Por fortuna los guardianes de magia se encargaban de aquellos seres y los mantenían lejos de la familia pirata. Pero a pesar de encontrarse seguro en su habitación, sentía como si estuviera siendo vigilado y aquella noche Arelis no estaba allí para cuidarlo como siempre lo hacía. Ese día en la tarde, gran parte de los guardianes habían salido hacia la costa como refuerzos, para apoyar al ejercito pirata contra la guerra contra los rebeldes. Una parte del pueblo pirata, se ha
El príncipe se paseaba por el balcón impaciente, hacía más de dos días que los guardianes habían salido junto con los soldados a neutralizar los rebeldes y desde entonces no había tenido noticia alguna de la guardiana. Se llevó nuevamente la uña del pulgar a la boca y la mordió en un acto de desespero, le parecía frustrante no poder salir del palacio y más frustrante aún el hecho de que su padre no le diera noticias de los guardianes, solo le decía cosa de cómo iba la guerra cosa que a Erick no le importaba.Alzó su mirada hacia las torres de los vigías, no podía ver nada más allá de la pared y el espeso cielo azul que se iba oscureciendo con el paso de las horas dando fin así a un tercer día.Se sentó en su silla y siguió observando la puerta oeste con la esperanza de que en cualquier momento Arelis ent
El príncipe se paseaba por el balcón impaciente, hacía más de dos días que los guardianes habían salido junto con los soldados a neutralizar los rebeldes y desde entonces no había tenido noticia alguna de la guardiana. Se llevó nuevamente la uña del pulgar a la boca y la mordió en un acto de desespero, le parecía frustrante no poder salir del palacio y más frustrante aún el hecho de que su padre no le diera noticias de los guardianes, solo le decía cosa de cómo iba la guerra cosa que a Erick no le importaba.Alzó su mirada hacia las torres de los vigías, no podía ver nada más allá de la pared y el espeso cielo azul que se iba oscureciendo con el paso de las horas dando fin así a un tercer día.Se sentó
El joven permaneció en su sitio como su padre le indicó, se moría de ganas por hablar con Arelis, pero no podía desobedecer las órdenes de su padre, así que se mantuvo allí durante un par de horas mientras terminaba de entrar el ejército, cuando finalmente terminó todo el desfile de guerreros se apresuró a llegar a patio de entrenamiento.-¡Arelis!- grito al visualizarla entre la multitud, ya se había cambiado y tenía puesta su ropa habitual. Ella caminó hacia él dejando lo que estaba haciendo por el momento, sus armas podían esperar, pero ignorar la orden de alguien de la familia real recibía como castigo la muerte.-Señor- lo saludo con una reverencia como se acostumbraba, él parecía ansioso por decir algo, pero en vez de eso se le lanzo encima sin tiempo de reaccionar y la abrazo-¡Gracias al cielo estas bien!- el pr
Erick había mantenido la distancia de Arelis lo que se le había hecho realmente difícil. La guardiana por su parte había seguido su entrenamiento sin ningún problema, su mano había ido sanando poco a poco. A pesar de que le molestaba y dolía para tomar sus armas no le había dificultado su desempeño en el combate.Un gran estruendo la sacó de su concentración. Estaba atacando el lugar, corrió rápidamente a recoger el resto de sus armas. Visualizó a lo lejos como la puerta del palacio caía y un grupo de guerreros piratas entraban. Se apresuró a subir a la habitación del príncipe tenía que sacarlo de allí lo más rápido posible, el joven aún seguía bajo su cuidado.Erick estaba recostado en su cama cuando oyó el estruendo de la puerta al caer, se levantó r&aacu
Erick poso sus labios sobre los de ella, temió que ella lo apartara pero no lo hizo así que se animó a subir su mano hasta el suave rostro de la joven. Al principio Arelis no supo cómo reaccionar, pero pronto se dejó llevar, no quería aceptarlo, pero sabía qué hacía mucho había dejado de ser neutral respecto al príncipe; aunque apenas acababa de ser consciente de ese hecho.Erick la beso de una forma delicada como si temiera romperla, su boca acarició los labios de la joven. Su corazón latía tan rápido que podía sentirlo casi en la garganta, todo aquello parecía irreal; el hecho de que sus labios se movieran en un mismo compás, el sólo hecho de estaría besando le parecía tan irreal, temía que fuera un sueño y en cualquier momento despertara,
Arelis había logrado sacar al príncipe Erick de los escombros producidos por el incendio, sin embargo, no había logrado sacarlo ileso. Las llamas habían causado grandes heridas en su cuerpo y en el del príncipe, sin embargo, el dolor había pasado a un segundo plano al ser consciente de que había fallado en protegerlo.Preocupada por el estado del príncipe se había dirigido rápidamente con él al salón de cuidados, temía encontrarse con los asaltantes porque si eso sucedía seguramente lograrían matarla.Tan pronto llegaron al salón Arelis se detuvo al ver gran cantidad de guerreros y guardianes heridos, al cruzar la puerta todas las miradas colleron en ella y en el príncipe, al entender la sorpresa de todos, soltó al príncipe
El tiempo que no vio a Arelis se le hizo eterno, ya había pasado una semana desde lo sucedido con Arelis y desde que ella lo había llevado a el salón de cuidados; no había vuelto a verla desde entonces y por desgracia esa tarde se llevaría a cabo la ceremonia de asignación de guardián. Arelis se convertiría en guardián del rey y Judasan un hombre mayor que él, se haría cargo de su seguridad.Faltaban pocos minutos para que iniciara la transferencia de guardián. Ya Erick estaba vestido y aunque no estaba listo ya estaba preparado, sabía que aquello era lo mejor para él y para Arelis, pero no pudo evitar sentirse desolado al pensar que la hermosa guardiana ya no haría parte de su vida de ninguna forma.El tiempo pasó bastante rápido e